viernes, 4 de marzo de 2022

Le llegó su final...

¡Por fin tengo, de nuevo, el orinal aristocrático en casa¿ Lo ha traído Geoooorge y, como de costumbre, su llegada ha sido recibida con bocinazos. - ¿Cuándo aprenderás a aparcar bien, alma de cántaro? - Mi saber pero rolls royce ser especial. Necesitar sitio grande. - ¿No sabes que ya no es inglés sino alemán? - ¡Yes, ´çf awtr! (eso es un taco inglés)

- Deja el orinal en la mesa del comedor y... - - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¡¿Otra vez el orinal en la mesa? ¡Trae acá! - Fue tal el cabreo de la Cotilla que, al tirar tan fuerte de él, se le cayò y se hizo decimonónicas trizas contra el suelo. - ¡¡¡OH, NOOOOOOO!!! (grité) - Hale, un trasto menos (dijo la vecina mientras yo me deshacía en lágrimas)

- ¡Ya no heredaré la Torre del Paseo Marítimooooo... ¡snif!... ¡buaaaaaaaaaaaaa! - Geoooorge había palidecido. - Madame... Momia matarme... a mi. Mi ir a England ¡ahora! -¿A pesar de... ¡snif!... el Brexit? - ¡YES! - Llévate los trozos y tíralos en el Canal de la Mancha.

La Cotilla fue a por la pala y la escoba. Barrió y guardó en una bolsa del Súper los restos del bonito orinal. - Haré pegamento con agua y harina, lo restauraré y lo venderé como una antigüedad del tiempo de los romanos. Con lo que saque me iré de viaje con el Inserso.

Al quedarme sola fui en busca de Pascualita que se puso echa un basilisco cuando agarré la garrafa de la copa del árbol y la entré en casa.

Tuve que poner el tapón porque no paraba de tirarme buchitos de agua envenenada. - ¡Para ya, coooñe! - Acabé yendo a por la botella de chinchón y eché un buen chorreón al agua de mar. Ahora Pascualita duerme, plácidamente, sobre las algas marinas.

 

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