domingo, 16 de junio de 2019

Monto un altar.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! ... ¿Nena, dónde estás? - En la salita, Cotilla. - Pues sí que empiezas tú pronto a ve la telev... ¡¿Estás montando un altar?! - Sí. Nunca pensé que llegara a hacer tal cosa. - ¿Qué foto vas a poner? - De fotos, nada. Voy a poner ¡un pan!

La Cotilla fue a por el chinchón. - Como veo que has empezado pronto, yo no voy a ser menos. - Y se sirvió dos copas seguidas... ¡Y otra cuando vio que entronizaba un pan!

Asustada por mi comportamiento, llamó a la abuela. - ¡Que vengas, te digo! a tu nieta se le ha calentado la sesera y hace cosas raras.

Diez minutos después el rolls royce aparcaba, mal como siempre y la abuela apareció en la salita. - "¿De qué va esta historia?" - Que, en lugar de hacerle un altar a mi gurú Bárcenas, se lo hace a un pan. ¿Te parece normal? - "¿Tienes fiebre?. ¿Has bebido?. ¿Te has dado un golpe en la cabeza?. ¿Lo has grabado?"

Mientras ellas hacían cábalas sobre lo que me estaba pasando, yo escribí en una cuartilla. "La madre de todos los panes: 5 euros con 70 céntimos. Y, encima, no cruje"

Una vez que hube encendido todas las velas, velitas y velones que encontré por casa y que coloqué en el altar, nos sentamos a hacer los honores al chinchón on the rocks. - ¿Pagáste ese dineral por este pan de pega? Caray, es cierto que la tontería aumenta con los años (la Cotilla no pudo callarse después de escuchar mi relato) - "Espero que, cuando cuentes ésto, no se te ocurra decir que eres mi nieta. No quiero que me saquen los colores por la calle"

Desde el acuario Pascualita no perdía detalle de lo que pasaba. Sabía que las dos amigas no estaban contentas conmigo. Por eso, cuando pasé por su lado, la jodía de la sirena me lanzó unos buchitos de agua envenenada a los ojos. Suerte que me oli el percal y me había puesto las gafas de bucear.


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