viernes, 18 de marzo de 2022

Calcetines viudos.

¡La que se ha liado en casa! Resulta que, cuando en Palma hizo mucho frío, la abuela le regaló un gorrito de lana a Pascualita y ella lo guarda como oro en paño en el barco hundido. Bueno pues ¡ha desaparecido! Por su modo de actuar cree que se lo he quitado yo y en cuanto me tiene a tiro me tira buchitos de agua envenenada. - Pero a ver quien es la guapa que consigue meterle esa idea en la cabeza cuando ella está convencida de lo contrario.

Pedí ayuda a mi primer abuelito para esclarecer el entuerto - Va a ser difícil, nena, porque me ha contestado que qué voy a decir yo si soy tu abuelo. 

El árbol de la calle, que no pierde el tiempo cuando se trata de meter baza, dio con la solución: - Yo diría que el ladrón es Pompilio. - ¡Ay, sí! abuelito, cuéntaselo a Pascualita, porfi.

La actitud de la sirena cambió radicalmente, aunque no me pidió perdón ¡faltaría más! 

Haciendo palanca cn su poderosa cola , salió disparada de la garrafa como un cohete espacial, cayendo en la mesa del comedor y de allí al suelo, luego reptó camino del agujerito del rodapie por el que vimos meterse al duende inglés el otro día.

Cuando Pascualita salió del escondite llevaba consigo cantidades industriales de calcetines viudos. Todos acabaron dentro de la garrafa que yo había rellenado.

¡Que gritos dio el duende cuando encontró su cueva de Alí Babá, vacía. Se encaró con todos nosotros. Sobre todo con los comensales de la Santa Cena porque, al verlos solo con sandalias, pensó que se habían vengado de él.

- ¡Calla ya, miniatura! - ¡Quiero mis calcetines! ¡Son mios! ¡Ladrones!... - Llené una copa de chinchón on the rocks, metí al mini inglés dentro. Y se hizo el silencio... Después, mientras dormia la mona yo me peleaba con Pascualia porque no quería darme mis calcetines reencontrados.

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