jueves, 31 de marzo de 2022

Mimetismo.

He estado viendo La Dama y el Vagabundo ¡otra vez! y he vuelto a llorar a moco tendido en aquella escena taaaan romántica de la cena de espaguetis, cuando ambos tiran del mismo fideo, sin saberlo, y les lleva a juntar los hocicos. Momento en el que el cine se venía abajo por los aplausos de los espectadores que esperábamos ese momento como agua de Mayo.

Al acabar la película he abierto una lata de espaguetis a la carbonara y he comido como si no hubiera un mañana ¡Que ricos estaban!

Sentada en el sofá de la salita, con un ojo cerrado y el otro a punto de caramelo para dormir un rato, un perro ladró... ¿en casa? Me levanté de golpe y pillé a la Cotilla abriendo la puerta. - ¿Has comido espaguetis? ¿Me habrás dejado? - ¿Se ha traído un perro? - ¿Caliente?... no se me ha ocurrido ¿No dices que hay espaguetis? - No cambie de conversación ¿No ha oído ladrar a un perro aquí? ¡¿No me digas que has metido un perro en casa? 

El perro volvió a ladrar y la Cotilla no se dio por enterada. Comprobé si era sorda? - ¡¡¡HOLAAA, EL PERRO ESTÁ LADRANDOOOOOO!!! - y la vecina contestó- ¡¡¡ESTAS MÁS TONTA QUE AYER PERO MENOS QUE MAÑANAAAAAA!!!

Menos mal que mi primer abuelito estaba volando pegadito al techo y me ayudó a comprender: - Debes mirar muy cerca del suelo, nena... ¿a que es impactante mi nuevo sudario de charol verde esmeralda? - Le dije que si mientras buscaba a ras de las baldosas.

¡Sí. ahí estaba el "perro"! Era una bola de polvo que tambièn había visto la película, se metió en la piel del galán Golfillo y buscaba, con ladridos, a su Dama.

Fue imposible que se callara. Cinco horas después se plantó delante de mi con dos palmos de lengua afuera y dijo: ¡PIPÍ, GUAU. GUAU!

Al salir a la calle levantó la pata imaginaria en el tronco del árbol de la calle: - ¡Cochino! (gritó éste) - mientras  yo, como buena ciudadana, le eché un chorrito de agua a la bola de polvo que se deshizo como un azucarillo en el café con leche. 

Luego me tocó convencer al árbol de que no hubo pipí. No lo logré y acabó poniéndome a caer de un burro por no limpiarlo..

miércoles, 30 de marzo de 2022

Buen material.

He llamado a la abuela. - Madame no estar... - Geoooooorgito, no me calientes que acabaremos maaaal. Díle que se ponga. - Madame decir que no estar here. - Dile que vendré a su casa con el ánima de su primer marido e impartiremos justicia a diestro y siniestro... - "¡Ni se te ocurra traer a mi ex a ésta casa! ¿Qué pasa?"

Le estuve contando a la abuela lo del señor Li. - "¡Dale el termo" - ¿Por 10 euros? ¡Ni hablar! - Luego lloriqueé un poco - Necesito el dinero. No puedo ir a trabajar ni salir a la calle gracias a Pascualita. Tengo más trompa y orejas que un elefante macho africano. Además, se me caen los ojos. Esta mañana una bola de polvo se quería llevar uno para jugar a fútbol.

En lugar de ojos, tengo ojones y no caben en mis cuencas. Por eso se caen. Ay, que tragín llevo. He estado mirando, como he podido, recetas de escabeches... - "¡Alto ahí! Ni te atrevas a tocarle ni un pelo-alga de su cabeza a mi chiquitina" - ¡Te juro que la haré escabechada en cuanto me reponga!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaa! ¡Me apunto al escabeche! (gritó la Cotilla que acababa de entrar en casa) 

Al llegar al comedor y echarme una ojeada, dijo: ¿Te has comprado esa máscara? ¡Pero si no te hace falta! jajajajajajaja Estás peor sin ella. 

Llamó la abuela: - "Nena, que dice el señor Li que quiere el termo para copiar el material del que está hecho porque ha ido viendo que lo has usado mucho a lo largo de los años y no se ha estropeado. Los de hoy en día se rompen con mirarlos" - Gracias. Ahora me reafirmo en el precio: ¡5.000 euros!

Los ojos de la Cotilla hicieron chirivitas. - ¡Me pido ser socia tuya! 

De repente, el árbol de la calle gritó mi nombre. La cristalera se cerró a cal y canto mientras el resto de personajes gritaban aterrados. Trepando por el árbol apareció un chino con las manos muuuuuy largas: - ¡Viene a robaaaar! (piaron los gorriones). Entonces Pascualita emergió del fondo de la garrafa impulsandose con la fuerza de su cola. La cristalera se abrió de golpe y un buchito de agua envenenada fue rociado en el rostro del trepador que, dolorido, perdió el equilibrio y cayó sobre sus compinches. - Bedulio, que acababa de llegar y apenas había visto algo, le preguntó - ¿Quiére usted denunciar? - A lo que el otro dijo: - Sí, quiero (y después añadió) ¿Ya puedo besarte, ladrón?

martes, 29 de marzo de 2022

¿Para qué lo quiere?

El señor Li me tiene intrigada ¿Para qué quiere el termo de los chinos si en su tienda debe tener un montón? claro que si me da 5.000 euros se lo doy sin hacer preguntas pero me parece que no está por la labor.

Nos hemos encontrado en la calle, de casualidad... o no (por parte suya) Iba acompañdo de varios empleados suyos que, en cuanto me vieron formaron un cinturón humano al rededor de su jefe. A modo de saludo el señor Li me ha dicho: - ¿Tu tlael telmo? - ¿Y usted los 5.000 eurillos? (y me arrimé al tronco del árbol de la calle para que me defendiera llegado el caso)

Por la esquina de la calle asomó Bedulio haciendo la ronda por el barrio. - ¡Estoy salvada! (pensé) Le hice señas pero que si quieres arroz, Catalina. Se hizo el despistado, dio media vuelta y desapareció por donde había venido.

Supe entonces que tendría que sacarme, yo sola, las castañas chinas del fuego - ¿Para qué quiére el termo? - A ti no impoltal. - ¡Pero a Pasc... (huy, por poco se me escapa) a Pacual, sí! - ¿Qué sel Pascual? - Estooo... Un cordero. - Yo no vel nunca en tu casa. Solo gamba golda. 

Entornó sus ojillos hasta convertirlos en una raya. - ¿Tenel gambas goldas? - Nooooo. - Tomal 10 eulos por el telmo y... - ¡JA! - dije y a todos los chinos les entró la risa - JAJAJAJAJAJA

El árbol de la calle me susurró - ¡Dale el dichoso termo de una vez, que es mi hora de cantar. - Y sin más lanzó al aire su potente vozarrón : ¡¡¡LA CONGA DE JALISCO...!!!

Corrí a casa pillándolos despistados mientras reían. Saqué a Pascualita de la garrafa para contarle cómo habia defendido a su termo cuando éste, enfadadísimo, me replicó: - ¿A santo de qué decides mi vida?

El abuelito apenas tuvo tiempo de relatarme lo dicho por la sirena - (¡Es una metepatas!) - cuando recibí un buchito de agua envenenada en plena cara... Aaaaaaaaayyyyyyyy, ¡que dolor! ¡Que jodía es la medio sardinaaaaaaa!.

Hace un rato me he mirado en el espejo y he visto un cuadro ¡de Picaso! ¡Que susto! Y todo enorme... Lo mismo me contratan en el Circo del Sol.

 

lunes, 28 de marzo de 2022

El termo de los chinos.

 He ido al cuartel de los Municipales a poner una denuncia contra el ladrón que me ha robado una hora. Me llevé a Pascualita en el termo de los chinos para que aprenda a hacerlo por si regresa algún día a su hábitat y le ocurre algo así, sepa como actuar.

Pensé que solo a mi se me había ocurrido denunciar el hecho pero, al llegar al cuartel, había una cola de ciudadanos que salía a la calle, se alargaba hasta la esquina y la doblaba. Hice como que no la había visto y entré en la oficina... de donde fui despachada, con cajas destempladas, por el personal y la gente que esperaba. Total, que me dieron las diez y las once, las doce, la una, las dos y las tres esperando... y llegamos a casa con hambre canina, la sirena y yo.

Abrí una lata de abóndigas con tomate y comimos juntas hasta que... - ¡Avemariapurísimaaaa! - A la velocidad del rayo cogí a Pascualita y la lancé haciendo molinete con el brazo, hacia el aparador donde está la garrafa con agua de mar. Fallé por muy poco, por culpa de la medio sardina que ha engordado algunos gramos y pasa justa por el gollete. 

Cuando la Cotilla entró en el comedor y vio las albóndigas ya no tuvo ojos para nada más, afortunadamente porque, en ese momento, Pascualita mordía el pan, de yeso, de la mesa de la Santa Cena ante el evidente cabreo de los comensales que veían como se quedaban a dos velas porque, lo que es un plato de comida, nunca he visto ninguno en esa mesa.

Llamaron a la puerta. Era el señor Li que venía dispuesto a comprarme el termo de los chinos que, años atrás, le había comprado yo a él. - ¿Está embarazado y anda de antojos? - Tu sel tonta, boba de Colia. - Es un termo viejo y usadísimo. Déme cinco mil euros y será suyo. - Mi sel chino, no tonto. Si tu no dal telmo, yo quital con mafia china. 

- Me lo pensaré. - ¡¿Tu pensal?! jajajajajajajaja ¡No sabel! Yo dalte a ti cien euros y punto pelota. - Me puse muy seria y repetí: - Ahora voy a dormir la siesta, después me lo pensaré. - 

Me repantingué a el sofá de la salita y dormí como un querubin.

 

domingo, 27 de marzo de 2022

El robo.

Sonó el teléfono. Era la abuela. La reconocí a pesar de tener los párpados cerrados a cal y canto. Ya sé que, para escuchar, basta con tener abiertas las orejas pero, aunque lo logré, me costó muchísimo. 

- " ¡Arriba, boba de Coria, que son las ocho de la mañana!" - ¿Se ha muerto... la Momia? - "Noooo. Pero tienes que entrenarte porque mañana es lunes y no puedes llegar tarde al trabajo" 

Mandé a mi neurona a procesar toda ésta información, cosa harto dificil porque tenía más sueño que yo. Al final dijo - Hoy es domingo - y desapareció del mapa.

Mis ojos se abrieron como un resorte: - ¡Es domingo, abuela y quiero dormir! - No insistió pero sopló una corneta cuartelera al auricular del teléfono tocando una Diana floreada (será porque es Primavera) y me dejó sorda perdida. 

Llorando a moco tendido fui en busca de Pascualita y le expliqué lo que me había pasado. Yo hablaba y hablaba pero la sirena no me oía. Dormìa como un tronco. De hecho, todo el mundo dormía, hasta Pompilio el genio inglés.

Tuvo que ser mi primer abuelito quien me diera la noticia: - Esta noche han cambiado la hora, nena. A las dos eran las tres.

¡No podía creerlo y puse el grito en el cielo! - ¡ME HAN ROBADO UNA HORAAAAAA!

Mis gritos despertaron a los bellos y bellas durmientes. Y cuando los puse al corriente del robo se alzaron en pie de guerra reivindicativa. - ¡¡¡NOS MNIFESTAREMOS!!! - dijeron mientras pintarrajeaban una sábana para usarla de pancarta. - ¿Teníais que coger mi sábana? ¿acaso los demás no teneis? - La cristalera interna del balcón, muy pija ella, dijo: - Es la ilusiòn de mi vida pero... ¡snif! ... hasta ahora, no ha ... ¡snif!... no ha podido ser ¡¡¡BUAAAAAAAAAAAAAAA!!!

Pascualita, Pepe el jibarizado, Pompilio, los comensales de la Santa Cena, las bolas de polvo, las palabras que quedaban en mi boca... todos y todas fuimos a la calle a protestar y a desfilar cantando consignas como: ¡Pimientos coloraos! 

Salimos en la tele - ¡ERAMOS POCOS Y PARIÓ LA ABUELA!... -  comentó al vernos una conocida presentadora de televisión a la que, por cierto, pillaron luego con el micrófono abierto cuando dijo: - ¡Estoy hasta el moño de manifas! - cosa que fue muy comentada.

 

sábado, 26 de marzo de 2022

De paseo.

He ido al cuartel de los muncipales para hablar con Bedulio en un sitio neutral. Al verme va me dice: - Así  me gusta, que vengas a pagar la multa en lugar de quejarte.

Huuuuyyyy, me supo a cuerno quemado. Y para rematar la faena, mi primer abuelito vino conmigo para lucir por la calle el nuevo sudario. -  Así me verán todos y no como aquí que solo me ves tu. - Angelico (pensé)

Por el camino se entretuvo haciendo el indio a dos palmos sobre mi cabeza. - Hacía taaaaanto tiempo que no paseaba... ¡Señora! ¿le llevo la compra? - Me hacía reir a pesar de que, a la vista de todo el mundo, yo estaba sola.

En el cuartel repetí mi verdad ¡yo no había tendido ningún calcetín ni los había dejado sin pareja! - ¿Ve lo que tengo que aguantar con ésta vecina? (se quejó a su jefe) Vive sola, el tendedero está en su balcón, los calcetines, chorreando agua, tendidos con su respectiva pinza... O sea, blanco y en botella. Es una incívica.

Entonces dije: - Hay un testigo de lo que digo... - ¿Tu primer abuelito, verdad? - Verdad. (palideció un poco) - ¿Dónde está? (preguntó el jefe) - A dos palmos de la cabeza de Bedulio. Abuelito, sopla en su oreja.

Se armó la marimorena. Bedulio corría en zig zag despavorido. Sus compañeros se partían de risa. El soplido del abuelito se convirtió en un pequeño tornado que levantó papeles de las mesas por donde pasaba. Incluso un bisoñé salió volando. Unas bolas de polvo chocaron con mis pies. - ¡Holaaaa! ¿Podemos ir a tu casa? Aquí no nos habla nadie.

Tiré de un pico del sudario y salimos camino de casa. Una persona me dijo: - ¿Qué aguantas, nena? - Un globo. - Jejejejeje se te habrá escapado. -  Que falta le hace una visita al oculista, buen hombre.

Me paré unos pasos más allá y vi al gracioso mirándo hacia mi, tapándose un ojo, luego el otro y moviendo la cabeza apesdumbrado: - ¡No veo, no veooo!

viernes, 25 de marzo de 2022

La multa.

Llamaron, insistentemente, a la puerta mientras yo me estaba lavando la cabeza y fiel a mis principios, no iba a empezar un trabajo antes de terminar el que tenía entremanos. Y menos cuando escuché la voz de Bedulio: - ¡Abre de una vez que sé que estás aquí! - ¡Claro que estoy aquí! Es mi casa. No querrás que esté en la tuya... ¿o sí? - No lo quiera Dios (le oí decir)

Cuando acabé me lié la toalla en la cabeza y abrí. - ¡¡¡Aaayyyy, que sustooooo!!! - Entonces recordé que no me había quitado la mascarilla de pepino. - La culpa es tuya. No haberme metido prisa.

Con un ligero temblor en la mano, me alargó una multa. - Pero si no he echo nada ... - ¿Tender un montón de calcetines, chorreando, en el tendedero del balcón es no hacer nada? - ¿YOOOOOO? Perdona, bonito,  pero yo no...

Corrió escaleras abajo y me quedé con la palabra en la boca y la mosca detrás de la oreja. - ¿No podrías ponerte en otro sitio para variar? (le dije) - Pero esa mosca es muy suya y me escuchó como quien oye llover. No se lo repetí porque la palabra dejada en mi boca ya había terminado su turno de trabajo y se fue con unas amigas con las que había quedado.

La mosca se vino conmigo al balcón y, efectivamente, el tendedero estaba lleno de calcetines de todos los colores y tamaños, de un solo pie. 

En la calle la gente se arremolinaba junto al árbol de la calle, ¡ gritando: - ¡¡¡LADRONES. DEVOLVED LOS CALCETINES!!! 

Descubrí a Pompilio, el duende inglés, escondido tras una maceta. - ¡¿Se puede saber que es ésto?!  - le pregunté mientras señalaba el tendedero. La mosca detrás de la oreja me chivó: - Calcetines recién lavados, boba de Coria. (y no me quedó más remedio que darle las gracias) - Pompilio se quejó: - ¿No querrás que los guarde sucios? Algunos hasta cantan. (Y en efecto, hubo quien me lo demostró) - Pues la multa hay que pagarla... y no seré yo quien lo haga.

Pompilio sacó billetes y más billetes de los bolsillos, cubriendo mis pies con ellos. - ¿Bastará? - ¡Ya lo creo! (grité asombrada mientras el duende se convertía en humo)

Solo entonces me di cuenta de que eran billetes del Monopoly

jueves, 24 de marzo de 2022

El mundo.

 En el barrio se habla de que están podando toda clase de árboles y plantas, sea ésta época de podar o no. _ ¿Te habías enterado de esto? (pregunté al árbol de la calle) - Será un bulo como tantos otros (respondió Calixta, la lista) - Y se concentró en sacudirse las hojitas muertas durante un buen rato. El mismo que esperé yo por si decía alguna otra cosa.

Después metí a Pascualita en el termo de los chinos, el de siempre aunque esté muy pasado de moda y no en la horterada que le compró la abuela ¡dorado y con lucecitas!, un día que, sabiéndose rica, creyó que era la Reina de Egipto. 

La sirena entró a presión en el termo por eso no le puse el tapón y pudo ver el caleidoscopio de gentes de aquí y de lugares lejanos que dan vida a las calles de mi barrio. 

No encontramos nada fuera de lo común: tiendas cerradas, tiendas abiertas, negocios nuevos, colas en la administración de loterias e ilusión en las miradas de los que iban a ver si, por fin, eran millonarios. Decepción cuando salían de allí. Tiendas chinas, tiendas africanas, tiendas paquistanís, tiendas árabes. Niños de todos los colores y lenguas del mundo, jugando juntos y revueltos al fútbol. Madres vestidas con saris, otras con ropa africana, pañuelos a la cabeza y casi tod@s con la mascarilla puesta. Hombres compartiendo añoranzas e ilusiones con otros llegados de otros lugares... La isla no es muy grande pero en ella cabe el mundo entero.

Al dar la vuelta a una esquina encontramos a los podadores. La sierra mecánica, absolutamente fuera de sí, cortaba sin ton ni son al grito de: - ¡Otra que cae! - refiriéndose a las ramas aunque a mi me recordó a la gente arremolinada a los pies del cadalso de la guillotina durante la Revolución Frances. Hasta Pascualita se asustó e intentó esconderse dentro del termo.

Corrí hasta casa. El árbol de la calle seguía tan pancho meciendo sus ramas al ritmo sabrosón de una suave brisa. - Le grité: - ¡¡¡Están cortando cabezas!!! ¡¡¡Vendrán a por ti!!!

Nadie, ni siquiera los vecinos, se dieron por aludidos. Algun@s movían la cabeza como diciendo: - Ya está la tonta ésta con sus milongas. - Solo Bedulio puso pies en polvorosa desapareciendo por la esquina más cercana. 

- Abuelito ¿le has hecho algo? - A mi que me registren. Me estaban probando un nuevo sudario m.a.r.a.v.i.l.l.o.s.o.


 

miércoles, 23 de marzo de 2022

Ojo con lo que se dice.

Que la primavera está loca es algo que se sabe desde siempre pero, aún así, no deja de sorprenderme. A Pascualita he tendo que calentarle el agua de su garrafa-vivienda porque. tiene frío y se le pone, cara y color, de ahogada experimentada y no quiero tener pesadillas.

Al despertarme esta mañana he tenido la impresión de estar en la isla de los Gigantes donde yo era tan pequeña como un grano de arroz. Y todo porque, al abrir los ojos, una enooooooorme bola de polvo ocupaba todo mi cuarto. - (¿Tanto tiempo hace que no barro? pensé) - Después, fijándome bien, vi que estaba llena de ojitos que me contemplaban desde todos los ángulos posibles. ¡No era una bola sino todas las de casa que se habían juntado para darse calor unas a otras.

Empujé a la bola hacia el comedodr y ordené a la cristalera que se abriera de par en par y yo pudiera tirar la bola a la calle. Un grito desgarrador seguido de un nutrido abucheo siguió a mis sesudas palabras. - ¡¡¡Asesinaaaaaa!!! ¡Quiere despeñar a las pequeñas bolitas de polvo! ¡Que muerte más atroz! 

La cristalera había puesto el grito en el cielo y mi casa, ahora, estaba revolucionada. Intenté apaciguar al personal: - Solo son polvo... - ¡Las discrimina por su condición! - Mañana habrá más... - ¡Holocaustooooo! - Tienen ácaros... - ¡Bastaaaaaaa! A éste paso desaparecerán las especies que no te gusten.

La voz serena de mi primer abuelito sonó en mi cabeza: - ¡Cierra el pico, jodía!

Ahora reina la tranquilidad en casa... salvo por el cabreo que tienen la escoba, la fregona y el trapo del polvo al haberse quedado en el paro.

 

martes, 22 de marzo de 2022

Que tristeza...

Las risas del árbol de la calle me despertaron cuanto aún no habían puesto las calles. Salí al balcón hecha un basilisco: - ¡¿Te parece bonito estar de jarana a las horas brujas de la noche, descocado?! ¡La gente decente, duerme! - ¡¡¡Aplícate el cuento, pesada!!! (gritó un vecino) 

A veces se me olvida que, a la extraña fauna que habita mi casa, solo los oigo yo.

Entré, le dije a la cristalera que cerrara a cal y canto, sin hacer ruído y me encontré con el comedor lleno de quejas que no paraban de parlotear, teniendo tod@s más razón que un santo.

- No hay derecho que mis representados no puedan dormir la mona tranquilamente hasta que el sol los deslumbre. (dijo la queja de los comensales de la Santa Cena) 

Pepe el jibarizado se representó solo con un OOOOOOOOOOOOOOO de cabreo.

- Mis reperesentadas trabajan noche y día y para un ratito que tienen para dormir, va el escandaloso ese y las despierta ¡No hay derecho! (el representante de las bolas de polvo estaba enfadadísimo)

Pascualita, al verme, sacó su dentadura de tiburón a pasear y saltó sobre mi con el consiguiente susto. ¡Quería morder al árbol! Abrí la ventana de la cocina y la lancé contra la rama más cercana. Dos minutos después lloraba de risa, llenando el alcorque de líquido salado para regocijo de las raíces.

Me asomé, toqué una de las hojitas y la mano se llenó de ¡hormigas que me hacían cosquillas! 

- ¿Estás acogiendo a un hormiguero? susurré al árbol. - Es mi deber. Huyen de la guerra.

lunes, 21 de marzo de 2022

Empiezo a estresarme...

Me ha llamado la abuela: - "¿Por qué no me has dicho nada, boba de Coria? ¿Acaso querías darme la sorpresa del año sin que yo me enterara?" - Ahora mismo, para mi, es como si me estuvieras hablando en chino. No te entiedo. - "Ay, picarona. Estoy muy contenta" - Pues me alegro mucho... ¿Has desayunado chinchón con ensaimada? - Colgó el teléfono sin que yo pudiera enterarme de lo que la tenía tan contenta.

A mediodía llegó la Cotilla: - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Menos mal que el negocio de "limpieza" de cepillos de iglesias va mejorando desde que la Pandemia disimula que ya se está disolviendo como un azucarillo en el café con leche. - Tendrá usted contentos a los curas... - ¿De algo tengo que vivir, no? 

Antes de que yo pudiera abrir la boca, la vecina me informó que han empezado a tirar una finca al lado de casa para levantar otra. - Tu abuela está encantada. - ¿A santo de qué? - Piensa que, teniendo tanto albañil a mano y durante un tiempo, ¡por fin logrará tener a su bisnieto!... aunque, viéndote, no sé yo...

¿Así que era eso de lo que me había hablado la abuela? - ¿Y qué se supone que tengo que hacer yo? (pregunté) - Si no lo sabes tú... A mi, con la edad, se me han olvidado algunas cosas. - Pues estoy apañada.

Me asomé al balcón y el árbol de la calle aprovechó para mostrarme su malestar. - Tu abuela estará muy contenta con lo de la obra pero yo no. Me voy a tirar una buena temporada llena de polvo, con lo bien que me han dejado la copa los de Parques y Jardines... 

Está visto que nunca llueve a gusto de todos.

domingo, 20 de marzo de 2022

Peluquería.

Que envidioso es el árbol de la calle. Ayer fui a la peluquería a cortarme el pelo. Al regresar a casa le faltó tiempo para reirse de mi. ¿Te han llamado para la mili, boba de Coria? - ¿Me han cortado mucho? - ¡Mucho, dice! Ven, que te doy una colleja. - Las risas del árbol pasaron a todas las hojitas. 

Los comensales de la Santa Cena no se quedaron atrás y sin saber de qué iba la fiesta, se partían de risa. Hasta mi primer abuelito tuvo algo que decir: - Te resfriarás jejejejejejeje. - Pascualita me ofreció su gorra, mojadísima y Pepe se explayó con un divertido OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO. Solo faltaba la Cotilla: - ¡Ostras, Pedrín, que claridad hay en ésta casa! ¿Te han tomado el pelo? - Noooo... - Espera, no te vayas (y me arreó tal colleja que hice palmas con las orejas)

Al final me encerré en mi cuarto para, ni ver ni oír a nadie. Pero fue inútil. Unas bolas de polvo que daban vueltas bajo mi cama, se asomaron y - ¡Huuuuy, la Pelona viene a por nosotras! ¡¡¡CORREEEEEEEEEEEEEE, MARIA PESTIÑO!!!

Esta mañana, al verme regresar de mi trabajo, el árbol de la calle mi gritó: - ¡Mira que elegante estoy. Han esponjado mi copa los de Parques y Jardines! ¿A qué estoy guapo? - No me pude callar: - Mucha lana te han dejado ahora que vamos para el verano. - Pero... si son estilistas de las tijeras de podar. - ¡ Y yo Mary Poppins! - ¿No tendrás envidida? - ¡¿YOOOOOOOOOOOOOO?! ¡AMOS, ANDA!

La voz del abuelito resonó en mi oreja: - ¡Eres mala, nena! - Pues, si.

sábado, 19 de marzo de 2022

Volviendo a la normalidad.

 Desde que Pascualita ha encontrado su gorrito no se lo quita para nada. Lo lleva todo el día encasquetado. Con esa actitud me ha demostrado que puede ser más fea aún. Creo que hasta el abuelito se asusta cuando lo ve y eso que es un fantasta pero, eso sí, guapo.

Pompilio desapareció desde que se llevó el disgusto del siglo. andará a la busca y captura de calcetines descarriados para empezar de nuevo su colección. 

Por la traducción simultánea que hace mi primer abuelito, supe que Pepe el jibarizado soltó un gran suspiro de alivio al saber que yo no está en casa (o sí) por si al duende inglés le diese por quitarle a él el calcetín.

 - ¿Qué calcetín? - El de Pepe, nena... - No tiene pies. - ¡Anda, pues es verdad! Lo habré entendido mal. Tal vez dijo: guante. - No tiene manos. - Ahora que lo dices... Entonces ¿qué? -¿El ojo-catalejo? - ¡Aaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyy! No digas esto que se me pone la carne de gallina. - Pero si no tienes carne, abuelito. Eres un espíritu jajajajajajajajajaja - Vale, pues se me ponen de punta los pespuntes del sudario. Por cierto, nena, no me has dicho qué te parece el que luzco hoy. - Estás de toma pan y moja, guapetón.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿Ya tienes novio, boba de Coria? - Noooooooooo. - Entonces ¿a quién llamabas guapetón? - Guiñé un ojo a la Cotilla y luego, levantando la vista al techo, dije: - A mi primer abuelito (mientras el color desaparecía del rostro de la vecina).





viernes, 18 de marzo de 2022

Calcetines viudos.

¡La que se ha liado en casa! Resulta que, cuando en Palma hizo mucho frío, la abuela le regaló un gorrito de lana a Pascualita y ella lo guarda como oro en paño en el barco hundido. Bueno pues ¡ha desaparecido! Por su modo de actuar cree que se lo he quitado yo y en cuanto me tiene a tiro me tira buchitos de agua envenenada. - Pero a ver quien es la guapa que consigue meterle esa idea en la cabeza cuando ella está convencida de lo contrario.

Pedí ayuda a mi primer abuelito para esclarecer el entuerto - Va a ser difícil, nena, porque me ha contestado que qué voy a decir yo si soy tu abuelo. 

El árbol de la calle, que no pierde el tiempo cuando se trata de meter baza, dio con la solución: - Yo diría que el ladrón es Pompilio. - ¡Ay, sí! abuelito, cuéntaselo a Pascualita, porfi.

La actitud de la sirena cambió radicalmente, aunque no me pidió perdón ¡faltaría más! 

Haciendo palanca cn su poderosa cola , salió disparada de la garrafa como un cohete espacial, cayendo en la mesa del comedor y de allí al suelo, luego reptó camino del agujerito del rodapie por el que vimos meterse al duende inglés el otro día.

Cuando Pascualita salió del escondite llevaba consigo cantidades industriales de calcetines viudos. Todos acabaron dentro de la garrafa que yo había rellenado.

¡Que gritos dio el duende cuando encontró su cueva de Alí Babá, vacía. Se encaró con todos nosotros. Sobre todo con los comensales de la Santa Cena porque, al verlos solo con sandalias, pensó que se habían vengado de él.

- ¡Calla ya, miniatura! - ¡Quiero mis calcetines! ¡Son mios! ¡Ladrones!... - Llené una copa de chinchón on the rocks, metí al mini inglés dentro. Y se hizo el silencio... Después, mientras dormia la mona yo me peleaba con Pascualia porque no quería darme mis calcetines reencontrados.

jueves, 17 de marzo de 2022

Pompilio hace su trabajo.

Recién levantada, he rebuscado en el cajón de los calcetines buscando unos que ponerme pero mi mano solo tocaba el vacío. No me ha quedado más remedio que quitarme las legañas y echar una ojeada. No había nada. 

Mientras desayunaba junto a Pascualita que, fiel a su costumbre, se dejaba caer, una y otra vez, en su taza de cola cao desparramándolo por toda la cocina. - ¿Quién la educó? o mejor dicho ¿por qué no la educaron?, Pensé en la ausencia de los calcetines. Miré en la lavadora pero allí también encontré ninguno.  

De repente un OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO alarmado sonó en la estantería de Pepe el jibarizado. Miré a mi alrededor y, aunque fue una especie de flash lo que vi escondiéndose por un trozo de rodapie roto, pequeñísimo, grité:

- ¡Pompiliooooooo. Alto ahí! ¿qué has hecho con mis calcetines? 

Su vocecita llegó fuerte y clara a mis oídos, que aún tenían mucho de elefante africano. - ¡Mi trabajo! Y tu deberías hacer lo mismo, boba de Coria ¿No te da vergüenza tener tanto calcetín con tomates de a kilo? ¡Coselos, mujer, coselos! Me da apuro enseñárlos a mis amigos . Creerán que soy pobre de solemnidad.

Pasé por alto sus insinuaciones. - ¿Insinuaciones? (dijo el árbol de la calle a quien nadie había dado vela en este entierro) El duende inglès habla clarito. - Pues si no le gustan mis calcetines que no los esconda. - No le queda más remedio. Es el duende de Los-calcetines-desaparecidos-en-la-lavadora. 

- Pues me ha tocado la lotería. Si al menos no criticara... 

De la cocina me llegó el sonido de una taza estrellándose contra el suelo. - ¡¡¡PASCUALITA. LA MADRE QUE TE PARIÓ!!!

 

miércoles, 16 de marzo de 2022

Pascualita y sus recuerdos...

Todavía no puedo entrar en mi cuarto porque la electricidad estática ha montado una mascletá que me rio yo de las de Valencia. Y, para rematar la jugada, mi pelo baila jotas sin parar, a cual más bravía. Así que tengo un dolor de cabeza que no se lo deseo ni a Bedulio... bueno, a ese sí.

A Pascualita, cuando me vió el pelo-punky en movimiento, le dio un ataque de celos y no para de echarme buchitos de agua envenenada en cuanto me ve. Me paso el día evitándolos. Solo me ha impactado uno, en la oreja izquierda y ahora es como la de un elefante africano por lo que voy descompensada. 

Mi primer abuelito, viéndome tan apurada, me echó un capote: - Ponte al lado de la sirena y pásale un poco de tu electricidad. - ¡Me morderá! - Pues procura que sea en la otra oreja y matarás dos pájaros de un tiro: estará encantada con sus pelo-algas chispeantes y tu tendrás dos orejas iguales.

¡Que sabio es mi primer abuelito! 

Ahora quien se queja es el árbol de la calle porque le están cayendo encima paletadas de arena del Sahara. Y gratis. El Ayuntamiento se frota las manos pensando en el ahorro que le supone no tener que pagar por la tierra del Departamento de Parques y Jardines. Nunca llueve a gusto de todos.

Que pesado es el árbol. Estoy harta de oírlo. No puedo salir al balcón sin que me de la murga: - Yo quería tierra buena y ahora tengo arenaaaaa... ¡buaaaaaaaa! 

La que disfruta es Pascualita. Al ver la arena en el alcorque del árbol, saltó desde mi escote y se rebozó en ella. Tal vez le recuerde alguna estancia en lugares cálidos, a saber los siglos que hace, retozando en idílicas playas con el sireno de turno, cuando todavía quedaba alguno. 

El recuerdo debe ser agradable porque sus chisporroteos y calambrazos han redoblaron la intensidad...

 

martes, 15 de marzo de 2022

La electricidad estática ataca la muy jodía.

 Aún no habían colocado las calles cuando, un sutil chisporroteo, me despertó babeando. ¿Alguien estaba haciendo palomitas de maíz a esas horas brujas de la noche... en mi casa? Antes de decidirme a encender la lamparita de noche pensé en quién podía ser y solo se me ocurrió ¡la Cotilla!

Aunque se pasa la noche entera de trapicheos, debió tener buenas ventas, acabó pronto y ahora estaba en la cocina haciendo... pero no me cuadrabra. Suele acostarse en cuanto llega porque sus casi cien años ya le pesan un poco. 

El caso es que, al sentirme más despejada me di cuenta de que no olía a palomitas. Pero el chisporroteo persistía ¿Sería posible que llegaran hasta mi cuarto y mi subconsciente, el ruídito del estallido del maíz cocinado por alguna vecina? 

De repente, un pequeño fogonazo, una chispita de fuego fatuo (huuuy, que escalofrío) me obligó a pedile cuentas a mi primer abuelito: - ¿Estáis de jarana en el Más Allá? - No. ¿por qué? - Me ha llegado la luz de un cohete lejano... - Mientras hablábamos, aparecieron más chispas efímeras

- ¡Hala! (dijo el abuelito) ¡La fiesta es en tu cama, nena! La manta zamorana que te cubre está llena de electricidad estática ¡Mira, mira, tu pelo se ha levantado, puño en alto, pidiendo reivindicaciones! 

Encendí la luz, me miré en el espejo y, en efecto, el pelo cantaba La Internacional a voz en grito. Y no solo esto, sino que las chispitas vinieron a por mi. Trozo de manta que tocaba, calambrazo que me daba. Y como entre chispas, revoluciones y calambrazos no se puede dormir, no tuve más remedio que salir por pies de la cama y de casa para cobijarme bajo el árbol de la calle, liada en una toalla de playa de propaganda y sin chinchón para calentarme las tripas.

lunes, 14 de marzo de 2022

¡Dos años ya!

Me llamó la abuela: - "¿Sabes que día es hoy, nena?" - ¿Un día cualquiera del mes de marzo? - "¡¿Cualquiera?! Hace dos años que nos tuvimos que encerrar en las casas porque un puñetero virus coronado se dedicó a llevarse gente al Más Allá. ¡Dos años y tu sigues igual, sin comerte una rosca! Mi bisnieto ya debe estar cansado de esperar."

La abuela sigue sin perder la costumbre de apretarme las tuercas, poniéndo a prueba mi paciencia y mi tranquilidad porque me estresa muchísimo. - Estás cohartando mi libertad como persona física. - "¡Ja! Ay, deja que me ría JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA Y REQUETÉ ¡JA! Aaaaayyyyyy, que graciosa ereeeeeeeessssssssssssssss... ¡Quiero el bisnieto y lo quiero ¡YA!"

Que mujer más exigente. ¿A ver de dónde saco yo ahora un bisnieto?... Tendré que hablar con el señor Li porque en su tienda de los chinos tiene de todo lo habido y por haber. Y con la Cotilla porque en las sesiones de trapicheo hay cosas tan raras que, por qué no puede encontrar un bisnieto?

Más tarde me senté en la salita con Pascualita en el regazo y nos dedicamos a combatir el estrés a base de chinchones on the rocks y poco a poco, el sopor nos envolvió... Pascualita me presentó una hermosa madreperla de los mares del Sur. solo que, en su interior, en lugar de un bicho había un bisnieto. Así decía, por lo menos, el letrero que exhibia prendido en su jersey de rayas. - ¿Así que ésto es un bisnieto? Encantada de conocerte. ¡Pero si eres un niño, puro y duro. - Pues sí, boba de Coria. - ¡Oye, rico, un respeto a los mayores!

Fue una lástima no poder llevarme al niño-bisnieto-madreperlero a casa. Hubiese acrecentado las posibilidades de que fuera mía, por fin, la Torre del Paseo Marítimo y la abuela me hubiese dejado tranquila...

domingo, 13 de marzo de 2022

Abrazos a porrillo.

Veinticuatro horas nos tuvieron, a mi salvador y a mi, en observaciòn. A él para tratar de separarlo, en cuanto a mi se decantaron por mi cerebro. - Está bastante plano (comentó un médico) - Menos mal que su abuela nos ha dicho que ya nació así. - La de cosas raras que llega a ver uno en Urgencias...

Cuando dejaron de trastearme me quedé dormida. Entonces aprovecharon para deshacer mi abrazo de boa constrictor y soltaron al pobre chico que, según me contó la Cotilla, salió corriendo a tal velocidad que cruzó el mar, camino de Barcelona y más allá, sin apenas mojarse los pinreles.

Me ha quedado un traúma y abrazo todo lo que se me pone a tiro. Los vecinos ya están hartos y las vecinas más: - A mi marido ni tocarlo ¡Cuidaíto!

El árbol de la calle se encoje cuando me acerco a él - ¡Otra vez, nooooo! - Tengo que llenar el hueco que dejó mi salvador. - ¡La madre que lo parió! ¿Para qué extendería los brazos?

Hasta las bolas de polvo se esconden cuando me ven cerca. Pascualita está haciendo retiro espiritúal dentro del barco hundido y no le veo el pelo-alga desde el día del balconin.

Mi primer abuelito es el único que no me ha dejado aunque ha espaciado sus apariciones, además sus sudarios ya no son lo que eran. - ¿A qué viene ésto? (pregunté) - Es que pensé que vendrías al Más Allá... al no venir me he llevado una desilusión. - Óle, óle y olé ¡esto es un abuelito como Dios manda! - Después de ésta pequeña conversación ha vuelto por sus fueros y hoy ha venido rompedor. - El sudario es de Balenciaga. Hasta tiene cascabeles de plata que suenan a gloria.

 

sábado, 12 de marzo de 2022

¡Llueve!

Los extraños ruídos procedentes de la cocina eran los ronquidos de mi nevera. - ¿Te parece bonito dar un concierto a éstas horas? . No me queda más remedio porque voy al ralenty. - ¡Aaaayyyyy ¿No me digas que te estás estropeando, María Manuela?!

No me lo dijo pero sí, se rompió. Y mientras yo lloraba como una Magdalena el árbol de la calle se puso a canta, a voz en grito, el Aleluya. Huuuuy, aquello me sublevó y salí hecha un basilisco al balcón, a tanta velocidad que choqué con la barandilla, di una voltereta y mi cuerpo salió despedido dispuesto a estamparme contra la acera que ya se relamía la muy jodía... pero se le fastidió el festejo porque fui a dar en los brazos de un guapo mozo que pasaba por allí y, en ese mismo momento, los tenía extendidos.

En la calle se armó un batiburrillo de vecin@s comentando la jugada mientras yo me agarraba al cuello de mi salvador como una lapa a las rocas. En seguida llegaron la ambulancia y el policía de barrio, o sea, Bedulio.

Los enfermeros hicieron lo imposible para separarme de mi héroe porque la camilla no era de matrimonio pero no lo consiguieron, a pesar de los esfuerzos que hacía él. 

Antes de que se cerraran las puertas escuché alguno de los comentarios de los mirones: - Esta, con tal de dar la nota, ha hecho el pino-puente en la barandilla. Hay que ver lo que tenemos que aguantar sus vecinos. Podemos pedir una subvención al Gover para premiar nuestra paciencia. ¡Eso, eso! - La rúbrica la puso Bedulio: - Está aprendiendo a volar... ay, Señor.

El árbol me hizo llegar el motivo de su canción: - ¡Es que, por fin, está lloviendo, boba de Coria!

 

 

 

 

jueves, 10 de marzo de 2022

A la Cotilla se le ponen los pelos de punta.

 La abuela tiene un viejo reloj de cucú que heredó de sus abuelos. Cuando se casó con Andresito llevaba años sin funcionar, por eso lo dejó colgado en casa, en su cuarto. Y ahí sigue. Ahora es el hogar de las bolas de polvo. De vez en cuando alguna se asoma, creyéndose pajarito pero no dice ni pío.

Esta mañana, sin embargo, sí que ha cantado el cucú ¿El genuíno? vaya usted a saber. Murió mucho antes de nacer yo y viendo lo que hace mi primer abuelito ¿el espìritu del viejo cucú que ha vuelto del Más Allá?...

Al oìrlo todos hemos dado un respingo, menos el árbol de la calle que, aunque no lo reconoce, le sobran kilos y cambió el respingo por suspiros salidos de lo más hondo de sus raíces. 

Pascualita, asomada a la boca de la garrafa, levantó sus bracitos al verme. Pepe el jibarizado movió su ojo-catalejo hasta enfocarme  y soltar un OOOOOOOOOOOOOOOOO exigiendo que lo cogiera tambièn. Los comensales de la Santa Cena alargaron sus cuellos hasta el infinito y cuando las cabezas alcazaron la puerta de la habitación de la abuela, pudieron cotillear.

Otro tanto pasó con algunas ramas del árbol. Y la vidriera del balcón facilitó las cosas abriéndose hasta que consiguió que el reloj se reflejara en su cristal y pudiera verlo el árbol de la calle.

Las bolas de polvo fueron las únicas que se quejaron, primero por el susto que se dieron cuando el cucú cantó y después al darse cuenta de que esto pasaría cada media hora, noche y día. 

Me sentè en la cama de la abuela. Todos los ojos estaban puesto en la puertecita por donde aparecería el cucú para dar su miniconcierto. 

Mi primer abuelito llegó volando arrastrando los flecos de nuevo sudario de Coco Chanel, preciosísimo y se colocó medio metro sobre mi. ¡Cada media hora aplaudíamos a rabiar! El pajarito, emocionado, lloraba a moco tendido y se deshacía en reverencias. Jamás un cucú tuvo tanto éxito. 

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa!  - La voz de la Cotilla nos pilló en pleno aplauso y no la escuché. Entró a paso de carga en su habitación. - ¿A quién aplaudes, boba de Coria? - Al reloj. - ¿Por qué? - Vuelve a funcionar ¿no lo ve? - Imposible... sigue marcando la hora en que murió tu primer... abuelito. - Y se santiguó veinte veces seguidas y a toda velocidad.

miércoles, 9 de marzo de 2022

El pez que voló.

Estaba con Pascualita en la salita viendo los anuncios de la tele cuando salió un pez volador y la tranquilidad de la que disfrutábamos en esos momentos, se hizo añicos gracias al ataque de nervios que le entró a la sirena.

Empezó dando saltos mortales, cayendo siempre en mi vaso de chinchón on the rokc y dejándolo todo perdido! - Después se tiró contra la televisión con la dentadura de tiburón hacia afuera, como si quisiera comerse al pez volador, al que se veía volando hasta el infinito y ¡más allá!

- ¡¿Qué mosca te ha picado, coooooñe?! - Apagué la tele y fue peor el remedio que la enfermedad. Al final tuve que coger un cojín del sofá para usarlo como raqueta y mandar de un golpe a Pascualita al aparador y espere a que entrara, libremente, por el cuello de la garrafa donde vive... pero no fue tan sencillo porque primero se estrelló contra el espejo del aparador, después fue deslizándose hasta quedar medio tumbada.

Desafortunadamente, vio su imagen y los pelo-algas se erizaron, los ojos amenazaron con salirse de sus órbitas, el color blancuzco de su piel cambió a rojo, como una gamba a la plancha... Poco a poco se fue reponiendo, saltó hacia arriba impulsada por su potente cola de sardina, chocó contra la mesa de la Santa Cena quedándo KO. Su cuerpecito lacio entró limpiamente, al interior de la garrafa cuyo barco hundido abrió sus ojos de buey para que la sirena pudiera descansar en su interior.

Y todo éste jaleo ¿a santo de qué?: ¿por un pez con ínfulas de piloto de aviación?  Pero ¿había algo más?

La voz en off de mi primer abuelito llenó mis oídos de los sonidos que me transmitió: Uno de sus novios fue un pez volador antidiluviano. Era un tarambana que aprovechaba sus vuelos para ligar aqui y allí. Pascualita estaba al cabo de la calle de todo esto y el día que  decidió comerselo, el pez no volvió. Nunca más. Y no se encontró pista alguna porque en esos tiempos no se usaba éste método.

Han pasado muchos milenios y Pascualita sigue esperándolo... para comérselo.

 

 

 

martes, 8 de marzo de 2022

Día Internacional de la Mujer.

Llamó la abuela. - "Nena, felicidades" - ¿Es mi cumpleaños? - "¿No te dice nada el 8 de marzo?" - ¿Humm... ¿San José? - "¿Será posible que seas tan cazurra? Es el Día Internacional de la Mujer."

La abuela colgó refunfuñando. Que manía tiene con que me tengo que saber todas las fiestas del calendario. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Ay, vengo derrengada de limpiar cepillos de las iglesias... - ¿Ha sacado para invitarme a un chocolate con ensaimada? No me mire así. Hay que celebrar el día de la Mujer. - ¿Qué mujer? ¡Que te invite ella! Y saca el chinchón que vengo seca.

Pascualita salió a la superficie de la garrafa de agua de mar. Y lo hizo puño en alto. En seguida pensé: - Esta sabe algo que yo no sé: .- ¿Está reinvicando algo? - La cristalera habló: Es una sufragista desde sus años de juventud, cuando solo existían peces raros, sirenas y sirenos. Ya entonces ella luchaba por equiparar salarios entre ambos. Cansadas de escuchar discursos paternalistas, se pudieron manos a la obra dándose un atracón de sirenos. Y ese fue el principio del fin que acabaría con su especie.

La camarera del cuadro de la Santa Cena pegó un capón a uno de los comensales cuando éste dijo que cómo van a ganar lo mismo la mujeres que los hombres si solo ponen y quitan la mesa.

Aquello colmó el vaso. Fui a por la escoba y me lié a escobazos contra el bocazas. - ¡Perdón, perdón! (dijo el lumbreras) pero ya le estaba creciendo un chichón con ínfulas de Himalaya. 

De pronto, la voz de Pavarotti llenó mi casa cantando el Brindis de la Traviata. - Pero si este hombre ya caducó (pensé) Mi primer abuelito entró hecho un brazo de mar de lo elegante que iba. A su lado, Pavarotti, más delgado desde la última vez que lo vimos. Con decir que había cambiado el gran pañolón que solía llevar en sus conciertes por un paquetito de kleenex. 

Oyendo aquella voz maravillosa brindamos todos porque la igualdad no sea una utopía.

 

lunes, 7 de marzo de 2022

Historia del árbol de la calle.

 Una de las ramas del árbol de la calle llamó a los cristales de la ventana de la cocina. - ¿Qué pasa? (pregunté) - El árbol me envía a invitarte a que le cantes Las Mañanitas porque es su cumpleaños. 

No estaba yo para fiestas con la que está cayendo pero luego pensé ¿por qué no? A las penas, puñalás, dice el refrán. Me asomé al balcón e hice todo lo que pude para contentarlo pero, al poco de empezar la canciòn dijo: - ¡Para, para! Con la intenciòn basta, boba de Coria. - E inmediatamente empezó a hablar de sí mismo..

- Nací en fecha muy señalada en lo que después se llamaría América... - ¿Eres americano? No lo sabía. ¿Y que señalaba la fecha esa? - La llegada de Cristobal Colón... - ¡Con los hermanos Pinzones que eran unos mari... ¡neros! jajajajajajaja - Si vas a seguir por ahí ya puedes irte por donde has venido.

- ¡Jesús, que humos te gastas! Bueno ¿y qué pasó contigo? ¿cómo llegaste a éste barrio? - Yo era un esqueje minúsculo cuando me arrancaron de aquella tierra, me metieron en una carabela que se movía en el Atlántico al son que le tocaban las olas ¡Nunca olvidaré aquel mareo infinito que no terminó hasta tocar tierra en Sevilla!

- Tú has visto muchas películas. - ¿Cómo quiéres que te demuestre que te digo la verdad? ¿Con el carbono 14? - No, con Pascualita. - Noté como el árbol se estremecía de la copa a las raíces. - Ella a nadado en los siete mares y sabe lo que vale un peine. 

Fui a por la sirena diciéndole lo que quería saber, después la solté en una de las ramas a la que, en un abrir y cerrar de ojos, mordió como quién come una mazorca de maíz y la dejó monda y lironda. Como si hubiese pasado el caballo de Atila.

Masticó la madera para luego escupirla sin mirar a donde. Ese "donde" fue Bedulio que, en aquel momento pasó bajó mi balcón haciendo su ronda de Municipal de barrio. Al levantar la cabeza, indignado, me vió y me declaró culpable sin haberme escuchado. - ¡Te voy a poner una multa que se te va a caer el pelo! - ¡HA SIDO MI PRIMER ABUELITOOOOO!

Por el cambio de color de su cara, del rosado al blanco purísimo, supe que no habría multaaaaaa....

domingo, 6 de marzo de 2022

Mal negocio.

Estábamos celebrando la ruptura del orinal decimonónico cuando... - ¡Avemariapurìsimaaaaaa- ¿Que celebráis? (dijo la Cotilla asombrada de ver a mi familia reunída) 

Antes de que pudiéramos explicarnos vio el orinal encima de la mesa del comedor. Con los ojos como platos, se me acercó y me dio un pellizco mientras me decía: - ¡No te he dicho que no lo tocaras! ¡Nos denunciarán! - ¡Aaaaayyyyy Cotilla, que daño! No tema por el orinal ¡Mire! - Le di un empujón y ¡CATACRAC! Esta vez se hizo picadillo! - ¡¡¡BIEEEEEEN!!!  ¡¡¡OTRA, OTRA!!! (gritaban los abuelitos y la Momia)

Los ojos de la Cotilla hicieron chiribitas. Por fin pude explicarle lo acontecido aunque no quedó convencida del todo. Recogió los restos y , como la otra vez, los guardó en una bolsa del Súper. - ¿Para qué los quieres? (preguntó la Momia) - Para trapichear con ellos como si fueran restos romanos. - Allá tu...

Unos días después la Cotilla se llevó el orinal-Frankestein. Se la veía ilusionada por el negocio y el viaje que haría a su costa. 

En casa todo eran apuestas. El de las treinta monedas de la Santa Cena las apostó todas a que le daban un pastón por el orinal. - ¡Te vas a pillar los dedos! Guarda para cuando no haya. - ¡Bah, no me preocupa el porvenir! ... 

Bien temprano ya estábamos todos espabilados para ver la cara de la Cotilla cuando volviera del trapicheo. Incluso encendí velas, porque me lo pidió la cristalera, para hacer más fuerza y asegurarnos el triunfo. Pero la cara de la vecina, al entrar en casa, era un poema. Ella no dijo nada pero su boca se independizó del resto de la cara y largó lo que no está escrito.

Nos llevamos las manos a la cabeza, bolas de polvo incluídas. Quién lo tuvo más difícil fue Pepe el jibarizado pero levantó, poco a poco, el ojo-catalejo hasta ponerlo vertical y fue como si se tocara la cabeza

Cuando la boca acabó de poner a media isla a caldo, le pregunté: - ¿Qué tal ha ido el negocio? - Uno me ha dicho que se lo quedaba si le daba cinco euros. - ¿Usted a él? .- Sí... - ¿Y que ha hecho? - Se los he dado... - Judas desapareció del cuadro camino de un árbol dónde colgarse. - ¡Tio, que es domingo y hay Carrusel Deportivo! - Ah, vale (y volvió a su rincón)

sábado, 5 de marzo de 2022

¡Que cosas...!

 Me llamó la abuela. - "¿Qué le has hecho a Geooooorge, boba de Coria? Si lo has secuestrado ya lo estás soltando que tiene que llevarnos a El Funeral" - ¿Para qué voy a querer secuestrar al inglés? - "¿Para que te haga a mi bisnieto, por ejemplo?" - Ni se me ha pasado por la imaginación... 

Me asomé al balcón y vi como la grúa municipal se llevaba el precioso rolls royce de los abuelitos que seguía aparcado en la parada del bus. Parapetado tras una taza de té estaba Geoooorge. - Tendrás que ir a repescar el coche. - Mi, no. Yo estar in England. 

La Cotilla salió de casa para ir a trapichear. - ¿Se lleva el orinal de la bisabuelastra? - No. El engrudo tiene que secarse. Aún queda trabajo por hacer ¡Ni se te ocurra tocarlo!

¡Claro que lo toqué! Estaba hecho unos zorros. - ¡Aaaayyyy cuando se entere la Momia se morirá del disgusto! - El inglés ni lo miró. Entonces pensé que tenía que agarrar el rébano por las hojas y llamé a la abuela. Al oírme dijo: - "¿Vas a pedirme rescate por mi mayordomo?" - Voy a decirte la verdad... 

En ese momento, mi primer abuelito, envuelto en un sudario rojo pasión, se colocó detrás de mi. - Yo te cubro las espaldas, nena, que para eso soy tu abuelo. - A pesar de éstas preciosas palabras yo temblaba como una hoja en la tormenta. - El famoso orinal se ha echo cisco contra el suelo ¡Lo ha roto Geoooooge! 

El inglés se desmayó y los comensales de la Santa Cena aplaudieron a rabiar. - ¡Bravooooo! - El árbol de la calle se quejó: - Que vuelva a hacerlo que no lo he visto. - El pobre Geooorge abrió los ojos lentamente: - ¿Dónde estar mi? - En el suelo del comedor - ¿Ser comedor de Torre of London? ¿Cortar mi cabeza con hacha? - No lo sé. Depende del veredicto de la Momia, al fin y al cabo, el orinal es suyo... 

Llamaron a la puerta: - ¡Plis, no abrir! Mi querer cabeza en hombros. - No seas quejica, hombre. - En el rellano estaban los abuelitos y la bisabuelastra. - Huy, huy, huy... Se masca la tragedia, inglés. 

Los tres personajes entraron, serios y circunspectos, plantándose ante el mayordomo que debía tener la sangre en los pies porque, de tan blanco como estaba, se mimetizó con la pared. La Momia hizo un gesto, imperioso, con la mano para que se levantara del suelo. Cosa que consiguió con mucha dificultad y entonces ocurrió algo imprevisto: - ¡La Momia  lo abrazó y plantó dos sonoros besos en su cara gritando: - ¡¡¡GRACIAS!!! Era lo último que me ataba a mi marido ¡¡¡HASTA LUEGO, LUCAAAAAS!!!

viernes, 4 de marzo de 2022

Le llegó su final...

¡Por fin tengo, de nuevo, el orinal aristocrático en casa¿ Lo ha traído Geoooorge y, como de costumbre, su llegada ha sido recibida con bocinazos. - ¿Cuándo aprenderás a aparcar bien, alma de cántaro? - Mi saber pero rolls royce ser especial. Necesitar sitio grande. - ¿No sabes que ya no es inglés sino alemán? - ¡Yes, ´çf awtr! (eso es un taco inglés)

- Deja el orinal en la mesa del comedor y... - - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¡¿Otra vez el orinal en la mesa? ¡Trae acá! - Fue tal el cabreo de la Cotilla que, al tirar tan fuerte de él, se le cayò y se hizo decimonónicas trizas contra el suelo. - ¡¡¡OH, NOOOOOOO!!! (grité) - Hale, un trasto menos (dijo la vecina mientras yo me deshacía en lágrimas)

- ¡Ya no heredaré la Torre del Paseo Marítimooooo... ¡snif!... ¡buaaaaaaaaaaaaa! - Geoooorge había palidecido. - Madame... Momia matarme... a mi. Mi ir a England ¡ahora! -¿A pesar de... ¡snif!... el Brexit? - ¡YES! - Llévate los trozos y tíralos en el Canal de la Mancha.

La Cotilla fue a por la pala y la escoba. Barrió y guardó en una bolsa del Súper los restos del bonito orinal. - Haré pegamento con agua y harina, lo restauraré y lo venderé como una antigüedad del tiempo de los romanos. Con lo que saque me iré de viaje con el Inserso.

Al quedarme sola fui en busca de Pascualita que se puso echa un basilisco cuando agarré la garrafa de la copa del árbol y la entré en casa.

Tuve que poner el tapón porque no paraba de tirarme buchitos de agua envenenada. - ¡Para ya, coooñe! - Acabé yendo a por la botella de chinchón y eché un buen chorreón al agua de mar. Ahora Pascualita duerme, plácidamente, sobre las algas marinas.

 

jueves, 3 de marzo de 2022

¡¡¡Yuuuupí!!!

Le he preguntado varias veces a Pascualita si quiere volver a casa y no está por la labor. Que desagradecida y egoísta es éste bicho. Sin ella me siento sola y... ¡la añoro! aunque no sé por qué.

El caso es que estoy más tiempo en el balcón que haciendo mis tareas. La veo feliz rodeada de gorriones que le cantan las Mañanitas por la mañana y Esta noche vi llover, al anochecer. Y cuando se cansa se esconde en el barco hundido y santas Pascuas.

De repente me han entrado unos celos enfermizos y he montado en la salita, un altar del tipo de los Amigos de lo Ajeno que hace la Cotilla para su gurú cuando tiene problemas judiciales. Después de encender las velas, velitas y velones, he pedido a los cuatro vientos que soplen fuerte. Vamos, una cosa entre vendaval y huracán para que la sirena se de cuenta de que, estando en la copa del árbol puede caer al vacío, en cambio, en casa no puede pasarle nada de nada.

Y, de repente, una ráfaga alborotó la cortina, cerró de golpe las persianas de la ventana de la salita y subió las llamitas hasta casi el techo. Allí estaba mi primer abuelito viendo mis "brujerías" y a punto estuvo de arder como una falla. - ¡¿Qué haces, jodía?! (me gritó) y de un soplido apagó el fuego.

 En la calle la fuerza del viento arreciaba a más no poder. Salí al balcón a pesar de la oposición del ventanal, até el cinturón de la bata de andar por casa, a mi cintura y a los hierros de la barandilla para no salir volando. ¡Tenía que salvar a Pascualita porque me había pasado siete pueblos en mi petición!

Una de las veces que el viento apartó de golpe las ramas del árbol que me tapaban la visión de la garrafa escuché risotadas y gritos jubilosos. Horrorizada, vi como la garrafa salía disparada quedando enganchada en una de las ramas. Y empezó a dar vueltas como un molino mientras Pascualita hacía el OK con sus manitas palmeadas, disfrutando como una loca y siendo jaleada por los pajarillos que estaban, como ella, como una puñetera cabra.

miércoles, 2 de marzo de 2022

La mujer-gato.

 La potente voz del árbol de la calle retumbaba en las fachadas de las casas del barrio, en las carrocerías de los coches abandonados... esparciendo a diestro y siniestro la sensaciòn de miedo que lo atenazaba.

- ¡¡¡SOCORROOOOOOOOOOOOOOO. ME HAN INVADIDOOOOOOOOOO!!! 

Los vecinos nos asomamos a balcones y ventanas. - ¿Han venido los rusos a Palma? ¿En la barriada de Pere Garau? ¿Para qué? Como hoy vienen a vender los payeses querrán verlo de cerca. Pues si quieren fotografiarme comprando naranjas de Sóller ya pueden ir aflojando la pasta. A cinco euros la foto. Qué barato te vendes. Vale, pues a veinte euros. Así ya vale la pena...

Hablaban mucho pero nadie había visto un ruso subido en un tanque. - En la tele sí... 

Al final alguien pensó que el árbol de la calle estaba pitopausico y dejamos de preocuparnos. Pero yo estaba en el balcón y me hizo partícipe de sus miedos. - Me han invadido los pies, boba de Coria. - Mira que eres exagerado... no veo ningún ruso. - Es una mujer. - Y una rusa tampoco, arbolito de mis entretelas.

Respiró hondo antes de instarme a mirar a su pie. - ¡Es una de esas mujeres-gato! - Yo solo vi a una vecina mayor poniendo de comer a los gatos callejeros. - ¡Las ratas corretean por mis raíces y no me dejan en paz. ¡¡¡MIRA, ESTÁ SUBIENDO UNA POR EL TRONCO. SE COMERÁ A LA SIRENA!!!

Pascualita observaba desde la boca de la garrafa y como una fiera corrupia, escupió agua envenenada a la rata que chilló y a punto estuvo de trastabillar. Pero la sirena no suelta una presa. 

Era ya media tarde y la sirena dormía a cola suelta mientras seguía haciendo la digestión... 

martes, 1 de marzo de 2022

Observando el horizonte.

Al acercarme a la garrafa de agua salada que, de momento, es la nueva "casa" de Pascualita hasta que me devuelvan el orinal decimonónico, la sirena ha sacado la dentadura de tiburón a pasear y se me han puesto los pelos de punta ¡podría haberme quedado sin dedos!

El árbol de la calle dejó oír su voz. - Deja al pobre bicho, boba de Coria, que está muy a gusto conmigo. - Solo quiero darle de comer... - Tuve que enseñar el botecito de pienso para peces a la medio sardina, para que me dejara acercarme.

Desde detrás de una cortina estuve observando como transcurría el día de Pascualita. Se pasó horas asomada a la boca de la garrafa. Desde la copa del árbol tenía una amplia zona de observación. Algunos gorriones le cantaban jotas aragonesas para entretenerla. Una gaviota, harta de comer restos de bocadillos de los patios de los colegios del barrio, aterrizó junto a la garrafa. Tenía el buche tan lleno que una ramita lo tomò por el bombo desgajado de una orquesta sinfónica y no dudó en golpearlo a ritmo de samba.

La verbena estuvo servida. El árbol de la calle dejó sentir su voz imitando a El Fari en Torito bravo. Fue todo un triunfo. Incluso uno de los vecinos que pasaba bajo mi balcón, dijo: ¡A ese le cortaba yo las dos orejas y el rabo ¡Óleeeeee!

Temiéndose lo peor el árbol cambió de tema pasando a contar el cuento de La Lechera, de Nestlé. Esto hizo que nos relamiéramos y se nos hiciera la boca agua. Y acabé yendo a por la fregona porque las babas de los de casa inundaban todos los rincones.

Cuando la cortina tras la que observaba se quejó: - ¡Que pesada eres, tía! (me dijo) - no me quedó más remedio que sentarme en el sofá de la salita y dormir una reparadora siesta.