jueves, 24 de marzo de 2022

El mundo.

 En el barrio se habla de que están podando toda clase de árboles y plantas, sea ésta época de podar o no. _ ¿Te habías enterado de esto? (pregunté al árbol de la calle) - Será un bulo como tantos otros (respondió Calixta, la lista) - Y se concentró en sacudirse las hojitas muertas durante un buen rato. El mismo que esperé yo por si decía alguna otra cosa.

Después metí a Pascualita en el termo de los chinos, el de siempre aunque esté muy pasado de moda y no en la horterada que le compró la abuela ¡dorado y con lucecitas!, un día que, sabiéndose rica, creyó que era la Reina de Egipto. 

La sirena entró a presión en el termo por eso no le puse el tapón y pudo ver el caleidoscopio de gentes de aquí y de lugares lejanos que dan vida a las calles de mi barrio. 

No encontramos nada fuera de lo común: tiendas cerradas, tiendas abiertas, negocios nuevos, colas en la administración de loterias e ilusión en las miradas de los que iban a ver si, por fin, eran millonarios. Decepción cuando salían de allí. Tiendas chinas, tiendas africanas, tiendas paquistanís, tiendas árabes. Niños de todos los colores y lenguas del mundo, jugando juntos y revueltos al fútbol. Madres vestidas con saris, otras con ropa africana, pañuelos a la cabeza y casi tod@s con la mascarilla puesta. Hombres compartiendo añoranzas e ilusiones con otros llegados de otros lugares... La isla no es muy grande pero en ella cabe el mundo entero.

Al dar la vuelta a una esquina encontramos a los podadores. La sierra mecánica, absolutamente fuera de sí, cortaba sin ton ni son al grito de: - ¡Otra que cae! - refiriéndose a las ramas aunque a mi me recordó a la gente arremolinada a los pies del cadalso de la guillotina durante la Revolución Frances. Hasta Pascualita se asustó e intentó esconderse dentro del termo.

Corrí hasta casa. El árbol de la calle seguía tan pancho meciendo sus ramas al ritmo sabrosón de una suave brisa. - Le grité: - ¡¡¡Están cortando cabezas!!! ¡¡¡Vendrán a por ti!!!

Nadie, ni siquiera los vecinos, se dieron por aludidos. Algun@s movían la cabeza como diciendo: - Ya está la tonta ésta con sus milongas. - Solo Bedulio puso pies en polvorosa desapareciendo por la esquina más cercana. 

- Abuelito ¿le has hecho algo? - A mi que me registren. Me estaban probando un nuevo sudario m.a.r.a.v.i.l.l.o.s.o.


 

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