sábado, 31 de diciembre de 2011

¡Salimos en las noticias, abuela! - Efectivamente, en el telediario local comentaban que, dada la cantidad de personas mordidas en labio, naríz u oreja por "algo" que aún no había sido identificado, el Estado le daba rango de epidemia y Palma quedaba en cuarentena. Dos personas estaban siendo investigadas porque, casualmente, al producirse los ataques, siempre estaban cerca. - ¡Están hablando de nosotras! - Al oír mis gritos la abuela acudió presurosa con Pascualita en la mano - "¿Qué pasa?" - En esos momentos algunas víctimas aparecían en pantalla explicando lo doloroso que les resultó el mordisco - "¡Anda, pero si esos son del Funeral! ¡Y el chino del otro día! ¿qué hacen aquí?" - ¡Nos están acusando delante de todo el mundo! ¡No podremos salir a la calle! - El timbre de la puerta me encogió el corazón - Yo no abro. Han dicho que un agente de la Cía vendrá a investigar sobre el terreno. ¡Nuestra casa es "el terreno! - "¡Anda, abre y si es el americano y está bueno, tal vez sea un buen partido para tí. ¿Te imaginas? ¡Viviríamos en America a tuti plen!" - Era la cotilla del 4º - En la tele hablan de vosotras. ¡Mirad, mirad. Ahora salgo yo!... huy, no me gusto. Es verdad eso que dicen de que la tele engorda. Por lo menos salgo con cuatro tallas más... ¿Os dais cuenta? cuando descubran lo que tenéis guardado vais a ser más famosas que el Duque ¡Que envidia me dáis! - ¡No tenemos nada escondido! ¡que manía le ha entrado a todo el mundo! - Volvieron a llamar - ¡Policía. Abran! - Esta vez fue la abuela quién abrió - "¿Es necesario tirar la puerta abajo? Hay un timbre ahí..." -Era la guardia civil. A estos no los conocíamos y tuvimos que identificarnos - ¿Y ésta quién es? - Una de las víctimas - contestó la cotilla, encantada de estar allí pero no le duró mucho la alegría porque la hicieron salir. Entonces recordé que, unos minutos antes, Pascualita estaba en la mano de la abuela ¿dónde estaba ahora?. Un movimiento casi imperceptible, en el bolsillo de su delantal me señaló el escondite. Sentí un escalofrío. - "¿Alguno de ustedes es americano? Es que a mi nieta le hace mucha ilusión conocerlo" - ¡Abuela! - "¿Les apetece una copita de chinchón y unos turrones? ... ¡Ah! ya, están trabajando... bueno, pues luego, cuando terminen.. por cierto ¿qué buscan?" - (¡Qué cuajo tiene!) - Tampoco estos guardias encontraron nada que fuera peligroso y propenso a morder aunque les llamó mucho la atención la bañera rosa del comedor, con agua, algas, arena y el barco hundido - "Quisimos montar un Belen ahí pero como las figuritas que tenemos son de plástico, flotaban, así que lo dejamos para otro año... ¿Seguro que no quieren un chinchón?"

viernes, 30 de diciembre de 2011

Hemos ido de compras a los chinos. La abuela se prepara para celebrar la Noche Vieja en el Funeral. Quiere ir más guapa que nadie sin gastarse mucho dinero que no está el horno para bollos . Como no tenía nada mejor qué hacer la he acompañado de tiendas. Por supuesto también ha venido Pascualita.
Uno tras otro, los comercios chinos se extienden como la ola de un tsunami por las aceras del barrio. Ha sido la primera vez que la abuela a entrado en uno. Iba con reparo, como a la fuerza pero sus amigas le habían dicho que allí encontraría de todo  y eso la ha decidido. Tiene la costumbre de tocarlo y no se ha percatado de que tenía una mujer china pegada a su espalda  - Si no complal, no tocal - La sorpresa de la abuela ha sido mayúscula - "¿Ha dicho lo creo que he oído?" - luego se volvió hacía ella - "Si no toco ¿cómo voy a saber si lo voy a comprar o no? - Tu no tocal - "¡La madre que...! ¿Quién es esta tía?" - la abuela se estaba enfadando. - Son normas que tiene esta gente. - Pero no me escuchó. Lo que hizo fue decirle a la china que se largara, naturalmente no le hizo ningún caso - "¿Cree que le voy a robar?" ... ¡Anda que le compre su madre! ¡Vámonos a otro sitio!" - Pero en todas partes pasó lo mismo Finalmente se rindió. En una de las tiendas vió todo lo que necesitaba y pasó olímpicamente de las miradas indiscretas. Mientras cogía, miraba y remiraba la mercancía y hacía como que no se enteraba del marcaje al que era sometida, abrió un poco la tapa del termo y fue explicándole a Pascualita qué era al cosa, para qué servía y dónde se lo colocaría. - "Después de las uvas tendremos cotillón y bailaremos hasta que el cuerpo aguante pero, para enotnces yo ya tengo que haber engatusado a Pascual... Sí, es guapo ¿Te acuerdas de él? Es el que tiene aquel pelo blanco tan lustroso y baila tan bien que parece que vas sobre una nube... bueno, a sentir eso te ayuda también el cava y los vinos que nos tomaremos durante la cena jajajaja... ¡Ya verás que bien lo vamos a pasar! " - La china que la seguía estaba todo el tiempo pendiente porque creía que le hablaba a ella. Creo que acabó con dolor de cabeza. Comentó algo con un compañero y fue sustiuída por éste en  la persecución de la abuela. Escamado por su comportamiento, se plantó delante de ella y sin que nos diera tiempo a reaccionar, sujetó el termo, lo abrió del todo y con dos dedos,  sacó a Pascualita - ¿Qué sel? - "Tamagochi" - dijo ella - No. Sel bicho. ¿Tú comel?... ¿No? Yo sí - Y con toda su caradura se llevó  la sirena a la boca. La reacción no se hizo esperar. La primera en morder y fuerte, fue la abuela que dejó la dentadura enganchada en la mano del chino. Acto seguido Pasacualita sacó sus dientecitos de tiburón a pasear clavándolos en el labio del vigilante. El primer ataque le pilló de sorpresa y por eso tardó medio segundo en gritar pero luego no había quién le callara. La abuela le abofeteaba para que se estuviera quieto pues quería recupear sus dientes. Yo tiré de Pascualita para llevármela de allí pero llegó la primera china armada con un periódico enrollado con la intención de aplastar de un golpe a la "cosa" que atacaba a su compañero. Ante el peligro de que eso sucediera, la sirena reaccionó saltando a la diminuta naríz de la mujer que, inmediatamente empezó a doblar y luego a triplicar su tamaño. El griterío que armábamos atrajo a más trabajadores, tanto de la tienda como de los comercios vecinos. Estábamos en inferioridad de condiciones y lo hubiésemos pasado muy mal si, en ese momento, no hubiesen llegado los municipales. Eran nuestros amigos o eso creíamos nosotras. Por si acaso dí un tirón más fuerte para desprender a Pascualita de una vez por todas de la naríz de aquella pobre mujer que gritaba, lloraba y sangraba, todo a la vez. Metí a la sirena, deprisa y corriendo, en el escote de la abuela, allí no miraría la policía.
Después del paso por comisaría donde nos acusamos unos a otros y finalmente nada quedó claro, volvimos a casa. - "¿Has visto que desagradecidos los policías? era como si no nos conocieran... Por más que les he repetido que al mostruo" se lo comió uno de ellos, no me han hecho caso. ¿Crees que volverán a registrar la casa?" - Me temo que sí. Piensa que, esta vez, por poco nos encuentran con las manos en la masa... ¿Estás preocupada?... ¿en qué piensas?  -  En sí le pido a Pascualita que me muerda un poco en el pecho... con más volúmen en el escote el vestido que llevaré mañana al Funeral me sentará de muerte" -

jueves, 29 de diciembre de 2011

La abuela se ha ido a dar una vuelta en bici con Pascualita metida en el termo. Me ha dicho que pensaba llegar hasta Illetas a comerse el bocadillo junto al mar. -Vete a C,an Pastilla que el trayecto es liso - "¿Vas a llevar tu la bicicleta?" - Me he dado un punto en la boca.
Ha salido temprano, sobre las 9, son cerca de las 2 y aún no han vuelto. No me preocupa que les haya pasado algo porque se saben defender pero estoy viendo que tendré que prepararme  la comida y eso me repatea. Me da la impresión que quién se está volviendo pasota es ella.
Bueno, vaya día complicado. Sobre las cuatro ha llamado la policía diciéndo que la abuela estaba en una clínica... veterinaria ¡Dios mío! en seguida me he puesto en lo peor. La imaginaba encamada, llena de cables y sueros, golpeada, ensangrentada ... ¡alto ahí! ¿veterinaria? . Al llegar la encontré en un pasillo. Estaba nerviosa, fuera de sí. - ¿Te has caído, abuela? ¿Qué ha pasado? - "¡En mi vida me he caído de una bicicleta, no como tú que no sabes ni subirte!" - Me fijé en que el termo estaba abierto y ¡vacío! - ¿¡Y Pascualita!? - "¡Calla, tonta! Al final descubrirás el pastel... esos que vienen hacia aquí son los dueños del jodído perro así que, cierra la boca oigas lo que oigas" - Inmediatamente la abuela se transformó en una anciana desvalida, llorosa e insegura (¡que gran artistas se ha perdido el teatro español!).  La pareja de jubilados alemanes estaba consternada - No se preocupe, señoga. Todo igá bien y enseguida le entregarán su tamagochi - "Ay, gracias... ¿No lo romperán, verdad? ... Es lo último que me regaló mi querido esposo antes de... ay, ay, ... en fin, ya saben... antes de partir para siempre de mi lado... ay, ya... ¿Y el perrito quedará bien?" - El veterinario nos dice que nunca más tendrá cachogos pogque han tenido que cogtagle los... ¿cómo dicen ustedes? ... ah, si... cataplines - "¡Cuánto lo siento!" - No, no, quegida señoga. Ya teníamos pensado haceglo. Quegemos que nuestro pego sea pacífico. Ahoga lo segá. - "Bueno, no hay mal que por bien no venga" - Minutos después el veterianario se acercó a ella y le entregó un pequeño envoltorio - Su juguete, señora y tranquilícese, hemos tenido mucho cuidado al separarlo de... bueno, de dónde estaba - "¿Está entero?" - Está perfecto - La abuela suspiró, se despidió rápidamente de todos y salió de aquel sitio a la carrera.
¿Vas a decirme qué ha pasado? - pregunté después de sumergir a la sirena en la garrafa de agua de mar que siempre llevábamos en el coche y la vimos resucitar. - "Mientras me comía el bocadillo sentada sobre la arena de la playa, Pascualita contemplaba el mar tendida en la toalla" - ¿La sacaste a la vista de todos? -"¿Qué todos? allí no había nadie. Ni siquiera un bar abierto. Entonces llegó el puñetero perro que esos dos pánfilos que has visto antes, habían sacado a pasear. ¡A pesar de los letreros de prohibición!... El caso es que en cuanto a visto el bocadillo ha venido hacia mí y tu sabes que los perros me dan miedo. Venía ¡corriendo! Me entró el pánico y corrí hacia el lado contrario mientras le gritaba a los dueños que se lo llevaran. Pero no me seguía. Se había parado a husmear a Pascualita. Todos mis miedos se esfumaron y volví a por ella ¡que no se la coma! gritaba yo. El perro la tocaba con el hocico, la husmeaba, la empujaba, la hizo rodar por la toalla hasta sacarla a la arena y justo cuando llegué a su lado, abrió las fauces para tragársela. Entonces Pascualita se defendió. De un salto se cogió a loque vió más a mano y mordió con todas sus fuerzas una y otra vez. Los saltos y aullidos del perro eran dignos de verse y escucharse. Pascualita no tenía compasión. Los dueños  se llevaron al animal que sangraba como un toro de lídia y no había quién lo calmara. Entonces vieron a la sirena. Grité sustada : ¡mi tamagochi!. Quedaron convencidos de la historia que siguió a esa frase. Lo demás ya lo sabes. Pidieron al veterinario que tuviera mucho cuidado con el juguetito de " la pobre señoga" . Los testículos no tenían solución, estaban hechos picadillo.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Es necesario que ponga órden en mi vida. Está comprobado que no tengo la capacidad de la abuela para trabajar, divertirme, beber, etc. Me gana en todo y aunque me reviente, tengo que reconocerlo si quiero llegar viva al 2012. Así que iré a mi aire. ¿Qué ella corre y no puedo seguirla? me paro. ¿Qué se bebe una botella de chinchón y se queda tan pancha mientras que yo, con media ya voy más que aviada? pues no paso de ahí. Todos tenemos nuestros límites y el mío es escaso. Este es el deseo que pediré cuando empecemos el Nuevo Año: ser pasota...
Que raro, la abuela no se ha levantado todavía y ya son más de las 10... - ¿Qué haces en la cama a éstas horas?... ¿Qué dices? No te entiendo... Sí, si, ya veo que estás afónica perdida... ¿No estás bien? ¡Huy! tienes mucha fiebre ... ¡No, no te levantes!. Tienes que descansar. Los extragos se pagan, abuela y tu has hecho muchos estos días. Eres muy mayor y no quieres darte cuenta... Quédate quieta que voy a traerte el desayuno... ¿qué dices que quieres? ... ¿Leche caliente con un buen lingotazo de coñac? jejejeje.. solo un chorrito.
Me apena ver a la abuela así. Ella cree que tiene veinte años pero son 85 y no  hay cuerpo que aguante el trajín que le da al suyo... Por otra parte, nos dejará a Pascualita y a mí, en paz unos días, creo que la sirena lo agradecerá. Está para el arrastre después de haber "sufrido" en carne propia las consecuencias de las dichosas Fiestas.
¡Uf! que cansada estoy. Llevo todo el día limpiando a fondo la casa. Prefiero ir a trabajar que volver a hacer esto. A la abuela la tengo a régimen: le he dado una sopita de verduras, una tortillita,  una mandarina y para beber, agua. Hace un rato que me he sentado y debo haberme quedado dormida. Me voy a peparar un café con leche, a ver si me espabilo... ¡¡¡Abuela!!! - Estaba en la cocina atracándose de turrón y dando buena cuenta de la botella de chinchón. Sin rastro de afonía charlaba con Pascualita que la escuchaba atentamente y a las risas de la abuela ella respondía dándose un buen chapuzón en su "acuario". Iba a reñirla cuando oí el timbre de la puerta. La que faltaba. La cotilla del 4º - ¡Hola! debes tener muy aburrida a tu abuela porque me ha pedido que venga a hacerle compañía - y entró como una exhalación. Me acordé de Pascualita y en seguida pensé que si quería ser pasota tenía que empezar ya. Las risas que venían de la cocina subían de tono y me paré a escuchar - "... es un método infalible.. te haces la enferma y en menos de lo que canta un gallo tienes la casa como una patena sin haber movido un dedo jajajaja ... ¿quiéres otra copita?" - Venga.... ¿qué es eso que hay en la pecera? - "Un adorno que me trajo Papa Noel"- dijo desdeñosa - De tu nieta, seguro ¡cada día es más tonta! Lo que necesitas son ¡peces! - Mientras las dos viejas se reían de mí, Pascualita permanecía tumbada en la arena como si fuese un feo mascarón de proa. Ahora la que tenía fiebre era yo por la rabia que sentía. Sin pensar, llamé a la policía ¡tenía al monstruo mordedor!. Minutos después entraban los municipales en la cocina siguiendo la dirección que les indicaba mi dedo. Me quedé donde estaba. Desde allí oí voces, movimiento de sillas y finalmente, la voz de mi abuela llamándome - ¡Ven a tomar chocolate con nosotros! - Estupefacta, me senté con ellos. Todos comían y reían - "¡Toma!" - me dijo la abuela alargándome una taza humeante - "Bebe con cuidado, no vayas a atragantarte" - A punto estuve de soltar un grito cuando ví  surgir del chocolate la cabeza de Pascualita amenazándome con los dientes.

martes, 27 de diciembre de 2011

¡Han podido conmigo! ¡Me han derrotado! En San Esteban lo han conseguido. ¡Ay, ay, ay. Que malita estoy y que poquito me quejo!.
Mientras ponía la mesa un grito de alarma surgió de la cocina ¡¡¡Corre. Ayúdame!!!. La abuela intentaba coger algo de  una olla - "¡Es Pascualita!" - ¿Qué hace ahí? - La pesqué con el cazo. Afortunadamente la olla no estaba en el fuego - " La estoy impregnando de espíritu navideño" - Yo solo la veo impregnada de la grasa del caldo - dije mientras le daba una ducha bajo el grifo. -  Menudas Navidades está pasando la pobre entre tú y tus amigos. - "Ay, no me lo recuerdes, jajajaja... Lo que me pude reír viéndola rebotar como una pelota, de mano en mano, por el Funeral" - No creo que ella riera tanto... ni tampoco el guardia - "Calla, calla. Qué mala pata que entrara cuando mejor nos lo estábamos pasando... ¡Eh, no te lleves a Pascualita que le estoy enseñando a preparar un menú de Navidad!"  -
Al llegar la familia la mesa se llenó de manjares, dulces y salados, que trajeron "para que no se lo cargue todo tu abuela". Todo estaba apetitoso y yo no veía el momento de sentarme a la mesa. ¡Había de todo y yo estaba decidida aprobar todas aquellas delicias. Después de Reyes ya vería qué hacer contra los kilos de más.
Alguien se fijó en el extraño adorno que llevaba la abuela en el pelo - ¿Qué es eso? - "Un regalo que me ha traído un amigo de París" - ¡Ah!, si es de París... - El "regalo" era Pascualita ¿Se había vuelto loca esta mujer? - Ya habíamos empezado a comer entre risa y miradas de envidia hacia el adorno del pelo de la abuela cuando llamaron a la puerta. - ¡Abrán. Policía! - "¿Pero es qué estos no descansan ni en Navidad?... ¡Pasen, pasen! ¡Felices fiestas, agentes!... ¿Una gambita? ¿Una copita de cava? ... ¡Siéntense y coman. Hay para todos!" - El "adorno" del pelo había desaparecido como por arte de mágia. Tanto insistieron los comensales que los dos guardias acabaron aceptando un sitio en la mesa y minutos después ya se habían integrado con nosotros. La abuela explicó a sus familiares que estos agentes ya era "como de casa". -  "De vez en cuando nos visitan. Yo creo que a este tan guapo le hace tilín mi nieta jajajaja..." -  El jaleo iba subiendo de tono: - ¡Pásame aquella bandeja! ¡Hum, que rico está esto! ¿Ya ha probado los langostino, agente? ¡Están de muerte! ¿Esto qué es? ¡Riquíííísimo! ¡Abrid otra botella que estamos secos!  Alguien tiró  una copa de vino sobre el mantel ¡¡¡Alegría, alegría!!! ¡Ay, que pena. Menuda mancha! Que todas las preocupaciones fueran como esta ¡- Ya no podía comer nada más. Estaba encantada con las atenciones que tenía conmigo el guardia guapo, no dejaba que mi copa quedar vacía y el otro hacía lo mismo con la copa de la abuela. No sé muy bien lo que pasó luego. Debí cantar mucho porque estoy afónica perdida. También recuerdo el morreo que le dí al guardia y que fue celebrado con muchos ¡vivas!. Durante los brindis, el mayor de los guardias se dirigió a la abuela agradeciéndole la hospitalidad y le dijo que tenía una curiosidad  - Me gustaría ver al bicho ese que guarda por ahí. No lo denunciare pero, por lo menos sabré que no persigo un fantasma - Parte de los vapores del vino se disiparon cuando oí aquello.-  "Desde hace un rato sí es un fantasma jejejejeje... ¿recuerda lo mucho que le han gustado los langostinos? El bicho estaba camuflado entre ellos y antes de que pudiera impedirlo, usted se lo ha comido" - Una de mis tías dijo ¿era aquello que llevabas en el pelo hasta que  han llegado estos señores? - "¡Exacto!" - El guardia perdió la compostura y se puso verde. Creí que no le daría tiempo de llegar al baño, pero sí. Unos segundos después su estómago se había vaciado. Yo pensé en Pascualita pero, si se la habían comido, ya no tenía que preocuparme por ella además, la abuela había sacado el chinchón. Ya habría tiempo para lamentaciones 
He dormido de un tirón, me duele el cuello y la casa está manga por hombro... Pobre siena...Bueno, una preocupación menos. Voy a quitar esa horrible bañera rosa del comedor ... ¡¡¡Pascualita!!! ¿Qué haces aquí? - pienso más que digo. La abuela  me cuenta que la colocó dentro de uno de sus canelones . Cuando retiró las sobra, la enjuagó bajo el grifo, la metió en la pecera de mi cuarto, encerrándola en uno de los cajones del cantarano y ahí a pasado la noche - "Por cierto. Ha salpicado de agua los jersey que tienes allí y alguno destiñe...Tendrás que tirarlos todos.

domingo, 25 de diciembre de 2011

¡¡¡Feliz Navidad, Feliz Navidad!!! He conseguido llegar viva a éste día a pesar de haber pasado la Nochebuena en el Funeral. Todo estaba adornado con profusión de brillos y colgantes. Cada una de las fotos de los finados tenía su orla de espumillón y antes de sentarnos a cenar se hicieron bastantes brindis a su memoria. La mesa era un guirigay de risas y chistes verdes. La comida opípara y abundante. Cuando se les desató la lengua supe que algunas despensas habían sufrido un bajón esa noche - A mí hijo le regalan muchas... - No se van a beber todo lo que tiene ...-  con el turrón pasó lo mismo y con los langostinos y no se con cuántas cosas más. Al ver las bandejas repletas de carne, pescados y mariscos de toda clase pensé que deberíamos haber traído un taper para llevarnos parte de lo sobrante a casa... pero no sobró nada. La cena acabó tarde porque entre bocado y bocado, había que brindar por lo que fuera. Luego se bailó, alguno lo hicieron con las copas de champán en la mano y el suelo empezó a ponerse resbaladizo. Hubo caídas sin consecuencias salvo que las risas, las canciones, la juerga en general, fue en aumento
Yo procuré no pasarme en nada y fuí la diana de muchos chascarrillos pero no me importó porque quería estar pendiente de Pascualita ya que la abuela hacía tiempo que había perdido el control y bailaba como una descosida. En cuanto pude me acerqué para decirle que la sirena debía estar muy mareada - "¡Tienes razón!" - (nunca sé si es mejor, decirle las cosas, o no. En este caso no lo fue) Sin pensárselo dos veces sacó a la sirena , que estaba bastante maltrecha, del termo y levantándola en alto como un trofeo, gritó - "¡¡¡Os presento a Pascualita!!!" - Quise quitársela de las manos pero no pude, me empujó, resbalé y caí. La mayoría fueron a por sus gafas para ver qué era ese fenómeno exhibído con tanto fervor. Hubo reacciones para todos los gustos: algunos pensaron que era un juguete, feísimo, para gastar bromas; a otros les dió asco, otros pasaron de él olímpicamente pero una de las mujeres se la arrebató de las manos y la tiró a una amiga que estaba algo más lejos. Entonces empezó el juego de "¿a ver si coges a Pascualita?" y todos quisieron jugar, la abuela la primera. Yo tenía los pelos de punta viendo volar a la sirena por toda la cafetería mientras, partiéndose de risa y sin pensar en lo que estaba haciendo, la abuela intentaba cogerla. El pobre bicho iba con las manos por delante tratando de detener aquel carrusel. Era tan rápido, a pesar de la borrachera general, que no tenía tiempo de morder para anclarse y dejar de ir de acá para allá. entonces, cuando más desesperada estaba, alguien me lanzó a Pascualita y pude hacerme con ella... solo un segundo. Un fuerte manotazo hizo que la sirena volara directamente hacia la puerta de entrada, justo cuando esta se abría para dar paso a los municipales que venían a advertirnos de que una nueva llamada conllevaría una multa a pesar de ser Nochebuena. Pascualita quedó pegada a los frondosos bigotes del primer guardia que entró y me costó Dios y ayuda despegarla de allí aunque al guardia le costó más: un trocito de bigote y su correspondiente pellizco de carne al que iba pegado. La escondí en mi sostén mientras rezaba a todos los dioses para que no me mordiera, cosa que no hizo pero vomitó, no se si por el mareo o por los pelos del espeso bigote.
Era tal el jaleo en el Funeral que el compañero del herido no había visto a Pascualita  y todos los demás estaban tan bebidos que podrían haber jurado sobre la Bíblia que no sabían de qué les hablaban, a pesar de haberla tenido en las manos.
La visita de los guardias, los gritos desaforados del herido mientrasa el veneno hacía su efecto y  la herida se hinchaba exageradamente y el cansancio que ya hacía mella en los ancianos, fue el punto final a una noche divertida... para ellos. Minutos después el autocar contratado nos dejó en casa.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Ya está la abuela metida en la cocina preparando un plato para esta noche. Cenaremos en el Funeral junto a la mayoría de sus amigos. Cada uno llevará algo de comer. Después de cenar y cantar villancicos, habrá baile y barra libre porque tienen que brindar, una y otra vez, por los finados cuyas fotos están colgadas en una de las paredes de la cafetería, por eso han alquilado un autocar para que, al acabar la juerga, los vaya dejando en sus casas sanos, borrachos y a salvo.
Pascualita está con ella escuchado cómo le cuenta Nochebuenas pasadas - "... y Antonio se morreó con Miguel aprovechando que las bebidas ya hacían efecto jijiji... nosotros ya sabíamos que entre ellos había tomate ... Ay, espera. Hablando de tomate, no se me vaya a olvidar poner unos cuantos en la bandeja del horno... ¿quieres chinchón? ... venga, mujer, hay que empezar a entonarse. Toma, chupa este poquito que me he puesto en el dedo...  Está bueno ¿eh?  jejejeje ...  Abre la boca... hum, ¡que rico está el jamón!. Come, come pero que no te vea la sosa de mi nieta que nos monta un pollo ... Hoy irás de estreno. He hecho una funda para el termo, preciosa. Es roja y lleva la estrella de Belén en dorado. Todos se fijarán en ella... lastima que no puedan verte ..." - Entré en la cocina - ¡Pascualita no viene" - "¡Ya salió el sargento! ¿Cómo se va a quedar sola la criaturita en Nochebuena? ¿Y tú Espíritu de Navidad?" - Mejor no te digo a dónde lo he mandado. No vendrá y punto - "Pues aquí no se queda. Tiene que aprender lo que es esta fiesta para que, cuando vuelva a su hábitat pueda ..." - ¡Alto, ahí! No me sueltes otra vez el discursito. Los peces no celebran nada" - "¿Cómo que no? ¿Y los peces en el río?" - (¡Será posible!) ¡Los de río son de otra especie! ... Con lo que bebes, y veo que ya has empezado, este bicho corre un serio peligro de que se lo enseñes hasta al sereno si pasa por el Funeral. No va he dicho. - "Pues tampoco voy yo y si quieres cena te la preparas tú porque lo que estoy haciendo se va ahora mismo a la basura"  - Ante ésta amenaza real tuve que claudicar y tragarme toda mi autoridad, que es cero por mucho que trate de imponerme... Esta noche iré a la cena con un parche en el ojo. Pascualita, a pesar de haber tomado unos cuantos lametones de chinchón, sigue teniendo puntería cuando se trata de tirarme su chorrito de agua. No le ha gustado nada que haya querido estropearle su primera Nochebuena.

viernes, 23 de diciembre de 2011

¡La abuela flipa en colores! ¡Está como loca desde que ha visto en la tele un reportaje sobre el Dúo Dinámico!  Ya no se escuchan en casa los villancicos sino Quice años tiene mi amor, Quisiera ser, etc, etc. a toda pastilla y contínuamente y eso no hay ni cristiana ni sirena que lo aguanten. Y lo peor es que ella las canta a grito pelado ¡a ver si se queda afónica de una vez y nos deja en paz!.
Ha sido fan de ellos desde que empezaron. Ya le cogió mayor, estaba en la treintena pero se sentía una jovencita cuando cantaban Quince años... Su juventud fue triste y gris por los años en que le tocó vivir, por eso, cuando Manolo y Ramón saltaron a la fama sintió que una ventana se abría y dejaba pasar el aire fresco. Todo esto está muy bien  pero ¿somos Pascualita y yo culpables de que lo pasara mal? Ambas decimos que no. Entonces ¿a qué viene torturarnos de esta manera? Ni la tele se oye. Han venido algunos vecinos a  decirnos que bajáramos los decibelios porque las paredes amenazaban con agrietarse. ¡Por Dios, que tostón!
Pascualita se ha refugiado en el barco hundido del fondo de su "acuario" y lo ha tapado con algas y yo he optado por irme a la calle ¡hasta el final de la misma se oye ¡Resistiré! Entonces me he dicho que yo también resistiré y no dejaré mi casa ¡lucharé contra la abuela con sus propias armas! He ido hasta el Funeral a dar un vistazo al ganado que había allí en esos momentos y he elegidoa Enrique, un señor de muy buen ver, que en ese momento estaba leyendo el periódico. Después de preguntarle si conocía a la abuela y ver como sus ojos hacían chirivitas, le persuadí para que me acompañara a casa a levantarle el ánimo "a la pobre" - Estas fiestas la deprimen ¿No le haría usted ese favor a su amiga? - ¡De mil amores! - Al llegar a mi calle la música del Dúo Dinámico le abofeteó en plena cara - ¿Quién pone esto tan fuerte? - Ella. No sabe qué hacer con su cuerpo cuando está apática y hoy le ha dado por esto. He comprado esta botella de chinchón. Diga que se la regala porque es Navidad,  la alegrará.
No nos oyó entrar pero, en cuanto vió a Enrique se le acercó bailando al compás de Lolita y él no se hizo de rogar. Luego estrenaron la botella de chinchón y brindaron por lo divino y lo humano sin dejar de bailar en ningún momento, Finalmente sonó Hojas verdes y el baile se hizo tan íntimo que los dejé solos. El tiro me había salido por la culata. Eso sí, aproveché para bajar el volúmen y dejarlo casi a cero. No se dieron cuenta. Pascualita se sentó en el borde de la bañera rosa, aliviada. Ambas lo estábamos, eso nos acercó y en un arranque inexplicable, la cogí en mi mano con ternura para que supiera que estamos en tiempo de Paz y que debemos dejar de lado los malos rollos. Pero se ve que en el hábitat de las sirenas no saben nada de la Navidad, que se la trae floja, vamos. Sin darme cuenta yo también cantaba una canción del Dúo Dinámico al tiempo que la mecía siguiendo el ritmo. La pobre Pascualita solo necesitaba una gota para que rebosara el vaso de su paciencia (que es poca) y eso lo colmó . Impulsándose con la cola saltó a mi cara, se colgó de una oreja y mordió con toda la rabia que llevaba dentro. Yo sabía que ese mordisco era para mi abuela pero no me consoló en absoluto el saberlo. Grité de dolor, llorando como una Magdalena,  intentando arrancar al puñetero bicho que no paró de hincar los dientes hasta que arrancó un pedacito del lóbulo. Sin ningún miramiento tiré a la sirena al agua esperando que se abriera la cabeza contra el barco hundido ¡había desaparecido de mí el Espíritu de la Navidad dejando paso al Espíritu Asesino! Un rato después, más calmada y con la oreja como un pimiento rojo, me asomé a ver a la pareja. Seguían bailando lentamente, sin enterarse de que la música ya no se oía ¡Ni siquiera habían oído mis gritos lastimeros! La abuela siempre tiene la suerte de cara .

jueves, 22 de diciembre de 2011

¡El frenesí navideño ha invadido mi casa! Cuando pensaba que ya no cabían más brillos, colgantes, flores de Pascua y adornos en el Arbol, la abuela ha sido capáz de convertir nuestro hogar en el escaparate de aquellas viejas tiendas del Oeste en las que había de todo y amontonado. Ha comprado un tablero enorme que ha puesto sobre dos silla y ha montado un nuevo Belen, dice que el otro era "muy poca cosa". Apenas hay sitio para pasar. Cuando venga la familia a duras penas que podremos sentarnos a la mesa del comedor.
Pascualita se lo pasa bomba. Sigue el ritmo del soniquete del sorteo de Navidad con la cola y batiendo palmas. Cuando sale un premio gordo la abuela da un grito y se lanza histérica a apuntarlo en una libreta entonces Pascualita, que no entiende nada, se zambulle hasta el fondo del "acuario" asustada.
La abuela se ha fijado en mí - "¿Qué haces ahí parada? ¡Límpia la bañera de Pascualita!" - ¿¡Yoooooo!? -   ¡Ni hablar! que la límpie ella! Ya le podrías haber enseñado cosas útiles en vez de esas tonterías para reiros de mí. Además, si me arrimo me atacará y no quiero pasarme las fiestas con un ojo a la funerala - "¡Eres vaga hasta decir basta! Con lo vieja que soy y tener que hacerlo todo yo... no hay derecho" - No empieces con tus teatrerías. Dale un trapito al bicho ese y que vaya limpiando, si viene de tí pensará que es otro juego y verás que límpia deja la bañera.
Llamaron a la puerta - ¡Policía, abran! - Abrí la puerta mientras la abuela se cuidó de esconder a Pascualita - "¡Hola, agentes! ¿Vienen a por el aguinaldo?" - les soltó tan pancha. Los policías pasaron por alto el intento de soborno y echaron un mirada en derredor quedándo boquiabiertos al ver tal cantidad de iconografía navideña. No sabían por donde empezar a meter mano. - ¿No se han pasado un poco con todo esto, señora? - "¿Les gusta? Cuando llega Navidad, como total es una vez al año, quiero que se note. Incluso me pongo un pijama de Papa Noel para dormir. ¿Ustedes también?" . Yo estaba preocupada porque no sabía qué había hecho con Pascualita así que esperé el momento oportuno para preguntárselo - "En el Belen" - me dijo pero sin concretar "dónde". Estaba tan cargado de pastores, animales, piedras, arena, harina, musgo, ramas de pino, trozos de corcho que parecía una página de Busca a Wally en la que nunca encuentro nada. Tampoco los guardias habían tenido éxito. Se reunieron con nosotras delante del Belen y la abuela les ofreció una copita de chinchón que rehusaron. Mientras hablaban, por el rabillo del ojo creí notar un suave movimiento en el Pesebre. Mis nervios se tensaron. ¿Pascualita había movido la cola? ¡Y lo seguía haciendo! La abuela la había colocado en el lugar del Niño Jesús, tumbadita entre pajas, calentita por la luz de la pequeña bombilla que alumbraba el Nacimiento ¡Vamos! que si no fuera porque debía zambullirse para respirar, la tía se quedaba allí a vivir. Menos mal que los guardias estaban entretenidos con la charla de la abuela. Cuando salían camino de la puerta de la calle oí como uno comentaba - Vaya Niño Jesús más feo que han puesto éstas. ¡Seguro que lo han comprado en los chinos!

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Al llegar a casa me he encontrado con una imagen surrealista: la abuela estaba fregando el suelo ¡de rodillas! - "¿A ver dónde pisas?" - ¿Por qué límpias así? - "¡Porque me da la gana! ¡Dichoso País éste que es incapáz de dedicarte un monumento a no ser que seas militar!" - ¿Crees que me merezco un monumento? ¡Vaya, abuela, es la primera vez que te oigo decir algo bueno sobre mí... - "¿Es necesario que te pases la vida diciendo sandeces? ¡Hasta Pascualita entiende las cosas mejor que tú! ¡Qué cruz tengo contigo!... Por cierto, hablando de tus idioteces, ha llegado una nota del abogado del dibujante Pau que te pide una indemnización por el tiempo que el pobre hombre no ha podido trabajar... ¡Y la bromita del otro día te saldrá por un pico y medio!" - ¿Tanto? - "¡Y más!" - ¡Jopé! y encima de las fiestas... ¿Qué que puedo hacer? - "¡Pagar! así apenderás a no ser tan patosa" - Después de comer la abuela volvió a arrodillarse junto al cubo de agua y siguió fregando el resto de la casa. Decidí comentarlo con Pascualita que, en esos momentos, estaba sentada sobre la bañera rosa - ¿Sabes de qué va esto? - por toda respuesta obtuve una profunda y fija mirada de sus ojos saltones,  luego se zambulló para, acto seguido, asomar la cabeza y mandarme un chorrito de agua envenenada aunque, al parecer, sin mala intención porque no apuntó bien.
Como todas las tardes la abuela fue al Funeral donde pasó unas tres horas, al volver hizo algo del todo absurdo. Se dirigió a la cocina a preparar la cena, pensé yo pero no, salió de ella con un cubo de agua en una mano y la fregona en la otra y volvió a fregar todo el suelo de casa - ¿Pero qué haces? Si está límpio ¿no lo recuerdas? - dije con un nudo en la garganta pues vi en este despiste un mal síntoma para su salud mental - "¡Claro que me acuerdo. Tengo la cabeza más clara que la tuya, boba de Coria! Rindo un homenaje a Manuel Jalón... el pobre ha muerto hace unos días..." - ¿Un antiguo novio? ¿acaso era aficionado a fregar  suelos? ¿me habías hablado de él? Perdona que no lo recuerde pero como has tenido tantos en tan poco tiempo... - "Tendrían que ponerle una estatua en el centro de España para que todas pudiéramos rendirle culto pero con gente como tú es imposible. ¡Este hombre puso a las mujeres de pie!" - ¿Un revolucionario" - ¡Inventó la fregona, borrica!" - Pascualita no perdía rípio del enfado de la abuela. Me estaba cayendo una bronca sin comerlo ni beberlo - "Por eso he fregado como se ha hecho durante miles de años y ahora lo hago como nos enseñó él, para notar la diferencia ¿te enteras? Solo a él se le ocurrió atar un palo a un manojo de tiras de algodón ¡tan sencillo como esto!" - ¿Y por eso tanto jaleo y tanto grito? ¡anda que no hace años que existe!... ¡Aaaaayyyyy! ¡No me des con el palo de la fregona! ¡Maldita sea, la que estás armando por nada! - corrí para apartarme de ella y tropecé con la bañera rosa, afortunadamente solo la moví pero entonces un chorrito de agua cayó directamente, esta vez sí, en mi ojo y de un manotazo desesperado, la tiré al suelo. Hubo agua por todo, gritos de la abuela, chapoteo de Pascualita apartándose desesperada de mí  porque, en mi momentánea ceguera, a punto estuve de pisarla varias veces. Ahora que ya ha pasado todo, aunque aún tengo dolorido el ojo, puedo decir sin que me oigan estas dos, que de haberla pisado , no hubiese sido por casualidad. ¡Que harta me tiene!

martes, 20 de diciembre de 2011

Subiendo la escalera de casa he oído ladrar. Parecían los ladridos de un perro grande y otro chico ¿de quién serían? porque en la finca hay algún gato, canarios, periquitos, peces y ... Pascualita pero perros no. La sorpresa fue que estaban en casa. A mi me dan miedo, por eso dejé la puerta de la calle entreabierta por si tenía que salir corriendo. La abuela, que había oído la llave, gritó: "Pasa y verás qué cosa más bonita" - ¿Están sujetos? sino ya volveré más tarde - "¡Pasa, boba, que no te van a comer!" - No las tenía todas conmigo pero hice de tripas corazón y llegué, poco a poco, hasta el comedor - "¿A qué son bonitos? Se llaman Atlas y Axis y son de este chico que, por cierto no está nada mal pero vaya, no te hagas ilusiones porque ya está pillado... ¿Te das cuenta? siempre llegas tarde a todo. ¡Que poca carrera voy a hacer de tí!" - Pascualita, sentada en el borde de su "acuario" contemplaba las idas y venidas de dos perros imaginarios porque, una de dos ¿o yo necesitaba hacer una visita urgente al oculista o estas dos me estaban tomando el pelo? ya que, a pesar de oírlos, no los veía por ningún sitio. En cambio el dueño estaba de cuerpo presente tomándose un chinchón (o varios ya, porque a la botella le habían dado un buen bajón) y en animada charla con la abuela.- "Ven, que te voy a presentar, es Pau, un genio del dibujo. No tiene un pelo de tonto para estas cosas ... Bueno (dijo con desparpajo) ni de listo jejejeje. Creo que lo perdió para dejar sitio en su cabeza a las nuevas ideas ... Anda, tómate una copita y entónate que en la calle hace frío. Nosotros ya no tenemos jijiji porque desde hace un rato, lo combatimos ..." - ¡Claro! por eso veis perros donde no los hay... ¿Pascualita también ha bebido? - La abuela arrugó la naríz en plan coqueto - "Humm... ¡un poquito!... ¡Toma!" - cogí la copa y la vacié de un trago. Estaba muy apurada. En casa había un desconocido y Pascualita se mostraba abiertamente delante de él. ¿Es qué éstas dos no tenían ni pizca de seso en sus cabezas de chorlito?. Pau y la abuela tenían una conversación muy amena porque no dejan de reir ni de pasarme copitas que ¿a ver qué iba a hacer?  vaciaba en seguida. Un rato después el frío había desaparecido dejando paso a un calorcillo agradable. - ¡Anda, que perro tan bonito... Oh, que cosita tan mona el chiquitín! ¿De dónde salen? - "De las páginas de este tebeo" - ¡Vaya! ¿ Has visto, Pascualita? Es chuliiiii... simo... ¡hip!... jajaja ... Ay, no sé que me pasa. Estoy un poco... mareada ... Será por las curvas del... otro día ¡hip!- entonces, sin tener muy claro lo qué hacía, cogí a Pascualita y se la tiré al dibujante pillandolos desprevenidos a los dos. Se dieron un buen susto mientras yo me partía de risa. Acto seguido sonó un grito desgarrador que tan bien conocíamos la abuela y yo - "¿Qué te ha pasado, Pau?" - preguntó aunque ya sabía la respuesta. Pascualita, una vez más, intentando no caerse, había clavado sus venenosos dientecitos de tiburón, esta vez en el dedo del dibujante - "¡¡¡Estás loca!!! - me gritó la abuela - Ahora tendré que abrir otra botella de chinchón para que, al despertar, no recuerde nada. Si este tío nos demanda se nos cae el pelo. Ese dedo es uno de sus instrumentos de trabajo ¡y no para de hincharse! ¡¡¡Es que no sirves ni para hacer bromas!!!"

lunes, 19 de diciembre de 2011

¡Huy, que frío hace! Frío y lunes, mala combinación. Con lo bien que se está en la cama, calentita. Hoy se me han pegado las sábanas, cosa que no suele ocurrirme nunca porque no me gusta que la abuela tenga que despertarme. Lo ha hecho a su manera, "delicadamente". Ha levantado las sábanas con mucho cuidado y ha colocado a Pascualita, chorreando aún el agua fría de su "acuario", en mi pecho. El alarido se ha oído en toda la finca y a punto he estado de sufrir un infarto aunque, también es verdad que me he despejado de inmediato. Medio minuto después llamaba al timbre la cotilla del 4º - ¿Has matado, por fin, a tu nieta? - "Todavía no ¿por qué?" - Es que he oído un grito... - "Se le ha terminado el agua caliente mientras se duchaba jajajajaja..." - Mira que es exagerada jejejeje. En nuestros tiempos no nos bañábamos tanto,  yo sigo aún esa sana costumbre y mira, estámos fuertes como robles. Me da la impresión que tanta agua no es buena para el cuerpo sino, Nuestro Señor nos hubiese puesto escamas, como los peces - "Estoy contigo" - Por cierto ¿a vuelto la policía? - "Lleva un tiempo sin aparecer por aquí. Supongo que se han cansado de no encontrar nada" - Es raro esto, porque estoy segura de que el misterio está en tu casa... - "Vete a saber" - dijo la abuela con mucha flema, sin embargo yo no tengo su aguante para estas cosas y salí como una flecha dispuesta a que la cotilla pagara los platos rotos de mi enfado con el mundo entero por el mal despertar que había tenido. - ¡Misterio es que alguien la aguante todavía! Ande para su casa, chismosa... ¡Ah! y si un día me muero no quiero verla en mi velatorio porque saldré de la caja y la arrastraré de los pelos - ¡Qué mal le ha sentado el agua fría a tu nieta jajajaja! - "No le hagas caso... !Y tú, vete a desayunar que al final llegarás tarde al trabajo!"  - Dice tu abuela que no ha vuelto la policía y es una pena porque, seguro que con alguno de ellos podrías haber llegado a algo porque, hija, tu no te das cuenta pero se te está pasando el arroz... - ¡La madre que la parió! ¿Quién le da vela en este entierro, bruja? - Con este genio no encontrará un buen partido - dijo dirigiéndose a la abuela que asentía con la cabeza ¡No me lo podía creer! - Y eso que no está mal del todo, bueno, pasable simplemente y... - Se quedó callada mirándo sobre mi hombro. Creí que la abuela estaba haciendo muecas detrás de mí  pero, no era eso lo que había llamado la atención de la cotilla - ¿Qué es eso? - preguntó señalando algo - Poco a poco se me iba acercando - Que cosa más rara ... ¿qué será...? - ¿El qué? - Esta especie de gusano repulsivo que llevas sobre el hombro... ¡se mueve!... ahora va hacia la oreja ... - Mis nervios se tensaron como cuerdas de violín ¡la cotilla estaba viendo a Pascualita! Con el enfado se me había olvidado por completo devolverla al agua y seguía agarrada a mi pijama. Miré deseperada a la abuela quién, ni corta ni perezosa, me arreó una colleja que por poco me tira en brazos de la cotilla. Un segundo después la sirena había desaparecido en la mano de la abuela - ¿Dónde está el bicho? - "¿La polilla? ... Me la he cargado. Bueno, voy a lavarme las manos que se me han quedado pegajosas ... ¡Ay, que asco!"

domingo, 18 de diciembre de 2011

 Hemos ido de excursión al embalse de Cúber ¡Dios bendito! por qué a nadie se le ocurrió trazar una línea recta en el mapa al hacer la carretera. Al llegar al punto de reunión Pascualita y yo estábamos verdes, parecíamos primas hermanas; la abuela estaba como una rosa y no ha parado de cantar durante todo el camino
Como no ha querido dejar a  Pascualita en casa: "para que aprenda lo que es una excursión y así, cuando vuelva a su hábitat pueda organizarlas ella" ... (es inútil que le repita que vive a muchos metros bajo el mar) la pobre se ha pasado medio itinerario encerrada en el termo hasta que me he compadecido de ella y la he metido en una caja de plástico con agua de mar, que he colocado sobre mis rodilla. Mientras tanto la abuela, que era el chófer, no paraba de cantar a voz en grito y tomaba las curvas somo si estuviera corriendo un rally. ¡Ay! me mareo solo de pensarlo.
¡Qué frío hacía allí! Hemos llegado los primeros, así he podido dejar fuera del termo a Pascualita. Al cabo de un rato su color había pasado del verde al morado ¡Estaba helada!  - "¿Qué pasa? ¿dónde está ese espíritu aventurero que, se supone, tienes que tener?" - Se ha quedado tirado en una de las curvas que has tomado tan alegremente - le he dicho, huraña -  "¿Dónde está Pascualita?" - En la caja de plástico. La pobre está enferma de frío -  "Tráela aquí y tu vete a buscar más leña" - Caminé un buen rato junto a la orilla del pantano. Allí no había leña pero estaba fuera del alcance de la abuela. Al volver habían llegado sus amigos del Funeral y tenían montado un buen guirigay . En lo primero que me fijé fue en la caja de  Pascualita estaba, vacía pero no pude preguntar nada porque, como siempre, la abuela era el centro de la reunión en la que no se paraba de beber vino, por el frío y cantar alegres canciones de los años cuarenta del siglo pasado.
Me empecé a preocupar cuando alguien dijo: - ¿Habéis asado pescado? Huele. - No, todos habían traído carne y embutidos ricos en colesterol para tener entretenido al médico de cabecera la semana que viene. Por fin pude hacer un aparte con la abuela: "Ay, no te preocupes que no le ha pasado nada. Como estaba tan helada la he puesto en las piedras calientes cercanas a las brasas y al rato ha empezado a oler como si estuviese asando sardinas. He visto que Pascualita se movía inquieta, pensé que era de alegría al notar calorcito en el cuerpo, pero luego, al mirarla bien, no parecía alegre sino apurada así que la he cogido para meterla en el agua ... - ¿Le has dado una sauna? ¿del calor al frío? - "No me ha dado tiempo porque han empezado a llegar estos. No sabía qué hacer con la sirena, la tenía en la mano y como tú te empeñas tanto en que no la vea nadie, la he tirado" - ¿Qué la has...? ¿Dónde está ahora? - "Disimula... no mires pero está... sobre nuestras cabeza, en esta especie de pino tan frondoso... Ahí, a la derecha... ¿la ves?" - Vaya si la veía. Se agarraba con fuerza a la rama porque una fuerte ráfaga de viento amenzaba con llevársela de paseo... cosa que hizo un segundo después. De repente todo voló, vasos y platos de plástico, papeles, bolsas y ... Pascualita. Afortunadamente aterrizó en el cogote de Andresito que en esos momentos coqueteaba con la abuela. La impresión le sacudió el cuerpo. Pascualita buscó refugio en los pliegues de la bufanda y allí se acurrucó. Yo me arrimé y vi sus dientes amenazándome si la sacaba de allí pero no podía  quedarse. A la abuela le susurré en el oído: ¡¡¡Cógela!!!. - Un segundo después sus brazos se habían convertido en tentáculos que se agarraban sensuales y poderosos al cuello y los hombros de su novio. El cachondeo fue general - ¡Vamos a torrar sobre estos dos que van más calientes que un misto! ¡Dejad algo para el postre! jajajajajajaja! - Entonces ví llorar a la abuela en silencio. La sirena le había arreado un mordisco de los que hacen época cuando la arrancó de aquel nido calentito. Me la pasó de inmediato y pude meterla en el termo justo cuando hacía sus últimas boqueadas. Andresito, al ver las lágrimas de su amor se emocionó creyendo que eran por él y poniéndose de rodillas le pidió matrimonio. Por toda respuesta, la abuela se giró hacia mí gritándome - ¡¡¡Tráe el chinchón, a ver si nos quitamos en frío de encima!!!. Que romántica es.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Aunque parezca una bobada, todos los años por estas fechas, escribo una carta a los Reyes Magos. De niña siempre encontraba, junto a mis zapatos, lo que les había pedido, ahora no me traen nada aunque sigo teniendo la ilusión de que  un día, mágicamente, encontraré un regalo. ¡Huy, que viene la abuela! Escondo la carta porque no quiero que se ría de mí como hace siempre - "¿A qué no sabes quién a venido al Funeral esta tarde?" - Pues... no sé - "A ver, piensa un poco... ¿Qué haces? ¿Ya estás con la chorradita de cada año? Eres más tonta que Abundio jajajaja, ¡Por lo menos pide un novio! ¡Y con la cartera llena! A ver si se acaba la crisis en esta casa... ¿Qué. No se te ocurre nada? Que poca imaginación tienes, hija... ¡Mateo!... No disimules que no sabes de quién te hablo ¿A qué no?... ¡El alcalde, mujer!" - ¿Por qué hablas de él con tanta confianza? - "¿Y qué quieres? Los ciudadanos lo tenemos en nómina. Bueno, pues se ve que el hombre no sabía donde se metía cuando ha entrado a tomarse un café. Se ha sofocado un poco cuando lo hemos rodeado exponiéndole nuestras reivindicaciones a gritos, porque era la única manera de que nos entendiera al hablarle todos a la vez..." - Mejor hubiera sido que se lo dijérais uno tras otro - "Si, claro, pero un café se toma en seguida y no queríamos que se nos escapara" - ¿Y qué tal es? - "Guapito. Y simpático, educado, atento, aunque parecía algo nervioso" - No me extraña teniendo a la jauría tan cerca - "Nos ha dicho que sí a todo" - ¡Cualquiera os dice que no a la cara! - "Y tiene un revolcón" - ¡¡¡Abuela!!! Que está casado - "Bueno, no he dicho que se lo vaya a dar... Se ha interesado por el termo ..." - ¡No le habrás enseñado el contenido! - "Ganas no me han faltado y más cuando Andresito le ha dicho, riendo, que había un bicho muy peligroso dentro" - ¡Este tío es tonto! - "Ha venido la tele ... ah, no sé quién la ha llamado pero me han dicho que saldremos esta noche así que voy a ver las noticias" - Al poco rato en la pantalla apareció el Alcalde rodeado de viejos y viejas desatados ¡por poco le tiran el café encima! Después la cámara se acercó al termo de la abuela, estaba desenroscado y pude ver perfectamente, los ojos saltones de Pascualita mirándome fíjamente.
Sobre el borde del "acuario" la sirena no se perdía detalle. Entonces ella y la abuela, juntando los dedos índice y pulgar, se dijeron ¡OK! y Pascualita dió un salto mortal en el agua. ¡Ambas estaban felices mientras a mi me temblaban las piernas!

viernes, 16 de diciembre de 2011

La abuela ha vueltodel Funeral y por lo visto, han tenido una tarde agitada porque lo primero que ha dicho ha sido: - "Voy a poner la lengua en remojo que la tengo hinchada de tanto hablar" - ¿Habéis arreglado España? - "España no, pero hemos sacado conclusiones sobre cosas de aquí que nos atañen" - ¿A todos? - "A nosotros, los del Funeral. Por ejemplo, desde que Mateo (¿Mateo?) nos gobierna la tiene tomada con los ciclistas ¿por qué? ¡Ah! ese era el intríngulis que debíamos aclarar. Hemos llegado a la conclusión de que, a los que nos mandan ahora no les gusta la bicicleta porque, de pequeños, debieron darse más de un morrón con ella, sobre todo en la cabeza y quedaron traumatizados por lo que piensan que este trasto, cuanto más lejos mejor. No hay otra explicación: quieren acabar con ella. ¿Por qué?  no contamina; ni hace ruído, tan solo el alegre tintineo de su timbre. ¿No somos Europa? ¡entonces!...empezábamos a normalizarnos, llegan estos y ¡Zas! ataque foribundo a la bici..."  - Porque hay cabestros que arrollan a la gente por las aceras o al menos, lo intentan - "Un árbol no hace un bosque, querida. Cómo se nota que eres incapáz de montar en bici sin caerte. Tendrías que prácticar porque no sabes lo qué se liga con este trasto... Por cierto, hemos organizado un club ciclista" - ¿De carreras? - "Todo se andará. De momento es para salir todos juntos a pasear por los carriles bici y ya tenemos la mascota. La ha dibujado uno de los compañeros que tiene muy buena mano. Es una idea mía. A ver si te gusta" - Una Pascualita muy realista (la abuela había dado pelos y señales al dibujante) había sido estampada en una camiseta con el nombre del club "Los Inmortales" -  ¡Pero, pero, pero... si es Pascualita! ¡Estás loca! - "¡Ya salió doña Miedos! Pero si nadie la conoce" - ¿Qué no? En cuanto la vean las personas mordidas  la reconocerán, lo denunciarán y entonces la policía no se moverá de casa hasta que la descubran... ¿Sabes lo que voy a hacer? ¡Devolverla al mar! ... ¿Pero qué te pasa? ¿por qué te ha entrado esta fiebre por enseñarla a todo el mundo? - "¡Ay! perdóname pero es tan lista, tan cariñosa (¿?) tan... tan... todo, que es una pena que la gente no sepa la joya que tenemos... ¡Espera!" - gritó al ver que me ponía el abrigo - "¿No ves que es Navidad?" - ¿Y qué? - "Qué en estas fechas no se abandona a los animales" - ¡Que cuentista eres! Ni te imaginas la alegría que le daríamos a Pascualita - La sacó del agua y la acercó a mi cara - "¡Mírala y dime luego que eres capáz de dejarla tirada a su suerte!" - dijo con voz lastimera - No te pongas tan dramática que me da la risa - A un palmo de mi cara estaba la de la sirena, mirándome fijamente con sus ojos saltones, la piel de ahogado, las pequeñas algas moribundas en su cabeza ¡que bicho más feo! pero ya le había cogido cariño, aún  no sé por qué y sabía que no podría hacer lo que había di... ¡cho!.... ¡¡¡Aaaaaaaayyyyyy!!!  - ¡Maldito bicho! ¡Acabaré perdiendo el ojo! ¡¡¡Y la abuela se ríe!!!  ¡Haré un paquete con las dos y las mandaré por correo a las antípodas. Lo juro!

jueves, 15 de diciembre de 2011

Al llegar a casa encontré una nota de la abuela: "No vendré a comer. Me voy con mi amor".
Me sentó mal que se hubiese desentendido de mi comida pero luego agradecí el estar sola y a mi aire. Tiré los zapatos y el bolso por ahí, lo mismo hice con la ropa ¡que libertad! ya la recogería luego, ahora quería sentirme a gusto y hacer lo que me diera la gana. Me preparé una ensalada después de ducharme, embadurnarme bien de crema corporal y ponerme una mascarilla, algo que no hacía desde hace tiempo porque para eso se necesita estar relajada. Después de comer me tumbé en el sofá, con la estufa encendida,  envuelta en una vaporosa bata y ... me quedé dormida.
Desperté sobresaltada. La abuela me zarandeaba con fuerza mientras gritaba - "¡Despierta de una vez, marmota!" - Al abrir los ojos me encontré frente a dos caras por lo que pensé que estaba bizqueando pero no, había dos personas frente a mí, la abuela y un señor mayor al que no conocía - "¡Pero tapaté, mujer, que estas toda espatarrada!  ¿que va pensar Calixto?" - ¿Qué Calixto? - pensé - ¿El de Melibea? - y me dio la risa floja - "¿Pero tú te has visto? Vengo a casa con la intención de presentarte al hombre de mi vida y mira como te encuentro ... ¿has probado el chinchón?" - ¡No! - con este grito quise matar dos pájaros de un tiro: "no" a lo del chinchón y "¡no!" a que un extraño me viera de esta guisa ¡Que horror!. ¿Pero no me había dejado escrito la abuela que  no vendría a comer? ¿Qué hacía aquí entonces? -  "Lo siento mucho, Calixto, ya te dije que mi nieta era más rara que un perro amarillo pero, espera. Ahora verás como se despiertará del todo" - Unos segundos después, mientras yo intentaba aclara mi cabeza de la modorra de la siesta, algo frío cayó sobre mí. Me asusté y sin pensar en lo qué podía ser aquello, le dí un manotazo y abrí los ojos de par en par. Pascualita estaba agarrada a la barba blanca del hombre que creí ver antes entre la bruma del sueño (¿Qué hacía ella allí?) . De repente él empezó a gritar porque la sirena, intentando no caerse, le clavó sus dientecitos en la barbilla. ¡Ahora me daba cuenta de todo! La abuela había sacado a la sirena delante de un extraño ¿Para qué. Para despertarme? ¡No! ¡Para fardar de bicho raro ante el que llamaba " amor de su vida"! Amor efímero, diría yo, porque le duran los novios menos que un bizcocho en la puerta de un colegio. ¡Me va a oír en cuanto me quite la mascarilla de la cara!

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Hemos decorado la casa para Navidad  y una vez más ha quedado claro que la abuela y yo somo incompatibles. A mí me gusta poner algunos detalles navideños y ella quiere llenarlo todo como si fuera una verbena. Ha habido discusiones y hemos pasado más rato quitando y poniendo que haciendo algo útil. Al final hemos llegado a un acuerdo: entre la profusión de cosas de la abuela, hay algunos detalles (de buen gusto) míos. De todas manera no para de remugar: - "¡Que soso ha quedado esto!"
Después hemos puesto el Belem y vuelta a empezar. Hay una figura de un lobo sentado, grande, de cuando era niña y siempre la coloca sobre el tejado de la casa más pequeña, con lo cual todos los ojos se van a él y no al Pesebre que es lo suyo. Por más que le digo que no pega ni con cola ella dice que es una tradición y el lobo vuelve, como cada año, a su sitio. Pensé que nos acabaríamos tirando las figuras a la cabeza. Y luego está el caganell. A mi no me gusta pero a ella le hace una ilusión tremenda poner uno nuevo cada año. Las figuritas sustituídas forman ya una buena colección sobre su cantarano. Este año ha puesto a Urdangarín porque dice que la ha cagado bien.
Luego le ha tocado el turno al Arbol. Lo compró hace unos años en los chinos y es insoportable. Las ramas se apagan y encienden alternativamente y toca uno o dos villancicos sin parar. Media hora junto al árbol equivale a tener que tomarte dos aspirinas seguidas. Le ha colgado tantas cosas que he llegado a pensar que el pobre se partiría en dos
Ha quedado tan contenta con el resultado que le ha faltado tiempo para enseñárselo a Pascualita. La tenía en la mano mientras le explicaba cada cosa cuando han llamado al timbre: ¡¡¡Policía!!! - Yo estaba junto a la puerta y he abierto en seguida. Sin saludarme siquiera, los guardias han entrado en el comedor con cara de pocos amigos. A la abuela, que no le ha dado tiempo de esconder a la sirena no se le ha ocurrido otra cosa que tirarla al árbol. Escondida entre tanto trasto multicolor no la verían. Nos dijeron que una mujer que había estado en esta casa había sido mordida en un dedo. Como las otras veces, por más que buscaron no encontraron nada. Con los nervios a flor de piel vi como Pascualita ascendía entre las ramas iluminadas, ganando altura hasta que llegó a la copa del árbol, situándose justo debajo de la estrella que lo coronaba ¡a la vista! Tras su fracasada búsqueda los guardias no estaban de mejor humor que cuando llegaron. Iban a despedirse cuando uno se fijó en la sirena que, afortunadamente, estaba inmóvil. - ¿Qué es eso? - Poniendo la cara más inocente del mundo, dije: -¿Se refiere a esto? dije señalándola - Es un nuevo muñeco navideño que han sacado los chinos este año - ¡Menuda porquería! - entonces Pascualita le escupió, afortunadamente sin consecuencias para el guardia, que no se dió cuenta, porque no tenía agua en la boca pero la saliva envenenada cayó sobre una ramita y fundió los circuítos, gracias a lo cual el árbol dejó de iluminarse y tocar villancicos para alegría mía y enfado de la abuela que ha prometido que el año que viene lo reemplazará por otro.

martes, 13 de diciembre de 2011

Estamos de morros. Tuvimos bronca al día siguiente de la sonada fiesta porque, encima, no fue capáz de ayudarme a limpiar con la excusa de que le dolía la cabeza; de otra persona lo hubiese creído pero de ella no. Se levantó vaga y me tocó a mí bailar con la más fea
Hoy han sido mis amigas las que han venido a casa. El motivo ha sido una reunión de taper. A la abuela no le ha hecho ni pezca de gracia, no le gustan las reuniones a no ser que las organizce ella. Tampoco le gustan mis amigas, dice que son insulsas y que no piensa estar en la reunión porque prefiere aburrirse sola. He preparado un gató y he comprado helado y unas pastitas de té.
Nos hemos reunidos diez mujeres en torno a la presentadora. La cosa ha empezado muy bien, el ambiente era muy grato. Anotábamos recetas, reíamos las salidas de unas y otras, escuchábamos las explicaciones sobre la utilización de los cacharros hasta que la abuela ha entrado en el comedor con el orinal en la mano. Me he quedado helada - "Buenas tardes a todas  - después se ha dirigido a mí - ¿Quieres mirar si tengo arenilla en la orina? Es que siento molestia en los riñones, saben - ahora se dirigía al auditorio - y sin gafas, que no se dónde las he puesto, no lo veo... Miren, miren ¿no les parece que el pipí tiene un color un poco oscuro?" - y paseó el orinal ante las narices de todas. Conteniendo la rabia conseguí que mis palabras sonaran normales - Luego lo miraré, abuela, ahora estamos en plena reunión - Cuando se fue hubo un poco de revuelo entre mis amigas que procuré aplacar - No le hagáis caso, ya tiene una edad y la cabeza empieza a fallarle. - Un rato después volvió la abuela con una taza humeante de café con leche en una mano y en la otra el gató que yo había hecho. Se sentó a la mesa donde estaban expuestos los taper, apartó unos cuantos, rompió con las manos un trozo de pastel, lo mojó en el café con leche y se puso a merendar delante de todas como si solamente estuviéramos allí ella y yo - "¿Te acuerdas de Pedro Pérez? aquel que tiene una casita de aperos en las afueras de Algaida... dice que me la dejará en herencia si nos acostamos juntos ... ¿Tú qué harías?" ...- luego, mirando en derredor, dijo - ¡Ofréceles algo de beber a estas mujeres! Deben estar secas, sobre todo esta que no para de hablar ¿quiere una copita de chinchón, buena mujer?" - ¡Abuela! - "¡Que cosas más monas! Me llevo esta". - y salió del comedor con un cuenco de colores bajo el brazo. Así estuvo toda la tarde pero, cuando yo creía que ya no podía hacer nada más, se presentó ante nosotras con Pascualita colgada del pecho como si fuera un broche. ¡No lo podía creer! La exponía delante de extrañas - ¿Qué es eso, abuela? preguntó una de mis amigas - "¿Está tú abuela aquí?" - Me refería a usted jajajaja - "¡Ah! jajajaja, que graciosa.  No soy tu abuela, bonita, si quieres una cómpratela en las rebajas" - ¡¡¡Abuela!!! - Pascualita lo estaba pasando mal, temía caerse y se agarraba con fuerza al jersey, además empezaba a ahogarse pero su querida amiga no se enteraba de nada porque estaba encantada estropeándome la tarde. Una de mis amigas, intrigada al ver cómo se movía el "broche" se levantó para verlo de cerca - ¡Que original! ¿Dónde lo ha comprado? - e hizo lo nunca debe hacerse ante una sirena asustada ¡la tocó! y se llevó un mordisco de campeonato. Llena de rabia, arranqué a Pascualita del dedo herido que empezó a hincharse exageradamente y aprovechando el revuelo, llevé al pobre bicho hasta la pecera de mi cuarto. Los gritos se oían en la calle a medida que el veneno iba haciendo su efecto. - ¿Te  has pinchado? - preguntaban - "¡Que manía de tocar lo que no es vuestro. Te está bien empleado!" - Ni qué decir tiene que la reunión acabó como el rosario de la aurora - ¿Y ahora qué? ¿a esperar que vuelva la policía? - "No hay mal que por bien no venga. ¿Quién te dice a tí que no puedas encontrar novio entre ellos? Nos visitan tanto ultimamente que todo puede ser. Dicen que el roce hace el cariño ¡Rózate con alguno, a ver si cae la breva y te caso!

lunes, 12 de diciembre de 2011

 La abuela ya ha empezado a celebrar la Navidad y esta tarde se ha juntado en casa el grupo de amigos del Funeral. Desde el escándalo del otro día, el dueño no quiere más jaranas así que me temo que estas visitas escandolosas volverán a repetirse. Tendré que ir pensando en mudarme de piso.
Un bonito mantel, bandejas con bocadillos, turrones, polvorones, coca ola, naranjada, ginebra, vodka y chinchón. Todo sobre la mesa del comedor, que la abuela ha colocado con esmero, esperaba a los comensales que han entrado en tromba y la casa ha dejado de ser un oasis de paz. Gritos, risas, atragantamientos, un constante ir y venir al cuarto de baño y la petición unánime de hacer un recorrido por la casa "para conocerla" . Ante el peligro de que descubrieran a Pascualita he cerrado con llave la puerta de mi cuarto y me la he guardado en el sostén. La puerta, cerrada a cal y canto, a disparado las ansias de cotilleo - ¿Qué guardas aquí.  Porque no podemos verlo? - "Es el cuarto de mi nieta. No le gusta que nadie husmée en sus cosas, ni siquiera yo. Ya sabéis lo rara que es. ¡Ay! es la cruz que me ha tocado llevar en esta vida" - ¡Que bonito! tiene un arte especial para dejarme como un trapo delante de la gente.
Han jugado a todo: al bingo, al parchís, a las cartas, mientras, el jaleo iba subiendo de tono a medida que bajaba el líquido de las botellas. Sobre las once de la noche he dicho basta - ¡¡¡Basta!!!- Me ha oído todo el mundo desde un extremo al otro de la calle pero los de casa, no, porque estaban enfrascados en una discusión. La abuela les hablaba de ¡sirenas!. Había montada una polémica entre los que creían en ellas y los que no. No se entendía muy bien lo que decían entre hipos, risas y balbuceos, de todas maneras permanecí alerta mientras hacía el recuento de los taxis que debería llamar cuando esta tropa decidiera irse porque ninguno estaba para conducir. La cosa se puso fea cuando la abuela se levantó, dio un puñetazo en la mesa y tambaleándose, dijo - "¡Sí que existen ... ¡hip!... y os lo voy a... demostrar!... ¡Dame la... ¡hip!... llave!" - me ordenó. La cosa no pintaba bien. - "¡Eso - señaló la bañera rosa - es su... pisciiiina!" - Como no vio intención por mi parte de obedecerla, gritó - "¡Derrrrriiiiibemos su ... ¡hip!... puerta!" - Y allá que se fueron todos hacia mi cuarto,  haciendo, de camino, una nueva parada en el baño. Aporreaban la puerta entre risas y gritos como si se tratara de un nuevo juego. Llamaron al timbre de la puerta. - ¡¡¡Policía!!! - Una pareja de municipales, mandados por los vecinos, irrumpió en casa siendo jaleados por los incansables ancianos - ¡guapos! ¡tios buenos! ¡óle, y óle! ¡viva el cuerpo de policía! -  En un santiamén fueron rodearos e invitados a beber los restos de las botellas. Yo estaba abochornada. - ¿Qué eran esos golpes que se oían? - Querían entrar en mi cuarto, agente - "¡Que diga lo que... ¡hip! guarda allí ... - dijo la abuela - ya verá como se ... cae de  cuuulo cuando ... ¡hip! se entere jajajajaja ... ¡Una sirena! Muy peli... grosa. ¡Muerde! jejejejeje ¡vaya si ... ¡hip! muerde... jejejeje!" - Viendo su estado los guardias no le hicieron caso. - No son horas de estar haciendo ruído. Venga, cada mochuelo a su olivo. Y no se les ocurra coger el coche.
Que alivio cuando nos quedamos solas. Me fui derechita a la cama, ya habría tiempo de recoger la casa mañana, con calma, porque parecía que por allí había pasado el caballo de Atila, sin embargo no me he podido dormir a causa de lo último que me ha dicho la abuela - Esta noche Pascualita dormirá conmigo que aún eres capáz de emborracharla. ¿No te da vergüenza lo que has hecho? - "Que sosa... ¡hip! eres... Me quedan dooossss... teledia... rios... ¡hip! ... y no pienso desperdiciar el... ¡hip!... tiempo"

domingo, 11 de diciembre de 2011

Entra la abuela en casa como una exhalación (no sé de dónde saca la energía) - "Como siempre, tengo que enterarme de las cosas por los demás porque eres incapáz de abrir la boca  ¡Estamos a pocos días de Navidad y no me habías dicho nada!" - ¿ Es que no has visto las luces adornando la calle? - "¡Claro que las he visto pero creía que eran las del año pasado!" - Es que son las mismas pero las han encendido ahora - "¡Ah, sí! pues no me había fijado... ¡Venga, vamos a hacer la lista de lo que tenemos que comprar!" - Ahora le han entrado las prisas y me va a dar la lata hasta que esté todo a su gusto.
Horas hemos estado con la dichosa lista, quitando y poniendo. Se emociona pensando en las comidas exquisitas que va a hacer para la familia ¿qué familia? si somos cuatro gatos que solo nos vemos en Navidad porque vienen a pegar la gorra. Me ha costado mucho hacer una buena  criba. Además, siempre acaba haciendo lo mismode todos los años porque, en el fondo, es muy respetuosa con las traiciones: entremeses, sopa rellena, porcella, ensaïmada, turrones y cava. Las castañas ya no las quiere ni ver desde que le costaron un diente hace unos años y tuvo que ir mellada durante un tiempo, por supuesto, el mismo que estuvo sin pisar el Funeral.
Hemos vuelto del super cargada (yo) como una burra, ella llevaba 3 tabletas de turrón,  polvorones y mantecados y los ha colocado en una bonita bandeja - ¿No es un poco pronto para eso? - "No. Me gusta tenerlo todo a punto" - Ya, pero es que aún faltan... - "¡Chitón! Quiero que Pascualita vea lo que es la Navidad y la disfrute con nosotras. Voy a buscarla mientras tú sacas las figuritas del Belen y el árbol" - La abuela le enseñó a la sirena los dulces que habíamos traído y de todos le daba explicación. Sonó el timbre de la puerta al tiempo que oímos ¡Policía! - "¡¿Otra vez?!" - La abuela fue a abrir sin darse cuenta de que llevaba a Pascualita en la mano - ¡¡¡Abuela!!! - volvió sobre sus pasos y la soltó en la bandeja de los dulces, amanontonando unos cuantos sobre ella. - A ver ¿dónde tienen a ese bicho? - oí decir mientras las piernas me temblaban. La abuela conservó su aplomo y se comportó con naturalidad - "¡Que perra han cogido con eso!" . Como las otras veces, miraron por todo sin encontrar nada. Antes de marcharse, uno de los agentes se fijó en la bandeja - Hum, polvorones. Con lo que me gustan... - "Coja uno agente, no se corte" - dijo tan fresca mientras un sudor frío me subía por la espalda porque veía los ojos saltones de Pascualita a traves de los envoltorios y también sus dientes mientras los dedos del agente se acercaban al escondite. En un impulso cogí unos cuantos dulces, variados, y se los tendí amablemente - Tenga. Para todos, así no les da usted envidía a sus compañeros jejejeje - Medio minuto después estábamos solas. - Abuela, tu insensatez acabará matándome de un infarto - "Buscaré una foto en la que estés, más o menos bien, porque no eres fotogénica y la pondremos en la pared de los finados del Funeral como un favor especial por ser mi nieta". - ¡Encima tendré que darte las gracias!

sábado, 10 de diciembre de 2011

¡Que tardecita llevamos! Cada vez que salgo con la abuela me hago el mismo juramento ¡no volver a salir con ella a ningún sitio! No gano para sofocos.
Hoy hemos ido al cine. Con Pascualita en el termo (porque tiene que tomar nota de lo que es una sala de cine y todo lo que le rodea para cuando vuelva a su hábitat.
El chófer debía tener el día malo porque, sin esperar a que los que subíamos nos agarrásemos, ha hecho un arranque brusco y a punto ha estado de tirarnos al suelo. Sin tiempo para recuperarnos ha cogido una curva a toda pastilla. Ha sido un viaje alucinante. Llegando a nuestra parada, la abuela ha ido hacia el chófer y le ha dado un pescozón que ha resonado en todo el autobús. Al cogerlo de sorpresa a punto hemos estado de sufrir un accidente. Después, muy digna, ha enfilado hacia la puerta de salida gritándole - "¡Llevas personas no una piara de cerdos, idiota!" - Antes de que el hombre pudiera reaccionar nosotras ya estábamos comprando las entradas del cine.
La sala estaba llena y he tenido que sentarme en la fila de atrás de la abuela, cosa que he agradecido porque no para de hablar, como si estuviera viendo la tele en casa. Cuando pantalla se ha iluminado no le ha gustado  - "¡Nena, cambiame el sitio, que estoy demasiado cerca ¿Dónde estás?!" - Esto ha durado un ratito hasta que se ha acostumbrado,  yo no he abierto la boca para nada. Al empezar  la película ha desenrosacado el termo y se la  ha ido contando a Pascualita. Las quejas no se han hecho esperar porque la mujer hablaba como si estuviera sola en el mundo. Yo cada vez me encogía más en la butaca pidiendo a todos los dioses que no me viera. Poco después nadie se enteraba de nada de lo que hablaban los actores - ¡Que la echen! ¡Fuera, fuera! ¡Cállate, bruja!- El acomodador entró echo una furia alumbrando con su linterna entre las filas y en todas veía dedos acusadores que le indicaban el sitio que ocupaba la abuela. Ella  seguía a lo suyo - "Que guapo es este hombre, Pascualita Ya nos gustaría que nos diese un repasito ¿eh? jajaja... es el amante de la rica ¡con lo bicho que es esta tía y la suerte que tiene! ... Seguro que no acaba bien la cosa. Se matará con el coche o algo así.  Pero, bien mirado, la esposa se merece lo que le pasa por pánfila... ¡igual que mi nieta! jajajaja... por cierto ¿dónde estará? ... " - ¡Señora, haga el favor de salir! - le gritó el acomodador - "Mira, Pascualita, nos iluminan como a las actrices ¡Que emoción! ¿A qué te gusta esto del cine?" - ¡Fuera de aquí le digo! - El que estaba a su derecha la agarró del brazo y por poco la levanta en vilo, entonces se cayó la tapa del termo y el hombre, a la luz de la pantalla, vió un bicho horrible que le miraba fijamente. Soltó un alarido. Los de la izquierda se habían hecho con la abuela y la empujaban sin contemplaciones hacia el final de las butacas. De un empujón fue a parar en brazos del acomodador que no se esperaba recibir el regalo envenenado que se le venía encima. Primero tuvo un escalofrío al sentir el cuerpo frío de Pascualita en su cara, luego gritó como un poseso cuando los dientes se clavaron en la naríz, la ceja y pasaron luego a la oreja a medida que la sirena hacía esfuerzos para no caer. Antes de que se encendieran las luces yo ya estaba junto a ellas arrancándola de aquella cara sanguinolenta y a paso de carga, salí hacia la calle seguida de la abuela que gritaba ¡¿Has cogido a Pascualita?!

viernes, 9 de diciembre de 2011

Me he puesto a doblar y planchar ropa. Es algo que no nos gusta a hacer y dejamos que la montaña de prendas alcance una altitud considerable antes de decidirnos a acabar con ella. Tanto la abuela como yo procuramos estar lo más lejos posible del montón pero cuando ya no queda más remedio que removerlo de arriba abajo cada vez que nos hace falta algo, una de las dos tiene que sacrificarse y casi siempre me toca a mí. Y me llevo sorpresas porque, cuando la abuela sube al terrado a recoger la ropa seca la baja toda, la nuestra y la de los vecinos. No le gusta que una prenda se reseque al sol - ¡Pero a nosotras qué nos importa lo de los demás! Déjala tendida que ya la recogerán sus dueñas ¡Un día va a faltar algo y tendremos un disgusto! - ahora  mismo acabo de encontrar una "sorpresa" - ¡Abuela! ¿qué hace un tanga rojo aquí? Ya te lo estás llevando al terrado y que lo doble su dueña - "¡Trae aquí! No hace falta que se entere todo el vecindario" - y ante mi sorpresa, lo ha doblado y colocado en el montón de "su" ropa - ¿Es tuyo? - "Sí. ¿Pasa algo?" - ¿Te has comprado eso y lo llevas? - "Pascualita ¿has visto algo más tonto que esta nieta mía alguna vez? Pues claro que me lo pongo ¿para qué lo quiero si no? pero no lo he comprado, me lo han regalado" - ¿Quién? - "Se dice el pecado pero no el pecador jijijiji" - ¿Un hombre? ¡Abuela vas por el  camino de la perdición! - "¿A mis años? Que me quiten lo bailao. Pero no te escandalices, mujer, que todo tiene su explicación. En el Funeral se organizó un concurso de Miss Tanga y a Andresito le faltó tiempo para comprarme uno cuando me oyó decir que no tenía..." - ¡Menudo pájaro! - Pero si es muy amable, mujer. Además, al pobre le salió caro el concurso porque lo pasamos tan bien, nos reíamos tanto que, mientras bailábamos el rock and rol, se le cayó al suelo la dentadura nueva que aún no le encajaba bien, con tan mala fortuna que la pisé y la rompí. Pensé que tendrían que llevarme a la clínica porque a penas podía respirar de tanta risa, incluso se me escapó el pipí, pero no a mí sola porque la pista estaba mojada en toda su extensión jajajaja, ¡Ay, aún me río cuando lo recuerdo! Yo fui una de las que patiné y me caí, afortunadamente solo se abrió el termo y Pascualita salió escurriéndose por las baldosas jajajajaja. Grité para que nadie la pisara. Menos mal que uno de los amigos se rompió una cadera y la atención se centró en él, así pude recoger a la sirena y devolverla al termo jijiji... Si hubieras visto la cara que tenía ¡estaba tan graciosa! Se había mareado y tenía los ojos bizcos. Y menos mal que se vació el termo porque había vomitado dentro. Como soy previsora, siempre llevo una botellita de agua de mar y el susto no pasó a mayores" - ¿Y cómo está tu amigo? - "Mal. Ayer fuimos a verle y le animé diciéndole que vaya eligiendo la foto que le gustaría que colgásemos en la pared de los finados del Funeral" - ¿Le animaste diciéndole que se va a morir? - "No, eso ya lo sabe él. Ahora tiene un motivo para vivir algunos días más mientras decide que foto va a darnos. También llevamos una botella de chinchón y bebimos todos a morro, como un ensayo de la fiesta que haremos en su recuerdo así él también habrá participado" - Te oigo y me hago cruces

jueves, 8 de diciembre de 2011

La abuela ha salido muy peripuesta de su cuarto: botas altas con tacón mediano, leeguins con estampado de leopardo, jersey de cuello alto rosa y chaleco lila; encima de todo esto un abrigo negro y blanco imitación cebra. Desde luego si un día se pierde no será difícil encontrarla. - ¿Vas de fiesta? - "Tú lo has dicho. Tenemos celebración en el Funeral ¿es que no sabes qué día es hoy?... El santo de mi amiga Conchi ¡hija, por Dios! ¡Siempre estás en la higuera!" - ¿Te has mirado en el espejo? -"¿Por qué? ¿Qué pasa?" - se sobresaltó - "¿No voy bien conjuntada? - al ver mi cara de guasa se enfadó - "No sé para que te digo nada. Si no tienes ni idea de combinar prendas y colores. Así te va" - Cogió a Pascualita, la metió en el termo y colgándoselo del cuello, salió taconeando con garbo.
Disfruté de horas en soledad pero después de medianoche me preocupe por la tardanza de la abuela. Llamé al Funeral pero no contestó nadie. Poco a poco me fui enfadando ¿por qué no me había llamado si sabía que llegaría tarde? Yo podría estar ahora durmiendo tan ricamente y no dando vueltas a la mesa del comedor como una leona enjaulada ¡dichosa abuela! Sobre las tres de la madrugada sonó el teléfono. Era ella que, con voz compungida y entrecortada, me dijo que estaba en la comisaría ¡detenida! Inmediatamente pensé que habían descubierto a Pascualita y la abuela había sido acusada de tener un animal altamente peligroso sin declarar. Salí corriendo en busca de un taxi.
Mi sorpresa fue mayúscula cuando ví que, además de ella, estaban detenidos todos sus amigos. Poco a poco nos fuímos juntando en la comisaría los familiares de aquellos abuelos que no estaban dispuestos a dejar que la vida se les escurriera entre los dedos sin haberla exprimido antes. Llevaban una borrachera como un piano. Reían y lloraban sin venir a cuento. Tenían formado un guirigay de patio de colegio y a los guardias les era imposible hacerles mantener la compostura, incluso algunos presos se quejaron de que los abuelos no les dejaban dormir ¡que vergüenza! Finalmente me lleve a la abuela a casa aunque no se escapó de ser acusada, como todos los demás, de escándalo público. En cuanto me vio gritó señalándose el termo: "¡Mira, Pascualita está a salvo!" - A mi me entraron calores y escalofríos al mismo tiempo ¿Cómo podía ser tan imprudente?
Al llegar a casa metí a la sirena en el "acuario". Estaba verde y cayó como un plomo hasta el fondo. Me asusté ¿estaría...? Los ojos bizcos de la abuela sonreían - "No te preocupes, solo está... mareada. Dale un po quiiito de... chin... chón y a mí también jejejeje... y verás  como resuuucita. Es que no he parado de bailarrr en toda la... tarde...  ¡hip!" - La pobre Pascualita había sufrido en carnes propias el desenfreno de la abuela. Había estado horas encerrada en el termo mientras éste iba de allá para acá al compás de la música, los saltos y aspavientos de esta mujer que no quiere enterarse de la edad que tiene. Ahora el pobre bicho estaba comatoso. - "No te preocupes... dale una aspi... pirinaaa y ya está jijiji... ¡Que bien lo hemos pasado! Hemos bailado de... todo, ¿será por esto que... me duelen un poco los pies? y al final Conchi ha gritado ¡Paquito el... Chocolatero! y claro... como era la del santo, la hemoooosss... obedecido ¡Hasta hemos salido a la ca... calle bailando! jajajajaja pero un vecino, que debe tener el mis...mo sentido del humooor que tú, nos ha tirado un cubo de agua ¡eso no se la hace a unos abuelos!" jejejeje ¡La que se ha liado!... Cuando ha venido la po... licía, con las siiirenas puestas Conchi se ha emocionado, pensaba que... venían a felicitarrrla..." - ¡Estáis todos como cabras!- La he mandado a la cama y ha caído como un tronco, sin embargo yo estoy desvelada y me pregunto si Pascualita superará el trajín de esta tarde. Con la de abuelas pacíficas que hay en el mundo ¡a mi me ha tocado la que tiene el culo de mal asiento!

miércoles, 7 de diciembre de 2011

El beso de tornillo del otro día entre la abuela y su novio ha traído consecuencias para sus dentaduras postizas, a él se le rompió y la de ella está a punto. Beso = Beneficio para dentistas. Los excesos se pagan.  Desde entonces, no ha vuelto por el Funeral. Está nerviosa y eso trae malas consecuencias para mí porque empieza a verme como el Muro de las Lamentaciones y acabo con dolor de cabeza.
Estoy harta de decirle que vaya a la cafetería, con sus amistades y se entretenga pero no quiere; algo ha pasado que la mantiene alejada. Después de mucho insistirle, a confesado de que se siente acosada - ¿Por Andresito? pero si no tiene ni media torta - "Todo el rato quiere que nos besemos como la última vez y yo no quiero, además... sin dientes no es lo mismo" - Es que fuíste muy impetuosa, abuela jejejejeje... - "¿Y qué querías que hiciera? Pascualita estaba en peligro y ..." - Y te aprovechaste del pobre infelíz que a punto estuvo de sufrir un colapso de la emoción - "Pues eso es lo que le pasa. Dice que hacía tiempo que no sentía fluir la adrenalina con tanto ímpetu" - Es que eres una mujer irresistible, una comehombres - "Si estás de guasa, ahórratela" - Vale, dejaré la guasa a un lado e iré a lo  positivo ¿Has pensado que tiene la sartén por el mango con respecto a Pascualita? el hombre, a pesar del beso, oyó los gritos de la del 4º y vio las pequeñas heridas de la oreja. Esto se lo puede contar a su hijo, el cual pasará la información a la policía y poco tiempo después la tendremos en casa - "No me gusta lo que dices ¿quiéres que me someta a un chantaje?" - Dicho así suena feo. El pobre está desorientado ante tu comportamiento: Primero mucho y luego nada. En fin, tú sabrás lo que haces - Unos fuertes timbrazos nos sobresaltaron, Pascualita se zambulló rápidamente tratando de esconderse entre las algas pero tuve una corazonada y la agarré antes de que llegara al fondo. Como íbamos a merendar, sobre la mesa estaban el pan, el aceite y un taper abierto en el que había media lata de atún que nos sobró de ayer. Allí fue donde sumergí a la sirena, de golpe, cuando escuché una voz diciendo ¡Policía! Y allí quedó Pascualita, como una sardina en una lata de atún, inmóvil, mientras los agentes se dedicaban a inspeccionar la casa por segunda vez en pocos días  y una vez más, la del 4º entró como Pedro por su casa, haciendo valer su condición de acusadora ¡Que asco me da esta tía! Para remate, fue la única que se fijó en el taper y puso cara de asco al ver a la sirena - ¿Os vais a comer esta porquería? - ¡Huy, huy, huy! - Afortunadamente los policías pasaron del comentario, solo uno de los agentes miró de reojo e hizo una mueca de desagrado. De la bañera rosa, como la otra vez, la abuela tuvo mucho que explicar y casualmente recibió ayuda de la cotilla - Es que tiene un gusto exquisito para la decoración, en eso la envidio. Jamás se me hubiese ocurrido poner algo así en mi salita. - Finalmente quedamos a solas, entonces fui en busca del guante de acero para meter a Pascualita bajo el grifo y quitarle el aceite que la cubría. Después, sumergida ya en el "acuario" me senté con la abuela a tomar una copita de chinchón para calmar los nervios. Había bajado la guardia y eso no debe hacerse nunca si se tiene una sirena rencorosa cerca. En el comento en que levantaba la cabeza para dar buena cuenta de la bebida Pasculita, subida en su atalaya, me tiró un certero chorrito de agua envenenada al ojo ¡Maldita sea su estampa!

martes, 6 de diciembre de 2011

¡Estoy muerta de hambre! La abuela ha impuesto un régimen de comidas tan estricto y riguroso que no durará mucho, por lo menos por mi parte porque moriré, canija perdida, antes de que acabe el mes. Y todo porque no pudo ponerse unos pantalones pitillo, no le cabían.Ha emprendido una cruzada a muerte contra los michelines y  Pascualita y yo vamos a ser las víctimas colaterales. 
Es una tristeza sentarse a comer y ver el menú: acelgas hervidas, un buen plato eso sí; para beber una bebida diurética que me tiene todo el día soltando el chorrito y como postre un golpe en la boca. Nada. Empiezo a ver visiones y me imagino un suculento bocadillo de tomate, aceite y una gruesa sardina que dice ¡cómeme! Hum, que cosa tan rica... Lo malo es que ahora no puedo mirar a Pascualita porque ¡me la quiero comer!
- Abuela, esto no puede seguir así. ¿has visto la cara que tengo? - "La de siempre, ni más ni menos" - Pero con pinta de enferma ... ¿Aún no te caben los dichosos pantalones? ¿Es qué no tienes otros que ponerte? - "Hasta que no me entren los pitillo no pienso ponerme otros ¡Y no te quejes tanto que yo también paso hambre y no digo nada!" - Pero es que es tú problema ¿Qué culpa tenemos Pascualita y yo?  ¿Qué lección se supone que le enseñas con esta postura tan drástica? - "Qué quién algo quiere, algo le cuesta" - Pues a nosotras, que no queremos esto, nos costará la vida. - "Y también a ahorrar porque después del viaje tengo la cartera seca" - ¡Que cara tiene!
Recuerdo que, hace ya tiempo, empecé un régimen de adelgazamiento, bajo prescipción facultativa y me fue bien, al que la abuela no dejó de criticar y boicotear. Decía que era una salvajada, que arruinaría mi salud, que no habría hombre que me mirara, que era una locura en la que no participaría. Cocinaba para ella sola unos platos sabrosos que me hacían flaquear el ánimo. Aquel ataque furibundo acabó tirando por tierra mi plan y claudiqué. Resulta que ahora hace ella lo mismo, muchísimo más estricto y es algo bueno y positivo para todas. Cuando se lo echo en cara me dice tan fresca: No es lo mismo...  Llaman a la puerta y la abuela, que está cerca, abre sin preguntar quién es, menos mal que aún me queda algún reflejo y meto rápidamente a Pascualita en el bolsillo de la bata porque he reconocido los pasos de la del 4º. Sigue pensando que en mi casa hay gato encerrado y sus ojos van de un lado a otro mientras habla de nimiedades. De nuevo suena el timbre y aparece un hombre mayor, junto con la abuela, en la salita - "¡Es Andresito!" - dice mientras lo señala. La atención de la cotilla se centra ahora en el visitante y yo pienso aprovechar este lapsus para llevar a Pascualita a mi cuarto donde está la pecera pero la voz de la abuela me lo impide - "¿No vas a darle un beso, nena?" - Cumplo con el protocolo mientras noto como la pobre sirena se mueve desesperada en el fondo del bolsillo. La sujeto con la mano para evitar que se note el movimiento - ¿Qué tienes ahí? - dice la vecina a la que no se le escapa nada. Esto me ha puesto nerviosa y aprieto la mano, entoces Pascualita se escurre y sale disparada hacia arriba para acabar colgada de la oreja de la chismosa. Y muerde con ganas la carne suave porque tiene hambre. Esta vez no se defiende, ahora come. La abuela, en un arranque de inspiración, le da un morreo en la boca al viejo que lo deja sin aliento y al borde del infarto, mientras, trato de coger a Pascualita entre los manotazos y los gritos de la cotilla. Cuando, por fin, meto a la sirena en la pecera, el agua se tiñe de rojo y se chupetea los dedos satisfecha. Por lo menos ella a comido. La salita es un caos de gritos, llantos y acusaciones por parte de la del 4º y de embeleso de Andresito que se ve claramente que bebe los vientos por la abuela. La vecina nos ha amenzado con los siete males y una nueva denuncia a la policía. Tanto trajín me ha mareado pero se me pasa en seguida cuando oigo la voz cantarina de la abuela: "¡Mirad. Ya me entran los pitillo!" - Gracias, Dios mío - "¿Os apetece paella? 

lunes, 5 de diciembre de 2011

¡Estoy hecha una braga! ¡No me encuentro a mi misma! ¡Socorro, que alguien me devuelva mi cabeza! ¿Quién me manda hacer caso de la abuela? Si me da lo mismo qué licor es mejor, si el chinchón o el orujo y de todas maneras, no recuerdo cúal fue el veredicto... Creo que Pascualita está, más o menos, como yo porque he arrimado una de las botellas al "acuario" y desde el lecho de arena me ha sacado los dientes, pobrecilla. La abuela no está, supongo que habrá ido al médico porque ella también llevaba ayer una borrachera como un piano y esas cosas, a su edad, no pueden ser buenas...
¡¡¡Pam!!! La puerta se ha abierto de golpe y ha entrado un torbellino - "¡Espabila, que me ha dicho Andresito que la policía vendrá a hacernos una visita! Hay que esconder a Pascualita... ¡Venga, piensa un sitio que no hay tiempo que perder! En cuanto me lo ha dicho he venido corriendo pero antes he puesto a parir a su hijo, por meterse donde no le llaman ¡Que le importará a él quién muerde o deja de morder a la gente! ¡Y la del 4º me va a oír cuando la tenga a tiro!" - ¿Todo esto no me lo podrías haber dicho en un tono suave? Me duele muchísimo la cabeza... - "Te lo vengo diciendo desde siempre: no vales para nada, hija. Te tomas dos copitas y ya estás por los suelos. ¡Hay que tener más aguante!" - Arrastrándome como una ameba gigante me acerqué al "acuario" mientras intentaba que algún pensamiento positivo se abriera paso entre las espesas nubes alcohólicas de mi cerebro y entonces llamaron, insistentemente, al timbre de la puerta. El ruído se metió como un clavo ardiendo en la cabeza. El empujón que me dio la abuela apunto estuvo de tirarme sobre la bañera rosa - "¡¡¡Es la policía. Corre, corre!!!" - ¿Hacia dónde?, pensaba yo - ¡¡¡coge a Pascualita y escóndela. Yo los entretendré. Corre, pasmada!!!" - Aturullada como estaba, no se me ocurrió otra cosa que coger a la sirena, que dormitaba tranquila, y metérmela en el escote. El frío del agua y del cuerpo del bicho me espabilaron un poco pero, cuando se disipó la niebla de mi mente fue al sentir un doloroso mordisco en el pecho que me hizo aullar como una loca. - ¿Qué le pasa, señora? - La voz extraña me hizo reaccionar y disimulé todo lo que pude aunque las lágrimas corrían a raudales por mi cara. La abuela ideó una excusa: - "Acaba de morir su marido. Era un mal hombre pero ella le quería, la mujeres somos así... No, el fiambre, digo, el muerto no está en casa... Estaba en ingresado en el Manicomio, ya saben... drogas, mala vida, alcohol... Huy, no saben lo malo que es eso, sin ir más lejos, esta pobre es solo medio alcohólica y todo gracias a mí que siempre le digo bebe agua, hija mía que no hay nada mejor" - Me di cuenta de que el pecho se estaba hinchando y Pascualita escurriendo, ya iba por mi barriga. La policía no se daba ninguna prisa buscando al bicho peligroso y yo sabía que éste no tardaría en aparecer entre mis piernas como si de un parto se tratara. Estaba perdida. Llamaron a la puerta y un segundo después la cotilla del 4º entraba en la salita. La abuela debió ver mi desesperación y se despachó con ella poniéndola como hoja de perejil, cosa que distrajo la atención de los policías que, hasta ese momento, no me quitaban ojo. Entonces maniobré entre mis ropas y conseguí sujetar a Pascualita con el elástico de las bragas mientras le pedía a todos los santos que no volviera a morderme y sobre todo, que la inspección acabara pronto porque la pobre ya debía estar boqueando. Dos minutos después, que me parecieron siglos, los guardias se despidieron y con ellos se fue también la cotilla y por fin todas respiramos, sobre todo Pascualita que pudo volver al agua. Durante varios días lucí un pecho espectacular, tanto que la abuela no paraba de darme la vara -"¿Por qué no dejas que te muerda el otro? te quedaría un escote precioso, así estás descompensada"

domingo, 4 de diciembre de 2011

¡Se acabó la tranquilidad! ¡Ya ha vuelto a casa la abuela! Oh, no, con lo bien que estaba yo en mi casita , sin ruídos ni discusiones. ¡Que poco dura la felicidad en casa del pobre!
Al entrar ha soltado los pocos bultos que llevaba porque el resto, los más pesados, me han tocado a mí (empiezo a tener completo de mula de carga) por el comedor y la salita ¡Hala! en un santiamén todo ha estado patas arriba. Después le ha faltado tiempo para correr hacia el "acuario" y estrechar a Pascualita entre sus brazos. A la pobre la ha pillado desprevenida tanto entusiasmo después de los días de paz que ha pasado conmigo y he visto un conato de amenaza cuando sus afilados dientes han empezado a asomar en su boca pero en seguida ha reccionado y escurriéndose de la abuela, ha dado saltos mortales dentro del agua de lo contenta que estaba.
Los paquetes extras que ha traído del viaje están llenos de comida de esa que se pega al riñón y no es compatible con el colesterol: chorizos, morcillas, tocinos, orujo, alubias de todos los colores. Para qué ha comprado esto si no nos lo vamos a poder comer - "¿Cómo que no? Allí bien que me lo he comido y míra, aquí estoy, vivita y coleando" - No sé por qué lo de "coleando" ha traído una visión a mí mente, en una  correlación de ideas y sin pensar, he dicho - ¿Qué tal se ha portado Andresito? - En seguida me he arrepentido de pero el mal ya estaba hecho - "Se le ha notado que está viejo porque se cansaba mucho subiendo cuestas y escaleras pero aún tiene la mano ligera si se trata de dar un pellízco y no te digo nada si la cosa pasa a mayores, entonces se le olvidan sus muchos años y... " - ¡Vale, vale, vale! No hace falta que cuentes las cosas con pelos y señales. Me hago una idea. - "¡Qué idea vas a hacerte si, con los años que tienes, solo has oído hablar de la teoría pero desconoces la práctica! Si hasta Pascualita sabe más que tú de esas cosas. Verás. ¿A ver, cariño, cuántos moscones han venido a rondar a ésta mientras yo estaba fuera?... ¡Mira, mira si es lista mi niña! ... ¡¡¡Cero!!! jajajajajaja" - En efecto, la desgraciada de la sirena ha hecho un cero con sus deditos palmeados ¡Será jodía! - "No sabes lo que te pierdes. Nosotros, en cambio, hemos aprovechado bien la habitación doble. Esto hay que celebrarlo. Anda, boba, no pongas esa cara y saca el chinchón que vamos a tomarnos una copita y otra de orujo para comparar" - En efecto, las tres hemos comparado los dos licores pero como no nos poníamos de acuerdo sobre cual era mejor, hemos vuelto a comparar y así una y otra vez porque... ¡hip!... no acabamos de... ¡hip! coincidir ... unas veces parece... ¡hip!... que nos guuuuuussssta más uno... y otra... ¡hip!... el otro... Ahora creo que... me toca el ooooorujoo... ¡Hip! ... ¿o el chiiiinchón?... ¡hip!