miércoles, 31 de enero de 2018

Equiparación de sueldos.

- "¡Nena, pon la cafetera al fuego que ahora vengo!" - Pero... si es de noche y estaba durmiendo... - "Pero ya estás despierta. ¿Y no se puede tomar un café de noche, boba de Coria?!" - ¿Por qué me quedé en nieta única, Señor?

Entró en casa como un elefante en una cacharrería. - "Me gusta el olor del café por las mañana ¡Y no lo huélo! ¿No me digas que no te has levantado?" - Sus gritos me separaron de los brazos de Morfeo donde dormía a pierna suelta. Iba a protestar enérgicamente por la intrusión de la abuela en mi descanso nocturno cuando las mantas volaron lejos de mi y el dedo de la muerte tocó mi barriga ¡Estaba helado y mojado! Aterrorizada grité con todas mis fuerza mientras intentaba encontrar el interruptor de la lamparilla de noche -  ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAH!!! - "¡Calla que despertarás al barrio entero! Y no te muevas tanto que aplastarás a Pascualita"

Respiré aliviada. El "espectro frío" que  me había tocado era la sirena, a la que también había despertado, violentamente, la abuela. El bicho estaba tan desconcertado que se le olvidó morderme.

Salté de la cama. En el dintel de la puerta de  mi cuarto, la abuela tamborileaba los dedos en sus brazos. - "¡Venga, que es para hoy!" - Si quiéres café de madrugada que te lo haga Geooorge, que para eso es tu mayordomo y le pagas.

Fui andando, como una borracha, hasta la cocina y mientras preparaba la cafetera, la abuela puso a Pepe y a Pascualita encima de la mesa para que se enteraran de todo. - "He discutido con Andresito y lo he echado de casa" - ¡Aquí no está! - "Está en la Torre del Paseo Marítimo. En cuanto a visto el frío que hace ha dicho que se irá en verano" - ¿Has venido a... quedarte ¡aquí!?

Afortunadamente, no pensaba quedarse. Se iría después del café. - ¿A qué ha venido la discusión? - "A la equiparación de salarios hombre-mujer. Le he dicho que quiero cobrar lo mismo que él. A igual trabajo, igual sueldo" - ¿Y qué ha dicho? - "¿Qué de qué sueldo hablo?" - Eso digo yo. Estás jubilada y eres rica. Vives como una reina. - "¡Eso mismo ha dicho él! - ¿Y de qué trabajas? - "De jubilada rica, como él. Por eso quiero que me paguen los mismos dividendos que a él de los Consejos de Administración a los que pertenece ¡Y me ha dicho que NO puede ser! Me he puesto como un basilisco ¡¿Por qué soy mujer? ¿Por qué el Pinocho Mayor del Reino ha dicho que "mejor no tocar eso" ¿Por qué, por qué, POR QUEEEEEEEE?" - ¿Te lo ha dicho? - Se había dormido.

martes, 30 de enero de 2018

Hacen las paces.

La abuela se ha presentado en casa con una bandeja de ensaimadas recién hechas y sonrisilla de conejo. La Cotilla y yo, al otro lado de la mesa de la cocina, éramos la pura estampa del ciudadano ofendido. - "Holaaaaaaa... Mirad que os traigo... Hummmm, que bien hueeeeelen..." - ¿Intentas comprar nuestro perdón, abuela?- "¡Intento envenenaros, hijas de Satanás! A punto estuvisteis de acusarme de lo de mi primer marido"

Mientras dábamos buena cuenta de la bandeja de ensaimadas, Pascualita nos contemplaba desde el frutero donde la coloqué en cuanto la abuela anunció su visita. El bicho me enseñó varias veces los dientes al ver que ella no participaba de la merienda. Con disimulo le fui pasando trocitos de ensaimada que devoraba rápidamente. La Cotilla se mosqueó. - ¡Dile a tu nieta que frene un poco! Nos lleva dos ensaimadas de delantera y a éste paso no podré llevarme ninguna para vender por ahí.

Señalando una bolsa de plástico que colgaba de su silla, la abuela dijo. - "Me he comprado un borreguito" - ¡¿En serio?! ¡¿Un Norit?! ¡Quiero verlo. Quiero verlooooo! - ¡Que cruz tienes con tu nieta! ¿Qué hace un borreguito en una bolsa de plast... ? ¡O no! ¿Qué le has hecho? - "Aparte de comprarlo, nada. - ¿Lo vas a meter al horno? - "¡Ni hablar!" - Entonces tuve una visión de lo peor que me podía pasar. - ¿No lo habrás comprado para dejarlo aquí, verdad? Porque no estoy dispuesta a sacarlo a pasear todos los días ¡¡¡Me niego!!!

- "No eres más tonta porque no te entrenas, boba de Coria. ¡Es un chaquetón! amoroso, suave, sonrosado, de pelo rizado, de tacto tan agradable que no se puede dejar de tocar. Por eso me lo pondré ésta noche para ir a El Funeral jijijijijijiji" - ¿Para presumir? - "Sí" - ¿Para dar envidia? - "También" - ¿Para que te toquen? - "¡Síiiiii! jajajajajajaja" - ¿Brindamos por ello? - ¡¡¡Brindemos!!! ¡Cotilla, no beba a morro!

lunes, 29 de enero de 2018

El juicio.

El juez resultó ser jueza. - Empezamos bien (me dije) - Y es que pensé que al juez podría camelármelo y quién sabe, convertirlo en el padre del biznieto. ¿Sería ésta una premonición de que las cosas irían mal para nosotras?

Cuando llevábamos un rato sentadas en el banquillo, la Cotilla y yo, apareció la abuela. Se dirigió, directamente, a la mesa de la jueza y señalándonos, dijo: - "Que conste que no conozco a ninguna de éstas dos delincuentes. Soy una señora y éstas... no sé ni como calificarlas ¿gentuza?" - ¡¡¡ABUELA!!! (grité)

- "¡Me ha llamado abuela! ¡Me está calumniando!" - La Cotilla aprovechó la ocasión. - ¡Cuéntale como acabó tu primer marido! - "¡Señora jueza, pare éste despropósito o se le irá el juicio de las manos!" -

La jueza agarró el martillo y a punto estuvo de cargarse la mesa con tato golpe. - "¡Siéntese, señora!" - ¡¡¡Aquí con nosotras. En el banquillo!!! -  (la Cotilla y yo nos lo estábamos pasando pipa) - ¡No os podéis hacer a la idea de lo emocionada que estoy, sentándome en el banquillo como Luis Bárcenas! ¡Estará orgulloso de mi!

La jueza perdió el color. - ¿De qué habla la acusada? ¡¿No me digas que, de un simple robo de unas flechas, voy a pasar a juzgar una parte de la Trama Gurtel? (le preguntó al Fiscal, que hizo muecas de ¡a mi que me registren!)

Bedulio, que también estaba presente, se levantó de un salto, gritando: - ¡Lo sabía! Ya han montado otro sarao ¡Yo me voy porque acabará saliendo el espíritu del abuelito primero!

Con la voz ya ronca, la jueza seguía pegando porrazos a la mesa - ¡¿También espiritismo?! ¡¡¡BASTA!!! Haremos un receso... o me va a dar algo.

Finalmente el juicio se aplazó, entre otras cosas porque Bedulio dijo que se iba y se fue. También porque Pascualita (la abuela la trajo en el termo de los chinos para que aprendiera lo que era un juício para cuando vuelva a su hábitat en el fondo del mar, por si hay algo que juzgar) saltó sobre el fiscal, harta de oír el griterío y porque lo tenía a tiro, y le mordió en salva sea la parte. Total que el pobre, después del espectáculo circense de saltos, carreras, gritos, lloros y moqueos que nos dio, no pudo sentarse porque toda aquella zona trasera se estaba convirtiendo en un inmenso "cojín" digno de admirar. Además tuvo que sufrir el tirón al arrancar a la sirena de tan "sabroso" bocado, del que se llevó un trocito que saboreó mientras la abuela la escondía en su escote.

Después supimos que el juicio se daba por terminado. Nadie estaba por la labor de ser mordido por el "ánima del primer abuelito" ... Y aquí paz y después, gloria.


domingo, 28 de enero de 2018

Tenemos una cita.

Cada vez que paso cerca de Pascualia me escupe un chorrito de agua envenada la muy jodía. Es una rencorosa recalcitrante. No se le olvida que la escaldé con agua caliente. Y por mucho que le he explicado que no fue culpa mía sino de la Cotilla que me puso frenética, no se da por enterada. Así que voy todo el día con las gafas de sol puestas. Incluso cuando está nublado las llevo y me voy dando golpes contra los muebles porque no veo nada.

Han traído una carta certificada del Juzgado, con la fecha y hora en que tenemos que ir, la vecina y yo, a declarar sobre el robo de las flechas del Santo - ¡Pero si no he robado nada! (me quejé, rabiosa) ¡Se va a enterar el Juez cuando me tenga delante! - Esto se lo dije a Pepe, que me contemplaba desde su estantería de la cocina. Pero es un personaje que no se inmuta para nada. Debe pensar que bastante tiene encima como para preocuparse por los problemas de los demás. Un egoísta total, vamos

Me enfadé con él: - ¿Así que, ande yo caliente y ríase la gente? ¡¡¡EGOISTA!!! ¿Qué tiene que ver que solo tengas cabeza? Al fin y al cabo, vives en mi casa, comes y bebes... Bueno, a decir verdad, ni comes ni bebes de lo mío aunque sí en sentido figurado. ¿Ves como sí quiero, te pongo en evidencia?

No puedo negar que tiene muy aprendido el oficio de escuchar. Te deja hablar para desahogarte, sin interrupciones Y al final te quedas como nueva... Pero, cuando estoy metida en un lío, me gustaría que sintiera un poquito de empatía hacia mi.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! - Carta para usted. - ¿De algún admirador? - Quién sabe. Es una cita... con la Justicia. - Así que era verdad lo de la denuncia. Bien pues, dónde las dan las toman. Mañana le daré una sorpresa al cura "limpiándole" los cepillos de su iglesia. - ¡Cotilla, no líe más la madeja!

Delante del juez fingiré no conocer a la vecina de nada... Tengo que reconocer que tengo mariposas en el estómago... ¿Me estaré enamorando del Juez sin conoceerle? Seguro que la toga le sienta como un guante. ¡¡¡Aaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyy que nervios!!!

sábado, 27 de enero de 2018

Escaldada.

Ya estamos otra vez con el frío a cuestas. Esto es un no parar. He tenido que poner agua caliente en el acuario porque Pascualita se estaba poniendo azul. Y no es un color que le vaya bien a su cara.

El caso es que cuando la estaba calentando ha llegado la Cotilla. - ¿Vas a hacer té? - ¿Quiere uno? - A mi no me duele la barriga (contestó orgullosa) - Entonces por qué pregunta. - Porque veo que estás calentando agua para un regimiento. ¿Cuántos litros caben en ésta olla? ¿cinco, seis...? ¿Quién va a venir? - Nadie.

- ¿A qué viene tanto misterio? - Ni misterio ni nada. Usted se ha montado una película y da por echo lo del té - Entonces ¿para qué quieres tanta agua? ¿para bañarte? - ¡Para un cocido, coñe! - O sea que seréis un montón y no has sido capaz de invitarme. Después de las penurias que hemos pasado juntas en aquella celda inhóspita en la que nos encerraron sin razón... ¡hip!.... - ¡Que dramática es, Cotilla! Lo del cocido ha sido una coña para que se callara. - ¡YA!

A todo ésto, el agua empezó a hervir. Apagué el fuego. La Cotilla se sentó en la mesa de la cocina, muy tiesa y con la antena puesta. - ¿No se tiene que ir? - Esperaré a que lleguen los invitados. Tengo curiosidad por saber quiénes son... - ¡Que obtusa es, por favor!

Empecé a ponerme nerviosa porque mientras estuviese en casa no podía calentar el acuario y la sirena sucumbiría de hipotérmia. - ¡Venga, le pongo un café y se larga de una vez! - ¡¿Ves?! Estás nerviosa. Señal de que ocultas algo... La experiencia es un grado y cuando tú vas, yo vuelvo ¡Lo sabía! aquí hay gato encerrado.

La mandé a la salita y le ofrecía la botella de chinchón. Un rato después dormía como un ceporro. Aproveché entonces para cambiar el agua del acuario. Mientras quitaba la fría puse la otra a recalentar y acto seguido, volqué la caliente. Demasiado caliente debía estar porque Pascualita, de un saltó mortal con triple tirabuzón estilo resorte, acabó sobre la mesa del comedor. - Huuuuuy jajajajajaja ¿Te has escaldado, sardinita? ¡A punto has estado de convertirte en sirena hervida. ¡Oye, pues con unas patatitas y mahonesa serías un buen menú! - La mirada que me hechó hizo que se me erizara el vello.

El timbre del teléfono despertó a la Bella Durmiente. Era Bedulio. - Ya tenemos al ladrón de la bolsa de la Cotilla. - ¿Estaban las flechas? - Faltaba una. El tipo la había colocado en un viejo reloj de pared de su casa al que le faltaban las saetas. - ¡Que sinvergüenza! (se enfadó la Cotilla) ¡¿Te pagó el borracho el bocadillo de choped?!

Antes de colgar, el Municipal nos dejó con mal sabor de boca. - El cura os ha puesto una denuncia por robo. - ¡¡¡¿Pero por qué?!!!  ¡Nunca he "limpiado" un cepillo de su iglesia! - ¡Y yo menos! -  Y escuché la risa de Bedulio mientras decía - ¡Dónde las dan, las toman! - y colgó el teléfono.


viernes, 26 de enero de 2018

La Cotilla ataca.

La Cotilla y yo pasamos toda la noche en una celda en compañía de otros parias de la tierra como nosotras. La vecina, nada más ser encerrada, reclamó el bocadillo de choped que le correspondía. Al principio no le hicieron ningún caso pero pronto se arrepintieron porque, en cuestión de comida, la Cotilla es como la gota malaya, que no cesa hasta horadar el cráneo del prisionero, en éste caso, los oídos y los nervios de los municipales.

Le trajeron uno pero no quedó contenta: - ¡¡¡Quiero  otro. Quiero otrooooooo!!! - Bedulio fue el encargado de encararse con ella. - Cuando se coma éste y sí se queda con hambre, ya le traerán otro. - ¡¡¡Lo quiero AHORA!!! Vais a meter más gente aquí y les podré vender el bocadillo troceado ¡No ves que no llego a fin de mes!

Harta de estar ahí metida, llamé a Bedulio a gritos. - ¡¡¡Bedulioooooooo. Bedulioooooooooo!!! - Sus compañeros se partían de risa - ¿Qué pasa? (les pregunté) - A nosotros nos dice que se llama Mario Alberto jajajajajajaja a pesar de que todos sabemos que no.

Se presentó con cara de pocos amigos. - Llama a mi abuelito, por favor. - ¡No empieces con tus fantasmas! - Andresito. Y dile que nos saque de aquí. - Primero tenéis que declarar. - ¡No tenemos que declarar nada ¿verdad, Cotilla? - ¿Si declaro me soltarán? Pues vale. ¡Esta le quitó las flechas al Santo y yo las he vendido! Y nos tenéis encerradas en vez de dedicaros a buscar al ladrón me robó la bolsa porque allí van las últimas flechas que me quedan, que ya están vendidas y cobradas. - ¡¡¡Cotilla, cierre la boca!!! - ¡Ni hablar! (apuntó con el dedo índice al Municipal) Quiero que sepas que si el cliente me demanda, la Justicia caerá sobre vosotros por no hacer nada con mi denuncia ¡Y que conste que mi cliente es un ricachón del barrio bueno de Palma!

Noté que la inquietud se adueñaba de Bedulio. - ¿Quién es? ... ¿Trabaja en el Ayuntamiento? ¿o en el Palacio Episcopal? ¿o tiene un Banco? ¿o en el Consell? ¿o en el Consulat de la Mar? ¿o... ? - ¡No pienso decirte nada más hasta que no me traigas al ladrón!

Poco después el rolls royce aparcó frente al cuartel de los municipales, nos recogió y salimos zumbando de allí, pero antes la Cotilla le dio un recado a Bedulio. - El borracho de la cazadora vaquera, me debe cinco euros. Que no se te vaya sin pagar. - ¡¿Le ha cobrado cinco euros por un trozo de bocadillo?! - Quien algo quiere, algo le cuesta. Tráeme el dinero a casa de ésta.

Una vez en el rolls royce, preguntó a Geoooorge: - ¿Hay chinchón, inglés? - Yes, madame. - Pues ya estás tardando en sacarlo.



 


jueves, 25 de enero de 2018

¡Presas!

Le dije a la Cotilla que iba a ser detenida en cuanto el Municipal dejara de gritar.

- ¡No puedo ir a la cárcel! ¡Tengo mis años! - ¡Ajá! ahora reconoce que es más vieja San Antón. ¡Igual que la abuela! - ¡Eso lo has dicho tú! - Y asustada por la represalia que pudiera caerle de la abuela, se giró para salir corriendo escaleras abajo pero... la manaza de la Ley le cerró el paso.

A pesar de la herida sangrante que le causé al desprender a Pascualita de un tirón seco y de que la mano ya era más grande que un pan de dos kilos, Bedulio cumplía con su obligación. Con la mano taponó la salida a la Cotilla. Esta se encabritó, abrió la boca e imitando el grito de Tarzán, nos dejó sordos.

Ahora el escándalo era a dúo. Los vecinos, espantados, entraron en sus casas y cerraron con llave. Yo iba a hacer lo mismo cuando vi subir a un chico jóven y desconocido, que no estaba mal del todo. Al llegar a la altura de la Cotilla tiró con fuerza de su bolsa y salió de estampida.

Todo fue tan rápido que no reaccionamos. La vecina añadió al grito de Tarzán el de ¡¡¡Ladróoooooon. Ladróooooooon!!! - Las puertas de los pisos se abrieron de nuevo - ¡¿Qué ha pasado?!

A empujones metí en casa al Municipal, que apenas se enteró a causa del dolor y del espanto con que se miraba la mano que continuaba creciendo, y a la Cotilla. La salita se convirtió en un mar de lágrimas y lamentos. - ¡Me estáis poniendo el suelo perdido, coñe! - Babas, mocos y lagrimones saltaban de los muebles al suelo y no me quedó otra que fregarlo y dejar el cubo y la fregona allí mismo de retén por si se activaban las lloreras.

La abuela llegó subida a sus tacones de aguja y luciendo piernas. - "¿Qué les has echo a éstos dos?" - ¡Nada! - ¡Me han robado, me han robado! (la Cotilla era la viva imagen de la desesperación) - "Pues quien haya sido, ya ha sido perdonado (la abuela es única para dar ánimos) porque ladrón que roba a ladrón (señaló con el dedo a la Cotilla) tiene cien años de perdón" - ¡¡¡Quiero mi bolsaaaaaaaaaaaaa!!! - "¿Esa porquería?" - ¡Lleva dos flechas dentro! Ya están pagadas y tengo que entregarlas ésta tarde. (se giró hacia Bedulio) ¡Venga, calzonazos, deja de llorar y deténlo!

Bedulio la fulminó con sus ojos hinchados. Allí se mascaba la tragedia y me aparté. Entregué a Pascualita a la abuela, quitándome de encima el "arma homicida" y nos sentamos a ver a la Esteban. La mano ya era más grande que la Cotilla y usándola como manopla, se llevó a la vecina al cuartel. Un cuarto de hora después, cuando la botella de chinchón que habíamos empezado hacía un ratito, ya iba por la mitad, llegaron dos municipales y agarrándome de los brazos, me llevaron con ellos. Les pregunté: - ¿La Cotilla ha cantado? - Como un ruiseñor. - ¡Maldita sea! - ¡Esa boca, chica!

La abuela, desde el balcón me gritó: - ¡¡¡Aprovecha, boba de Coria, que están muy buenos estos dos!!!

miércoles, 24 de enero de 2018

¡Bedulio me quiere arrestar!

- Que poco dura la alegría en casa del pobre. Con lo bien que estábamos con el calorcito de éstos días, ha salido el aguafiestas del presentado del Tiempo y dice que volverán la nieve, el frío, las nieblas y el viento. ¿No se lo podría haber callado? - Estamos en pleno invierno, Cotilla... - ¿Le he pedido yo que venga?

La vecina tiene mucha artrosis. Los dedos de las manos son como sarmientos retorcidos. Por eso la descubrí en cuanto los vi. Y también  Bedulio que se plantó bajo mi casa vestido con el uniforme de Municipal y llamó al interfono: - ¿Está la Cotilla? - ¿Por qué? - Tengo que hablar con ella. - ¿Para qué? - Para arrestarla. - ¿A santo de qué? - La acusan de robar las saetas de ... - ¿Semana Santa? - ¿Cómo qué... ¡¿Me estás interrogando?! - Practico por si queda libre el puesto de interrogadora en tu cuartel.

- ¡Ni en broma trabajarás allí! - ¿Por qué? - ¡¡¡Porque no y punto!!! ¿Está la Cotilla o no?- Espera, voy a preguntar. ¿Cotilla, está usted aquí?... Dice que  no. - Ah, vale... ¿Me estás tomando el pelo? - A estas horas suelo tomar un cortadito pero como me tienes enredada, y algo tengo que tomar, te tomo el pelo.

Se notó que estaba cabreado cuando dijo - ¡¡¡Estás arrestada!!! - ¡Yo no he hecho nada! - Le quitaste las flechas al santo. - Fue una buena acción. - ¡Voy a detenerte por reírte de la autoridad y no sé cuántas cosas más! - ¿Entonces subes, Bedulio? - ¡Naturalmente!

Al  llamar a la puerta me puse a hablar - No te preocupes, abuelito. No me harán nada... ¡No te enfades que te dará un infarto!. Que cabeza tengo ¡cómo va a darte un infarto si ya crías malvas hace tiempo jajajajajaja!

Al abrí la puerta él la sujetó con fuerza. - ¡No abrás! (gritó Bedulio) ¡Sal tú! - ¡Mi casa es mi castillo y el ánima de mi abuelito, mi paladín! - ¡¡¡No... lo... nombres!!!... - Es Bedulio, abuelito... No te enfades. Está cumpliendo con su deber... ¡No, yo no quiero ir a la cárcel! ...

Dentro de casa, de Bedulio solo había la mano derecha que aguantaba la puerta fuertemente. Esto me dio una idea. Fui en busca de Pascualita que dormía placidamente entre las algas del fondo. La cogí y volví junto a la puerta. Entonces grité con voz lastimera: - ¡¡¡No lo hagas, abuelito. El no tiene la culpa!!!

Pascualita estaba frenética por el brusco despertar, así que no me costó nada que mordiera, con saña la mano que aguantaba la puerta. Y Bedulio gritó como un desaforado. La escalera se llenó de vecinos queriendo saber qué pasaba. La Cotilla regresó entonces de sus trapicheos y yo lloraba a lágrima viva, detrás de la puerta.. ¡de risa!. Mientras, la mano del Municipal estaba cogiendo un tamaño descomunal, digno de un circo...

martes, 23 de enero de 2018

¡Pillada!

Cuando salgo a la calle lo hago con pasamontañas, el cuello del abrigo subido hasta las orejas, gafas de sol y gorra de béisbol. ¿Quién se va a fijar en mi yendo de ésta guisa?

Son precauciones que tomo por si se descubre que fui yo quien dejó las flechas de San Sebastian en el suelo... Pero esta mañana he estado a punto de palmarla. Me he desidratado porque, aunque estemos en Enero y hayan caído nevadas espectaculares, hace calor.

Al poco de andar a paso rápido por la acera, he notado que me iba... y me he ido de cabeza al suelo. Intenté levantarme pero la cabeza me daba vueltas. Llegando desde muy lejos, una voz suave me dijo: - Hija mía ¿quiéres confesarte? 

Al incorporarme me encontré, cara a cara, con un cura dispuesto a darme la extremaunción. Me quejé: - ¡Que no! - Hija mía, más vale que la muerte te coja preparada... - ¡Pues no lo estoy! - Moví la cabeza de lado a lado para darle más énfasis a la frase. La salmodia del cura cesó. Pensé que me había librado de él pero, no. Se había callado, atónito al reconocer en mí a la sacrílega que le quitó las saetas al santo.

- ¡¡¡ES ELLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!! - Y los curiosos de turno se revolucionaron. - ¿Quién es? ¿Alguien la conoce? ¿Es Miss Mundo?...

Eché a correr pero, la garra eclesiástica me agarró del cuello del abrigo y me frenó en seco. Alguien llamó a la tele. Me hacían fotos sin parar ¡y yo sin ir a la peluquería!

Más tarde, ya en casa, Pascualita y yo nos sentamos a comer. El telediario abrió con un primer plano mío, gritando: - ¡No he sido yo! - Pero los dedos acusadores del gentío que me rodeaba, me señalaban como culpable. Luego se vieron las flechas en el suelo y... una mano que las recogía y se las llevaba.

¡Reconocería esa mano con los ojos cerrados! - Alguien aporreó la puerta. Era Bedulio. - Quedas detenida por destrozar una estatua religiosa - ¡No he sido yo, atontao! - Huy, no sigas por ahí que se te acumularán multas. - Con las esposas en las mano intentó cogerme y yo pedí ayuda a grito pelao ¡¡¡ABUELITOOOOOO, SOCORRO, SOCORROOOO, SOCORROOOOOO!!!

En un abrir y cerrar de ojos el Municipal desapareció, dominado por el terror al ánima de mi primer abuelito.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! Vengo muerta de hamb... ¿qué te pasa? - Llena de rabia, salté a por la Cotilla. - ¡¡¡Usted cogió las flechas!!! - Vale, sí.... ¡Quietaaaaaa! - ¿A qué viene todo esto,. boba de Coria?  - Como buena trapicheadora, "moví" el ambiente para que las flechas, que no valen nada, se volviesen un capricho irresistible para cierta gente. ¡¡¡Y ME HE FORRADO!!!

Salí corriendo al balcón y girté: - ¡¡¡BEDULIOOOOOOOOOO!!! - Pero del Municipal no vi ni rastro.     

lunes, 22 de enero de 2018

¿Descubrirán a la nieta.?

Afortunadamente, ahora SI que se han terminado las fiestas y ya no tendré que hablar más de ellas, lo que suponía un peligro para mi integridad física. Temía que se me escapara, sin querer, alguna referencia a mi participación estelar a cerca de San Sebastian. Ya no escucharé más comentarios sobre ello y mi boca permanecerá sellada para siempre.

La abuela y la Cotilla han hecho muchas cábalas sobre quién puso ser el pardillo que se dejó las valiosísimas flechas tiradas por el suelo en lugar de guardarlas y sacarles provecho. De vez en cuando me miraban fijamente y eso me ponía de los nervios. - ¿Tengo monos en la cara? (preguntaba) - "Solo te faltaría eso... Por casualidad ¿tú no debes saber nada de unas flechas, verdad?" - Solo de las de Cupido jejejejejeje - De esas sabes más bien poco porque el niñito ese no te ha herido nunca ¡Y así te va! Llevas sin comerte un rosco la tira de tiempo. - ¡Ay, Cotilla! qué sabrá usted.

El cerco parecía que iba estrechándose sobre mi. Cuando no me miraba una lo hacía la otra. Eran como búhos vigilando a su presa, esperando que de un traspiés. ¡Pero no lo daré! A veces hacían comentarios: - "No puede ser ella... " - Tu la ves como nieta, yo no. Veo la realidad. Es capaz de haber echado a perder un negocio tan rentable como éste... ¿A qué sí, boba de Coria?

Yo me hacía la despistada. - ¿Perdón? ¿Me está hablando a mi? - ¡¿Lo ves?! Tiene toda la pinta de ser ella. - De pronto, la abuela se dio un manotazo en la frente - "¡Ya sé quién nos puede ayudar a resolver el enigma!" - ¿Bedulio? (exclamó la Cotilla) - "También, pero sobre todo ¡Pasc... Marcelino!"

- ¿Qué puede saber tu amante que no pueda saber yo? (la vecina estaba celosa) - "Marcelino va mucho a misa..." - No me vengas con historias ¿Quién es Marcelino? ¡Nadie! Te lo estás inventando. - "¿Me crees capáz?" - De eso y de más.

A mediodía, la radio anunció que ¡las cámaras de seguridad de la iglesia de San Miguel mostraban el momento en que el sacrílego, o sacrílega (por lo visto no se veía bien) profanó la imagen de San Sebastian... Dijo también que los Municipales estaban tratando de afinar la filmación hasta lograr ver con claridad al sujeto o sujeta.

Una descarga eléctrica recorrió mi espina dorsal y estalló en el cerebro. De mi pelo salieron chispas y humo de las orejas. ¡Me encontrarían y la Inquisición se haría cargo de mi. Después harían una pira en medio de la Plaza Mayor, me pondrían encima y le prenderían fuego. Las batucadas aporrearían los tambores, las orquestas tocarían Paquito el Chocolatero, los ciudadanos aprovecharían los troncos encendidos para torrar pancetas, sobrasadas, botifarrones..., otros bailarían jotas y boleros haciendo un círculo al rededor de la pira. Y cuando yo gritase, desgarrada por el dolor, la gente gritaría ¡¡¡OLE, OLEEEEEE!!!

- "¡Nena, deja de roncar que no escuchamos las tonterías de la Esteban!" - Respiré, aliviada. - ¡Abuela, Trae el chinchón que vamos a brindar ¡por la siesta!" - Esta nieta tuya está cada vez peor pero, si se ha de brindar, ¡se brinda!

domingo, 21 de enero de 2018

Sigue la polémica.


La Cotilla está más contenta que unas Pascuas. - No sé quién ha hecho el desaguisado al Patrón de  la ciudad, pero ha sido mano de santo. Todos los días recojo una buena cantidad de euros de los cepillo de su iglesia. Desde que pasó lo que pasó, la gente llena todos los días el templo. Nunca habíamos visto nada igual.

Desde el púlpito, el cura extendía el brazo como si acusara a alguien en particular pero, realmente, el dedo acusador recorría todos los rincones de la iglesia esperando ver arrepentimiento verdadero en alguna de las caras que no le quitaban ojo. Pero solo veía curiosidad. Y mientras el no dejaba de pronunciar la palabra ¡SACRILEGIO! cada vez eran más los feligreses que ansiaban preguntar. Hasta que uno rompía el fuego y empezaban los debates:

- ¿Ya tienen un sospecho? - No. - ¿Dónde están las flechas? - Guardadas bajo siete llaves. - ¿Guardadas por qué? ¡Así la policía no encontrara huellas! - Ya lo ha hecho. - Creo que tendrían que enmarcar las saetas... Sería una cosa original . - Tiene usted razón, caballero ¡Propóngala!... Y así las misas se hacían eternas.

Alguien quiso saber qué iban a hacer con las flechas. - El cura tartamudeó... estoooo... Lo normal en éstos casos es volver a colocarlas en sus agujeros y ¡listo! Se acabó la polémica

Un escalofrío recorrió las cuatro paredes de la iglesia. La gente estaba sobrecogida - ¡Meter las flechas en las llagas! ¿Esa es la solución de ustedes? ¡Inhumanos! ¿Cómo van a colocar las saetas en los agujeros sangrantes? - ¡OS ESTAIS PASANDO SIETE PUEBLOS! (bramó el cura)

Después estaba la polémica de los periódicos ¿Mártir, sí o no? - La gente se dividía según las opiniones de cada  uno. - ¡Las flechas son imprescindibles y deben estar en su sitio porque sino, ni hay mártir ni hay ná.! - Pues yo lo encuentro guapo así (dijo una beata, célebre por sus ansias de catar varón) Le curaré las heridas y se quedará en mi casa hasta que cicatricen... - ¿Cicatricen dice ésta loca? ¡Señora, que es una estatua! - Yo sé lo que me digo...

No se hablaba de otra cosa. Ni de Cataluña siquiera.

En un arranque de vanidad, le dije a la Cotilla que la responsable de todo era yo. Me miró durante un rato, después dijo: - ¡Que graciosa eres cuando quieres jajajajajajaja! Mejor que no hayas sido tú, boba de Coria, porque no te perdonaría que dejases tiradas las flechas en lugar de traerlas para acá. ¿Sabes lo que valdrían ahora? ¡Las vendería al mejor postor y nos forraríamos! - Bebí chinchón para disimular mi turbación. ¿Por qué ella ve negocios donde yo no veo nada.?


sábado, 20 de enero de 2018

San Sebastian.

Cada vez que arrancaba una flecha el rostro del Santo se contraía de dolor... o eso me pareció a mi aunque muy bien pudo ser el juego de luces de las velas encendidas y movidas por la suave brisa que entraba por la puerta abierta de la iglesia.

Menos mal que me he vuelto una experta arrancando cosas del cuerpo, desde que tenemos a Pascualita. Por eso, aunque muy molesto, el dolor fue menos que si hubiese ido despacio. Después de arrancar la última, el Santo resopló aliviado.

Bueno, ahí estaba mi buena obra del día. Podía estar satisfecha... pero no fue así porque San Sebastián dijo: - Ya te estás largando para tu casa y me traes el mono de trabajo de tu padre, que esta iglesia está llena de corrientes de aire. Y de paso, un jersey de pura lana virgen.

No me gustó nada el tonillo que empleó conmigo. Liberado de las saetas, se fue envalentonando y como por lo visto, en sus tiempos fue oficial del ejército del César, le salió la vena cuartelera y se puso a darme órdenes.

- Ni de coña voy ahora a mi casa. - ¡Firmes! (gritó el mártir) -

Pascualita, que había estado viendo todo el episodio asomada al borde del termo de los chinos, notó que yo me estaba alterando y, ni corta ni perezosa, se lanzó sobre el Santo con la dentadura de tiburón por delante. - ¡¡¡Noooooo!!! (grité porque sabía lo que iba a pasar. Se estrelló contra la estatua e hincó los dientes en ella. A punto estuvo de rompérselos)

De la sacristía salió un cura corriendo hacia nosotros - ¡¿Qué ocurre aquí?! - Tiré de la sirena y salí pitando de allí, mezclándome entre la gente que inundaba las calles en Fiestas. Poco después, las campanas de la iglesia tocaban a arrebato. Las personas que acudían a las Plazas volvieron sobre sus pasos y se dirigieron a San Miguel.

Me acerqué por allí. Había tanto jaleo que no entendía lo que decía el cura. - ¡Oiga! ¿de qué habla? - No se qué de saetas. - (Otro intervino) Se habrá roto el reloj y pedirá para comprar uno nuevo. - ¡A mi que me registren (dijo una mujer a mi lado) Estoy subiendo la Cuesta de Enero después de subir la de Noviembre y la de Diciembre...

Después de comer, me arrellané en la butaca para escuchar las noticias de la tele pero me dormí y solo me enteré del final. - ¿Entonces, San Sebastian ya no es mártir? - ¿Eh? - Sin flechas no hay martirio. - Habrá que estudiar éste caso. - ¿Y las flechas? - Estaban en el suelo. - ¿Algo más que resaltar? - No me hagan mucho caso porque he bebido unos cuantos tragos de chinchon, para los nervios, pero el Santo discutía con alguien. - ¿Perdón? - Y se le veía muy disgustado. - ¿A quién? - Al Santo Patrón, - ¡La madre que la parió! - ¿De quién? ¿A quién? - ¡A mi que me cuentan! Y encima, esta mañana, me han "limpiado" los cepillos... por cierto, los dientes de un diminuto tiburón están clavados en el dorso del Santo. - ¡Esto es para mear y no echar gota!


viernes, 19 de enero de 2018

Víspera de San Sebastian

- "Esta noche es la revetla de Sant Sebastiá y media Palma está en la calle. El aire huele a torrada de sobrasada, panceta, botifarrones, pan y todo lo que se le ocurra a la gente poner sobre las parrillas... ¿vas a ir, nena?" - ¿A dónde? - "A las plazas a bailar, a comer, a beber, a besarte con el primero que se te ponga a tiro" - ¿Con los dientes llenos de carne asada? ¡Que asco. Quita, quita, abuela!

- "No puedo hacer carrera de ti. De pequeña ya apuntabas maneras de lo tonta que serías al crecer" -  Bien mona que era yo de pequeñita... Y me acuerdo de los paseos que dábamos las dos juntas... Lo que me extraña que, siendo cómo eres, acabáramos siempre entrando en la iglesia de San Miguel y ahora no pisas una iglesia a no ser para bautizos, bodas y funerales. - "Funerales si acaban en El Funeral, si no , tampoco"

- ¿A qué venía tantas visitas a la iglesia?... ¿no sería por el cura? - "Noooooo, entonces yo tenía un "apaño" - ¡Pero si vivía mi primer abuelito! - "El pobre no se enteraba de nada y era feliz en su ignorancia y yo con mis chanchullos" - Entonces ¿qué íbamos a hacer allí? - "Lo pedías tu. En cuanto entrábamos te plantabas ante la estatua de San Sebastian y no había quién te arrancara de allí. El cura se interesó y te preguntó el por qué de tanta fijación con este santo. Y con tu lengua de trapo, dijiste - Le pediré a mi abuelito que me de un mono suyo de trabajo para que San Sebastian no pase más frío. Me quedé ojiplática, como el cura, supongo. Ahí demostraste que ibas para tonta"

Miré a mi abuela. - A mi me parece un gesto muy bonito por mi parte. - "¿Un mono de trabajo? ¡¿Y cómo se lo pone con tanta flecha por medio?! Por otra parte ¿no era mejor arrancarle las flechas? Quedaría más descansado ¡digo yo!" - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿De qué va la discusión? - La abuela se la resumió y yo, queriendo sacarme la espinita, pregunté. - ¿Qué le parece lo que dije? - Lo que ya me pareció entonces ¡Que ibas para tonta del bote!

Me he quedado en casa, deprimida. Las dos amigas se han ido. Una, a la torrada que organiza El Funeral, la otra a recorrer las plazas "limpiando" bolsos y bolsillos... De repente he tenido una idea: he metido a Pascualita en el termo de los chinos, para no ir sola y he ido a reparar un entuerto de mi niñez.

Mañana los periódicos dirán que un alma caritativa, a dejado a San Sebastian sin saetas en el cuerpo ¡una gran obra de caridad! porque el pobre lleva dos mil años haciendo de acerico.

jueves, 18 de enero de 2018

Miss Madurita 2018

- ¡Nena, ha pasado lo peor que podía pasarnos! - ¿Te has arruinado? - ¡Peor que eso! - ¿Peor?... ¿te está envenenando, poco a poco, la abuela? - ¡¿Qué me dices, nena?! ¿Estás segura? - Noooooo... ¡dime qué pasa de una vez! - Anoche tu abuela fue elegida Miss Madurita 2018. - ¡¿Madurita?! pero si tienes más espolones que el Gallo de Morón. - ¡Calla, insensata, que puede estar detrás de ti oyéndote!

Me volví rápida pero, a mi espalda, no había nadie... salvo Pascualita, sentada en el borde del acuario. Me estremecí porque me miraba como si no quisiera perderse nada de mi conversación con el abuelito. - Es capaz de chivarse (pensé y se me puso mal cuerpo)

- Y ¿dónde fue la eleccción? - En El Funeral. Montaron la elección de la Reina recordando aquellos años sesenta en que, no había evento en el que no se eligiera una Miss y como va a ser San Sebastián.... - ¿Y esto es lo peor que nos podría pasar? No lo veo así, abuelito, sino como una cosa bonita... (la envidia me corroía por dentro) - Espera a verla primero y luego opina.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿Qué vas a hacer de comer? - Pa amb oli. - ¿Con jamón?. - No. A palo seco. - Eres más agarrada que un chotis, boba de Coria. Así no te casaremos nunca... ¿Has visto a tu abuela? - No ¿por qué? - Por hablar de algo. - Anoche la hicieron Miss.

Me dio la impresión de que a la Cotilla se le erizaban los pelos del cogote... ¿Sería envidia también? - Me voy que tengo mucho que hacer. - Y salió al trote, pasillo adelante. - ¿Se va? - La respuesta a la pregunta más tonta del día fue un ¡PAM! de la puerta de la calle al cerrarse tras ella.

Decidí que la sirena y yo nos merecíamos unas copitas de chinchón para celebrar el éxito de la abuela aunque ella no estuviera. Me desparramé por el sofá, con la tele puesta, una mantita que nos tapaba a Pascualita y a mi. Y la botella a mano.

Nos quedamos dormidas como lirones. Y tuvimos un brusco despertar cuando, con un grito imperioso, la abuela dijo: - "¡¡¡DE RODILLAS ANTE LA REINA!!!" - Me levanté con un poco de esfuerzo porque, en lugar de dos copitas, tomé un parell mallorquín (o sea, ni se sabe cuántas)

La abuela estaba impresionante con la corona, la banda y el cetro, plantada en medio de la salita. Erguida la barbilla, ojos desafiantes y fieros que daban un poco de miedo. Pascualita saltó hacia ella y se acurrucó en su escote. - ¡Mírala! Arrimándose al Poder la jodía! (exclamé)

A partir de ese momento todo se trastocó. Tuve que hacerle reverencias; hablar solo cuando me preguntaba; llamarla Majestad (al principio me daba la risa floja y no podía. Solo cuando me arreó un pescozón pude hacerlo)... Poco a poco fui entendiendo al abuelito... Entonces, exponiéndome a un terrible castigo medieval, dije: - ¿Te habían elegido Miss alguna vez, Majestad? - Mirándome de arriba abajo, dijo: "¡Sí! Hace años mi Majestad fue elegida Reina" - ¡Por eso la Cotilla ha salido por pies!



miércoles, 17 de enero de 2018

Liso como el culito de un bebé.

Parece ser que Andresito se ha dado cuenta de que eso de volverse dos años más joven, aunque lo diga el Pinocho Mayor del Reino, es mentira. Y ahora tiene un trauma como una catedral. - ¿Así que he estado haciendo el ridículo? (le preguntó a la abuela. Y ella, comprensiva con su marido, le dijo) "El MAYOR de los ridículos, cariño" - Nunca pensé que caería tan bajo... - "¡Eso no es nada!. La Villalobos, sin ir más lejos, te deja a la altura del betún en cuanto abre la boca" - ¿No me estarás comparando con ella, verdad? (la voz de mi abuelito sonaba angustiada) -  "Un poco, sí"

Cuando la abuela me lo contó, se partía de risa. - "Tenía carita como diciendo ¡no es culpa mía! Y los ojos se le ponían llorosos. Entonces yo, para levantarle el ánimo y pensase en otra cosa, decía ¡Cómo se te ocurra llorar y ponerme el suelo perdido de lágrimas y mocos, vas a  ver quién es el Jefe aquí, si tu Pinocho Mayor del Reino o yo!"

- Que brusca eres, abuela. Menos mal que tiene a su madre para consolarlo... - "¿La Momia? Ella está en su mundo caribeño con sus cubanitos culito-respingones. Ha hecho plantar unas cuantos cocoteros en el jardín y solo se escucha música pegadiza de aquellos lares. Por eso, cuando fue a contarle sus desgracias, la Momia no le hizo ni caso y le dijo:  Sí, cariñito, puedes comer galletitas pero sin pasarte que luego tendrás diarrea." - ¿En serio? - "¡Y tanto!"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa!Vengo de la manifestación de los jubilados -¿Qué tal ha ido? (pregunté) - No he sacado gran cosa. Tienen los bolsillos con telarañas. - ¡Cotilla! ¿No me diga que ha ido a "trabajar?" - No era mi intención pero, en cuanto veo un grupo de gente reunida, no puedo evitarlo. Los dedos se ponen en movimiento en busca de carteras y bolsillos para vaciar. - ¡Pero si son jubilados como usted, de los que no llegan a fin de mes. - Había poca gente. Tendrían que haber encendido un fogueró y preparar una buena merienda asando longanizas, botifarrons, panceta, etc. etc. y unas botellitas de vino. Hubiese acudido más gente.

- ¡Pero no pueden! La subida de las pensiones no les llega para nada - Hablando de todo un poco ¿De qué hablábais? - "Del disgusto que tiene Andresito al verse arrugas de los años que creía no tener" - Un poco tonto, si és... - "Pues sí" - ¿Qué comemos hoy? - "¿Potaje de garbanzos?" -

 La abuela  hizo algo insólito en ella. Llamó al abuelito para que trajera unos cuantos botes de garbanzos cocidos y que comeríamos en mi casa. - Un rato después sonaron los pitos bajo mi balcón.

Después de comer y de haber escuchado por quinta o sexta vez, las penurias del abuelito a cuenta de sus arrugas, pasamos a la salita a tomar el café y dormir la siesta. Nos despertó un grito espantoso. Andresito gritaba, corría, saltaba, lloraba, moqueaba... mientras Pascualita le mordía la cara. La abuela, de un tirón seco, la arrancó y la lanzó de cabeza al acuario.

La cara era un poema: enoooooorme, abultada, sangrante pero... ¡lisa! La hinchazón se había llevado las arrugas y la abuela parecía satisfecha mientras daba de beber unos sorbitos de chichón a Pascualita.

martes, 16 de enero de 2018

Pasando el rato...

Todo ha vuelto a la normalidad, incluso los orejones de la abuela se desinflaron, cosa que ha molestado mucho a la Cotilla porque se le acabó el negocio. De todas maneras insistió para que se hiciera la cirugía plástica en las orejas y le quedaran como antes pero fijas.

- "¿Tu eres tonta? Me hizo gracia mientras ganamos los primero euros pero ya no. Además, soy rica y no tengo porque pasar penurias para ganar cuatro perras" - ¡Pero yo no lo soy y tengo que llegar a fin de mes! - "¿Para qué te crees que el Gobierno te ha aumentado la paga? ¡Para que no me des la lata!"

Cuando las dos amigas empiezan a discutir más vale emigrar a la Conchinchina o comerse una tortilla de aspirinas para alejar el dolor de cabeza.

De repente, la Cotilla dijo: - ¿Qué pasa en ésta casa para que a tu nieta se le hincharan los morros y a ti las orejas? ¿Quién es el causante?... ¡A mi también me pasó algo así unas cuantas veces! - "¿Qué quieres que haya? ¡Nada! Quizás nos picó un mosquito... " - ¡O es cosa de Pasc... (¡Oh, no! a punto estuve de descubrir a Pascualita) ... pasacalles! - ¿Desde cuándo un pasacalles desfigura a una persona? - Estoy segura de que son cosas que ocurren todos los días, Cotilla. - ¡Pues yo digo que no, boba de Coria!

Miré de reojo hacia el acuario. Pascualita había pegado la cara al cristal y nos escuchaba atentamente. La Cotilla estaba hecha un basilisco. - ¡Ha vuelto a salir el Pascual de las narices! ¿Tan fogoso es éste hombre? - "No lo sabes tú bien" - (La abuela no se puede callar ni debajo del agua)  - ¡¿Y lo compartes con tu nieta?! ¡Que vergüenza, dios mío!... ¡Y yo sin catarlo!.

La sirena se comunicó con Pepe - ¿Has visto la que están liando, Gú? Se quejan de los hinchazones pero no se dan cuenta de que me las estoy comiendo poco a poco jajajajajajajaja - Eres más canibal que los que se comieron mi cuerpo con patatas y zanahorias, Fjkmpw. - Y mañana volveré a montar el lío porque será San Antonio Abad y me llevarán a bendecir. - ¿Y a mi? - A ti, no. Eres... fuístes... ¿una persona?... Te miro y se me hace muy cuesta arriba... ¿Seguro que no has sido siempre una cabeza?...

lunes, 15 de enero de 2018

La Cotilla y sus negocios.

Llevo unos días sin poder comer a causa de la hinchazón que me produjo el mordisco de Pascualita en los labios. Tengo un hambre canina pero, justo es reconocerlo, me he puesto en el peso ideal y estoy más buena que el pan... que me comería ahora mismo con aceite y tomate.

La abuela, muerta de envidia, ya no sabe qué hacer para que la sirena la muerda en la boca pero no hay manera. Le ha mordido en las orejas y ahora es igualita a Dumbo pero en viejo (esto lo digo en voz baja, no sea cosa que se entere y me cruja a pescozones)

No quiere salir a la calle. Y eso que la Cotilla ha tratado por todos los medios de convencerla de lo contrario. Incluso le ha ofrecido ser socias al cincuenta por ciento, a pesar de que el negocio que le propuso se le ocurrió a ella. - Nos ponemos en un mercado, por ejemplo en el de Pere Garau cuando haya más gente. Entonces yo toco la armónica para llamar la atención y se acerquen a verte. Llevarás colgado un cartelón que diga algo así: - Se admiten donativos para pagar la operación de reducción de orejas. - Y si te preguntan que desde cuándo estás así dices que desde los veinte años, por ejemplo. - Fue el día de mi cumpleaños. Me tiraron tanto de las orejas que, al día siguiente, al despertarme, las tenía así. Desde entonces solo puedo ponerme pendientes descomunales que me cuestan un potosí y claro, no me queda dinero para la operación.

- "Esto es absurdo. Lo lógico es que gaste el dinero en la operación, Cotilla" - ¿Quién habla de lógica? Estamos hablando de dinero. Si pides para comer no te van a dar nada pero si es para ir de fiesta y lo dices con gracia, te forras. - "¿Tu crees...?" - Lo sé por experiencia.

- Finalmente la abuela claudicó. - "Saldré cuando sea noche cerrada" - No habrá nadie por las calles (dijo la Cotilla, cargada de razón) - "Pues con un gorro grande..." - Se trata de que te vean. Déjate de tonterías, total son dos orejas, como tiene todo el mundo, solo que un poco... exageradas.

Esa tarde salieron a la aventura... y volvieron más contentas que unas Pascuas. ¡Se habían forrado! - ¡Qué éxito, boba de Coria! Lástima que no se me ocurriera ésta idea cuando se te hincharon los morros. Hubiésemos sacado un capitalito. - Siempre me quedo a dos velas, pero no sin brindar con chinchón por el éxito obtenido por las dos amigas.


domingo, 14 de enero de 2018

Soy la envidia de la abuela y la Cotilla.

Andresito me ha llamado tempranito porque estaba contento el hombre. Quizás no le he respondido como esperaba: - ¿Tan importante es lo que tienes que decirme para llamarme a éstas horas siendo ¡¡¡DOMINGOOOOOOO!!!?

El teléfono quedó en silencio. Y yo me alegré. Pero cuando estaba dando media vuelta en la cama para seguir durmiendo, se escuchó un carraspeo. - Ejem... ejem... nena... cuanto más vieja te haces, más te pareces a tu abuela... ¿Eh? ¡No... no te estoy insultando, cariño... ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOO!!!  ¡¡¡AAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYY!!!

Recibió un justo castigo. No se puede hablar de ciertas cosas teniendo a la abuela cerca. Colgué el teléfono y dormí unas horas más. A mediodía me desperté con la sensación de que había okupas en casa... Cogí una zapatilla como arma defensiva y siguiendo el murmullo de las voces, acabé en la cocina. La abuela y Geooorge tenían una sesuda conversación sobre cómo hacer cordero al horno. Ambas recetas me parecieron apetitosas y cuando iba a meter baza para erigirme en juez, vi a Pascualita mezclada con la fruta del frutero. Afortunadamente, el inglés no había reparado en ella pero, por si acaso, me puse delante e intenté cogerla poniendo los brazos a la espalda. Fue una maniobra difícil porque, mientras tanto entretuve a la abuela.

- ¿Qué quería contarme Andresito? -"Que nuestras vecinas, (algunas de ellas estuvieron viendo el pregón de las fiestas) le han felicitado por lo bien que me porté sobre el escenario "dejándo en ridículo al Ayuntamiento izquierdoso" dicen ellas. ¡Y eso es mentira! ¡Tú lo vistes!"

 - Sí, abuela... ¿Andresito vendrá a comer de ese cordero tan rico del que hablábais? - La cara de Geooorge era un poema. - "No creo que le den el alta hoy" - Monsieur estar jodidou in clínica... - ¿En domingo? (pregunté tontamente) - Yes. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! ¿Andresito ingresado? ¿Qué te ha hecho? - "Andar a vueltas con las cosas de la edad y la familia" - Así empezó tu primer marido y mira como acabó. - ¡Cotilla, no miente la soga en casa del ahorcado! -

- Así que no vendrá a comer... Pues habrá más para nosotras. - "Nosotros" - ¿Vendrá más gente? - "Geooorge" - Es inglés y se conformará con un poco de te y unas pastas... - "Cuidado, Cotilla, que es un experto en venenos y quién guisará será él... Lo digo por si quieres llegar a mañana... jejejejejejeje" - La vecina se santiguó repetidas veces y tiró un puñadito de sal a su espalda... por si acaso.

Salí de la cocina con dolor de hombros de tener los brazos torcidos hacia atrás. Afortunadamente, la sirena no me mordió, tal vez fuera ese el motivo que me llevó a darle un besito. Cometí el mismo error que Andresito con mi abuela. En cuanto arrimé mis seductores labios al bicho marino, de color ahogado de tres días, clavó en ellos su dentadura de tiburón ¡y no soltó! Tuve que armarme de valor para dar el tirón y dejar que se comiera el cachito de carne que quedó en su puñetera boca.

¡¡¡Que dolor, que dolor, que doloooooor, que doloooooooooooooooooooooooo!!!... Cuando se amortiguó un poco y dejé de sangrar como un toro de lídia, entré en la cocina y al ver mis labios exhuberantes, hinchadísimos, las dos viejas me miraron con ojos envidiosos que decían: ¡Mataría por tener los míos así!!!

sábado, 13 de enero de 2018

Ayer noche.

La noche no terminó como me hubiese gustado: marchándonos tranquilamente a casita, con la tripa llena y la cabeza embotada por el chinchón, pero felices por la buena velada pasada... Pero no fue así:

Cuando la abuela vio que los políticos y la oradora se bajaban del escenario, le acometió una especie de frenesí que la llevó a subirse de un salto, agarrar el micrófono y soltar parrafadas sin pies ni cabeza. La gente que estaba en la plaza, esperando que empezara la música del primer concierto de las Fiestas, creyó que se trataba de una actriz, alocada, puesta ahí para entretenerles. Y le aplaudieron.

¡Buena cosa hicieron! Cogió más brío y solo le faltó decir que, entre la Cotilla que en esos momentos estaba muy entregada a "limpiar" carteras y mochilas, y ella, había matado, o medio matado, a mi primer abuelito. Hasta la vecina interrumpió un momento su tarea, mirándola con cara de preocupación. Pero la abuela siguió desbarrando y haciendo reir al personal, contando una historia sobre Geoooorge y la salida de Inglaterra de la Unión Europea. - "Dice que le da igual aunque, viendo como cada vez hay más ingleses que están en contra, no le importaría que se repitiera el referendum ¡que jodío, el mayordomo! Yo le digo: a lo hecho, pecho y litros de te con pastitas... ¡Ah, y devolvédnos el Peñón. Entonces, asombrado, dice: ¿Pog qué, Peñón? ¿You querer, madame? ,Y le dije la verdad que para eso soy la señora que le paga: Mientras no me lo pongan en la bahía, tapándome la vista de la Catedral, que hagan lo que quieran... ¿qué quieres qué te diga, fill meu."

Se le secó la boca y sacó la botella de chinchón de su bolso. Le dió un buen trago para aclarar la garganta y se la pasó al Alcalde que seguía con la boca abierta desde que la abuela se había subido al escenario. - "¡Beba, beba y se le quitará el frío, alcalde!"

La gente, que estaba entregada al rollo de la abuela, la coreó: ¡¡¡Que beba el alcalde, que beba el alcaaaaaalde!!! - Y el hombre no se hizo de rogar. La botella fue pasando de mano en mano. Entonces me subí al escenario. Un municipal se acercó a mi y grité: - ¡¡¡Es mi abuela! Se  ha escapado de la Residencia!!!

Los palmesanos y las palmesanas me abuchearon - ¡¡¡Fueraaaaa, fueraaaaaa!!! - La abuela había triunfado y sus fans la aclamaban. Yo me acerqué al alcalde, tropecé y caí sobre él. Cuando nos levantaron, Pascualita ya estaba en mi escote. Pero a la puñetera sirena el cuerpo le pedía juerga y saltó a la batería de los músicos que esperaban a que la abuela se callara de una vez, para empezar a tocar. El batería se asustó al ver un bicho raro y le arreó con una de las baquetas. Lo que el pobre no se esperaba es que le saltara a la oreja y le clavara los dientes.

El pobre chico gritó con fuerza y la gente aplaudió a rabiar. Cuando le arranqué a Pascualita, saltó, brincó, lloró, moqueó... y la oreja se fue haciendo cada vez más grande. Y mientras me llevaba a la abuela casi a rastras, me dijo: - "Lo de la Residencia no te lo perdono" - Y se me puso la carne de gallina.

viernes, 12 de enero de 2018

Víspera de fiestas... ¡otra vez!

- "¡Nena, prepara a Pascualita que me la llevo a la plaza de Cort a escuchar el pregón de las fiestas de San Sebastián!" - ¿Habrá torrada? - "¡Claaaaaaarooooo!" - ¡Vendré yo en lugar de la sirena! - "¿Tú te llamas Pascualita?" - No, pero... - "¡Pero nada!" - ¿Y si se cae en el fuego, o se pierde por la plaza, o te la roba alguien, o... ? - "Vale ya. No me  has convencido" - ¡Pues yo tengo que venir o estaré pasando pena toda la noche! - "Ven pero tráete tu sobrasada, tu lomo, tus botifarrones, tu pan, tu vino... " - ¿Tu no traes nada? - "Si ya lo llevas tú, para qué voy a ir cargada" - Se me quedó cara de tonta.

En la Plaza Mayor los gigantes bailaban una jota ante los aplausos de la gente. A la abuela se le iban los pies escuchando la música y se metió en medio del círculo que formaban gigantes y cabezudos. Saltó más que nadie y fue muy aplaúdida. De todas maneras no estuvo bien que hiciera eso pero el municipal que estaba por allí no se atrevió a decirle nada y se hizo el loco hasta que le toqué en un hombro y se giró hacia mi. - ¡Bedulio, no has cumplido con tu obligación! - ¡No quiero fantasmas en torno a mi y menos por la noche! Así que si tu abuela quiere bailar con el Alcalde, allá él. Yo no voy a impedirlo.

Bedulio, con cara de circunstancias, se escabulló entre la gente y le perdí de vista. Un rato después, fuímos por la calle Colóm hasta Cort. Frente al Ayuntamiento había un escenario y a su lado, la Cotilla, trabajando a destajo porque, había poca luz y mucha gente apretujada.

Escuchamos el pregón con nostalgia por la Palma de nuestra juventud. En cuanto la oradora calló, la abuela, envidiosa de su éxito, dijo: - "El año que viene lo daré yo, boba de Coria" - Cerca de mi alguien comentó: - Esa señora..., la más mayor, dice que... ¡¡¡AAAAAAAAYYYYYYYYYYYYY!!!

Pobrecillo. Menudo pescozón. Aún debe seguir dándose con la frente contra la farola. Luego marchamos en busca de un fogueró para asar la carne. La Cotilla gritaba - ¡¡¡Visca San Sebestiàaaaa!!!

Para pasmo mío, el termo de los chinos estaba abierto. - ¡¡¡ABUELA!!! (dije, señalándolo) - A empellones aparté a la gente que hablaban tranquilamente mientras las carnes se iban asando. Miré dentro del fuego y no vi nada parecido a una sirena a la brasa. La preocupación subía por momentos hasta que la vi, en plan broche, adornando la solapa del Alcalde. - ¿Cómo la cojo de ahí, abuela? - "Tranquila. Voy a invitarle a chinchón, lo demás es cosa tuya"

jueves, 11 de enero de 2018

Pascualita o Fjkmpw.

A través del cristal del acuario he visto salir a la Nieta camino del mercado. Lo sé porque me lo ha dicho: me voy al mercado y te traeré una cosita. Ella se extraña cuando nota que entiendo lo que me da la gana.  Pero la más sorprendida soy yo al pensar que pueda entenderme un especímen tan tonto como ella.

Ahora estoy sola... Bueno, técnicamente sola, sola, no, porque Pepe, la cabeza jivarizada, sigue en su estantería de la cocina. Esta familia está muy equivocado con él. Todo el mundo llama Cotilla a la vecina del 4º, que es más pesada que una vaca en brazos, pero es a Pepe a quién deberían llamar así. Se entera de todo y como tiene esa fama de mudo por tener la boca cosida y el cuello cortado, nadie le pregunta nada. Ni siquiera la abuela que parece la más lista de la familia.

Pero a mi sí que me lo cuenta. Y se parte de risa cada vez que lo nombran: Pepe, porque no sabe si se refieren a él o al partido ese al que está afiliado Andresito. Y no contesta, en parte por lo que he dicho antes y en parte porque nunca se llamó así. Su nombre es mucho más simple: Gú.

También para mi se inventaron un nombre: Pascualita. Pues bueno, pues vale... Es una pena que no pueda comunicarme con la abuela como lo hago con Gú. Le diría que me llamo Fjkmpw. Un nombre con más empaque, dónde va a parar.

Y lo que nos reímos Gú y yo cuando hacen cábalas sobre quién fue en vida. ¡No aciertan una! dijeron que si misionero, explorador inglés, incluso si fue mujer. Ese día me meé de risa. Después me supo mal porque acababan de cambiar el agua del acuario.

Pepe, o Gú, era el bonachón de la tribu. Hacía favores, entretenía a los niños, guardaba los cerdos, hacía reír a las mujeres con sus historias y tonterías. En fin, un alma cándida que caía bien a todo el mundo. La desgracia llegó en forma de abundantes lluvias que convirtieron la aldea y sus alrededores, en un lodazal. Y mientras la tribu se quejaba amargamente, Gú hizo todo lo contrario. Vio en ello una diversión y poco después, todos se unieron a él sentándose en el suelo, en la parte alta del terreno y resbalando por el "tobogán" de barro muertos de risa.

Quiso la mala suerte que en una de las bajadas vertiginosas, la esposa más joven del Jefe y él, se trabaran y cayeran rodando y dando volteretas para acabar a sus pies. El jefe era un celoso compulsivo que creyó ver libertinaje donde solo había diversión y no dudó un segundo en ordenar ¡que le corten la cabeza!

Así se hizo al instante. Después, cumplida la orden, todos siguieron con la diversión del Tobogán. Más tarde vino todo el ceremonial de la reducción de la cabeza , etc. etc.... ¡Vaya, ya está aquí la boba de Coria! A ver qué me trae... ¡Un calamar!... Vaya, me he puesto sentimental... Que ricos estaban aquellos calamares gigantes que comía en mi hábitat junto a mis compañeras...



miércoles, 10 de enero de 2018

Ponerse a plan.

La abuela me ha llamado por teléfono. - "Nena, te espero ésta tarde, a las seis, en la puerta del gimnasio El Musculito" - ¿Para qué? - "Como te has quedado sin cintura y con mucho culo durante éstas fiestas, te he apuntado para que hagas ejercicio y rebajes volúmen. Yo también voy a ir." - ¡Gracias abuela! - "¿Y eso?" - Por pagarme las clases. - "He dicho, literalmente, te he apuntado" - Ah... pensé que... - "No pienses tanto y afloja la mosca cuando entremos" - No sé si podré... - "¡Ya lo creo que sí!" - ¿Cuánto es?

Cuando me dijo el precio mensual, tuve que sentarme y beber tres copitas de chinchón seguidas. - ¿Crees que me ha tocado la lotería? Es un precio para ricos ¡No voy a ir! - "Es caro pero eficáz. En un mes ya no serás la misma" - No insistas... - "Vamos a ver, boba de Coria. Pagando estas cuotas tu presupuesto queda reducido al mínimo. Y no podrás darte ningún capricho. Tu comida será la de un asceta. Comerás verduritas tristes, calditos de verduras más tristes aún... Y entre esto y los ejercicios matadores que imponen los monitores, quedaremos hechas unos figurines cuando acabe el primer mes"

Me defendí como gato panza arriba. - ¡No quiero ir a esa sala de torturas! Estoy contenta con mis kilos de más porque más vale tener que desear, abuela... - "¡Ahora vengo y te vas a enterar!"

Cuando entró en casa no la reconocí. Iba enfundada en una malla de colores que se pegaba al cuerpo como una lapa. Abrí los ojos como platos. - ¿Tengo que ponerme algo así? - "¡Claro, la idea es que ligues y dentro poco tengas un biznieto porque se te va a pasar el arroz y me quedaré a dos velas"

Sabía que la abuela tenía razón. Además, si no me miraba mucho al espejo, apenas se notaban los veinte kilos de más que tengo. Mientras la abuela dormitaba frente a la tele de la salita, marché a la tienda del señor Li, que cada vez está más empalagoso y compré una malla de licra, de colores llamativos. - ¿Pala quién sel? preguntó el cotillo oriental - Para mi. - Sus ojillos achinados se abrieron de par en par, por difícil que parezca. - ¿Tu cabel ahí? - ¡Pues claro! contesté, ofendida. - ¡Yo vel!

¿Desde cuándo es tan descarado el señor Li? - ¿A qué llamo a un guardia? -  ¡JA! - Salí a la calle gritando: - ¡¡¡BEDULIOOOOOO. BEDULIOOOOOOO!!! - Antes de que aparecieran los municipales corrí hasta mi casa. Y era tanta la curiosidad por ver cómo me sentaba la malla de licra que, en cuanto llegué, me la puse.

La primera impresión fue de desilusión ¡Dios, que mal me sentaba! Después, a medida que iba haciendo monerías frente al espejo, lo veía con mejores ojos. Fui a por Pascualita para que me diera su opinión. La puse en el sofá de la salita y ante sus atónitos ojos, me contorneé como una profesional de bailes eróticos. Estaba tan ensimismada que el timbre de la calle me asustó. Salté y caí de culo encima de la pobre sirena que se defendió clavándome los dientes en el trasero.

Me costó muchísimo llegar hasta la puerta de la calle y abrirla. El culo, que no dejaba de crecer a causa del veneno,  pesaba mucho. La primera reacción de Bedulio al verme fue... desmayarse. Cuando volvió en sí y me vio... se desmayó de nuevo... Y así hasta cinco veces.



martes, 9 de enero de 2018

Pascualita sí sabe, la jodía.

El rolls royce ha provocado el colapso de tráfico y el concierto de pitos de siempre, por aparcar atravesado, en la parada del bus. De su interior ha bajado un esquimal... o eso me ha parecido al asomarme al balcón, pero era la abuela, tapada con montones de pieles, a cual más cara.

Al entrar en casa se las fue quitando como si fuesen capas de una cebolla. Cuando acabó me pareció canija: - ¿Ya has empezado el régimen? - "No necesito hacer nada de eso. Tengo tan buena encarnadura que, coma lo que coma, no me engorda (me miró de arriba abajo) no como tú que pareces un globo aerostático con barquilla incluída"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¡¡¡QUE FRIIIIIIIIOOOOOOO!!! - "PUES TE METES EN LAS BRAGAS DE TU TÍIIIIIIO!!! - Y las dos amigas rompieron a reir como unas locas. - ¿Todavía te acuerdas de esto? jajajajajajaja - "¡Naturalmente! No hace tantos años que nos lo decía mi padre" - Algo así como un siglo, o casi. - "Exagerada. El último siglo hace solo 18 años que lo dejamos atrás..." - También dejamos el anterior atrás... ¿no te acuerdas? - "¡Calla de una vez!" (luego me dijo) ¿No tienes nada qué hacer, boba de Coria?

Pues no, pero no me quedé allí. No quería estar presente cuando a la Cotilla le cayera un pescozón de campeonato por si me llevaba otro yo. De modo que me acerqué al acuario. Durante unos días he visto que la botellita de chinchón que le trajeron los Reyes Magos a Pascualita, ha permanecido entera en el mismo sitio donde cayó.

La sirena no debe asociarla con el licor... Metí la mano en el agua dispuesta a darle una clase práctica de cómo se abre una botella. Tuve que meter el brazo entero y cuando la mano se cerraba en torno al pequeño envase, Pascualita apareció de la nada, mostrando su temida dentadura de tiburón.

La Cotilla y la abuela iniciaron una discusión acalorada sobre alguien que salía en la tele. - ¡Rato está buenísimo, digas lo que digas! - "Digo que es un aprovechado, un sabelotodo, otro de la ralea de los que se lo llevaron calentito. ¡Un chulito!  ¡Un bicho!" - ¡Imposible!. Es compañero de Luis Bárcenas ¡mi gurú!... - "¡Ya te diré yo dónde puedes meterte a tu gurú!"...

 A todo esto yo tenía el corazón paralizado, esperando la mordedura envenenada de un momento a otro. Pascualita fijó en mi sus ojos estrásbicos. No parpadeaba. Me recordó a Pepe, silencioso y sin un solo parpadeo al tener los ojos cosidos... El bueno de Pepe nunca me haría daño... por lo menos desde que es una cabeza jivarizada. Y Pascualita tampoco, al fin y al cabo, vive conmig¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYY!!!
 
Me equivoqué. La sirena clavó los dientes en mi mano con toda su mala leche. La mano se me puso como un colchón mientras yo "bailaba" la danza del dolor salvaje. La abuela tiró de la sirena y la guardó en el bolsillo. Yo sangraba como un toro de lidia. Moqueaba como un pavo. Saltaba como un canguro. Gritaba como si me estuvieran desollando y corría como un guepardo dando vueltas a la mesa del comedor hasta que, mareada, caí al suelo.

Cuando volví en sí y pude fijar la vista, vi a Pascualita, subida al borde del acuario, bebiendo a morro el chinchón de su botellita.




lunes, 8 de enero de 2018

La cuesta de Enero.

- Es ver la pantalla del televisor y echarse a temblar. Nieve, nieve, nieve, nieve... ¡y muchísimo frio! Y la gente a la que le gusta el invierno está encantada de la vida ¡Que paisajes más bonitoooooo! ¡Me encantaaaaaan! ¡Ya era hora que viéramos estooooooo!

- No puedo con ésta gente y se lo he dicho a la mujer que iba delante de mi, en la caja del súpermercado, cuando ha hecho un comentario a favor del invierno. - Todo para usted, señora. Se lo regalo y no le pongo un lazo porque se va a congelar. - Que espléndida, Cotilla, regalando mal tiempo. Eso no lo quiere nadie. - Pues bien contenta que se ha puesto. Pero la que estaba detrás de mi me ha echado en cara que quién era yo para regalar inviernos como quién reparte nueces.

- ¡Que guasona! jajajajajaja - Iba muy en serio, la tía. Y le dije: - Yo regalo lo que quiero y a quién me da la gana. - Huy, esto no pinta bien... - La que había recibido el invierno quiso poner paz entre nosotras y recibió una patada en la espinilla de la envidiosa. - ¡No me diga! - La primera sacó la mano a pasear y le hinchó la cara de un tortazo. Entonces intervino la cajera, recriminándome que no tenía que haber dado lo que no era mío a nadie  - Porque si yo, ahora, que me gusta mucho éste tiempo, quiero el invierno ¿cómo lo consigo? - ¿De verdad te gusta pasar frío? - ¡Sí! ¿Qué pasa? - Que no eres más tonta porque no te entrenas. - ¿Le ha dicho esto a la cajera? ¿Y qué ha contestado?

Me ha soltado un sopapo. Suerte que he echo un quiebro y lo ha recibido la envidiosa de antes. ¡Y allí se ha liado la de Dios es Cristo! Han venido tres ambulancias, un montón de coches y furgonetas de la policía... ¡Yo que sé! Aquello era un jaleo de sirenas y luces parpadeantes.

- ¿Qué le ha dicho la policía? Al fin y al cabo la discusión empezó por su culpa. - Nada porque, cuando han llegado yo ya no estaba allí. Aprovechando el rifirrafe que había en las cajas, me fui sin pagar la cuenta. - ¡Cotilla! No me diga que lo organizó todo para robar - Que mal te educaron, boba de Coria. No robé, simplemente cogí lo que considero mio. Después de tantos años cotizando a la seguridad social, resulta que la paga no me llega hasta fin de mes... - ¿Pero no puede hacer ésto?... (la risita sarcástica de la vecina, me anunciaba algo) - ¿No me diga que NO es la primera vez que hace algo así? -  Saca el chinchón y brindemos porque ya falta menos para el verano. - Y claro, brindamos.


domingo, 7 de enero de 2018

¡Se acabaron las fiestas!

¡No me lo puedo creer! ¡Un domingo que solo es eso, domingo! Cuánto tiempo hacía que no ocurría algo así... Tengo al personal derrengado entre el sofá de la salita y las butacas. Adormilados, comiendo las sobras de tantos días de fiesta: los últimos trozos de la pierna de cordero de Navidad; los últimos polvorones; los últimos restos del caldo con los que llené un tapper grande después de vaciar en él los restos que quedaron en la olla y en los platos ¡No lo iba a tirar con lo rico que estaba! Andresito, feliz con sus dos años menos, ni se ha enterado. Y así, con un poquito de aquí y de allí, nos hemos comido la última Navidad.

La abuela y la Cotilla están r.e.v.e.n.t.a.d.a.s. después del tinglado que montaron en la Cabalgata de los Reyes Magos. Solo reviven con el chinchón y las tacitas de caldo. No me atrevo a decir nada, por no sufrir las consecuencias pero, han llegado a una edad, que está entre los noventa y nueve y los ciento y pico de años ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYY!!!

La abuela ha cogido la fea costumbre de leer por encima de mi hombro lo que escribo sin que me de cuenta ¡Menudo pescozón me ha dado! ¿Por qué no podrá ser como las demás viej... ¡perdón! señoras mayores, que aceptan su edad y se la dicen al primero que encuentran. No, ella es más presumida que un pavo real... Aunque, debo reconocer, que para la edad que tiene (¡esto lo borro!) está estupenda ¡¡¡AAAAAAAAAAYYYYYYYY!!! (¡se me ha olvidado borrarlo!)

La Cotilla está más que satisfecha con la Cabalgata de los Reyes Magos. Le salió muy a cuenta el "trabajo" que realizó a costa de los bolsillos ajenos. Y encima se sacó unos buenos euros vendiendo los caramelos Reales. Está visto que a la gente le gusta que la engañen, sino ¿cómo se entiende que se los compraran con el reclamo de "lo bien que se conservan los tres Reyes después de 2.000 años?

Dice que con las ganancias se comprará un buen microscopio para ver, de una vez por todas, la subida de su pensión porque, con la lupa que encontró, hace unos años, en el contenedor de basura de un barrio rico, apenas ha distinguido las anteriores subidas.

Pascualita duerme a cola suelta, mecida entre dos aguas en el acuario. Está cansada después del trajín a que la sometió la abuela en la Cabalgata. Pero disfrutó, sobre todo cuando mordió la mano del rey Melchor. Por cierto, que fue muy comentado el baile exótico que se marcó en el balcón del Palau Solleric. Naturalmente, ha habido opiniones para todos los gustos pero creo que han ganado los favorables a su actuación.

También la sirena tuvo su regalo de Reyes, cosa rara después de cargase la mano de Melchor pero se ve que en sus corazones, los Magos no guardan rencor y, en la mañana de ayer, sobre las algas del fondo del acuario, había una pequeña botellita de chinchón reposando sobre la arena. ¡Y eso que no tiene zapatos para colocar junto al balcón!

sábado, 6 de enero de 2018

¡¡¡Llegan los Reyes Magos!!!

Los Reyes de Oriente llegaron a Palma, como siempre, en barco. Desembarcaron rodeados del cariño interesado de cientos niños dispuestos a tirarse de cabeza bajo las ruedas de los camiones reconvertidos en carrozas, para coger ¡un caramelo! azuzados por sus padres, abuelas y tías. - ¡Alliiiiiii! ¿Estás tonto? ¡Corre que te lo quitan!

- Le dije a un "angelito" que luchaba a brazo partido contra otros como él. - ¡Viene el rey Melchor! - Me miró como si le hablara en aramero y siguió a lo suyo.

Pasaron Melchor, Gaspar y Baltasar sin pena ni gloria ¡por que NO tiraban caramelos! - ¡Pero os traerán regalos dentro de unas horas! - Otra mirada perdida hacia una loca que les hablaba de tonterías. Yo tenía el corazón encogido...  porque no había sido capáz de coger ¡ni un solo caramelo!

Un poco más abajo se formó un revuelo cuando desde el coche de bomberos salió una lluvia de colorines. De repente, oyeron gritos y llantos. Me temí lo peor y unos segundos después, mis temores se confirmaron: La Cotilla, salida de entre la masa de personas mayores, que son las que suelen llevar carteras y monederos, saltó como un tigre de Bengala sobre los infelices infantes y se llevó todos los caramelos del suelo e, incluso, cazó muchos al vuelo.

Yo estaba horrorizada. ¡No quería que me viera! pero a la Cotilla no se le escapa nada. Se acercó corriendo y abriendo su falda, gritó: - ¡Abre el bolso, boba de Coria! - Y metió dentro cerca de dos kilos de caramelos. - ¡No pierdas ni uno que tengo que venderlos!

Mientras esto ocurría, los mayores del otro lado empezaban a darse cuenta de que alguien había arramblado con sus carteras. ¡Hay ladrones! ¡Mi carteraaaa! - Pero la banda municipal, con Bedulio a la cabeza como director de orquesta, se arrancó con un pasodoble que tapó las voces.

A todo esto se sumó un incidente: La niña, vestida de hada de la carroza de las mariposas, que iba en todo lo alto, haciendo movimientos de ballet con mucha finura, se fue al suelo de cabeza cuando una especie de abeja Maya, llena de plumas y lentejuelas, le quitó el sitio.

¿Qué hacía allí la abuela, Iba bastante sobrepasada de copas de chinchón? - "¡Nenaaaaaaaa! ¡Mira quién está conmigo! (me gritó con lengua estropajosa) ¡¡¡Lo más bonito de los siete mareeeeeees!!!" - ¡Oh, nooooooo! (quitó a Pascualita del broche y la enseñaba a todo el mundo) - "¡Añadamos fantasía a la noche! ¡¡¡He aquí a la única sirena del mundo!!!" - Yo estaba horrorizada, pero la gente empezó a reir. - ¡¡¡Es una sardina jajajajajajaja!!! - ¡¡¡Que fea es la jodía!!! - ¡Dámela y la pondré con pimentos para cenar jajajajaja!...

La cabalgata siguió su camino. La gente se marchaba a sus casas a esperar a los Reyes Magos. Pero yo no tenía prisa y me acerqué al Born para ver el final del recorrido. La Cotilla vendía ¡caramelos de los Magos contra el envejecimiento! ¡¡¡Mirad que bien se conservan después de dos mil años!!! ¡Cinco caramelos Reales, por tres euros!

Mientras, en el balcón del Casal Solleric, los Magos se asomaron para saludar a la multitud que esperaba en la calle. Y ¡oh, sorpresa! en un instante pasaron, de ser tres a cuatro. ¡La abuela seguía mostrando a Pascualita que, harta ya de tanto meneo, lanzaba dentelladas a distro y siniestro!. El Rey Gaspar recibió el mordisco al ser el más cercano al bicho. El pobre inició el baile de saltos, carreras, lloros, gritos y demás parafernalia. Afortunadamente, desde la calle solo vieron lo que parecía un arranque de alegría y los presentes lo agradecieron aplaudiendo a rabiar mientras, Pascualita desaparecía, una vez arrancada de la mano real, en el bolso de la abuela que siguió saludando, tan pancha.

viernes, 5 de enero de 2018

La foto.

El día que fuímos al fotógrafo nos pusimos de punta en blanco. La gente nos miraba por la calle y murmuraba a nuestro paso. - ¡Que elegantes! ¿Son artistas de cine? - Tal vez sean millonarios. - De toda la vida porque ese saber estar no se aprende de hoy para mañana. - Descenderán de los Reyes Católicos. - ¿Tu crees?... No les veo parecido alguno con ellos. - Ah, pero ¿tú los conociste? - ¿A Isabel y Fernando? De toda la vida. Sus padres y los míos eran buenos amigos. - No sabía que fuéras aristócrata. - Pues sí, lo que pasa que un tío abuelo de mi bisabuelo, perdió toda la fortuna jugando a las cartas. - ¿En el Casino de Montecarlo? - No, chica. En la Casa de Campo de Madrid. - ¿Allí hay un casino? ¿Con tapetes verdes? - Depende del mantel que pongas sobre el césped. - Sabes mucho de Historia pero no se te ha pegado nada de la elegancia de tus antepasados. - Si me hubiéses visto de joven... - Este grupo sí que es elegante. No me canso de mirarlo...

Seguimos calle abajo hasta la tienda del fotógrafo quién, nada más vernos nos pidió que nos quitaramos la ropa. Andresito se opuso en redondo. - ¡Soy un caballero! ¡No puede pedirme eso! - Naturalmente que puedo. Aquí soy como un capitán de un barco: ¡soy el que mando! - La abuela se enfrentó a su marido. - "Si lo exige el guión ¡nos desnudamos y santaspascuas!"

La Cotilla se arrugó un poco. - No puedo hacerlo, así, a palo seco (dijo) Además, no me he puesto mi mejor ropa interior.Tuve que empeñarla para comprar algunas cosas para estas fiestas... - Yo no dije nada porque estaba encantada con la propuesta. ¡Tendría un único espectador para mi sola que caería rendido a mis pies después de ver mis contorsiones eróticas mientras me desnudaba! Luego me llevaría al monte y allí haríamos un biznieto. Empecé a moverme... El director, que no me quitaba el ojo de encima, se levantó gritando: - .¡¡¡¿PERO QUE HACE, ALMA DE CÁNTARO?!!!

Aturdida, me tapé como pude. - ¿No ha dicho usted que nos desnudemos? - Que os quitárais la ropa. Voy a daros otra más acorde con la idea que tengo en mente para la foto.

Acabamos vestidos de campesinos y obreras. - Abuela ¿me da la impresión de que al fotógrafo le flipa el tema de la revolución rusa... ¿no crees? - "Mientras me saque favorecida y a Andresito con los pellejos colgando, no me interesa nada más"

Enmarcamos la foto y la colgamos en el comedor, sobre el acuario. Y raro es la visita que, al verla, no dijera: - ¡Caray, que foto! Hay que ver lo bien que ha quedado el broche ese tan feo de tu abuela. -  Es cierto. Pascualita está estupenda, la muy jodía.

jueves, 4 de enero de 2018

¿Nos hacemos una foto familiar?

A pesar de estar "exiliado" en mi casa, Andresito no puede disimular lo feliz que está con su "rejuvenecimiento" y me ha propuesto, para que se lo haga llegar a la abuela, que nos hagamos una foto todos juntos, en plan familia bienavenida y todavía "joven"

Estuve calibrando los pros y los contras por si había algo, en lo que parecía una proposición inocente, que me perjudicara ante la abuela, porque está en plan guerrero y no me gustaría llevarme ningún pescozón, sin comerlo ni beberlo.

Lo comenté con la Cotilla en cuanto llegó a casa después de "limpiar" las iglesias del turno. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! - ¿Qué le parece si nos hacemos una foto todos juntos? - ¿Qué foto? ¿Qué todos? - Una foto para la posteridad en la que estemos la Momia, Andresito, la abuela, usted, yo y Pasc... quiero decir Pascua. (¡Uf! a punto estuve de meter la pata) - ¿Pascual también? ¡¿No te da vergüenza poner al querido de tu abuela junto a su marido?! - ¡La abuela no tiene ningún querido! - Pues no se le cae de la boca el nombre del tal Pascual. - ¿Quién ha dicho Pascual, eh? Yo no. Es usted quién lo nombra. A ver si va a resultar que es su querido (dije con todo el retintín del que fui capáz)

- Si tuviera uno no se llamaría Pascual. No me gusta. Me suena a cordero o a mayordomo. - Será mayordomo nacional porque los ingleses se llaman Geoooorge (estaba muy puesta yo) - ¡¿Todos?! - Claro. De este modo, si lo cambian o se les muere, la gente rica pone otro Geoooorge y no tienen que estrujarse las meninges tratando de recordar el nombre del nuevo. - ¡Vaya, que ingeniosos!

- Bueno ¿qué? - ¿Qué de qué? - Que le parece lo de la foto de familia. - Si tengo que pagar algo, olvídame. Espero como agua de mayo la subida de las Pensiones ¡Ay, que ilusión poder dejar de trapichear! - La Cotilla empezó a desvariar enumerando la de cosas que hará con ese dinero: - Creo que dejaré lo de los cepillos de las iglesias porque hay algunos curas que no me quitan la vista de encima y así es difícil trabajar...

La dejé con su cuento de la Lechera  y llamé a la abuela. - "¿No querrás devolverme a Andresito?" - No. Te manda un mensaje: ¿Nos hacemos una foto familiar ahora que todavía estamos de buen ver? - "¿Eso ha dicho? No es más tonto porque no se entrena" - ¿Ese es el mensaje que le mandas? - "¡Espera! Venga, dile que sí. Así se verá viejo pellejo cuando mire la foto" - ¿Se lo digo así? - "No. Quiero que se lleve la sorpresa sin coaccionarlo jajajajajajaja" - ¡Que jodía eres, abuela!



miércoles, 3 de enero de 2018

Andresito "rejuvenece"

Andresito vive en una nube desde que supo, por boca de su Jefe, que estamos en 2016. Ha ordenado a Geooorge que vuelva a colocar todos los espejos que la abuela mandó quitar un día que se vio una arruga que no conocía.

El abuelito se pasa el día mirándose detenidamente. De repente grita: - ¡Mirad! ayer tenía aquí una arruga ¡y ya no está! ¡Rejuvenezco por momentos! - La abuela se ha cansado de llamarle de todo y más. El inglés, flemático él, se contenta con poner los ojos en blanco ante un nuevo aspaviento

Pero todo tiene un límite y el abuelito lo ha traspasado hoy cuando ha tocado el tema tabú. - Si no fueses tan cabezona de querer vivir en 2018 en lugar del 2016, ahora estarías como yo. - "¿A que te refieres, querido?" - La voz de la abuela sonó como el siseo de una cobra pero él no se dio cuenta y prosiguió. - Que a mi se me ve ya más joven que a ti, cariño. - El primer pescozón cayó sobre su nuca de sopetón - ¡¡¡Aaaaaayyyyyyyyy!!! ¡Solo quiero que... la tersura vuelva a !!!AAAAAAAAAAYYYYYYYYYYY!!! ¿Pero... qué te pasa? - "¿A míiiiiiiiii? Nada, querido". - ¿Te sienta mal que te diga la verdad? ¡¡¡AAAYYYYYYYYY!!! - "¿Qué verdad? ¿Qué estoy más buena que el pan de molde? ¿Qué no tengo arrugas?" - Si que tienes,(Andresito dio dos pasos atrás y se libró por un pelo, de recibir un bofetón) porque te empeñas en no hacer caso al Pinocho Mayor del Reino. Afíliate al partido y... ¿qué vas a hacer con el jarrón chino? ¡¡¡NOOOOO!!!

El ruido de la porcelana al estrellarse contra la cabeza de Andresito, alertó a la Momia que bajó en su ascensor, acompañada de los cubanitos culito-respingones de turno, a ver qué pasaba. - "¡Estoy harta de tu hijo y de sus tonterías!" - Te entiendo muy bien, hija, porque es clavadito a su padre. - "Dice que me afilie a su partido y me quitará las pocas arrugas que tengo!"  - Ahí tiene razón. Algo te quitarán.

La abuela me llamó. - "Geooorge te traerá a Andresito ¡No intentes devolvérmelo! Está en estado comatoso, así no te dará la tabarra y cuando lo haga, dále chinchón" - ¿Y qué gano yo en todo esto? - ¿"No quiéres heredar la Torre del Paseo Marítimo? Pues eso. - Preparé la botella de chinchón junto al sofá de la salita y seguí viendo a la Esteban.

martes, 2 de enero de 2018

Primer día del año.

El primer día del año no había nada para comer en casa, ni un mendrugo de pan. Cogí el teléfono dispuesta a lamentarme como una plañidera egipcia, ante la abuela. - Geooorge, necesito hablar con... - ¡Madame decir que no estar! - ¡Claro que está, inglés del demonio! Dile que se ponga.

Durante un ratito, el mayordomo y yo tuvimos nuestros más y nuestros menos porque ninguno dábamos nuestro brazo a torce ¡como es natural! - ¡You colgar! - ¡Y una leche! Llama a mi abuela. - ¡Madame decir que no está! (y vuelta a empezar)

Al final, harta de oírnos, se puso al teléfono. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! ¿Quién es? - ¿Cotilla? ¡¿COTILLA?! ¿QUÉ HACE EN LA TORRE DEL PASEO MARITIMO? - Pasaba por aquí y me he parado a visitar a mi amiga. - ¿Por qué no se ha puesto la abuela? - Es que, desde ahora, soy su secretaria particular. - La noticia me subió la tensión. - ¡Eso es mentira! - ¿Cómo lo sabes, boba de Coria? - ¡Porque tengo mucha hambre y eso me agudiza el ingenio!

Cuando ya había terminado la saliva y la garganta empezaba a notar la sequedad, la abuela contestó al teléfono. - "¿Qué pasa, boba de Coria? - ¡Tengooo hambreeeeeeeee! - Come. - No hay nada que llevarme a la boca. - ¿Y el comedor social? - Es día de estar en familia... abuelaaaa... ¡snif! ...

A pesar de la fuerte resistencia por su parte, logré ser admitida en el grupo "selecto" para ir a comer por ahí.

El rolls royce, reluciente como un espejo, se adentró en la carretera que conducía a la Serra de Tramuntana. Pasamos el peaje del túnel de Soller sin que nadie nos pidiera nada porque lo acababan de hacer ¡gratuíto!

El restaurante estaba a tope. Nuestra mesa guardada y nos sentamos enseguida. Nos saludaron con una sonrisa y luego nos dejaron a nuestro aire, comiendo trocitos de pan ¡sin all y oli! porque no había. Seguimos esperando..., esperando..., esperando... hasta que, derrumbados ya sobre la mesa en plan despojo, el olor de una paella cercana nos devolvió a la vida. Mientras, la Cotilla deambuló por los comedores y encontró cubiertos "abandonados", carteras, monederos, unos puros... Claro, no iba a dejar que se lo llevara otro.

Comimos sin hambre, aunque eso se arregló rápido en cuanto probamos las primeras cucharadas. No dejamos nada en los platos. Volvimos a esperar... y esperar... y llegaron los postres.

Después vino lo mejor. Andresito dijo: ¡nos han invitado a la comida! Menuda revolución montamos - ¿Quién ha sido? - El dueño... parece. - "¿No tendrás una querida por aquí?" (la abuela es muy suspicaz para éstas cosas) - ¡Nooooo, cariño! - "¿De verdad nos invita?" - Bueno, dice que no puede cobrarnos. - "¿Tu partido le hizo algún favor?" - No, que yo sepa. - "Entonces aquí hay gato encerrado ¡Yo me largo antes de que llegue la policía y me enchironen contigo!" (la abuela puso pies en polvorosa gritando ¡No conozco de nada a éste hombre!" (y señalaba al abuelito que la seguía, más despacio, diciendo - No es eso, cariño. Es que no me quiere cobrar. - "¡Lagarto, lagarto!"

Cuando emprendimos el regreso a Palma nos cruzamos con el coche de la policía, con las sienas en marcha, camino del restaurante. Poco después, por internet nos enteramos de que en ese restaurante, habían sufrido el robo de la caja registradora y del aparato para las tarjetas bancarias. No se explicaban cómo nadie había visto nada.

Todos miramos a la Cotilla que mostraba una sonrisa orgullosa. - "¡Eres una artista!" le jaleó la abuela - "¡¡¡COTILLAAAAA, COTILLLAAAAAAA, COTILLAAAAAAAAA, RA, RA, RA. COTILLA Y NADIE MAS!!!"

lunes, 1 de enero de 2018

Nochevieja.

Voy arrastrando los pies, en plan zombi, por la casa. Apenas veo por donde ando porque las legañas se han hecho amigas del rimel y han hecho piña. Ahora no hay quien las separe y casi no puedo abrir los ojos... Pero anoche lo pasamos muy bien. O eso creo...

Para la Fiesta de El Funeral me puse un taconazo de escándalo, que si me caigo de esa altura me quedo sin tobillos. La Cotilla me imitó y acabó la noche apoyada en dos bastones que, vaya usted a saber a quién se los quitó, porque sin ellos no daba un paso.

Fuimos a Cort, a tomar las uvas ante el reloj del Ayuntamiento. Durante las campanadas hago trampas. Ya sé que no es un buen ejemplo para entrar en el nuevo año libre de pecados, pero si no empiezo a comerlas a la primera campanada de los cuartos, entro en 2018 con uvas del año pasado y eso me da un poco de reparo, porque ¿a ver si no van a estar buenas de un año para otro?

La Cotilla se atragantó. Alguien, de un grupo de gente alegre, que no paraban de gritar, beber, cantar y tirar confetti, levantó el codo y lo metió en la boca a la Cotilla al tiempo que ella hacía lo mismo con un grano de uva. Los papelillos, la dentadura fuera de sitio, el mosto de las uvas resbalándole por las comisuras de la boca y el calorcito del chinchón (la primera botella ya iba por la mitad) se le atascó todo a la entrada del gañote y por poco se nos muere. A la abuela y a mi, nos dió la risa viéndola dar boqueadas. Nos recordaba a Pascualita cuando ha estado a punto de ahogarse con agua dulce y se nos saltaron las lágrimas de tanto reír. La vecina se enfadó con nosotras pero, como le dijímos, ¡estaba tan graciosa!

Seguimos la fiesta en El Funeral que se aprovechó para colocar la foto de Venancio en la pared de los Finados. La viuda no quiso perderse el homenaje que le hicimos a su marido y se lo pasó en grande bailando como una posesa.

La abuela, con zapatos altísimos y una generosa ración de chinchón en el cuerpo, iba con mucha frecuencia, al centro de la mesa a por sangría. Allí fue a parar Pascualita de cabeza al soltarse del broche de la solapa de la abuela.

Nos dimos cuenta cuando Conchi gritó que en su copa había un feto. - ¡Dámelo, dámelo! - grité con todas mis fuerzas. - ¿Quiéres ésta porquería? ¿Para qué? - Al cambiarle mi copa por la suya, salió de mi boca: - ¡¡¡Es afrodisíaco!!! - Y me lo tragué... bueno, la sirena quedó en la boca, mareada perdida.  Eso me salvó de ser mordida por la medio sardina.

Mi frase dio resultado. En seguida se me juntaron algunos juerguistas dispuestos a experimentar. En cambio Conchi, muy enfadada, reclamaba lo que creía suyo. - ¡Que me des esa porquería, te digo! ¡¡¡La he visto primero!!! - La abuela miraba felíz mi éxito con los hombres y leí en sus labios: "¡¡¡Por fin, un biznieto!!!"