martes, 31 de enero de 2012

Hay muchas cosas que me sacan de quicio y entre ellas y muy particularmente, el frío, Por eso cuando he llegado a casa y he visto las ventanas abiertas de par en par, me he puesto echa una fúria - ¡Abuela! ¿no has visto la nieve de las montañas? ¡No puedes tener la casa abierta! ¡Hace más frío aquí que en la calle, maldita sea! - "Se tiene que airear" - ¡Para eso bastan cinco minutos! - Cerré y encendí la estufa, mientras, la abuela puso la olla de la sopa en la mesa y me sirvió un plato humeante. Pascualita subió a su atalaya e impulsándose con la cola, cayó sobre la mesa, se arrastró hacia mí y sin que pudiera evitarlo, se sumergió en mi sopa - ¡¡¡Pero... ¿qué haces?!!! - Un presentimiento hizo que metiera la mano en el agua de la bañera rosa, estaba helada. - ¡Este bicho tiene frío!... Anda, pónme otro plato - "¿Qué tiene de malo el que tienes delante?" - Está Pascualita. No piénso comérme esa sopa, seguramente ya estará envenenada - "¡Ya salió doña remilgos! Pues no hay más sopa" - La miré sorprendida - "La que queda no es para tí. Se la dejo a Blas, hoy ha tenido que ir a la cola del paro y vendrá helado" - Yo también lo estoy - miré el interior de la olla - Hay bastante. - "La que sobra está reservada para ..." - y apuntó al techo con el dedo - ¿La Cotilla? ¡Ni hablar! - "¡No seas egoísta. La pobre tiene una pensión muy baja ..." - ¡Y yo tengo frío y hambre! - "Pues cómete tu sopa" - Llamaron a la puerta y la Cotilla entró hasta el comedor como una exhalación - ¡Traigo buenas noticias! Me he comprado un pececito - ¡Vaya, la que no tiene dinero! Ha durado poco el luto por el pobre Ataúlfo. - ¿Se ha tragado un sapo tu nieta? - "No le hagas caso y siéntate. Verás que rica está la sopa" - (¡Pascualita! pensé) pero no la ví - Poco después entró Blas, traía mejor cara y una bandejita de pasteles - ¡Me han dado trabajo para un mes y hay que celebrarlo... ¡Hum, que rica está esta sopa ... ¿Tú no comes?... ¿no? ... Pues me la comeré yo si no te importa. - A éstas alturas de la película ya no me importaba nada. La abuela pasó por mi lado, camino de la cocina y me tocó el brazo - "¡Cógela!" - susurró. Pascualita pasó de su bolsillo al de mi bata, ahí estaría más calentita. En la sobremesa, mientras tomábamos el café, me levanté para coger un trozo de pastel, los habíamos partido para que pareciera que había más. Llevaba una mano en el bolsillo protegiendo a la sirena de posibles golpes pero no me esperaba la confianza que se tomó Blas, alegre por la buena noticia y el chinchón. Con la mano plana me dió un golpe, fuerte y cariñoso, a la altura del bolsillo - ¡¡¡Aaaaaayyyyyy!!! - grité con todas mis fuerzas - "¡Hija, no ha sido para tanto!" - Que cruz tienes con esta nieta - remachó la vecina. Blas, apurado, se asustó - Lo siento mucho - ¡Yo sí que lo sentía! Menudo mordisco acababa de ganarme sin comerlo ni beberlo.

lunes, 30 de enero de 2012

Necesito comprarme un anorak bien calentito, que me tape de cabeza a pies por lo menos porque soy muy friolera y ya tenemos el invierno encima. He hecho este inocente comentario a la abuela y ya me la ha liado. - "¿Con la crisis que hay en el mundo vas a tirar el dinero comprándote algo que no te hace falta?" - En primer lugar, si no gastamos, la crisis será cada vez más grande, en segundo lugar no me apetece tener el dinero en los bancos que son los grandes causantes de la crisis y siempre salen ganando y además, te cobran por decir buenos días cuando llegas. En tercer lugar sí que me hace falta. - "Tengo un chaquetón guardado en el baúl de mi cuarto que te vendrá que ni pintado y es tan caliente como si llevaras encima un oso polar" - Por poco me caigo de espaldas cuando lo he visto. Lo del oso era cierto porque se trata de una piel entera, con cabeza y todo, de uno de esos animales. - ¿De dónde has sacado esto? - "De mi época hippy" - Pero si en los sesenta ya eras mayor para eso - "¡Y tu vieja desde que naciste!" - ¿No querrás que salga con esto por la calle? me perseguirán todos los perros del barrio - "¿No sé por qué?" - Porque huele a chotuno - "¡Eres lo peor de todo: pobre y remilgada! Ya quisieran muchas tener algo así que echarse a la espalda..." - Si por lo menos fuera un abrigo pero esto sirve mejor como alfombra. - "Pascualita ¿has oído a la ingrata? Sería capáz de poner esta preciosidad de felpudo" - En las casas ricas lo ponen - "Quizás en otra vida fuíste la mujer de un majarajá y tenías pieles en el suelo pero ahora ¡Ni se te ocurra ponérla! (y dirigiéndose a la sirena, le dijo) Me voy al Funeral y te dejo vigilando a ésta, como se desmande puedes escupirle un el ojo" - ¡Eso! tu dale alas al bicho.
Cuando volvió traía un envoltorio y de él sacó un abrigo de astracán que cuando la guerra civil ya era viejo. - "Era de la mujer de Andresito. Le he comentado que necesitabas un buen abarigo y ha sido tan amable que ha ido a su casa y me lo ha traído, para tí, porque le caes muy bien a su hijo... Pruébatelo, anda" - ¡Si está apolillado y raído! Se habrá quedado ancho tu Andresito quetándoselo de encima - "¡Mira que eres desgradecida!. El hombre lo ha echo con toda su buena fe - Pascualita se había sentado en su atalaya rosa y miraba fijamente a la abuela como esperando una señal para atacarme así que decidí bajar los decibelios de mi voz - Gracias, abuela, pero ya lo tengo decidido: mañana me compraré el anorak ... por cierto ¿a qué viene tanto interés en que no gaste mi dinero? - "Es por tu bien, así el día de mañana tendrás ahorrado un buen capitalito..." - Déjate de monsergas - "Vale... Es que he visto un abrigo precioso... es un poco caro pero entre lo poco que yo tengo, lo que pienso sacarle a Andresito y lo tuyo... pero claro, si te lo gastas en tonterías... " - ¿Cuánto vale el abriguito? - "Bueno... no creas que es caro ¿eh? lo que pasa es que es de piel y de marca ... los suele llevar la Presley" - ¿¡De piel. Por qué no te pones el oso!?) - "Que egoísta eres. No sé a quién sales" - ¡¡¡Que yo soy ... Aaaaaayyyyy!!! - Me había olvidado de Pascualita y su puntería.

domingo, 29 de enero de 2012

¡Que frío! Menudo día de perros. Hoy toca tele, manta, tele, cartas, tele, más manta y la estufa bien pegada a la espalda que la retaguardia suele estar siempre como un témpano.
He oído como repiquetea la tapadera de la olla en la cocina. La abuela está preparando un cocido de toma pan y moja, de los que levantan un muerto y hoy se agradece infinito.
Hasta Pascualita está helada así que hemos trasladado el "acuario" a la cocina para que entre en calor y de paso que aprenda esta receta tan rica. La abuela se encarga de explicársela paso a paso. - ¿Puedo tomar una tacita de caldo? - ¡Hum, que rico! con garbancitos y todo. La sirena también ha probado el caldo, faltaría más y no le ha hecho ascos ¡como que no es tonta la tía! Luego hemos rematado la faena con una copita de chinchón y como por arte de magia ¡se nos ha ido el frío! Solo por cosas como éstas es agradable el invierno.
La alegría dura poco en casa del pobre y en mi casa no vamos a ser menos. La Cotilla ha venido de visita y de paso a ver si le cae un plato de comida (la abuela dice que soy una mal pensada) - Desde mi casa se huele ¿es cocido?... hace tanto tiempo que no lo como... claro, como vivo sola y más ahora, sin Ataúlfo ... - ¿No me diga que su pez se ponía morado de pringada? - ¿Te das cuenta de la extraña manía de tu nieta? hablo contigo y contesta ella. A eso se le llama el síndrome de la mala leche - "No le hagas caso, ya sabes cómo es" - (¡gracias, abuela, con amigas como tú para que quiero enemigos !)- "¿Te quedas a comer? Hay para todas" - (¡¿Quééééé?!)" - Pues..., no sé que decirte... como aún estoy de luto por el pobre Ataúlfo... - No se preocupe que no se enterará, jijiji (salté, rencorosa) - Por una vez tiene razón tu nieta. Vale, me quedo. -
Mientras ponía la mesa sonó el teléfono y la abuela gritó: "¡Pon dos cubiertos más. Vienen Andresito y su hijo!" (¿Pero no íbamos a tener un día de lo más tranquilo?) - ¡Vaya, que suerte! Voy a ver vuestros novios juntos - se alegró la Cotilla.- Un poco antes de que llegaran los invitados sonó el timbre de la puerta - Blas, el parado, entró en casa con una ligera timidez - Hola, pasaba por la acera y me ha llegado un olor a cocido que solo podía salir de ésta cocina y me he dicho... - Sí, hijo, pasa. Pondré otro cubierto. -
Aunque no lo parezca, me encanta ver la casa llena de gente. Solo hay que tener cuidado de que no descubran a Pascualita. Estoy segura de que tendremos un domingo de lo más agradable, con partida de cartas y chupitos de chinchón incluídos. - "¿Has puesto a la sirena en la pecera de tu cuarto?" - No... ¿no lo has echo tú? ... ¡Ay, Dios mío! ¿Dónde estará? - La descubrí en la bandeja de la carne y los garbanzos abrazada a un trozo de tocino. Ni qué decir tiene que fuí la más rápida en servirme. La Cotilla se enfadó - ¿Piensas quedártelo todo?... A los demás también nos gusta el tocino - Por toda respuesta me lo guardé en el bolsillo del delantal ante la sorpresa de todos.

sábado, 28 de enero de 2012

Unos amigos nos invitaron a cenar y surgió un dilema entre la abuela y yo ¿Qué llevamos como presente de cortesía? Ella enseguida lo tuvo claro: Hambre. Discutimos un rato: - "Si nos invitan es porque quieren ¿no? entonces ¿por qué tenemos que hacer un gasto nosotras?" - No estamos obligadas pero es lo que se hace. - "¿Es una tradición? pues se rompe y en paz" - Así hubiésemos podido seguir hasta el día del Juicio y decidí cortar por lo sano - Toma 20 euros y compra lo que te parezca. No vamos a presentarnos en esa casa son las manos vacías. -
Ya estábamos listas para salir cuando se me ocurrió preguntar qué había comprado: ¿flores? ¿una bandeja de pasteles? ¿un Rioja? - "Una botella de chinchón. En esa casa nunca hay. Y una bolsa de Quelitas, así no pasaremos hambre porque suelen poner unos platos raquíticos" - Porque son aficionados a la cocina de diseño... Pero bueno, no se trataba de comprar lo que te guste a tí sino lo que les pueda gustar a ellos. Ahora tendremos que pasarnos por el super y hacer otro gasto. ¡Y las quelitas las dejas aquí! - "Las meteré en el bolso... Y nada de comprar otra cosa, ¡estamos en crisis! Llevamos el chinchón y van que chutan y si no les gusta me lo traigo para casa" - ¡Eso, avergüenzame! - Y supuesto, no me libré de que nos acompañara Pascualita.
Volvimos a casa muertas de risa. La abuela dijo al entregar la botella de licor, que era la última moda entre los grandes cocineros (y nombró algunos con gran convicción, poniendo en su boca cosas que no habían dicho nunca.) Nuestros amigos lo creyeron a pies juntillas y esa noche lo usaron para cocinar y para brindar, (cada vez salían más motivos para hacerlo). Como no estaban acostumbrados cayeron pronto, cosa que la abuela aprovechó para hincharse de galletas y sacar a Pascualita del termo para que bebiera con nosotras.
Al día siguiente nos llamó la anfitriona y con voz aún pastosa, dijo que se lo habían pasado de miedo, que teníamos que repetir cuanto antes y que ya había recomendado el chinchón a sus amigos, gente de categoría, concejales y demás. También les había comentado que el lico era alucinógeno porque, aunque vagamente, recordaba haber visto un pequeño monstruo, más feo que Picio, que libaba el chinchón del dedo de la abuela - ¿No os pasó lo mismo? - No - dijimos inocentemente - Que raro ... a mi marido sí, jajaja... Por cierto no sé si os dije que acaban de ascenderlo... ahora es inspector de policía jijiji...

viernes, 27 de enero de 2012

Estoy leyendo "El cementerio de los animales" de Stephen King, a escondidas de la abuela. Soy muy miedosa y aún así caigo una y otra vez en las redes del miedo. Me atrae, tanto si son películas como libros y luego pago el pato porque me cuesta dormirme o entrar en sitios oscuros. Si ella se entera de lo que estoy haciendo me pondrá las cosas difíciles para que sienta más miedo aún, por eso me llevo el libro al baño o aprovecho para leerlo mientras está en el Funeral, para que no se entere aunque, he llegado a pensar que tiene un sexto sentido, un radar que le indica que tengo algo de miedo entre las manos.
Esta tarde me ha llamado al trabajo. Lloraba a moco tendido y entre suspiro y suspiro me ha dicho que ha encontrado a Pascualita muerta en el "acuario". He quedado helada. Las muertes súbitas son las más incomprensibles - Pero... ¿estás segura?... ¿Habéis tomado chinchón? ... ¿quizás duerma la mona? ... - "!Que no, que no! ... ¡Ven pronto que no sé lo que tengo que hacer!" - ¿Y qué excusa pongo para que me dejen salir ahora? ¿Qué se ha muerto nuestro pez?... No... ¡Ya está! - Minutos después salía a toda pastilla. Mi jefe y mis compañeros quedaron preocupados No todos los días se le quema la casa a una.
Pascualita flotaba lacia entre dos aguas en el "acuario" - ¡Oh, Dios mío! Que pena... ¿cómo estás, abuela? - "Mal. Ahora que ya la has visto voy a tirarla al wáter..." - ¡No! ¿Pero qué dices? - "¿Y qué quieres que haga... Si pudiéramos revivirla ... ¿Crees que las sirenas se regeneran como hacen las estrellas de mar con sus patas amputadas?" - ¡Yo que sé! - Me di cuenta que estaba llorando como una Magdalena. Jamás pensé que haría algo así cuando Pascualita me mordía o me escupía o se reía de mí. Soy una sensiblera.
Por la noche todo seguía igual - ¿No te acuestas, abuela? - "No. Quiero velarla" - Es lógico que no quisiera separarse de su amiga pero yo tenía que trabajar al día siguiente.
Bien entrada la madrugada sentí un aliento fétido en mi cara, como a ajo, y oí lo que parecía un chirrido. Abrí los ojos temerosa. No se veía nada. De repente un halo verdoso, envolviendo la cara horrible de Pascualita, se encendió a escasos centímetros de mi cara. Solo sus dientes se movían frotándose unos con otros y haciendo el espantoso chirrido a penas audible. Grité con todas mis fuerzas mientras me tapaba la cabeza con las mantas. Estaba sufriendo una pesadilla y un ataque de pánico, todo a la vez - ¡¡¡Abuela, abuela!!! - La puerta se abrió de repente y la abuela, en camisón y alumbrándose la cara desde abajo con una linterna, se acercó a mí como una aparición de ultratumba - ¡¡¡Aaaaaaahhhhhhhh!!! ¡Enciende la luz! ¡¡¡Pascualita está aquí!!! ¡¡¡Es un fantasma!!!
Después de tres tazas de tila con chinchón empecé a ver las cosas más claras. Sobre todo porque la abuela y Pascualita, extrañamente resucitada, se partían de risa. - "¿No querías miedo ¡toma miedo! jajajajaja?" - Temblaba como una hoja en la tormenta y me costaba coordinar las ideas pero ví claro que mi puesto de trabajo peligrará cuando mañana mi jefe me pida explicaciones de por qué no sale nada en la prensa sobre el "espantoso" incendio que me inventé.

jueves, 26 de enero de 2012

Hemos ido a comprar una planta. La abuela quiere colocarla junto a la pared de los Finados del Funeral porque dice que está "desangelada". Hemos pasado la mañana dando vueltas de floristería en floristería y nada le ha parecido bien, sobre todo los precios, porque la quería grande, bonita y barta. En una de las tiendas le han sugerido, con retintín, que la compre de plástico. Hemos seguido nuestro peregrinaje por Palma como si estuviéramos haciendo el camino de Santiago.
Finalmente hemos entrado en una especie de almacén donde también vendían peces. Al rato de estar allí el termo de la sirena ha empezado a moverse - "¿Qué le pasa a ésta?" - Pascualita estaba de los nervios y no era para menos, había olido a sus congéneres. Así lo entendió la abuela y le quitó la tapa del todo para que pudiera verlos. A mi no me pareció bien porque no me fío un pelo de este bicho.
Nos entretuvimos un rato dándo vueltas al rededor de los acuarios y luego fuímos a la sección de plantas dónde estuvimos más de lo que yo hubiera deseado.
Después de ver, comparar, desechar varias veces la misma planta para volver, una y otra vez, sobre ella y cuando ya mi cabeza no daba para más y me importaba un pito si lo que estaba viendo era un geranio o un clavel, la abuela se decidió y entonces me tocó a mí protestar porque no era una plantita sino un macetón con el que tendría que cargar yo hasta casa. Me negué en redondo - ¿Quiéres que me quede sin espalda y sin riñones? Ni hablar. Ya estás llamando un taxi porque yo no la voy a llevar - "¡Ya salió la ricachona! ¡Coger taxi en tiempo de crisis. Estás loca! Si hubieras sido más amable con el encargado, tal vez nos la hubiese llevado él mismo a casa pero como te has pasado todo el tiempo protestando no lo hará ni pagándole: que si ya está bien, que qué más dará ésta que otra... mira que llegas a ser pesada... Voy a cerrar el termo y nos vamos... ¿Y Pascualita?" - La sirena no estaba donde debía estar y en aquella especie de selva dónde nos encontrábamos iba a ser difícil dar con ella. - ¿Han perdido algo? - preguntó solícito el vendedor - "Pues... sí. Es un amuleto al que le tengo mucho cariño" - ¿Seguro qué ha sido aquí? - "Sí, sí. No puede haber sido en otro sito porque hemos venido directas de casa aquí (¡que bien miente la jodía!)No se preocupe por nosotras, no queremos molestarle, con un poquito de suerte lo encontraremos, gracias"
Después de un rato de búsqueda infructuosa se me encendió la bombilla ¡los peces!. Disimulando pero con el corazón en la boca por la tensión, nos acercamos a la zona de los acuarios. Todos estaban llenos de pececitos nadando tranquilmente menos una. Y allí estaba ella, descansando en un lecho de algas mientras su abultado vientre demostraba a las claras que se había dado un banquete. Mandé a la abuela a entretener al vendedor mientras yo buscaba algo para sacar al monstruo del fondo del recipiente. Cuando lo logré la metí en el bolso sin contemplaciones. La abuela se despedía del hombre muy amablemente: "Creo que el taxi ya ha llegado. Sí, sí, mi nieta a encontrado el amuleto, no sabe el peso que nos hemos quitado de encima... Ha sido usted muy amable. Adiós" - ¡Corre, abuela, o nos harán pagar todos los peces que se ha comido Pascualita! - ¡Eh, señoras, esperen ... se dejan la planta!

miércoles, 25 de enero de 2012

Si ya de por sí es una aventura ir en autobús, hacerlo con la abuela se convierte en un deporte de alto riesgo. Si está lleno y no tiene asientolo busca junto a los más jóvenes, su cara se convierte en una mueca de dolor de la que logra sacar una triste sonrisa: - "¿Me dejas tú asiento, guapa? Los tornillos que llevo en las caderas me están matando. Están a punto de perforarme la piel, no te digo más... Ayayay... si no fuera por eso no te lo pediría ... Ay, gracias, bonita, has hecho una obra de caridad... Felicita a tu madre por lo bien educada que te tiene".
Un día se puso junto a un grupo de alborotados niños de instituto - ¿Qué llevas ahí, abuela? - le gritó uno con desparpajo señalando el termo - "¡A tú padre en calzoncillos, chaval!" - el chico dió un respingo y yo también mientras los demás se partían de risa - ¡Eh, vieja, no te metas con mi padre! - "¿Lo conoces?" - Las risas cesaron - "Entonces te habrá dicho que hay que ceder el asiento a los mayores" - ¡¿Me ha llamado hijo de...?! preguntó a su entorno y algunas cabezas dijeron que sí. En un arrebato de rabia el chico dió un tirón del termo y acto seguido sonó una bofetada que silenció al autobús. Duró solo un segundo y luego se formó la de Dios es Cristo. El chófer frenó en seco y hubo varios lesionados. Ante el motín que se estaba formando, el hombre llamó a la policía. El resultado fue que los chicos tuvieron que seguir el trayecto a pie a pesar de jurar que toda la culpa era de la vieja del termo. De la agresiva mujer de hacía unos instantes no quedaba nada, ahora era una dulce abuelita de lágrima fácil que deploraba la mala educación de los chicos de hoy en día.
En casa, mientras yo no me cansaba de afearle su actitud, Pascualita y ella se lo pasaban en grande, chocaban las palmas de sus manos en actitud chulesca, hacían el signo de OK. La sirena daba saltos mortales en su "acuario" y la abuela reía mientras saboreaba una copita de chinchón - ¿Este mal comportamiento también tiene que aprenderlo para cuando vuelva a su hábitat? - "Claro. Tiene que saber que en la guerra y en el amor, todo vale?" - ¡Pero si eran unos críos! - grité fuera de mí. Un chorrito de agua entró en mi ojo para recordarme que a la abuela no se le grita ... si Pascualita está cerca. ¡Es que no aprendo!

martes, 24 de enero de 2012

Nos vamos de rebajas. Antes de salir de casa hemos discutido por lo de siempre: Pascualita. No me parece que sea adecuado llevarla de tiendas pero la abuela no ha dado su brazo a torcer. Dice que ir de rebajas es algo que debe aprender por si alguna vez vuelve a su hábitat natural. Seguro que tendrá mucho éxito si las implanta allí. Ante éste "razonamiento" no hay más que hablar.
Hemos pateado Palma entrando en muchas tiendas a tocar, ver, remover y en la mayoría de los casos, salir sin nada para acabar, finalmente, en los grandes almacenes. Hemos subido y bajado por las escaleras automáticas un montón de veces, no sé por qué aunque sospecho que a la abuela disfruta haciéndolo - Pascualita ya debe estar mareada... ¿buscas algo en concreto? - "Se supone que en rebajas has de ir a por la ganga, sea lo que sea" - ¿Aún no la has encontrado? - "No, pero no desespero" - Pues yo sí. Creo que te esperaré en la cafetería. Ven a buscarme cuando hayas acabado. Mis pies lo agradecerán - Así que la dejé (las dejé) que siguiera con su búsqueda mientras me tomaba un café con leche.
Debía llevar media hora esperando cuando ví que algunos clientes del bar pagaban y salían corriendo rumbo a las escaleras. Me alarmé. ¿No habrá fuego? me dije. Los móviles sonaban e inmediatamente su dueña (por regla general) salía a toda prisa. - Perdone, ¿que ocurre? - ¡Hay pelea en la planta de Mujer! - Mi sexto sentido despertó - ¿La abuela?... ¡La abuela! - Dejé unas monedas en la mesa y corrí hacia allí. ¡Menudo follón se había armado en la planta de Mujer!. Me subí en lo alto de un mostrador para tener una buena prespectiva. ¡Y allí estaba ella. En medio del cogollo de insultos, tortazos y gritos, tirando de una prenda de la que tiraban a su vez tres mujeres más. - Grité con todas mis fuerzas - ¡¡¡Abuela, abuela!!! - pero mi voz se perdía entre tanto ruído.
Mucho rato después las cuatro mujeres desgreñadas, arañadas, llorosas, con la ropa descompuesta y alguna de ellas con unas marcas en la naríz que yo conocía muy bien, estaban recibiendo una reprimenda de campeonato. Sobre una mesa había un trapo desgarrado y causante de la pelea: una rebeca. Ahora debían pagarla entre las cuatro y ninguna quería hacerlo... Mis ojos se abrieron asustados ¡El termo estaba abierto!. Hice señas a la abuela señalándolo. Estaba tan alicaída que todo el mundo me miró menos ella. Finalmente me arriesgué: - ¡¡¡¿Y Pascualita?!!! - Levantó la cabeza y dijo que no con la cabeza. El vigilante que las abroncaba se dirigió a mí en actitud beligerante, como si yo tuviera la culpa de lo ocurrido - ¿Esta mujer está a su cargo? Pues tendrá que pagar ... - Pudo más mi inquietud que mi educación y le hice un magnífico corte de mangas antes de salir corriendo hacia la planta de Mujer. Busqué por la zona de la pelea, me arrastré por el suelo, miré, una por una, las prendas colgadas y deshice las dobladas ante la mirada airada de alguna empleada. Nada, Pascualita no apareció. Volví junto a la abuela. Todavía seguían debatiendo acaloradamente, si pagar o no pagar el guiñapo en que habían convertido a la rebeca. Zanjé la discusión poniendo el dinero sobre el mostrador. Cogí a la abuela del brazo y bruscamente, metí lo que quedaba de la rebeca en mi bolso - ¡Vámonos!- - "¡Me niego a que tengamos que ser nosotras las que paguemos el pato!"- gritó la abuela. Atrás quedaron llorando a moco tendido las heridas por los dientecitos de tiburón mientrs sus narices no dejaban de hincharse.
Ya en la calle, la abuela seguía insultándome - "¡Tonta, más que tonta! ¿Por qué pagas por una cosa que hemos roto todas? ¡Nunca haré carrera de tí! ¡Yo casi tenía al vigilante en el bote con mi papel de vieja desamparada!" - ¿Y qué querías, pasarte todo el día aquí? Vámonos a casa que, por hoy, ya hemos tenido bastantes rebajas - "¿Pero ... Y Pascualita? Tenemos que buscarla" - Está en mi bolso. Agarrada a la dichosa rebeca.

lunes, 23 de enero de 2012

Ha venido un policía y traía cara de pocos amigos. Ya debe estar harto de que le endosen la búsqueda de "algo raro que muerde". - Venga, de una vez por todas, hagan el favor de decirme qué es lo que esconden, aunque sea un marciano. Me lo creo todo. No me voy a mover de aquí hasta que lo vea con mis propios ojos. - "Pues tendré que invitarle a comer porque no tenemos nada que esconder" - Su vecina del 4º no opina lo mismo. Ha declarado que "lo que sea que buscamos" se ha comido a su pez y luego le ha mordido a ella. He visto las heridas... - "Se las hizo con un tenedor la muy tonta" - Sí, pero también hay una hinchazón muy grande y agujeritos que, según ella, son de dientes. - "No le haga caso. A esta mujer le gusta empinar el codo y en cuanto viene se zumba unas copitas de chinchón. Todo se lo hizo con el tenedor. Por cierto, daba miedo verla" - ¿Y lo de su pez? - "Eso es verdad. Es una envidiosa y hasta que no metió al pobre Ataúlfo en la bañera rosa no paró. Desde que la tenemos quiere que se la regale. Ataúlfo se murió porque era un pez de agua dulce y en la bañera hay agua de mar" - ¿Por qué? - "Tenemos pequeñas algas sembradas para poner en las ensaladas" - Pero dice que se lo comieron. - "¡Eso son tonterías, agente. El pobre se murió porque allí no podía respirar". - ¿Dónde está? - "¿El pez?. Lo tiramos al wáter, pobrecito... ¿No pensará que hemos hecho caldo de pescado con él?" - Al sonar el timbre de la puerta supe en seguida de quién se trataba: La Cotilla, que entró como siempre, como un huracán. - ¡No haga caso de lo que le cuente ésta mujer. Es una lianta! - Volvieron a llamar y esta vez la visita era para mí. El médico apareció en mi casa cuando menos lo necesitaba. Las secuelas del ataque de Pascualita aún eran bien visibles en su cara. El policía se percató de ello - ¿Y a éste qué le ha pasado? - ¡Mire. tiene las mismas heridas que yo! - gritó triunfante la vecina - ¡Señora, cállese de una vez!... ¿Cómo se ha hecho ésto, señor? - Poniéndose rojo de la emoción, dijo : Fue en una noche muy especial... - Vale. No diga más. No nos interesan sus juegos amorosos - y dirigiéndose a la abuela - ¿Me jura que no tiene nada mortífero en casa? - "Claro que se lo juro" - ¿O qué muerda? - "Eso no lo puedo jurar" - el policía abrió mucho los ojos - ¿por qué? - "Por qué, tanto mi nieta como yo, en un momento de enfado o en defensa propia, podemos morder hasta que se me salga la dentadura..." - ¡Ya está bien de tonterías! Voy a registrar la casa de arriba abajo y Ay de ustedes si encuentro algo sospechoso. - Durante más de una hora oímos abrir y cerrar cajones, puertas, mover trastos y... nada. No dió con Pascualita. Ya tenía un pié en la escalera cuando se volvió movido por una corazonada - ¡No he mirado en el depósito del wáter! - Dimos un respingo que, afortunadamente, nadie vió. Entramos en tropel en el cuarto de baño. El policía estaba subido en la taza del inodoro y recorría con la mano el interior del depósito del agua. Yo le rezaba a Santa Rita. Por fin, convencido de que allí no había nada, el policía se fue. Antes de salir se lamió un dedo - ¿Ponen sal en el depósito? - "Es contra la cal" - respondió rápida la abuela. Antes de apagar la luz del baño miré hacia arriba. Pascualita, sentada en el borde del depósito, hacía el signo de OK con los dedos mientras una mueca horrible afeaba aún más su cara, en realidad estaba sonriendo y mostraba sus letales dientecitos de tiburón. - "¿Está bien?" - me susurró la abuela - Dice que Ok.- "¡Uf! esto se merece algo ¿no crees?... Doctor ¿le hace un chinchón?".

domingo, 22 de enero de 2012

Según la abuela, empezar el día leyendo el Diario mientras desayuna es un placer de dioses y la guinda que lo culmina es hacer el pequeño crucigrama en catalán. Bueno, pues que esté bien construído o no, es lo que marca la diferencia entre que tenga una buena mañana o esté de un humor de perros - "¡Otra vez! ¡Maldita sea! Con un mínimo de atención que pusieran yo podría hacer el crucigrama pero ¡así no hay manera! Lo han destrozado... No, no, Pascualita, déjame que no estoy para cuentos" - Normalmente es la pobre sirena la que paga el pato porque yo me escabullo rápido hacia el trabajo.
Al volver a casa he encontrado al Parado, abajo, en el portal - ¿No subes hoy? - Ya lo he hecho pero cualquiera aguanta a la abuela. Creo que el crucigrama estaba mal hecho - Uf, pues no sé si volverme por donde he venido. ¿Qué ha pasado? - No lo sé pero discutía con la Cotilla del 4º y las voces se oían desde aquí - ¡Caray! - Subí a casa impelida por la curiosidad - "¡Vaya! ya era hora" - ¿Ha habido movida, abuela? - "Hoy la Cotilla no come aquí. Me carga que diga que Pascualita es más fea que Picio ..." - Lo és... ¿Has dejado que la viera otra vez? ¡No tienes dos dedos de frente! - "No empieces tú ahora. Me ha cogido desprevenida... le estaba contando lo guapa que estabas cuando fuíste a cenar con el médico y no me creía "¿tú nieta guapa y resultona? imposible" decía y para no darle un tapamorros le he enseñado la ropa que llevaste, broche incluído y la muy hija de su madre ha dicho que se lo queda porque esta tarde va a una fiesta en el centro de la Tercera Edad del barrio" - ¿Se ha llevado a Pascualita? - "No. La he dejado en la bañera... No sé que ha sido peor... Sigue allí ... con lo que queda de Ataulfo" - ¿Ha metido a su pez en el agua? - " Como es de las que les das un dedo y se toman el brazo ... pues sí. Lo ha hecho... Ay, hija, no me ha dado tiempo a nada. Pascualita es una fuerza de la naturaleza desatada cuando ve pescado fresco... acuérdate lo poco que le duró aquel novio que le trajiste ... Ha sido visto y no visto ... ¡No veas como se ha puesto la energúmena! ha cogido un tenedor para ensartar a Pascualita. La pobre saltaba como un delfín hasta que ha caído sobre su mano y la ha mordido. Mientras gritaba de dolor, con la otra mano seguía intentando pincharla y lo único que ha conseguido ha sido clavárselo ella misma, junto a la huella de los dientecitos de tiburón. ¡Dios mío, que mañana! y todo por culpa de quién no se fija cuando coloca el crucigrama catalán en el Diario" - Toma, abuela, una copita de chinchón.

sábado, 21 de enero de 2012

He conseguido que la Cotilla me entregue las copias de las llaves de casa, que no fue una sino tres las que hizo o eso ha declarado. Por otra parte he aceptado la invitación del médico a cenar; la abuela está encantada aunque le he dicho que no espere gran cosa de esta cita. Ya vestida y maquillada para salir, me ha pasado revista y he tenido que cambiarme. Nada le parecía bien. Fuera vaqueros, calcetas y jersey ancho. Al final he salido de casa hecha un pincel, ni yo me reconocía. Iba de negro de los pies a la cabeza: vestido corto (que no sé de dónde lo ha sacado), medias, botines, un fulard de seda roja sobre los hombros (como con desgana, me ha dicho "la entendida") labios rojo pasión. Y envuelta en un perfume tan embriagador que me ha mareado un poco, pero ella ha dicho que es infalible para que un hombre caiga rendido a los pies de cualquier mujer - "incluso a los tuyos". Ya estaba con un pie fuera de casa cuando ha recordado algo: - "¡Te falta un detalle!" - y me ha colocado a Pascualita a modo de prendedor - ¿Y si me muerde? - "Mejor, hija, así te realzará el pecho jijiji..."
Todo ha sido perfecto: el restaurante, la música de ambiente, la comida, el servicio y una vista sobre la bahía espectacular. Íbamos por el segundo plato cuando ha entrado en materia: que si le gustaba mucho, que si patatín, que si patatán. No le prestaba atención porque estaba disfrutando del menú. Nunca había comido cosas tan delicadas y buenísimas. Un rato después el rum rum de su soliloquio me ha dado dolor de cabeza y ni corta ni perezosa, le he dado una patada en la espinilla que lo ha levantado de la silla. Mientras una lágrima corría por sus mejillas, perfectamente afeitadas, ha susurrado - ¡Te quiero!.
Luego se fijó en el "broche" - Creo que el prendedor se ha movido - Por lo visto Pascualita tenía necesidad de meter la cabeza en agua de mar. Hice intentos de abrir la aguja. Al ver que no podía, mi acompañante se levantó, solícito, a ayudarme. Al hacer presión en el broche presionó también mi pecho, cosa que no me molestó en absoluto y también la cola de Pascualita, a la que sí le importó, apurada como estaba por la urgencia de respirar. Como un resorte saltó a la naríz del médico y la mordió con ahínco mientras yo me lo llevaba rápidamente hacia los lavabos. Después de arrancar a la sirena la metí en el termo que guardaba en el bolso. Mi acompañante, medio desmayado y con la naríz ensangrentada, me miraba con arrobo mientras, entre Ay y Ay, decía: ¡Eres la mujer de mi vida!

viernes, 20 de enero de 2012

La Cotilla había entrado en casa sin que oyéramos el timbre de la puerta. Afortunadamente Pascualita estaba durmiendo dentro del barco hundido. - "¿Estaba la puerta abierta?" - preguntó, sorprendida, la abuela - Como estoy más tiempo en esta casa que en la mía, he hecho una copia de vuestra llave así no tendréis que molestaros en abrir - ¡Pero, que cara tiene! ¿sabe lo qué es la intimidad? ¡Démela ahora mismo! - "Hoy no estoy para jaleos. Venga, sentaros que vamos a ver fotos" -Yo no puedo - dije con rencor - ¡Claro, ¡las almorranas! ya no me acordaba. En el fondo, quizás no seas tan borde... (¡cómo odio a esta tía) A ver esas fotos - "Una vez viajé a Egipto y caí rendida a los pies del camellero que tenía los ojos más bonitos que he visto en mi vida" - Huy, esto promete. ¿Ibas con tu marido? - Sí, pero me olvidé de él, de las Pirámides, del desierto, de todo lo que no fueran esos ojos dulces como los dátiles, profundos como las tinieblas que guardan el secreto de la Esfinge, brillantes como la Luna reflejada en el Nilo, ardientes como las arenas del Desierto... - ¡Joé! Niña, saca el chinchón para aplacar la calentura... ¡Sigue... y ¿qué pasó? ¿Hubo tema? - ¡Oiga, que es mi abuela! - Por eso lo pregunto. - "¿Tema?... Pudo haberlo y del bueno pero se quitó el turbante que le cubría la cabeza y la cara y a mí se me cayeron los palos del sombrajo - ¡No me digas! ¿Por qué? - "Al aire quedó una cabeza de pelo ralo, naríz chata y una boca de dientes casi tan grandes como los del camello e igual de sucios. Ninguno estaba bien colocado, la mayoría sobresalía de sus labios cuando cerraba la boca ¡Menudo chasco!" - Menos mal que tu marido no se enteró - "El camellero, enfadado porque se le había estropeado el plan, fue a ver a mi marido pidiéndole que me castigara por haber seducido a un pobre hijo de Alá" - ¡Hála, que cara!
Pascualita se movía lentamente en el "acuario". No tardaría en subirse a su atalaya como hacía siempre y yo no estaba dispuesta a exponer de nuevo mi trasero a sus dientes - Abuela ¿por qué no vais a la cocina? - Pero bueno ¡si ya tenéis un pez en la bañera! A ver... ¡caray, que feo!- "¡Vamos, vamos. Tengo que cocinar!" - Oye, ese bicho me recuerda a tu nieta jajajaja ... - dijo la Cotilla mientras se alejaban - "¿Y eso?" - Parece tan mal encarado como ella ¡y eso que no tiene almorranas! jajajaja - Sus risas resonaron por toda la casa.

jueves, 19 de enero de 2012

La abuela ha vuelto del Funeral muy ufana - "¡Hola, cretina! Andresito me ha invitado a un crucero por el Mediterráneo" - Que suerte tiene algunas - (se notaba el rencor en mis palabras)... ¿qué me has llamado?- "He empleado mi palabra favorita para saludarte" - ¿Desde cuándo llamar cretino a alguien es un saludo? - "Mira Pascualita, ya está ésta con sus remilgos. Tú no vas porque no quieres. Si fueses más amable con el médico podríamos ir los cuatro" - Solo de pensar el tener que pasar una semana encerrada en un barco con la abuela y su amigo, haciéndose carantoñas todo el día,se me ponen los pelos de punta. - ¿Vas a ir? - "Claro, cretina" - ¡Ya está bien de insultos! A ver ¿qué te he hecho? ¿y por qué, de repente, se ha convertido en tu palabra favorita? - Entonces llamaron al timbre y la Cotilla del 4º entró en el comedor a velocidad de crucero. Me pilló desprevenida y no se mo ocurrió otra cosa que sentarme en la bañera rosa para que no viera a Pascualita. ¡El agua estaba muy fría y no sabía si había aplastado a la sirena! - ¿Pero a qué juega esta nieta tuya? Cada vez esta peor... - "Es que el médico le ha recetado baños de asiento, ya me entiendes, porque tiene unas almorranas grandes como naranjas" - Ahora entiendo que sea tan borde. Dicen que duelen mucho... pero ¿es necesario que lo haga con la ropa puesta? - "Ya sabes que es una cretina" - ¡¡¡Abuela!!! - Si tú lo dices... A mi también me lo parece. - "¿Oíste el otro día al comandante del puerto en el que ha embarrancado el Crucero? Me impactó mucho su voz imperiosa, viril, sin vacilaciones y sobre todo como le llamaba ¡Cretino! a un capitán balbuceante. Con rudeza y muchas dotes de mando. Es una palabra que solo puede ser dicha así, con énfasis... Me tiene loca este hombre" - Es una pena que los pasajeros no lo tuvieran como Capitán en lugar del Bello Franchesco ¡Menudo fiasco! - "Yo también iré de crucero un día de estos" - ¡Que valor tienes, hija! ¿Vas con tu amigo, el que tiene derecho a roce jijijiji - "El mismo. No tengo queja de él así que ¿para qué voy a cambiar? jijijiji... También será un homenaje a los que ese día hicieron su último viaje. Que triste ¿verdad?"
¡Huy, que roperito más guapo! ¿Por qué lo tienes aquí? - "Porque es mío y está en mi casa" - Te pregunto que a santo de qué lo tienes - Lo compré en una tienda de Antigüedades. Es una joya" - ¡Pero si es de plástico!... ¿Qué le pasa a tú nieta? Está llorando... ¿Te duele mucho, cariño? - me preguntó solícita - ¡¡¡Sí, no puedo aguantarlo!!! - dije sin parar de llorar mientras Pascualita, bajo el agua, me mordía una y otra vez el trasero que había invadido de manera violenta, su hábitat.

miércoles, 18 de enero de 2012

- "Aprovechando que estamos en Rebajas, míra lo que he comprado" - La abuela ha llegado a casa arrastrando la pierna y con un gran paquete bajo el brazo - ¿Has comprado en una juguetería? En nuestra familia no hay niños - "Es para Pascualita. ¡Mira!" - Ha puesto un armario para muñecas, rosa, sobre la mesa del comedor - ¿Para hacer juego con la bañera? - "No había caído en ello... En realidad es para guardar los vestidos de la sirena. Estaba tan guapa ayer ..." - ¿Te pido hora al oculista? - "Déjate de coñas. Pienso hacerle más vestidos. Como tú eres incapáz de lograr que alguien te haga un niño y yo quiero un bisnieto desde hace siglos, me agenciaré a Pascualita y disfrutaré vistiéndola y luciéndola por la calle..." - No, no. De calle nada que luego, cuando pasa algo, soy yo la que tiene que arrancarla de narices ajenas y un día me romperán la mía de un sopapo. "Mira que eres sosa y agorera. ¿Si hasta ahora no ha pasado nada por qué va a pasar en el futuro?" - Come rabitos de pasas que te está fallando la memoria... Por cierto, ¿insinúas que puedo preguntarle al primer tío que pase a mi lado si puede hacerme un hijo? - "No hace falta que sea un desconocido. Tienes al médico, que supongo que sabrá hacer algo más que recetas... o al Parado, este no tiene otra cosa que hacer y no está tan mal... o sea, que si no tienes niños es porque eres una egoísta que solo piensas en tu bienestar y no en las ilusiones de una pobre vieja que ya tiene una pierna en este mundo y la otra en el Más Allá - dijo con voz lastimera que ya no hace mella en mí - ¿El Más Allá es otra cafetería como el Funeral? - "¡Déjame en paz! Ven Pascualita, prefiero hablar contigo que con la tonta que tengo por nieta" - Eso, habla con ella y convéncela para de no se coma al pez que le traiga, a ver si así el crío lo tiene ella - "No es mala idea, pero voy a intentar que entienda que se lo puede comer "después" y no "antes" del meneo" - Jajajajaja ¿Eso le decías al abuelo por las noches? ¡Vamos a hacer el "meneo"!jajaja ... ¿Eh, qué vas a hacer? ... Aaaayyyy ¡no me tires la zapatilla! - Al oír el golpe contra mi cabeza Pascualita ha dado dos o tres saltos mortales hacia atrás y con tirabuzón, después, subida en su atalaya, ha hecho con los dedos el signo de OK mirando a la abuela. ¡Son dos bichos y como tales se entienden! ¡Que asco de tías!

martes, 17 de enero de 2012

La modista ha llegado temprano con un paquete bajo el brazo. La abuela ha entrado en su cuarto con ella y allí se ha quedado después de irse la mujer. - ¿Puedo pasar? - "¡No!" - No sé a qué viene tanto misterio. ¿Y por qué Pascualita puede ver "lo que sea que haya que ver" y yo no?. Blas, el Parado, también ha madrugado - ¿Puedes decirle a tu abuela que ya estoy aquí? - Díselo tú - no estaba de humor para hacer de recadera. Finalmente la puerta del cuarto se ha abierto y la abuela ha salido ¡vestida de payesa!.- ¿A dónde vas así? - "A ses Beneïdas. Hoy es Sant Antoni... ¿Te gusta?" - Sí, pero... si no puedes andar y ¿a quién tienen que bendecir? - "A quién va a ser" - Me lo temía ¡Ésta loca es capaz de cualquier cosa con tal de salirse con la suya!. Miré disimuladamente el "acuario". ¡Estaba vacío!y el termo colgaba del cuello de la abuela. Apoyada en una muleta y el brazo de Blas, se fueron a la calle. Entonces pensé que algo no cuadraba, era una corazonada de esas que me hacen coger el teléfono y darle a mi jefe una excusa para no ir a trabajar: - La abuela está peor.- le dije mientras bajaba las escaleras de cuatro en cuatro (¡pa matarme!) -No puedo dejarla sola. - Aún tuve tiempo de verlos marchar en una vespa con sidecar. Corrí hacia la calle San Miguel y conseguí ponerme en primera fila cerca del estrado de autoridades. El desfile de personas y mascotas era interminable. Por fin ví llegar a la abuela, siempre apoyada en Blas y en la muleta, sonriente ante los piropos que le dedicaron el grupo de amigos del Funeral. Su cara, orlada por el rebossillo, se veía felíz. Blas llevaba en la mano una pecera con poca agua ¡vacía! lo que provocaba risas y comentarios sin embargo yo miraba el pecho de la abuela y allí estaba Pascualita, como si fuese un prendedor, sujetándose con las manitas a un ojal hecho a próposito para ello y ¡vestida de payesa! llevaba el mismo modelo que la abuela. Al llegar ante el cura éste se mostró perplejo al ver la pecera vacía pero ella, sonriente, le dijo: "Son muy chiquitines. Acaban de nacer" - Al recibir su correspondiente ración de agua bendita sacó pecho y muchas de esas gotas rociaron a la sirena. Algunas cayeron cayeron en su boca y no le gustaron nada, sintió asco y su cuerpo se arqueó mientras era sacudido por la náusea. Descubrió al culpable de aquello ¡el cura! y en un santiamén aterrizó en su cara y clavando los dientes en la naríz. Las gafas del pobre hombre salieron disparadas; el agua bendita y fresca, se volcó sobre el alcalde que miraba, despistado, al otro lado. En un momento todo el cuadro se descompuso. En el estrado todos saltaban, uno, dolorido, otro mojado y otros para evitar los pisotones y codazos de ambos. La abuela gritaba ¡Pascualita, Pascualita! Los municipales se miraban asombrados sin saber qué era lo que ocurría entre las autoridades. La procesión se había parado y las gentes reían de una situación cómica a sus ojos. Incluso la estatuilla del Santo, sobre la puerta de la antigua iglesia, sonreía.
Habituada ya a éstas cosas, salté como un rayo al estrado, tiré de Pascualita hasta conseguir arrancarla y arrancar a su vez, un trocito de naríz y salir por pies entre la gente que tenía concentrada toda su atención en el espontáneo espéctaculo.
A la hora de comer Blás aún preguntaba - ¿Qué ha pasado? - Afortunadamente, en las noticias de la tele, solo se me vió unos segundos y de espaldas - ¿Eres tú? - preguntó el hombre. En cambio a la abuela sí que se la vió bien, antes de que pasara nada, incluso la locutora elogió el traje y la originalidad de llevar prendido un broche luciendo el mismo modelo. Finalmente, pudimos comer tranquilas.

lunes, 16 de enero de 2012

La abuela está que trina. Se ha levantado con un fuerte dolor en un muslo que la tiene paralizada.- ¿Te has dado un golpe? - "Hace años que no me doy un golpe, por qué voy a empezar ahora" - ¡Uf! no es su mejor día. Al final ha confesado que estuvo bailando toda la tarde, tan solo hizo alguna parada para beber algo. En el Funeral han organizado clases de ball de bot y ella fue una de las primeras en apuntarse. De pequeña, en su pueblo, bailaba boleros y jotas en las fiestas de la localidad y, según dice, no se le daban mal. Ahora ha vuelto a retomar aquella afición sin acordarse de que sesenta y cinco años no pasan en balde. Y como ésta mujer no puede hacer las cosas con calma sino que todo lo avasalla, ahora paga las consecuencias... y yo también por qué ¿quién va a hacer la comida ahora?
La he dejado sentada en su sillón, junto al "acuario" mientras Pascualita, subida a su atalaya, no la pierde de vista. Supongo que le habrá extrañado su silencio ya que hoy la abuela no está para nadie.
Al volver del trabajo, la casa olía a cocido, de esos que levantan a un muerto, sin embargo la abuela seguía en el mismo sitio. - ¿Y Pascualita? - La sirena asomó su jeta por el escote de la bata. - ¿Qué hace ahí? ¿Tiene frío? - "Está escondida para que no la vea Blas... Se ha presentado a media mañana y al verme así ha cogido las riendas de la cocina. Por lo visto es un experto... Tenía a Pascualita conmigo y por poco meto la pata porque he salido a abrile con ella en la solapa. Menos mal que no se ha fijado porque ésta se ha quedado tiesa. ¡Es más lista mi niña!" - ¿Yo? - "No. Tu eres mi nieta"
En honor a la verdad hay que decir que hemos comido muy bien y hemos sido sorprendidas con una estupenda espinagada - Es que soy pobler y mañana es Sant Antoni. Hay que celebrarlo. - La abuela se ha dado un golpe en la frente - ¡Ya sabía yo que se me olvidaba algo muy importante! La modista tiene que hacerme la última prueba de un vestido..." - Si es para mañana, olvídalo. No puedes moverte -"Nunca tienes iniciativa. Eres lo que no hay... ¡dáme el teléfono!" - Por la tarde la modista se ha presentado en casa. No he estado muy atenta pero creo que entre los tres: la abuela, la modista y Blas, han organizado un plan en el que, por supuesto, no participo - ¿Pasa algo? - "No. Cosas nuestras" - Por la noche, mientras veíamos la tele, he cogido a Pascualita con el guante de acero (¡no me fío)- Creo que tú y yo hemos sido desbancadas por el Parado ... - "A ella no la ha desbancado nadie. Mañana vivíremos una gran aventura. Por primera vez vamos a ir, Pascualita y yo a que la bendigan" - ¡Pero, pero...! ¿cómo vas a llevar a... de todas maneras no puedes andar ... - "Que corta eres. Cuando tú vas yo ya he ido y he vuelto jajajaja... Anda, trae el chinchón que hoy ha sido un día duro y mañana Dios dirá jajajajaja... - Esta mujer me asusta.

domingo, 15 de enero de 2012

"¡Hija de mi vida,lo has conseguido!" - Así ha entrado la abuela después de pasar la tarde en el Funeral.- "¡Por fin has ligado y no a un cualquiera sino al médico! ¿Te imaginas? con alguien así en la familia se habrán acabado nuestras penurias" - ¿Has bebido? porque no tengo conocimiento de haber conquistado a nadie. Ni siquiera he salido de casa - "¡Mírala, Pascualita. Mira a la mosquita muerta haciéndose la humilde. ¡Presume, hija, presume que te lo has ganado! Saca el chinchón que hay que celebrarlo".- Pascualita dió un salto mortal hacia atrás al oír la palabra mágica. La estamos convirtiendo en una alcohólica... y nosotras también.
Ya más tranquila, la abuela ha contado lo que Andresito le ha dicho: que su hijo bebe los vientos por mí - ¿Desde cuándo? - "Desde que le arreaste la torta el día de la cena. Por lo visto el tío es masoquista y se gasta un dineral en ir a esos sitios donde, mediante pago, te calientan a base de bien" - ¿Qué me dices? - "Lo que oyes. Dice que nadie le ha dado un sopapo tan bien dado como el que le diste tú que apunto estuvo de saltarle los dientes" - Esa era mi intención - "¡Ay, hija, que alegría ver que sirves para algo" - ¡Abuela! - "He pensado que podríamos poner un negocio de estos y nos haríamos de oro. Entre tus tortazos y los mordiscos de Pascualita tendríamos el futuro resuelto. ¿Qué te parece?" -
De entrada he dicho que no. No me parece un oficio digno de una señorita pero ahora me lo estoy pensando. Trabajaríamos en familia: la abuela cobrando, Pascualita mordiendo y yo arreando. Y así como está el País, donde cada día hay mil motivos para enfadarse, no me iba a faltar alicientes para hacer pagar los platos rotos sobre las espaldas de los clientes...
La Cotilla del 4º ha bajado corriendo al oir los aspavientos de la abuela - ¿Qué pasa, qué pasa? ¿Qué te ha hecho tu nieta ésta vez? - "Hum... hemos discutido por ..."(la abuela no encontraba ninguna excusa)- ¡Por la dichos bañera rosa (dije yo) Ya estoy harta de verla por aquí y el día menos pensado la tiro a la calle! - No se hable más. Me la llevo a mi casa, para Ataulfo. Lo agradecerá porque su pecera es muy pequeña - "¡Deja eso en su sitio!" - No te obceques, mujer. Solo es un trasto. - "¡Qué lo dejes te digo!" - Aquello estaba tomando mal caríz - Si no me cuesta nada llevármela. Mira, te dejo el barco hundido como recuer... ¡Aaaaaaaayyyyyyy! - No me dió tiempo a llegar. La Cotilla, al mover el barco, despertó a la sirena que siempre ha hecho gala de un humor de perros cuando le fastidian la siesta. Furiosa, clavó sus dientes envenenados en la mano de la metementodo - ¡Pero ¿qué tenéis ahí?! - Agua. Solo agua. Te habrá dado un calambrazo... - La mujer se miró la mano ensangrentada donde se veían claramente, las huellas de los dientes puntiagudos de Pascualita - ¡Esto no lo hace la electricidad! - Después de una cura, unas copitas de chinchón y la invitación a comer que le hizo la abuela, la Cotilla se aplacó. Aprovechando la confusión fui a meter a Pascualita en la pecera de mi cuarto pero antes, con ella en la mano, tuve que abrir la puerta al Parado que venía a comer - Pasa, hijo. Héramos pocos y parió la abuela. A este paso tendré que pensar muy seriamente en montar el negocio - ¿Un negocio? ¿Necesitarás ayuda? - Hum... quizás alguien con quién entrenarme - Sentí como Pascualita mordisqueaba suavemente mi mano. ¿Estaba de acuerdo conmigo?.

sábado, 14 de enero de 2012

El buzón de casa debe ser el más vigilado de España. El Parado de larga duración ha aceptado el trabajo y anota en una libreta las características de las personas que meten algo en él. Hay de todo: el cartero, los chinos, gente que arrastra carritos de la compra llenos de propaganda y ... la Cotilla del 4º o al menos, por la descripción que hace de ella,lo parece. Además él no la conoce. También coincidió que ese día encontramos un dibujo del ojo en el buzón. Para no meter la pata, no le dijimos nada al Parado. Unos días después, en sus notas volvió a describir a nuestra vecina y un nuevo anónimo, hecho con recortes de revistas, apareció en el buzón: Dejad los 100 euros, metidos en un sobre, a Paquita, la cajera del supermercado. Decidle que "alguien" lo recogerá. No os conviene estar por allí cuando ésto ocurra, puede ser perjudicial para vuestra salud.
A mediodía la abuela telefoneó a la Cotilla invitándola a probar unas tortitas que había hecho. ¡No me lo podía creer! Apenas me dió tiempo a brir la puerta y con la rapidéz que la caracteriza, en un santiamén estuvo en el comedor. ¿Qué has puesto de comer que huele tan bien?... ¿Y éste señor tan apuesto quién es? ... - sus ojos eran más rápidos que sus piernas y su lengua y en un momento hubo hecho una buen repaso a todo - ¿Aún no habéis comprado en pez para esa bañera? Si fuera mía ya haría tiempo que tendría uno - "Anda, siéntate y come de esto" - ¿Qué son? - "Tortitas de jonquillo. De pequeña, mi nieta las llamaba "ojitos" - ¡Ah, mira! son muy buenas. Es que tienes una mano para la cocina ... ¿Y usted también come aquí? - le preguntó al Parado? - "Paquita, la del super, te manda recuerdos. He pasado por allí para darle un recado... Por cierto ¿cómo quieres los 100 euros, en billetes pequeños o grandes?" - La Cotilla dió un salto en la silla y palideció - "¿Es ésta, verdad?" - preguntó al Parado - ¿Y éste, en realidad, quién es? preguntó con un hilo de voz la vecina - Nuestro espía, bruja.Y la ha descubierto - ¡Eh, he! Un momento. A mi no me hables así. Todo ha sido por necesidad. Apenas llego a fin de mes y como aquí hay un sobresueldo... El de ésta pánfila, pensé que... - Lo mismo pensé yo, señora, pero parece ser que no llega para tantas bocas - dijo el Parado - Afortunadamente estos días he ganado algo y además me han dado de comer - dijo el Parado - ¿Y lo del ojo a que venía? - Era una forma inquietante de meteros el miedo en el cuerpo - ¡Pues yo le voy a meter el dichoso ojo por donde le quepa! - ¿Pero has visto cómo me habla tu nieta? ¡Dile algo que hay un extraño delante! - "Callaros ya las dos. Anda, si´siéntate con nosotros y déjate de chantajes ..." - ¿No podrías adoptarme? - ¡Si lo haces me voy de casa! - "Hum, no me des ideas" - ¡Eso, vete con este señor y nos quedaremos tranquilas!.
Después de comer volvió la calma al comedor. Sacamos a botella de chinchón y seis o siete copas después el Parado comentó como de pasada - ¿Qué es lo que lleva en ese termo- A lo que la abuela respondió tan campante - "Es Pascualita" - Me atraganté mientras los otros dos estiraban el cuello y afinaban los oídos - "jajajajaja. Llamo así a mi medicina contra el asma... ¿Queréis verla?" - ¡Ay, Dios!.

viernes, 13 de enero de 2012

"¡Estoy harta! He encontrado otro dibujito en el buzón y esta vez viene con amenaza: Dadnos 100 euros y os dejaremos en paz. ¡100 euros! pero estos cretinos por quién nos han tomado! ¡Vaya birria de chantaje!" - ¿Qué querías, que nos pidieran millones? Si hasta esos 100 euros es mucha cantidad para nosotras... ¿Y dónde y cuándo tenemos que entregar el dinero? - "¡Tú eres tonta! No vamos a entregar nada, antes me lo como. Lo que tenemos que hacer es coger al Mariano ese..." - Ah, pero ¿lo conoces? - "¡No! lo llamo así porque hace como el otro, el genuíno ya me entiendes, que tira la piedra y esconde la mano. No da la cara cuando tiene que mentir como un bellaco, quizás por miedo a que se la rompan,  por eso se escuda tras las caritas de gesto compungido que vemos en la tele aunque, a veces no sé si estan tristes por lo que nos están contando o es que les cuesta aguantarse la risa... Total, que como están las cosas, no vamos a soltar ni un euro, además, fíjate tú que tuvieras que abortar..." - ¿Quién?... ¿Yo?... - "Sí, alma de cántaro ¿quién si no?" - Que yo sepa... como no venga el Espíritu Santo... - "Bueno, pues date con un canto en los dientes porque, puestas en esa tesitura ¿a ver qué hacemos?... o pagamos el chantaje del Mariano o el chantaje del JR, una cosa u otra que para todo no nos llega" - Abuela, respira un poco. Mira nos tomamos un chinchón mientras voy despejando mi cabeza.
Pascualita, que ha seguido atentamente la perorata de la abuela, ha entendido perfectamente la palabra "chinchón" porque ha dado un salto mortal hacia atrás, con tirabuzón incluído y a vuelto a sentarse en el borde de la pecera, con la boca abierta esperando su gotita de licor ¡No sabe nada la interfecta!
Unas cuantas copas después hemos llegado a la conclusión de que  hay que descubrir al que mete los dibujos en nuestro buzón y para ello emplearemos al parado de larga duración que quiso llevarme al huerto. Le daremos una pequeña cantidad de dinero para que lo vigile y nos describa a las personas que metan algo en él. No creo que diga que no.

jueves, 12 de enero de 2012

He estado tan furiosa por el desapego que me muestra la abuela que he volcado mi mala uva en poner al día a Pascualita sobre lo peligroso que es, para ella, el hombre que vendrá a cenar esta noche. Ya sé que no me entiende y que se aburre escuchándome. Se ha pasado la mayor parte de mi discurso escondida en el casco del barco hundido, como quién oye llover.
Viendo los preparativos de la cocina alguien pensaría que han vuelto las Navidades - ¿Pero no dices qué estamos en crisis y hay que mirar hasta el último céntimo de euro cuando vamos a comprar? ¡Estás tirando la casa por la ventana! - "¡Invierto en tu futuro, alma de cántaro! ¿No sabes que a la mayoría de los hombres se les conquista por el estómago?" - ¡Hace muy pocos días que se acabaron las fiestas y la mayoría de la gente aún está haciendo la digestión! - "Déjame a mí que, de estas cosas entiendo más que tú"
En cuanto los olores que salen del horno han llegado al 4º piso, la Cotilla se ha plantado en casa. - ¡Hum! creo que me apuntaré a comer con vosotras - ¡Solo me faltaba esto! - Oye, ¿tu nieta no estaba afónica?  - "Si quieres puedes quedarte aunque te advierto que el menú consiste en sopas de ajo con huevo y unas sardinas con pimientos fritos" - No es esto lo que he olido - "Es la cena. Tenemos invitados." - ¡Vaya! ¿Masculinos? - "Pues sí. Y hasta aquí puedo leer jajajaja" - ¿No me los vas a presentar? ¡Menuda amiga! - "No somos amigas, solo vecinas" - En vista de que no había nada que rascar, la Cotilla se fue y al llegar a la puerta gritó - ¡Os han echado un papel... es el dibujo de un ojo...! - Llegué rauda como un tren expreso, se lo arrebaté con malos modos y cerré la puerta tras ella.
Llegó la noche y con ella Andresito y su hijo el médico. No puedo negar que es un tipo atractivo aunque no me he fiado de él.  Demasiado amable.  La abuela, envalentonada por el amor que le profesa su amigo,  ha cenado con el termo (y Pascualita) colgado del cuello. La velada ha transcurrido bien hasta que el médico ha preguntado el por qué de llevar ese armatoste - "Es mi medicia contra el asma" - Vaya, eso me interesa ¿qué es? - y antes de que pudiera responder se lo ha arrebatado. Visto el descaro del hombre, le he dado un soplamocos que le ha puesto la cara del revés. Andresito se ha quedado blanco, haciendo juego con la abuela que aún no había reaccionado. El médico y yo hemos luchado por el termo y haciendo suyo el lema que dice que en la guerra y el amor todo vale, me ha estampado un beso de tornillo aprovechando la cercanía. Esto me ha hecho bajar la guardia, momento que él ha quitado el tapón. entonces, desesperada, he gritado - ¡¡¡Es el malo. Es el malo!!! - Pascualita ha saltado como un resorte hasta la naríz del médico y ha dado buena cuenta de ella. Antes de que nadie la viera, porque todo ha sido muy rápido y Andresito seguía  conmocionado, la he arrancado de allí (con el consiguiente estropicio y gritos desesperados del herido) y la he escondido en mi escote. - ¿Qué a pasado, querida? - "No lo sé, Andresito. Estoy tan sorprendida como tú" - mintió como una bellaca.
Más tarde y algo más calmados, el médico reconoció que lo que mordía debía de ser un ente de otra galaxia, algo invisible y peligroso a juzgar por las proporciones que iba tomando su naríz. En cuanto se fueron, las tres brindamos con chinchón. No era para menos.

miércoles, 11 de enero de 2012

La abuela ha venido de París como una rosa, fresca y lozana y poniéndome los dientes largos cada vez que cuenta - "Hemos visto esto, lo otro y lo de más allá.... todo preciosísimo. No te puedes hacer idea de lo que es aquello... y tan chic, todo el mundo hablando en francés ¡Oh, la, la!  ¡Aquella Torre Infiel que parece un árbol de Navidad todo iluminado! ¡Y los barcos pasando por el río Siena... No sabes lo que es eso!... Los franceses no son muy simpáticos a primera vista y la mayoría, cuando los conoces, tampoco pero no todo va a ser bueno... Después tienen la costumbre de dejar correr el agua por debajo de las aceras durante un buen rato todos los días. Siempre me pillaba desprevenida y acababa con los pies  mojados, menos mal que Andresito tiene arte calentándolos jejejeje... ¡y lo que no son los pies! Como ves no me he constipado... no como tú que pareces una fábrica de mocos ¡Hija de mi vida, para un poco que acabarás con las existencias de los kleenex del súper!"
- Estoy que no me tengo. Seguro que lo mío acaba en pulmonía. Tengo fiebre, escalofríos, dolor de huesos, me ahogo, estornudo, toso y eso que por las noches me tomo un par de aspirinas con leche caliente y un buen lingotazo de coñac, vamos, que no reparo en gastos. Amanezco  mojada como un pollo de tanto sudar pero el catarro sigue ahí, agarrado como una lapa y más tozudo que un borrico. ¡No se va!. En cambio Pascualita, la causante de todos mis males, no tiene nada, hasta el mal genio se le ha ido en cuanto a visto a la abuela que, por cierto, me ha dejado para que me las componga como pueda en lugar de quedarse conmigo para cuidarme y mimarme. Se ha ido al Funeral a reunirse con Andresito y enseñar al grupo las fotos que se han hecho en el viaje y luego comentarlas. A vuelto acalorada y oliendo a chinchón - "¿Pero aún estás así, con esta pinta de moribunda? Venga, espabila que mañana tienes que estar presentable. Andresito y su hijo vendrán a cenar a casa y espero que  no tendrás la cara dura de, aprovechando que es médico, pedirle que te haga una consulta particular ¡esas cosas se pagan y nosotras no tenemos ninguna confianza con él!" - No puede ser que los hayas invitado. ¡Mañana estaré muerta! ¿No ves lo malita que me encuentro? - "Solo te pido que, si te mueres, lo hagas después de que se hayan ido. No es elegante hacerlo durante la cena... ¿Quiéres un chinchón?... a lo mejor te espabila jejejeje"

martes, 10 de enero de 2012

Estoy tan estresada que no tengo tiempo de pensar en mi mala suerte. No es ningún chollo llevar a Pascualita al trabajo. Se me ha olvidado que la pobre estaba encerrada en el termo y hasta tres horas después de salir de casa no se me ha ocurrido abrirlo. La sirena estaba histérica, creo que tenía claustrofobia. Lo primero que ha hecho ha sido dar un salto y caer sobre mi mesa de oficina. Al ir a cogerla me ha mostrado sus dientecitos de tiburón. No estaba dispuesta a que la encerrara otra vez. Después, reptando, se ha desplazado hasta mi bocadillo de chorizo y lo ha mordisqueado. Mi compañera, que había ido un momento al lavabo, dejando el suyo a la vista,  también lo ha encontrado mordido.- ¿Hay ratas aquí? - Es posible porque el mío está igual - Voy a denunciarlo a la Dirección ¡no puedo trabajar en un sitio en el que hay ratas! - No te precipites, mujer, no hemos visto ninguna - Por lo pronto no pienso comerme el bocadillo. ¡que asco! 
Regresé a casa sintiendo en la nuca el aliento pestilente de los espías aunque, seguramente nadie me seguía ni me espiaba. ¡Dichosa imaginación! Al abrir la puerta, vi en el suelo un papel con un ojo dibujado - ¡Oh, no!- grité y repetí - ¡Oh, no. Oh, no. Maldita sea ... ¿Dónde está la dichosa...? - me callé a tiempo. No era conveniente decir el nombre de la sirena ni de nada que pudiera relacionarla pero el caso era que ... ¡me la había dejado en el trabajo!. Cogí un taxi y llegué a la oficina cuando el vigilante estaba a punto de cerrar. Le supliqué que me dejara entrar - Me he dejado algo muy valioso - Ya lo recogerá esta tarde. Nadie lo tocará, además tengo el tiempo justo para ir a comer. Lo siento. - Fué su última palabra.
Cuando llegaron mis compañeros se hacieron cruces al encontrarme en mi puesto de trabajo porque tenía fama, merecida, de llegar la última. Encontré a Pascualita en el primer cajón. Debió resbalarse hasta allí siguiendo el olor del bocadillo que, obviamente, tampoco me comí, mi compañera no lo hubiese entendido.
Toda la tarde pasó la sirena en el termo y no salió de allí hasta que llegué a casa y la metí en su "acuario". Estaba enfadada y yo también. Puse la radio a su lado para que se entretuviera escuchando una voz, como si fuera la de la abuela. Pero Pascualita estaba inquieta y no paraba de nadar a toda pastilla y dar saltos mortales y así siguió una vez que la hube metido en la pecera para llevarla a mi cuarto. Por supuesto usé el guante de acero para cogerla. La coloqué sobre la mesilla de noche, así notaría mi cercanía y no se sentiría sola. Viéndola dar vueltas y vueltas acabé durmiendo a pierna suelta. Serían sobre las cuatro de la madrugada cuando se volcó la pecera mojándo mantas, sábanas y a una servidora. A punto del infarto y temblando como una hoja en la tormenta, quedé de pie contemplando el desguisado con ojos legañosos... ¿Dónde estaba la sardina asquerosa ...? ... Algo, a través de chorreante pijama, me arañaba en uno de los costados. Sin pensar en lo qué hacía, me rasqué con fuerza e inmediatamente sentí como se me clavaban los horribles y venenosos dientecitos - ¡¡¡Será cabrona!!!

lunes, 9 de enero de 2012

Mi casa estaba a oscuras cuando llegué de trabajar. Pensé que la abuela se habría ido a pasar un rato al Funeral y entré confiada. A mitad del pasillo me dí un castañazo contra un obstáculo que no debería haber estado allí: ¡¡¡PA PAMM!!! - ¡Ay, ay, ay.... Maldita sea! ¿Qué es este trasto? - En ese  momento se encendió la luz y apareció la abuela, en bata y blandiendo la escoba a modo de arma defensiva. Vino de un tris que no me diera con ella en la cabeza - ¿Pero qué hace esta silla aquí en medio? Por poco me mato... ¡Ay, como me duele la espinilla!... ¿La has puesto tú? - "Pues sí y veo que ha dado resultado" - ¿Querías que me rompiera una pierna? - "Para eso me basta con tirarte por las escaleras... Es que he encontrado otro ojo. Estaba en el buzón junto con las cartas del banco... Nos vigilan y temo que puedan entrar en casa cuando no estemos e incluso estando, al fin y al cabo solo somos dos pobres e indefensas mujeres..." - Habla por mí que tú bien que sabes defenderte -
Durante la cena la abuela llegó a la conclusión de que debíamos conocer al hijo de Andresito y sonsacarle. Quizás fuera cierto que se había creado una asociación de mordidos. Pascualita escuchaba atenta todo cuanto hablaba su amiga y de vez en cuando movía la cabeza en señal de aceptación (¿tan lista es?) después me di cuenta de que el movimiento de cabeza lo hacía cada cinco minutos (¿será un reloj?) Ay, ya no sé que me digo.
Antes de llamar a Andresito nos tomamos unas copitas de chinchón, ella para darse ánimos y que no le temblara la voz y yo... ah, sí, para que no bebiera sola. Pascualita también se remojó los labios. Entretenida en quitar la mesa no escuché la conversación por eso me extrañó el brillo ilusionado de sus ojos - ¿Qué pasa? - "¡Nos vamos de fin de semana... a París!" - ¡¡¡Bien!!! necesito un cambio de aires - "Pues abre un rato la ventana que da al Norte y otro rato la que da al Sur" - ¿A qué viene eso? pregunté pasmada - "Andresito me  ha invitado a mí. Salimos mañana" - ¿Y qué pasa con Pascualita? No puede quedarse sola todo el día - "Para eso tiene el termo. Llévatela al trabajo, total, solo serán tres días" - ¡Abuela! ¿No puedes hacerme esto? - "¡Vaya si puedo!" - Que suerte más perra tengo. Para un novio que me sale resulta que es un parado de larga duración, más tieso que la mojama, que se acercó a mi pensando que podría sacar algún beneficio de mi esmirriado sueldo. Para remate, estoy siendo vigilada no sé por quién y ahora la abuela se va y me deja al cuidado de la birria de sardina ésta que no para de meternos en líos gracias a su mal carácter... Me estoy poniendo depresiva por  momentos... - Abuela, ¿en este viaje no habrá derecho a roce, verdad? - "¿Tú que crees, boba de Coria?" -

domingo, 8 de enero de 2012

Estamos un poco asustadas por todo lo que está pasando a nuestro alrededor. Es como estar rodeadas por una red invisible que va estrechando su cerco. Nos volvemos suspicacez y creemos que todo el que nos mira es un espía, bien de la policía, bien de la Asociación de Afectados por los Mordiscos (AAM) aunque, pensándolo bien, nadie nos ha dicho que esa asociación exista.
La abuela, que siempre va a lo suyo y parece vivir en otro planeta, está asustada. Ayer mismo, al vaciar la cesta en la que traía la compra del mercado, encontró, en el fondo, un papel con el dibujo de un gran ojo y una advertencia: NO TE QUITAMOS (y aquí venía el ojo). Las tres palabras estaban recortadas de una revista. Era un ánonimo en toda regla.
¡Por fin una alegría entre tanta incertidumbre! En el autobús se ha sentado a mi lado un señor elegante, simpático, de voz aterciopelada  y sonrisa deslumbrante. Me ha saludado con cortesía (cosa que no hace nadie que se te ponga al lado en el bus) y poco después estábamos hablando como si nos conociéramos de toda la vida. Se le veía muy interesado por mí. Hemos bajado en la misma parada y a insistido mucho (dos veces) en invitarme a tomar unas cañas. Dos horas después y con unas cuantas cervezas encima, me sentía feliz. Ese hombre extraordinario me estaba haciendo la corte descaradamente. Ha insistido en acompañarme hasta el portal de casa y allí me ha besado en los labios sin que yo pudiera resistirme (¿para qué?) luego hemos quedado para ir a cenar. Le he dicho que sí antes de que acabara la frase. Si a plena luz del sol el beso ha sido memorable, ¿cómo será una velada a la luz de la Luna? ¡Uf. No quiero pensarlo!
La abuela y Pascualita me esperaban despiertas. Les he contado que Blas (es su nombre) me esperaba con una orquidea en la mano (es una pena que no le hubiese quitado la etiqueta del Eroski). La mesa del restaurante, pequeña y tapada con una mantel a cuadros rojos y blancos, cojeaba. A pesar de la escasa luz de la vela me ha parecido ver algunos lamparones. Hemos comido una sopa y hamburguesa con ensalada. Como música de fondo el Carrúsel Deportivo. Blas no ha parado de hablar con esa voz de bajo que tiene, sobre todo me susurraba al oído y me ponía los pelos de punta. A mitad del segundo plato he sentido un agradable cosquilleo subiéndo muslo arriba. El rubor ha cubierto mis mejillas (¿no iba demasiado deprisa?... No) Después le he mirado para que viera en mis ojos la felicidad que me embargaba ...¡y del salto que he dado he puesto la mesa patas arriba! ¡Blas tenía sus dos manos sobre la mesa! ¿Entonces...? ¡¡¡Una cucaracha!!!. ¡La que se ha liado!. De vuelta a casa y supongo que para compensar, me ha besado mil veces y he disfrutado cada beso, es verdad pero la mágia se había roto cuando vi al insecto.-"Crees que viene con buenas intenciones?... No sé, no sé..." - ¿No estás contenta, abuela? Por fin tengo algo parecido a un novio - "Ya, pero ¿no será un parado de larga duración? Necesitamos alguien con la cartera llena para capear la crisis... ¿quizás el hijo de Andresisto...?" - ¿Pero no está casado? - "¿Y qué? A grandes males, grandes remedios?" - ¿No te importaría que fuera una mantenida? - La abuela y Pascualita hicieron el mismo movimiento de cabeza (¡NO!) Cuánto sabe este bicho. Enfadada, me quité el abrigo con rabia y un papel cayó del bolsillo - ¡Oh, no. Oh, no! - grité asustada - Era una nota idéntica a la que había encontrado la abuela en la cesta de la compra. Pascualita enseñó los dientes con rabia al ver el ojo dibujado y mientras yo lloraba a moco tendido la abuela le daba vueltas al papel hasta que explotó: "¡Calla ya, sosa !Es el mismo ¿No te acuerdas que te lo guardaste en el bolsillo?

sábado, 7 de enero de 2012

Llevamos unos días tranquilas la abuela y yo, no así Pascualita que, en cuanto puede, muerde todo lo que pilla. Es como si tuviera los nervios desatados y hemos llegado a la conclusión de que las fiestas la desquician. Ella necesita seguir una rutina y no el trajín de ir de aquí para allá a la que la hemos sometido.
La abuela le habla constantemente, lo mismo le explica recetas de cocina que le lee los santos del nuevo calendario o alguna hoja del Diario que hable de tribunales. Le encanta este tema, la reconforta ver que la Ley es igual para todos y lo lee con calma, sin embargo no le pasa lo mismo con las secciones que hablan de  las subidas de impuestos, incluso de la subida de su pensión. Se pone roja como un tomate al leerlo  y repite hasta la saciedad ¡mentirosos, mentirosos!. En esos momentos vale más dejarla en paz.
Hemos salido a dar una vuelta aprovechando las calmas de enero. La plaza de España bullía de gente de todo pelaje: usuarios del bus, del carril bici, okupas, niños corriendo tras las palomas (¿serán descendientes de las que perseguía yo hace muchos años?... bueno, no tantos) paseantes ociosos, unos tomando el sol, otros disfrutando de una buena tertulia en los bancos o en las terrazas de los bares. Un hombre, cejijunto y mal encarado, vino directamente hacia nosotras. Instintivamente, la abuela se llevó la mano al termo desde el que Pascualita disfrutaba del paisaje. Al pasar junto a ella el hombre le dijo algo al oído que la demudó: - ¿Qué te ha dicho ese tipo? - "Que saben que no tenemos gato" - ¿Quién lo sabe? - "¿Y yo qué sé?... Esto no me gusta. ¿Piensas en la policía? - "¿En quién si no?" - Lo mismo los afectados se han unido en una asociación e investigan por libre - "¿Y cómo saben lo del gato?" - Piensa que entre ellos también hay policías y querrán ayudar a descubrir al "monstruo" - "Ay, pobrecita mía. Tan chiquitina como es ella y esta gente mala queriéndote hacer daño ¡No hay derecho a eso!" - La tensión de la abuela afectó a Pascualita y de un salto cayó al suelo de la Plaza. Nadie vió lo que caía pero sí que escucharon nuestro grito de sorpresa y muchos se volvieron a mirarnos. Un perro pequeño vino corriendo pero fui más rápida que él, aunque no vi venir a la paloma que, en vuelo rasante, atacó a la sirena que estaba en mi mano. Una y otra vez volvió para atacar y Pascualita se llevó unos buenos picotazos antes de que la abuela le diera un bolsazo al pájaro dejándolo atontado y sin ganas de repetir la experiencia.
Caminamos hasta la parada del autobús. Un coche se acercó y después de pitar dos veces, llamaron a la abuela - "¡Es Andresito! Nos lleva a casa" - No decías que ya no te caía bien - "Yo nunca digo estas cosas de alquien que tiene la cartera llena" - Por el camino nos informó de que su hijo seguía indagando sobre los pequeños y dolorosos mordiscos que, a veces, llegaban a su consulta y que le había insistido en que le gustaría conocer a su simpática amiga y a su nieta  - "¿A nosotras?" - dijo orgullosa la abuela - Sí, está muy interesado - "Vaya (dijo mirándome y guiñando un ojo) a lo mejor de esto sale un apaño para tí con el médico" - ¡Esta mujer no piensa en otra cosa!

viernes, 6 de enero de 2012

Hoy ha sido el último día en que me lleno como un cerdo. No quiero ni acercarme a la báscula porque si me subo en ella la reventaré.
Para empezar la penitencia hemos comido en un chino. No hemos tomado postre y hemos vuelto andando a casa. Pascualita ha nadado lentamente en su "acuario" durante buena parte de la tarde. Todo parecía apacible pero era mentira.  Mientras nuestros cerebros mandaban imágenes apetitosas, la abuela y yo intentábamos concentrarnos en la pantalla de la tele.
Llamaron a la puerta y la Cotilla del 4º irrumpió en el comedor: ¡Traigo helado! ¡Sacad unos vasos! - No tuvo que repetir la órden. Un rato después, con los estómagos llenos y una enorme sensación de arrepentimiento, nos repantingamos en las butacas a charlar de nuestras cosas. Cuando la abuela fue al lavabo la Cotilla-metementodo entró en acción - Tendrías que acompañar a tu abuela al médico. Hace cosas raras - Me puse en guardia - Ha estado metiendo cucharaditas de helado en la bañera, como si estuviera dando de comer a un pececito y que yo sepa, sigue vacía. Tiene obsesión por esos bichos ¿sabes por qué? - Respondí con evasivas. Afortunadamente, al volver la abuela siguieron hablando de sus cosas. Hora y media después dimos buena cuenta de una taza de chocolate con tostadas de pan. Observé a la abuela y vi que tiraba migas de pan al acuario.
Llamaron, oportunamente, a la puerta. Abrió la abuela y en un santiamén , dos guardias aparecieron en el comedor. - Traemos una orden de regristro - "Registren, registren. ¿No quieren un poco de chocolate antes de empezar a trabajar?" - Declinaron la invitación y empezaron el registro por mi cuarto "el de la mosquita muerta" oí decir a uno de ellos. Tenía que sacar a Pascualita de la bañera y esconderla pero la Cotilla no nos quitaba ojo. Tenía los nervios tensos, no así los de la abuela que, con el cuento de quitar las migas de pan que había tirado al agua, cogió a la sirena que estaba escondida tras las algas y la metió en la manga de su vestido. Recogimos  la mesa entre las dos y camino de la cocina me pasó a Pascualita. Me pilló de sorpresa y cayó al suelo. Con la punta del pie la metí tras la puerta porque oí la voz de la Cotilla acercándose. - Bueno, me voy porque estos (refiriéndose a los guardias) siguen sin sacar nada en claro - . Entonces pasaron a registrar la cocina. Nos quedamos plantadas junto a la puerta confiando en nuestra buena suerte pero uno de los guardias, apartándonos, miró tras ella y ... ¡la vió! - ¿Qué es eso de ahí? ... ¡Emilio, trae una bolsa y unas pinzas.  Nos llevaremos esta cosa ... -  "Hum, perdone pero esto es el juguete favorito de nuestro gato jejeje..." - No hemos visto ningún gato - "Ya sabe lo independientes que son. Andará por ahí. Es un ligón" - Cogió a la sirena para metérsela en el bolsillo. El hombre detuvo su mano y cogió a Pascualita. Llegó su compañero con la bolsa  - Nos llevamos esto. No podemos volver a comisaria con las manos vacías. - Pascualita debió ver el desespero en los ojos de la abuela y ella misma sintió el peligro en que se encontraba. Entonces atacó. Clavó los dientes en la mano que la sujetaba y acto seguido se impulsó hasta la cara del otro agente. Los gritos y aspavientos de los dos hombres alarmaron a los vecinos. Uno de los guardias sacó la pistola y pegó un tiro que dió en el techo.(¡Como en el Congreso!, pensé)
Acabamos en comisaría, hablando a gritos y acusándonos unos a otros. Mientras tanto Pasculita estaba escondida en las bragas de la abuela, sujetándose en el elástico. Finalmente, nos denunciamos unos a otros. Los guardias tenían a su favor las dolorosas heridas y nosotras el tiro en el techo. Al final nos dejaron ir a dormir a casa porque el motivo de que pasara todo aquello no apareció por ningún lado. Quedamos en tablas. El primero que salió por la puerta a tomarse una aspirina, fue el comisario harto de oír tanto galimatías.

jueves, 5 de enero de 2012

"¿No quiéres saber que he pedido a los Reyes?" - Nooooo....Ya lo veré cuando nos despertemos el día 6 - "¿No te intriga ni un poquito?" - ¡Abuela, no seas niña! Se supone que es una sorpresa ¿no? - "Ya. Lo que pasa es que lo que he pedido, en parte, te atañe" - Buenoooo. Lo que sea sonará - "Pascualita lo sabe y está de acuerdo, somos mayoría así que tu tendrás poco que opinar" - Como siempre.
Dos horas y media después me era imposible resistir aquel tormento: - ¡Vale! ¡Díme qué es lo que has pedido y déjame en paz de una vez! ¡esto es peor que la gota malaya! - La sonrisa de tríunfo iluminó la cara arrugada de la abuela - "Jejejejejeje... Sabía que te estabas haciendo la dura ... Pues mira, ahora no te lo cuento ¡Hale!... Pascualita, nos vamos al Funeral a celebrar que hemos ganado la batalla. Nos tomaremos un chinchón a tu salud, pardilla" - Mientras la bilis subía y bajaba por mi organismo empujándome a cometer un abuelicidio, ella salió tan campante.
Había anochecido ya cuando volvió a casa, para entonces hacía rato que había abandonado la línea recta porque la cosa no se había quedado en "un chinchón. La acompañó uno de sus amigos que tenía coche. - "¿Has visto que co... ¡hip!... che tan guapo que lleva ... este ... bueno, quién quiera que sea. No recuerdo como ... ¡hip!... se llama... Es quién hará posible el ... regalo de Re... yes. Jajajaja... ¡Que dolor de barriga ten...drás esta noche porque no... voy a decirte qué es. Jajajaja" - ¡Que mal bicho tengo por abuela! - ¿Dónde ésta la sirena? - desconcertada buscó torpemente entre sus ropas, luego se encogió de hombros mientras se dirigía a su cuarto. - "La traerán mañana los... Reyes... Adiós" - y cerró la puerta tras de sí. - No pegué ojo en toda la noche pensando en que nunca más volvería a ver a la sirena. No podría aguantar toda la noche fuera del agua salada... y esta vez no podía ayudarla porque no sabía dónde estaba.
Al final el sueño me venció y desperté sobre las once de la mañana del día de Reyes, al oír ruídos y risas en el comedor. Dos hombre, uno de la edad de la abuela y otro más o menos, de la mía, conversaban alegremente con ella. Aparecí ante ellos hecha una facha: en bata ,legañas y pelos revueltos. Como que dieron un respingo al verme. Pero la abuela no perdió la compostura - "¡Mira, hija. Mira lo que me han traído los Reyes! ¡Un nieto político recaudador!" - ¿Dé qué hablaba?. Miré al joven, era guapo, alto, rubio, de ojos azules y cautivadora sonrisa. Me recordó a .... ¡¡¡Urdangarín!!!. ¡Ete aquí el nieto recaudador! - ¿Este es el regalo de Reyes que has pedido? - "Sí, hija. Con él pasaremos la crisis económica sin enterarnos. ¡Y encima es guapo. Podrás lucirte cuando pasées con él del brazo!" - ¿Me has regalado un ladrón? ¿Quiéres meter un ladrón en casa? ¡Si cuando digo que estás loca es porque lo estás de verdad!... ¿Y Pascualita, dónde está? - "En el "acuario".- Corrí a comprobarlo y efectivamente, allí estaba nadando tranquila. - "¿Qué te pasa con ella y por qué la nombras delante de extraños?" - ¿No te la llevaste al Funeral? - "Al final no lo hice" - Bien, pues o sacas ahora mismo a esa gentuza de esta casa o la sirena hará en sus caras un trabajito extra? - No debió gustarle lo que vio en mi mirada porque medio minuto después oí como se cerraba la puerta de la calle.














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miércoles, 4 de enero de 2012

La abuela me ha pedido que le eche al buzón su carta a los Reyes Magos. Cada año igual. - ¿No eres un poco mayor para creer en éstas cosas? - "¿Qué insinúas? ¿qué soy vieja y ya no puedo tener ilusiones?" - No saques los pies del tiesto. Al fin y al cabo, es una fiesta para los niños y ya hace tiempo que dejaste la infancia atrás - " Pero tú pareces mayor que yo ¡no tienes espíritu ni alicientes!" - ¡Ya me ha tocado el sermón del día! - Sin querer escuchar más la dichosa letanía, me marché en busca de uno de los buzones que los Pajes han repartido por la ciudad.
Al regresar encontré abierta la puerta de casa.  Unos ruídos extraños me pusieron sobre aviso. El miedo corrió por mi espalda mientras pensaba en un buen escondite. ¿Y la abuela? ¿Y Pascualita?... Andando de puntillas y conteniendo el aliento, me asomé al comedor. Había una mujer, de espaldas a mí, abriendo y cerrando cajones, rebuscando en ellos, dándole la vuelta a los jarrones y tirando al suelo su contenido - ¡Tendré que recogerlo yo! (pensé con rabia) - Seguí mi camino hasta llegar a la habitación de la abuela ¡estaba vacía! y la pecera también ... Un temor me asaltó: si Pascualita estaba en el "acuario" la intrusa la encontraría en cuanto entrara en la salita. Y para entrar allí solo podía hacerse pasando por el comedor. Cogí un bastón que la abuela guardaba celosamente en lo alto del armario y que solo usaba en casa cuando le daba la ciática;  me había hecho jurara que no lo contaría a nadie. No querían que supieran que se valía de él: "Es cosas de viejos".
Propiné tal bastonazo a la intrusa que la dejé fuera de juego durante unos minutos. Al recuperarse, lucía un hermoso chichón en lo alto de la cabeza - ¡Que bestia! - ¡Ladrona. Ahora mismo llamo a la policía y ...! - ¡No!. No lo haga porque... la policía soy yo - ¡Caray! - solté en cuanto ví su placa, de todas maneras quise cerciorarme de que no era de la tienda de chinos y le dí un bocado que casi me cuesta un diente - Vale, pero ¿qué busca? ¿dónde está mi abuela? - No lo sé. Al llegar estaba la puerta abierta y no he encontrado a nadie en la casa... - ¿Y qué busca, señora? - No lo sé muy bien. Me han dicho que "un bicho pequeño que muerde"... ¿Por qué no me dice que es? - ¿Yo? ¡No sé de que me habla!
Después, mientras comíamos,  Pascualita dió buena cuenta de unas migas de pan mojadas en vino tinto. Al quejarme de este comportamiento, la abuela sentenció: - "¡Déjala! Se lo ha ganado" - y me contó que, al poco tiempo de salir yo de casa, llegó la cotilla del 4º que, como era su costumbre, se metió hasta el fondo sin pedir permiso. La abuela le dijo que iba a vestirse y la otra, que no paraba de hablar, se fue tras ella al dormitorio. Allí descubrió la pecera - ¡Lo tuyo es de  psiquiatra! ¡otra pecera sin peces! - la cogió y la vació en el wáter - ¿Por qué tenía arena? - "¿pero que has hecho....?" - La he puesto a escurrir en el lavabo - Mientras hablaba tiró hacia atrás la ropa de la cama - ¡En un momentito te la hago..¡¡¡Aaaaaaaahhhhhhhh!!!... ¡¿Qué es eso?! ¡¡¡Hay un bicho raro. Espero que no te haya picado!!! y salió corriendo para entrar a la misma velocidad, con la escoba en la mano. La abuela intentaba coger a Pascualita al tiempo que la otra le arreaba un escobazo tras otro - "¡¡¡Para ya, loca, que me vas a deslomar!!!" - ¡No lo cojas. No ves que te va a morder! - "¡A  mi, seguro que no!" - Cogió a la sirena por la cola y se la tiró, en defensa propia, a su vecina que volvió a sentir, una vez más, el dolor agudísimos de los dientes de tiburón destrozándole la punta de la naríz - ¡¡¡Ay, ay ay, ay!!!  ¡¡¡Socorro!!!  ¡¡¡Me matan!!! - Pascualita estaba rabiosa y a la abuela le costó mucho desprenderla con lo cual la herida que dejó también fue mayor. Menos mal que el chinchón todo lo cura o por lo menos nubla el entendimiento y la Cotilla, a éstas horas no debía recordar qué o quién la atacó. La abuela, con la sirena en el bolsillo del delantal, acompañó a la vecina a su casa, con el ajetreo se le olvidó cerrar la puerta. Luego se quedó en el 4º hasta que la Cotilla empezó a roncar.

martes, 3 de enero de 2012

Una de las veces que he entrado a ver a la abuela Pascualita apenas asomaba la cabeza entre las sábanas. Sus ojos saltones no me perdían de vista y me ha extrañado porque, normalmente, pasa de mí. Fijándome con más detenimiento he creído percibir un grito de auxilio en aquella mirada. Sin pensármelo dos veces la he metido en el termo y con la excusa de quitarla de en medio por si venía la policía, hemos salido a la calle.
Al final he acabado frente al mar. Al bajar a la playa he destapado el termo para que Pascualita oliera y sintiera la brisa marina. Al pensar que la pobre sentíría la nostalgia del emigrante he tenido la tentación de darle la libertad pero, en el último momento no me he atrevido. Hacer algo así a espaldas de la abuela hubiese sido una traición. Al final he sacado a Pasculita del termo y nos hemos tumbado en la arena a tomar el sol.
Se estaba tan bien allí, sin hacer nada, ni oír los gritos de la abuela, sintiendo el rumor de las olas, los gritos de las gaviotas, que me entró un sopor muy peligroso. No podía dormirme teniendo allí a la sirena pero me costaba mucho mantener los ojos abiertos... Un poco de arena que cayó en mi cara me despertó. A mi lado había un niño pequeño que jugaba con Pascualita ¡Dios! ¡Peligro, peligro!- Dame eso, guapo - No. ¿Qué es? - Un muñeco mío que tu no tiene que tocar. Dámelo te digo - No... ¡Maaaaammmmmááááá! - Una mujer jóven y entrada en carnes vino al rescate del mocoso - ¿Qué le hace a mi niño? - No le hago nada, solo quiero que me de el muñeco que me ha cogido - ¿Un muñeco? ¿vienes a la playa con un muñeco? ¡Eres rara, tía!... A ver, cariño, ¿dónde está el muñequito? - El cabroncete lo tenía escondido en la espalda y no quería dar su brazo a torcer - ¡Qué me lo des, te digo! - ¡Que no! - ¡Quíteselo antes de que lo rompa! - ¡Cállate ya! y tú, ¡trae pacá la tontería esa! - Finalmente se lo arrebató con rabia. En cuanto lo tocó su cara se trasformó en una mueca de asco - ¡¿Pero qué porquería es esta?! - y tiró a Pascualita lejos de mí, junto a la orilla del mar.- ¡Cuidado! Y a ver si enseña al mocoso ese a no tocar lo que no es suyo - ¡No me cabrees más ni me digas como debo educar a mi hijo. Y te aseguro que como le salga algo malo al niño por haber tocado esa guarrada, te denunciaré. - Corrí hacia Pascualita. Una gaviota aterrizó a su lado, otras tres lo hicieron un poco más allá. Recogí una lata de cerveza del suelo y se la tiré para asustarlas pero no hizo mucho efecto.
De repente Pascualita actúo. De un coletazo llegó hasta las patas de la gaviota más cercana y clavó en una de ellas sus dientecitos de tiburón. Inmediatamente el animal graznó dolorido y batió alas, desesperada.  Llegué junto a ellas en el momento en que intentaba emprender el vuelo con Pascualita agarrada fuertemente a su pata. Me costó mucho esfuerzo y bastantes picotazos, arrancarla de allí. Cuando lo logré me acerqué al mar y metí las manos para lavarme las heridas de la cara. Sentí que el cuerpo de Pascualita se tensaba. Era la primera vez en mucho tiempo, que volvía al mar, pero no la solté.
Un grupo de personas se había congregado a ver el espéctaculo de una mujer peleándose a brazo partido con una gaviota por algo que no alcanzaban a ver. -¡Todo este jaleo por un muñeco asqueroso! - explicaba la madre del niño entrometido.

lunes, 2 de enero de 2012

¡Pues sí que hemos empezado bien el año! La abuela no levanta cabeza. Está en su cama, bajo siete mantas, sudando a chorros para sacar de sí el constipado, tirando a neumonía, que cogió en Nochevieja.
En casa no se oyen más que estornudos, toses, ayes lastimeros y órdenes : "¡tráeme el termómetro!, ¡Un zumo de naranja con miel!, ¡zumo de limón calentito con miel!, ¡Una cucharada de miel!" -  Todo se reduce a MIEL, MIEL Y MIEL. Cómo todos los enfermos de constipado pidan la misma receta no habrá abejas suficientes para tanto pedido. Si yo misma estoy pegajosa ya.
Cuando quiere comer se entera toda la finca: "¡Tengo hambre. Tráeme algo... Sopa ¡quiero sopa calentita!" - unos minutos después vuelve a gritar: - ¡Quieres abrasarme, loca. Está ardiendo!. Te vas a quedar sin herencia ¡todo será para Pascualita!" - ¡Me tiene de los nervios! - Desde el momento en que no le quedó más remedio que meterse en cama a causa de la fiebre tan alta que tenía cuando volvimos del Funeral, no ha permitido que me lleve a Pascualita del cuarto como tampoco quiere que abra la ventana para airearlo. Si lo intento dice que quiero que coja una pulmonía. Estoy por cojer la puerta y emigrar a Australia. Ahora Pasculita también tose y estornuda ¡le ha pegado el constipado!y están las dos bajos las mantas haciéndose compañía mútuamente.
Esta mañana a venido un señor muy elegante, de traje y corbata. Americano me ha dicho. En mi cabeza ha sonado un timbre de alarma: ¡¡¡La Cía, La Cía!!! y a punto he estado de caer redonda al suelo ¡Dios mío, que iba a ser mí! ¿Cuanto tardarían en empezar los interrogatorios?, las bofetadas, los ahogamientos en una bañera llena de porquería, la simulación de una ejecución... Me he dicho que nada de eso haría falta porque ahora mismo se lo iba a contar todo ¡Nunca he tenido madera de héroe y no voy a empezar a hora, a mis años... que tampoco son tantos. Así que me he plantado delante de él y le he dicho en el tono más convincente que he encontrado: ¡¡¡Se lo contaré todo!!! - Estupendo porque voy mal de tiempo... ¿Dónde está la enferma? - Me he quedado de cuadros. Está gente lo sabe todo ¿quién le habrá dicho lo de la abuela? El terror me había paralizado - Venga ¡vamos! que no tengo todo el tiempo del mundo! - ¡¡¡Allí está Pasculita, señor, con ella. Perdónela porque todo lo ha echo por amor. Se quieren mucho!!! - ¿Su abuela es lesbiana? - ¡Oiga!
Que chasco me he llevado. El americano es el médico que ha mandado la seguridad social a visitar a la abuela. Avergonzada, he tirado de las mantas sin recordar que la sirena estaba entre ellas. El médico ha dado un respingo al ver esa especie de sardina rara y la abuela, a pesar de la fiebre, ha salido al quite - "Es un amuleto contra el catarro que se usa en mi pueblo desde tiempos inmemoriales... " - El médico ha sido comprensivo - Si cree que le hace bien, déjelo - En cuanto se ha ido he  metído a Pascualita en su "acuario". No me ha gustado nada su aspecto de asfixia y agobio - "Cuando se reanime un poco, tráemela otra vez que dónde mejor está es conmigo" - Sí, abuela -.

domingo, 1 de enero de 2012

La Nochevieja se celebró por todo lo alto en el Funeral. Hubo música, baile, serpentinas, confetti, matasuegras, cava, mucho cava. La cena estuvo muy buena y nos hinchamos de turrones y dulces a granel. No faltó de nada. Luego las 12 uvas de la suerte que contribuyeron a no pocos atragantamientos sin consecuencias graves.
Esa noche la abuela estaba felíz , era la atracción de la fiesta. En cuanto entramos en la cafetería, anunció a voz en grito que la policía nos estaba investigando porque pensaban que nosotras teníamos al monstruo mordedor ¡Y se quedó tan pancha! Ni siquiera me dio tiempo a taparle esa bocaza que tiene porque, ni remotamente, pensé que haría una tontería como esa. Pero estaba equivocada porque aún hizo otra mayor. Al quitarse el abrigo ví que llevaba el termo de Pascualita. Lo había forrado con tela de lamé dorado para la ocasión.
Le dije que ese trasto no pegaba con el hermoso conjunto rojo que se había puesto para la ocasión. Me miró un momento, como dudando, después soltó:  -"¡Como para hacerte caso! No tienes ni idea de lo que es la elegancia" -
En cuanto hubo soltado la noticia sus amigos la rodearon acribillándola a preguntas. ¡Estaban fascinados! sobre todo las mujeres - ¿Saldrás en el telediario? - "¡Seguro!" - Ay, que ilusión. Ponte muy guapa que te va a ver mucha gente -, - ¡Que suerte tienen algunas! . " Y no es eso todo... ¡También nos investiga un agente de la Cía!" -, - ¡Eso es muy fuerte! ¡Que envidia me das! - Llevada por el entusiasmo del éxito que estaba teniendo, sacó a Pascualita del termo y la colocó como un broche en la solapa de la blusa. Inmediatamente surgieron los comentarios - ¡Que original eres! Solo a tí se te puede ocurrir adornarte con algo tan feo ¡Y hay que ver lo bien que te sienta! - ¿Puedo tocarlo? - "No. Se mira pero no se toca" - ¿Esto es lo que muerde? - dijo una de las mujeres - "¿Esto? jajajajajaja" - salió la abuela por la tangente.
Mucho después de que dieran las 12 convencí a la abuela para que encerrara a Pasculita en el termo. Llevaba mucho tiempo respirando aire y aunque cada vez lo hace durante más tiempo (¿estará  mutando?) no hay que abusar. De madrugada fue al lavabo y me dejó el termo para que se lo guardara. Una mano muy agil lo arrebató de la mesa, cuando quise darme cuenta lo único que ví fue la espalda de un vestido verde. La arrinconé contra una nevera. La mujer había destapado el termo y al ir a meter la mano Pascualita saltó como un resorte y cayó entre los turrones. Frenética, busqué entre los papeles de colores pero el bicho, escurridizo, no se dejaba atrapar. La abuela vino junto a mí - "¿Ya la has perdido?" - Me la ha quitado ésta - y señalé a la mujer de verde. La abuela se encendió - "¡es una envidiosa!" - agarró a Pascualita de la cola y haciendo un molinete, se la lanzó pero no fue en ella dónde aterrizó la sirena. La puerta del Almacén estaba abierta, dentro el dueño del Funeral colocaba botellas, agachado y dejando ver esa raja tan poco erótica del final de la espalda. ¡Ahí cayó Pascualita! Se aferró con uñas y dientes a esas carnes fofas para no caerse. El hombre, sin saber qué ocurría a su espalda, chillaba como un cerdo en sus últimos momentos de vida pero era tal el jaléo en la cafetería que nadie le oyó. En un santiamén Pascualita volvió al interior del termo con un pedacito de carne peluda entre los dientes. Afortunadamente nadie, ni la mujer de verde, borracha perdida a esas horas, se enteró de nada. Nosotras seguimos en la fiesta como si nada hubiera pasado y aún es la hora en qué el dueño del Funeral intenta explicarse qué fue lo que le atacó.