lunes, 3 de junio de 2019

Problemas y más problemas.

La sirena está encantada con su nueva "casa". Está más ancha y sus evoluciones son espectaculares. Es una gozada verla pero también un peligro. Como la Cotilla la vea estamos apañadas.

Quién la ha visto ha sido la abuela y está entusiasmada. "¡Aaaayyyyyy la de cosas que sabe hacer mi sardinita bonitaaaaaa!" - Esta mujer tiene que decirlo todo a gritos y la oyen desde el terrado de la finca. Tal vez por eso, ha venido una vecina - ¡¿Justamente hoy tienes que freír sardinas?! - ¿Yo?... pues ... - ¡Déjalas para mañana que vas a ahumarme la ropa que tengo tendida en el patio de luces! - ¿Por qué no la tiendes en el terrado? - ¡Porque no me da la gana!

Le he jurado por Pepe, la cabeza jibarizada (cuando la ha visto se ha santiguado) que no freiría sardinas. - ¿Juras por "esto"? ¿Acaso no sabes jurar por tus muertos como todo el mundo? - El lo es... - ¿Es qué? - Un muerto antiguo ¡Míralo bien!

De repente empezó a hiperventilar. Soltó unas palabrotas y salió corriendo de casa, pero sí yo creía que la cosa se había zanjado, iba bien equivocada porque, una vez en el rellano de la escalera, gritó que yo guardaba cadáveres de marcianitos en la cocina: ¡¡¡Llamad a los municipales, vecinos. La boba de Coria es una asesina interestelar en serie!!!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Qué le pasa a ésta? - A visto a Pepe y ha perdido el juicio. - ¡Claro! Es como tener la mojama en la despensa, solo que con cara. - Pasaron muy pocos minutos cuando sonaron las sirenas de los coches de policía . Los municipales, mandados por el jefe del cuartel, entraron en mi casa. - ¡¿Dónde están los marcianitos?! - A la pregunta contesté con otra: - ¿Lleva guardaespaldas? ¡Que rumbo se gastan! - Parapetado tras el jefe, Bedulio quería pasar desapercibido pero el mandamás se lo quitó de encima a base de gritos. Mientras duraba la sonora bronca, del comedor llegó el sonido de agua cayendo al suelo.

- ¿Quién hay ahí? (preguntó en pleno cabreo) - El ánima de mi primer abuelito, señor. - ¿Se está duchando?. - Posiblemente. No sabe usted lo caprichosas que llegan a ser éstas ánimas. - Nunca he visto una (se volvió hacia el Municipal) - Tráigala aquí, Bedulio. - Este palideció de repente y cayó al suelo cual largo era.

Pascualita seguía a lo suyo, yo me estaba poniendo nerviosa por si alguien la veía y la Cotilla, haciendo amago de entrar en el comedor: - Voy a ver a mis pececitos. - se llevó un empujón para apartarla de allí. - ¡Ni se le ocurra entrar! El abuelito no está de humor. - Pero yo quiero ver a los peces... - Ya no hay. Se los habrá comido. - ¡¿Quién?! - El ánima, hambrienta, de mi primer abuelito. - Y, de repente, todo el mundo desapareció escaleras abajo.

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