domingo, 21 de enero de 2018

Sigue la polémica.


La Cotilla está más contenta que unas Pascuas. - No sé quién ha hecho el desaguisado al Patrón de  la ciudad, pero ha sido mano de santo. Todos los días recojo una buena cantidad de euros de los cepillo de su iglesia. Desde que pasó lo que pasó, la gente llena todos los días el templo. Nunca habíamos visto nada igual.

Desde el púlpito, el cura extendía el brazo como si acusara a alguien en particular pero, realmente, el dedo acusador recorría todos los rincones de la iglesia esperando ver arrepentimiento verdadero en alguna de las caras que no le quitaban ojo. Pero solo veía curiosidad. Y mientras el no dejaba de pronunciar la palabra ¡SACRILEGIO! cada vez eran más los feligreses que ansiaban preguntar. Hasta que uno rompía el fuego y empezaban los debates:

- ¿Ya tienen un sospecho? - No. - ¿Dónde están las flechas? - Guardadas bajo siete llaves. - ¿Guardadas por qué? ¡Así la policía no encontrara huellas! - Ya lo ha hecho. - Creo que tendrían que enmarcar las saetas... Sería una cosa original . - Tiene usted razón, caballero ¡Propóngala!... Y así las misas se hacían eternas.

Alguien quiso saber qué iban a hacer con las flechas. - El cura tartamudeó... estoooo... Lo normal en éstos casos es volver a colocarlas en sus agujeros y ¡listo! Se acabó la polémica

Un escalofrío recorrió las cuatro paredes de la iglesia. La gente estaba sobrecogida - ¡Meter las flechas en las llagas! ¿Esa es la solución de ustedes? ¡Inhumanos! ¿Cómo van a colocar las saetas en los agujeros sangrantes? - ¡OS ESTAIS PASANDO SIETE PUEBLOS! (bramó el cura)

Después estaba la polémica de los periódicos ¿Mártir, sí o no? - La gente se dividía según las opiniones de cada  uno. - ¡Las flechas son imprescindibles y deben estar en su sitio porque sino, ni hay mártir ni hay ná.! - Pues yo lo encuentro guapo así (dijo una beata, célebre por sus ansias de catar varón) Le curaré las heridas y se quedará en mi casa hasta que cicatricen... - ¿Cicatricen dice ésta loca? ¡Señora, que es una estatua! - Yo sé lo que me digo...

No se hablaba de otra cosa. Ni de Cataluña siquiera.

En un arranque de vanidad, le dije a la Cotilla que la responsable de todo era yo. Me miró durante un rato, después dijo: - ¡Que graciosa eres cuando quieres jajajajajajaja! Mejor que no hayas sido tú, boba de Coria, porque no te perdonaría que dejases tiradas las flechas en lugar de traerlas para acá. ¿Sabes lo que valdrían ahora? ¡Las vendería al mejor postor y nos forraríamos! - Bebí chinchón para disimular mi turbación. ¿Por qué ella ve negocios donde yo no veo nada.?


No hay comentarios:

Publicar un comentario