Parece ser que Andresito se ha dado cuenta de que eso de volverse dos años más joven, aunque lo diga el Pinocho Mayor del Reino, es mentira. Y ahora tiene un trauma como una catedral. - ¿Así que he estado haciendo el ridículo? (le preguntó a la abuela. Y ella, comprensiva con su marido, le dijo) "El MAYOR de los ridículos, cariño" - Nunca pensé que caería tan bajo... - "¡Eso no es nada!. La Villalobos, sin ir más lejos, te deja a la altura del betún en cuanto abre la boca" - ¿No me estarás comparando con ella, verdad? (la voz de mi abuelito sonaba angustiada) - "Un poco, sí"
Cuando la abuela me lo contó, se partía de risa. - "Tenía carita como diciendo ¡no es culpa mía! Y los ojos se le ponían llorosos. Entonces yo, para levantarle el ánimo y pensase en otra cosa, decía ¡Cómo se te ocurra llorar y ponerme el suelo perdido de lágrimas y mocos, vas a ver quién es el Jefe aquí, si tu Pinocho Mayor del Reino o yo!"
- Que brusca eres, abuela. Menos mal que tiene a su madre para consolarlo... - "¿La Momia? Ella está en su mundo caribeño con sus cubanitos culito-respingones. Ha hecho plantar unas cuantos cocoteros en el jardín y solo se escucha música pegadiza de aquellos lares. Por eso, cuando fue a contarle sus desgracias, la Momia no le hizo ni caso y le dijo: Sí, cariñito, puedes comer galletitas pero sin pasarte que luego tendrás diarrea." - ¿En serio? - "¡Y tanto!"
- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa!Vengo de la manifestación de los jubilados -¿Qué tal ha ido? (pregunté) - No he sacado gran cosa. Tienen los bolsillos con telarañas. - ¡Cotilla! ¿No me diga que ha ido a "trabajar?" - No era mi intención pero, en cuanto veo un grupo de gente reunida, no puedo evitarlo. Los dedos se ponen en movimiento en busca de carteras y bolsillos para vaciar. - ¡Pero si son jubilados como usted, de los que no llegan a fin de mes. - Había poca gente. Tendrían que haber encendido un fogueró y preparar una buena merienda asando longanizas, botifarrons, panceta, etc. etc. y unas botellitas de vino. Hubiese acudido más gente.
- ¡Pero no pueden! La subida de las pensiones no les llega para nada - Hablando de todo un poco ¿De qué hablábais? - "Del disgusto que tiene Andresito al verse arrugas de los años que creía no tener" - Un poco tonto, si és... - "Pues sí" - ¿Qué comemos hoy? - "¿Potaje de garbanzos?" -
La abuela hizo algo insólito en ella. Llamó al abuelito para que trajera unos cuantos botes de garbanzos cocidos y que comeríamos en mi casa. - Un rato después sonaron los pitos bajo mi balcón.
Después de comer y de haber escuchado por quinta o sexta vez, las penurias del abuelito a cuenta de sus arrugas, pasamos a la salita a tomar el café y dormir la siesta. Nos despertó un grito espantoso. Andresito gritaba, corría, saltaba, lloraba, moqueaba... mientras Pascualita le mordía la cara. La abuela, de un tirón seco, la arrancó y la lanzó de cabeza al acuario.
La cara era un poema: enoooooorme, abultada, sangrante pero... ¡lisa! La hinchazón se había llevado las arrugas y la abuela parecía satisfecha mientras daba de beber unos sorbitos de chichón a Pascualita.
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