miércoles, 24 de enero de 2018

¡Bedulio me quiere arrestar!

- Que poco dura la alegría en casa del pobre. Con lo bien que estábamos con el calorcito de éstos días, ha salido el aguafiestas del presentado del Tiempo y dice que volverán la nieve, el frío, las nieblas y el viento. ¿No se lo podría haber callado? - Estamos en pleno invierno, Cotilla... - ¿Le he pedido yo que venga?

La vecina tiene mucha artrosis. Los dedos de las manos son como sarmientos retorcidos. Por eso la descubrí en cuanto los vi. Y también  Bedulio que se plantó bajo mi casa vestido con el uniforme de Municipal y llamó al interfono: - ¿Está la Cotilla? - ¿Por qué? - Tengo que hablar con ella. - ¿Para qué? - Para arrestarla. - ¿A santo de qué? - La acusan de robar las saetas de ... - ¿Semana Santa? - ¿Cómo qué... ¡¿Me estás interrogando?! - Practico por si queda libre el puesto de interrogadora en tu cuartel.

- ¡Ni en broma trabajarás allí! - ¿Por qué? - ¡¡¡Porque no y punto!!! ¿Está la Cotilla o no?- Espera, voy a preguntar. ¿Cotilla, está usted aquí?... Dice que  no. - Ah, vale... ¿Me estás tomando el pelo? - A estas horas suelo tomar un cortadito pero como me tienes enredada, y algo tengo que tomar, te tomo el pelo.

Se notó que estaba cabreado cuando dijo - ¡¡¡Estás arrestada!!! - ¡Yo no he hecho nada! - Le quitaste las flechas al santo. - Fue una buena acción. - ¡Voy a detenerte por reírte de la autoridad y no sé cuántas cosas más! - ¿Entonces subes, Bedulio? - ¡Naturalmente!

Al  llamar a la puerta me puse a hablar - No te preocupes, abuelito. No me harán nada... ¡No te enfades que te dará un infarto!. Que cabeza tengo ¡cómo va a darte un infarto si ya crías malvas hace tiempo jajajajajaja!

Al abrí la puerta él la sujetó con fuerza. - ¡No abrás! (gritó Bedulio) ¡Sal tú! - ¡Mi casa es mi castillo y el ánima de mi abuelito, mi paladín! - ¡¡¡No... lo... nombres!!!... - Es Bedulio, abuelito... No te enfades. Está cumpliendo con su deber... ¡No, yo no quiero ir a la cárcel! ...

Dentro de casa, de Bedulio solo había la mano derecha que aguantaba la puerta fuertemente. Esto me dio una idea. Fui en busca de Pascualita que dormía placidamente entre las algas del fondo. La cogí y volví junto a la puerta. Entonces grité con voz lastimera: - ¡¡¡No lo hagas, abuelito. El no tiene la culpa!!!

Pascualita estaba frenética por el brusco despertar, así que no me costó nada que mordiera, con saña la mano que aguantaba la puerta. Y Bedulio gritó como un desaforado. La escalera se llenó de vecinos queriendo saber qué pasaba. La Cotilla regresó entonces de sus trapicheos y yo lloraba a lágrima viva, detrás de la puerta.. ¡de risa!. Mientras, la mano del Municipal estaba cogiendo un tamaño descomunal, digno de un circo...

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