lunes, 28 de marzo de 2022

El termo de los chinos.

 He ido al cuartel de los Municipales a poner una denuncia contra el ladrón que me ha robado una hora. Me llevé a Pascualita en el termo de los chinos para que aprenda a hacerlo por si regresa algún día a su hábitat y le ocurre algo así, sepa como actuar.

Pensé que solo a mi se me había ocurrido denunciar el hecho pero, al llegar al cuartel, había una cola de ciudadanos que salía a la calle, se alargaba hasta la esquina y la doblaba. Hice como que no la había visto y entré en la oficina... de donde fui despachada, con cajas destempladas, por el personal y la gente que esperaba. Total, que me dieron las diez y las once, las doce, la una, las dos y las tres esperando... y llegamos a casa con hambre canina, la sirena y yo.

Abrí una lata de abóndigas con tomate y comimos juntas hasta que... - ¡Avemariapurísimaaaa! - A la velocidad del rayo cogí a Pascualita y la lancé haciendo molinete con el brazo, hacia el aparador donde está la garrafa con agua de mar. Fallé por muy poco, por culpa de la medio sardina que ha engordado algunos gramos y pasa justa por el gollete. 

Cuando la Cotilla entró en el comedor y vio las albóndigas ya no tuvo ojos para nada más, afortunadamente porque, en ese momento, Pascualita mordía el pan, de yeso, de la mesa de la Santa Cena ante el evidente cabreo de los comensales que veían como se quedaban a dos velas porque, lo que es un plato de comida, nunca he visto ninguno en esa mesa.

Llamaron a la puerta. Era el señor Li que venía dispuesto a comprarme el termo de los chinos que, años atrás, le había comprado yo a él. - ¿Está embarazado y anda de antojos? - Tu sel tonta, boba de Colia. - Es un termo viejo y usadísimo. Déme cinco mil euros y será suyo. - Mi sel chino, no tonto. Si tu no dal telmo, yo quital con mafia china. 

- Me lo pensaré. - ¡¿Tu pensal?! jajajajajajajaja ¡No sabel! Yo dalte a ti cien euros y punto pelota. - Me puse muy seria y repetí: - Ahora voy a dormir la siesta, después me lo pensaré. - 

Me repantingué a el sofá de la salita y dormí como un querubin.

 

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