jueves, 17 de marzo de 2022

Pompilio hace su trabajo.

Recién levantada, he rebuscado en el cajón de los calcetines buscando unos que ponerme pero mi mano solo tocaba el vacío. No me ha quedado más remedio que quitarme las legañas y echar una ojeada. No había nada. 

Mientras desayunaba junto a Pascualita que, fiel a su costumbre, se dejaba caer, una y otra vez, en su taza de cola cao desparramándolo por toda la cocina. - ¿Quién la educó? o mejor dicho ¿por qué no la educaron?, Pensé en la ausencia de los calcetines. Miré en la lavadora pero allí también encontré ninguno.  

De repente un OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO alarmado sonó en la estantería de Pepe el jibarizado. Miré a mi alrededor y, aunque fue una especie de flash lo que vi escondiéndose por un trozo de rodapie roto, pequeñísimo, grité:

- ¡Pompiliooooooo. Alto ahí! ¿qué has hecho con mis calcetines? 

Su vocecita llegó fuerte y clara a mis oídos, que aún tenían mucho de elefante africano. - ¡Mi trabajo! Y tu deberías hacer lo mismo, boba de Coria ¿No te da vergüenza tener tanto calcetín con tomates de a kilo? ¡Coselos, mujer, coselos! Me da apuro enseñárlos a mis amigos . Creerán que soy pobre de solemnidad.

Pasé por alto sus insinuaciones. - ¿Insinuaciones? (dijo el árbol de la calle a quien nadie había dado vela en este entierro) El duende inglès habla clarito. - Pues si no le gustan mis calcetines que no los esconda. - No le queda más remedio. Es el duende de Los-calcetines-desaparecidos-en-la-lavadora. 

- Pues me ha tocado la lotería. Si al menos no criticara... 

De la cocina me llegó el sonido de una taza estrellándose contra el suelo. - ¡¡¡PASCUALITA. LA MADRE QUE TE PARIÓ!!!

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario