martes, 31 de agosto de 2021

¿Qué le pasa a la Cotilla?

La Cotilla ha vuelto a su vida normal como si tal cosa. Y, naturalmente, eso me tiene mosca porque ha pasado de estar a punto de servir de relleno de los rollitos de primavera, a entrar y salir de casa cuando quiere sin que nadie la amenace. De hecho no hay matones en la calle.

- ¿Ha echo un trato con el señor Li? - Te importará mucho. - Hombre, un poco de curiosidad sì que tengo... - Pues no seré yo quien diga nada. Ya sabes que no soy persona de meterme en la vida de los demás y tu deberías hacer igual (y se quedó tan pancha)

Tampoco la abuela le sonsacó nada. De repente la Cotilla se había convertido en otra persona. ¿Debido a qué? ¿Al miedo que pasó? ¿A qué ha sentado la cabeza? ¿Ha perdido el gusto por el cotilleo?... Según Andresito, está empezando a notar el peso de los años y la abuela está de acuerdo con él. Ellos sabrán porque todos rozan los cien.

Tuve cónclave con los seres que comparten mi casa, en el balcón. No paramos de hacer conjeturas a cuál más rara pero, analizándolas, se veìa que no tenían ni pies ni cabeza. Harta de no llegar a nada y con el trasero dolorido de estar tanto rato en el suelo fui a por una silla que para eso las tengo.

Ya más cómoda, seguimos de cháchara  hasta que el sol empezó a ponerse tras las azoteas de las fincas de enfrente. Y entonces caí al suelo...y empezó otra discusión: - ¿Te has mareado? - No... - ¡Ayyyyyy, que ilusión. Viene el bisnieto! (gritaban las hojitas del árbol de la calle, ilusionadas) - ¡Que no! - El guirigay siguió hasta que una voz severa dijo: - ¡Yo la he tirado al suelo porque ha terminado mi jornada de trabajo y ésta no movía su culo de mi asiento! ¡Negrera! 

Boquiabiertos quedamos mientras la silla nos miraba con el ceño fruncido. - ¡Me quejaré al Sindicato de sillas, butacas y taburetes varios y se te va a caer el pelo!




 

 

lunes, 30 de agosto de 2021

El misil.

 Bedulio no se separaba de la Cotilla a pesar de no encontrarse a gusto en mi casa. En su mirada había un punto de excitación que no podía disimular. ¡Había encontrado a una defraudadora de Hacienda el solito y no iba a consentir que nadie más se colgara la medalla!

Mientras yo seguía celebrando mi éxito con la apuesta alguien se picó y desde el cuadro de la Santa Cena me llegó una voz: - ¿A qué viene tanta fiesta si el sudario no es real? No te lo podrás poner, boba de Coria. - Levanté la cabeza rápidamente pero no descubrí al aguafiestas hasta que una de las ramas del árbol de la calle más cercana al cuadro, lo señaló. - ¡Judas, claro! No podía ser otro el muy jodío.

Pascualita quería participar en el jolgorio general  pero, por culpa de Bedulio y la Cotilla, debía permanecer escondida entre las algas del acuario. Por el rebillo del ojo yo veía como se iba enfureciendo más y más hasta sacar su dentadura de tiburòn a pasear. - Huy, huy, huy... (me dije) - Huy, huy, huy (me transmitió, telepáticamente, su preocupación mi primer abuelito por lo que pudiera pasar) - OOOOOOOOOOOO (soltó Pepe el jibarizado demostrando dos cosas a la vez: Una, su preocupación por la reacción de Pascualita. Dos: que en  vida, nunca perteneció a mi familia dado el modo de expresarse.

De pronto, un pequeño misil chorreando agua de mar, salió disparado contra la extraña pareja Bedulio-Cotilla, ensañándose en el pelo de ambos, saltando de cabeza en cabeza y haciendo caso omiso a los gritos, lamentos, saltos, llantinas, mocos y babas que soltaban los agredidos. 

En un visto y no visto ambos quedaron pelones mientras el "misil", acabada su faena, entraba limpiamente en mi escote.

Ni siquiera me dio tiempo a decirles adiós, ni a ofrecerles un chinchón... que pena.

domingo, 29 de agosto de 2021

¡Gané!

Seguimos sin saber nada de la Cotilla. Si no fuera por la curiosidad que sentimos ni nos acordaríamos de ella. Solo la abuela la nombra, de vez en cuando, supongo que por la fuerza de la costumbre después de tantos años conociéndose. 

- "¿Has sabido algo de ... aaayyyy... la Cotilla?" (que dramática es) - Por cierto, abuela ¿crees que pedirán rescate? - "Si los raptores son de ley claro que lo harán, sino, menudos chapuceros" - Y si lo piden ¿lo pagarás tu, verdad? - "¡¡¡¿YOOOOOOO?!!!" - Es tu amiga. - "Pero vive en tu casa. ¿Quién me dice a mi que no estáis compinchadas para darme pena y sacarme los cuartos?" - ¡¡¡Abuela!!!

- ¿Me ves capáz de hacer algo así? - "Pensándolo bien... no tienes cerebro para eso, boba de Coria, pero la Cotilla, si." - Llamaron a la puerta.

Bedulio, vestido de uniforme, estaba en el rellano de la escalera: - Dile a la Cotilla que salga. Tengo que decirle una cosa. - ¿Con qué letrita? (respondí, intentando entretenerme y pensar en otras cosas) - ¿Eh? ... Ves como no eres normal. - Son los nervios. ¿La tenéis detenida? - ¿A quién? - A quién buscas... - A la Cotilla pero eso ya te lo he dicho. - Pues si no está en el cuartelillo es que la han raptado. - ¡Ja! que chiste. Si no tiene donde caerse muerta. - ¿Que no? Saca dinero de debajo de las piedras. Alquila su piso vacacional por un pico... - ¿El 4º? - El mismo. - ¿Lo sabe Hacienda? - ¡Ja! que chiste (dije, imitándolo).

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! (recién salida del ascensor se presentó ante nosotros resoplando, furiosa) Ya hablaremos tu y yo (aquello me sonó a amenaza) ¿Que comeremos? - ¡Yupyyyyyy! ¡He ganado la apuestaaaaaa!

Desde lo alto de la lámpara del comedor, mi primer abuelito, vestido de torero, tocó las castañuelas al ritmo de Paquito el Chocolatero: ¡Bien por mi nieta! - Mi moral alicaída se levantó con tal subidón de adrenalina que se estrelló contra el techo. Pero no me importó. Había ganado la apuesta y el más hermoso sudario de la colección del abuelito.

sábado, 28 de agosto de 2021

¿Aparecerá?

Sabemos que tienen secuestrada a la Cotilla pero nos cuidamos mucho de decir una palabra sobre ello a Bedulio porque es muy agradable estar sin ella. 

Al final, la abuela sintió algo parecido al arrepentimiento: - "Tendríamos que denunciar su ausencia... ¿no crees?" - No. - "¿Y si la están torturando...?" - Los que son dignos de lástima son sus captores. Pronto la soltarán. - "No LO creo. El señor Li está muy enfadado..." 

Mi primer abuelito, subido a la lámpara del comedor, dijo: ¡Me apuesto mi mejor sudario a que la vecina aparecerá ésta tarde por casa! - ¿Has oído lo que dice tu ex, abuela? - "¡No me digas que ese calzonazos está aquí!" 

El pobre se sintió ofendido. - ¡Dile a tu abuela que, si gana la apuesta, se llevará el sudario más de andar por casa que encuentre! - Me guardé mucho de abrir la boca. Solo me faltaba una guerra extra matrimonial.

También apostaron el árbol de la calle, la cristalera del balcón.  Pepe el jibarizado se hizo oír con su: - OOOOOOOOOOOOOOOOO - Y todos entendimos que también quería apostar. 

Desde la mesa de la Santa Cena también llegaron voces: - ¡Vendrá a las siete de la mañana! ¡A las cinco de la tarde! 

Por último Pascualita dio dos poderosos saltos mortales en el acuario, después me mirò e hizo la señal de OK con sus deditos palmeados: - ¿A las dos de la madrugada? (le pregunté) - Y me lo confirmó con dos palmadas. - Pues yo digo que ... a la hora de comer.

Y quedamos a la espectativa. 

viernes, 27 de agosto de 2021

Que jodía la Cotilla.

Cuando la abuela entró en casa hablando desde el momento que abrió la puerta con su llave, no recordó que la Cotilla sigue aquí, voluntariamente enclaustrada debido a su manía de coger lo que no es suyo, y pasó esto: - "Ay, nena, estaba loca por llegar y ver a mi Pasc... " - Frenó en seco los pies y la boca.

A la Cotilla no se le escapó la declaración de amor, interrumpida, que su amiga lanzaba a su querido Pascual. - De modo que tu maromo está escondido en ésta casa y yo sin enterarme ¡Ni Andresito, tampoco! - "No empieces a darme la vara con éste tema que, además, no tiene ni pies ni cabeza. Nena, saca el chinchón que tengo que contarte algo..." - Y a ti, boba de Coria, ¿no te da vergüenza hacer de celestina a tus años? - ¡Oiga, no siga por ahí o la pongo de patitas en la calle y allá se las componga con los mafiosos!

Pero con la Cotilla no valen ni amenazas, ni buenas palabras, ni cambiar de conversación, ni siquiera unas copitas de chinchón on the rocks. La abuela lo intentó: - "Creo que he encontrado el padre perfecto para mi bisnieto..." - Como si lo viera (interrumpió la vecina) ¡Pascual! así entrará en la familia y lo meterás en tu casa.

- "... Es rico y acabará siendo riquísimo." - ¡¿Quién es, abuela?! - "Un pirata... eléctrico... ¿Qué te parece?" - No esperaba eso de ti. - "Ya. Es un poco fuerte pero... para que se lo lleve otra, llévatelo tu..." - Va contra mis principios... - ¿Principios? Tu nieta es tonta hasta decir basta ¡Pero si te saldrán los euros por las orejas. boba de Coria! (saltó la Cotilla) Y yo no volvería a pasar pena para llegar a fin de mes. - ¿Qué? ¡Ni un duro habría para usted! - ¡Egoísta! (protestó)

La discusión fue subiendo de tono hasta que unos golpes en la cristalera del balcón nos sobresaltó. Era el árbol de la calle preocupado por nuestros gritos pero la Cotilla creyó otra cosa y corrió al balcón como una exhalación - ¡Te pillé, Pascual, jodío! - La cristalera se abrió de par en par y la Cotilla voló por los aires: - ¡¡¡Me matooooo!!!

Menos mal que los mafiosos que rondaban mi casa la cogieron al vuelo y no llegó a tocar el suelo que sino, se mata. 

jueves, 26 de agosto de 2021

Yo tuve un galgo afgano: Gandi.

La abuela ha venido a casa. Me ha despertado el rico aroma de unas ensaimadas recién salidas del horno. Y ante esto solo cabe levantarse y hacerles los honores con una buena taza de cola cao, en el caso de Pascualita y mío. ¡Aaaayyyy, que placer de dioses!

Solo después de terminar el desayuno he caído en la cuenta de ¿a qué ha venido esto? - ¿Vas a pedirme algo, abuela? - "Ay, si... que me escuches" - Vaaaaale ...

- "Hace ya muchos años tuve un perro afgano y le llamamos Gandi"... - ¿Muchos? (me extrañó lo de "muchos años" cuando ella siempre trata de evitar conversar sobre ello) - Era un ser maravilloso. El animal más bueno, cariñoso, sensible, fiel, valiente, enamorado de mi como yo de él " (en éste momento unas lágrimas autónomas brotaron de sus ojos entrecerrados sin que la abuela hiciera nada por evitarlas.)

La abuela se remontó a tiempos en los que ella no había nacido (jopé) Y habló de Afganistán, de los perros afganos, de los reyes de aquel pais tan lejano, tan sufrido... Todos los perros eran del rey. Galgos poderosos que acompañaban a los cazadores de tigres y osos. 

Perros de pelo largo y sedoso de las montañas. Perros de pelo corto y sedoso de los desiertos. Había pena de muerte para quien robara o traficara con ellos. Solo el rey, su dueño, podía regalarlos como algo muy especial.

Galgos magníficos. Espectaculares. Galgos de anuncio. Son una sinfonía de alegría, melenas al viento. Pura belleza es verlos correr, jugar, caminar. Y ay del que se acerque a su dueño con malas intenciones. Guardan la casa, a la familia como el mejor de los centinelas. "¡Preocúpate cuando veas un perro afgano echando espuma por la boca porque se levantará sobre sus patas como una fiera dispuesto a todo".

"Yo tuve un perro afgano... que quedó, para siempre, en mi corazón". 

- Nunca me lo habías contado... ¿Por qué ahora? - "Porque, pudiendo haber aprendido de sus perros, los hombres que no aman a las mujeres, ni siquiera a sus propias madres, se han rebajado hasta convertirse en alimañas sanguinarias. Para vergüenza de sus perros."


 

miércoles, 25 de agosto de 2021

¡A tomar por saco!

Como mi primer abuelito tiene toooodo el tiempo del mundo, a veces se pone a hablar y se le olvida poner el freno. Y aunque durante su cháchara me duermo como una marmota, el sigue con su retahíla infinita sin inmutarse. 

Eso es lo que ha pasado hoy que, entre los ciclistas de la Vuelta a España y la verborrea de mi familiar, he dormido una siesta gloriosa. Incluso he soñado. Y lo que es mejor, lo recuerdo. No sé en que momento del sueño he entrado en una cueva profunda y oscura. Se estaba fresquito allí y parecía ofrecer un sin fin de posibilidades de divertirme un rato que buena falta me hace desde que la Cotilla está mala y no sale de casa mientras los sicarios de los distintos gremios delictivos ronden por la acera.

 De mi cuello colgaba el termo de los chinos y Pascualita iba asomada como si estuviera en el balcón de la Luna, mirando el oscuro panorama. 

Apareció una lucecita al final de aquel túnel y me pregunté si estaba entrando en el Más Allá. Me detuve un momento a sopesar los pros y los contras y acabé decidiendo que, para escuchar eternamente a mi primer abuelito, siempre habría tiempo.

Voces y risas alocadas, atrajeron mi atención ¿Dónde me había metido? Cogí a Pascualita para tener un arma arrojadiza en las manos en caso de tener que defenderme y seguí avanzando hasta encontrar una habitación, iluminadísima, llena de piratas y bucaneros, bebiendo sangre de ciudadanos por un embudo, y vistiendo unos trajes adornados con bombillas, farolas, faroles... en fin, toda clase de luminarias a cual más potente.

- ¡Ajajá! (grité entrando en la habitación empuñando a la sirena como arma de destrucción masiva) - ¡Daos presos, Piratas Eléctricos! El mundo respirará aliviado cuando estéis encerrados bajo siete llaves en el Penal de San Quintín. ¡Volveremos a poner la lavadora cuando nos salga de las narices. El aire acondicionado enfriará, de nuevo, nuestras casas. La calefacción las calentará en invierno, malnacidos! ¡A tomar por saco!

Y de una buena patada en sus rollizos y acolchados glúteos, los mandé a una siniestra y húmeda celda y tiré la llave al mar... matarile, rile, ron,

martes, 24 de agosto de 2021

La Cotilla está mala.

 A paso de carga y sudando como un surtidor, ha entrado la Cotilla en casa cuando todavía no habían puesto las calles. Me desperté, asustada y antes de levantarme a mirar quién venía de visita a esas horas brujas de la madrugada, esperé un ratito, entre la ilusión y el miedo por si era un ladrón o un romántico candidato a futuro padre del bisnieto de la abuela.

Pero cuando sonó la puerta de la habitación de la Cotilla al cerrarse, di media vuelta y continué durmiendo.

Esta mañana, mientras desayunaba con Pascualita entronizada sobre el frutero, la Cotilla dijo que se encontraba mal y se quedaría unos días en casa, sin salir. - ¿No irá a atrapichear? ¿ni a "limpiar" los cepillos de las iglesias? ¿o carteras ajenas? ¿o --- ? - He dicho NO. Y NO es NO.

Antes de volver al lecho del dolor se zampó un desayuno de pastor hambriento. - ¿Y dice que está enferma? - ¡Mucho! Que no me moleste nadie... me llamas a la hora de comer y después de la Vuelta a España, volveré a la cama. - A la orden.

Comenté con la abuela la rara enfermedad de su amiga. - Ni siquiera se ha fijado en Pascualita y eso que nos ha pillado infraganti mientras yo le daba una magdalena mojada en cola cao. - "Pues si que está grave..."

Durante todo el día han venido hombres preguntando por ella y a todos he tenido que decirles que no estaba, Y si se ponían pesados nombraba el coronavirus y era mano de santo. Huían.

A la hora de cenar le he hecho un resumen de las visitas que ha tenido y he caído en la cuenta de que no era gente recomendable: la mafia china ha mandado un montón de chinos, de uno en uno. El gremio de los carteristas ha hecho lo mismo. Bedulio ha venido unas cuantas veces y una de ellas (se lo he dicho para que estuviera contento) mi primer abuelito le ha mandado un abrazo fraternal, (¡Lo ha dicho así! Se está volviendo de un repipi desde que se junta con el artisteo finiquitado que no lo reconoce ni la abuela) 

Bedulio, tembloroso, ha contestado que bueno, que vale, pero que no se le acerque porque le da un telele.

Cuando la abuela se ha enterado de la cantidad de hombres que han llamado a casa preguntado por su amiga, se le han puesto los dientes largos de envidia. Que mujer.

lunes, 23 de agosto de 2021

Ya estamos todos.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Que pronto olvida la gente (así se presentó la Cotilla en casa de buena mañana) - Es raro que la olviden a usted. ¿Qué ha pasado? - No van a ponerle mi nombre a la calle porque dicen que el lago que se formó con mi llantina y que tanta alegría llevó a los vecin@s a quienes les faltó tiempo para meterse y refrescarse, fue debido a la rotura de unas canalizaciones, etc, etc.

- Por cierto ¿sabe usted algo de la epidemia de robos de carteras en nuestra calle? - ¡¿Qué me dices?! - O sea que fue usted... Me lo temía. - Fue un modo de comprobar si hay mucho rico de boquilla. ¡Y vaya si es así! Billetes de cinco y diez euros encontré y pare usted de contar.- ¿Los devolvió? - Que cruz tengo contigo...

Un suave toque a la cristalera y ésta se abrió diligente. Era el árbol de la calle que está con la mosca detrás de la oreja por si las obras de mejora y embellecimiento de la calle, se lo llevan por delante. Por eso, para espantar su miedo y agradar, más aún al vecindario, se pasa el dia cantando. En cuanto  me vio alzó su potente voz: - ¡¡¡TENGO UNA VACAAAAAA LECHERAAAAAAAAAAAAAA...!!! - Lo que tengo que aguantar.

De repente, desde la cocina nos llegó el OOOOOOOOOOOOOOOOO de Pepe el jibarizado. Corrí a ver qué le pasaba. La cabeza convertida en llavero movía el ojo-catalejo con un poquiiiiito más de energía de lo habitual en él. Quería participar del bridis. Lo llevé al balcón y a punto estuve de pisar a Pascualita que reptaba en la misma dirección.

Menos mal que la Cotilla ya había partido a sus trapicheos y pudimos juntarnos los "normales" de mi casa. Por supuesto, mi primer abuelito apareció a dos palmos sobre la barandilla del balcón, elegantísimo con su nuevo sudario de ojo de perdíz amarillo canario. Saqué la botella de chinchón, tiré un poco a las ramas del árbol cuyas hojitas se relamían al probarlo. Tiré otro poco al alcorque que esponjó la tierra para que el licor llegara a las raíces. También la cristalera recibió su ración, encantada. Por último mojé los cosidos labios de Pepe, Pascualita y yo utilizamos la misma copa que levanté y brindamos por la vuelta de Laura Palacios a nuestra familia ¡¡¡FELICIDADES, AMIGA!!!

domingo, 22 de agosto de 2021

Una de vecinos.

Visto el éxito del lago urbano, el Ayuntamiento ha decidido dar una nueva prespectiva a mi calle. Pasará de ser super transitada por todo tipo de vehíulos, incluído el rolls royce de la abuela, a ser peatonal, o semi porque los autobuses si que circularán por ella y mucho me temo que la abuela hará lo mismo... Pobre Bedulio, que trajín le espera.

De buena mañana la calle se llenó de vecinas y vecinos formando corrillos según su forma de ver, opinar, pensar, desear, oponerse, estar encantados... Lo normal cuando una calle entra en fase de transformación integral. 

Estuve viendo con Pascualita el ir y venir de la gente. Es toda una experiendia ver aparecer, como setas, técnicos de todo y aparendices de nada. Incluso arquitectos que en su vida pisaron una Facultad opinaban cargados de sus razones. Oradores al más puro estilo decimonónico se desgañitaban para no llegar a ninguna parte. Gente seria insultando como carreteros a los que decían blanco... o negro. Otros se acordaban de los políticos: ¡se llenarán los bolsillos, como siempre!. Había pancartas de los negacionistas: ¡DECIMOS NO A TODO!

 El árbol de la calle que, hasta este momento no había abierto la boca ni para cantarme Las Mañanita, se alteró cuando un grupo de pijos empezó a pedir arbolitos cuquis "que dieran un toque de modernidad a la calle" - ¡¡¡¿Un toque de modernidad?!!! (gritó con su voz tonante) ¡Yo doy sombra, señoras y señores! De la buena. Formo parte del paisaje desde que era un esqueje. ¡Soy imprescindible! - Los gorriones que viven en él, trinaron mostrando su adhesión inquebrantable (¿de qué me suena esto?) al árbol.

Así estuvimos toda la mañana hasta que llegó la hora de comer y el guirigay se pospuso hasta nuevo aviso.  - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Vengo de proponer que pongan mi nombre a ésta calle. Al fin y al cabo el lago lo hice yo. - Si, Cotilla... Solo nos faltaba eso.

sábado, 21 de agosto de 2021

La llantina.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! Geoooorge, coge el acuario y se lo llevaremos al señor Li para que meta las gambas gordas que quiera. 

La Cotilla, con la desfachatez que la caracteriza, había hecho un trato con el señor Li: él dejaría de acosarla y amenazarla con hacerla relleno de los rollitos de Primavera, si le conseguía gambas gordas, vivas, para seguir engordándolas él y comerlas cuando estuviesen como un lechón. Y pensó en el acuario de Pascualita, que siempre lo ha creído vacío.

- ¡Alto ahí, Cotilla! El acuario es mío y es el hogar de las algas que viven en él - Eso son hierbajos. No valen para nada. Cógelo, Geoooorge.

El inglés, que estaba hasta las narices de la Cotilla, no se movió pero dijo: -  Algas servir para hacer tortilla. - ¿Por qué dijo eso?... ah, está muy raro desde lo del Brexit.

Mientras discutíamos vi a Pascualita surgir entre la vegetación marina y colocarse en el borde del acuario, muy atenta a lo que estaba pasando. - ¡Geoooorge, no me hagas repetir las cosas! - Mi llamar a madame.

Por supuesto, la abuela dijo nones a que se llevaran el hogar de Pascualita, con ella dentro, a casa del gran comedor de gambas gordas. Sus gritos de enfado se escucharon en toda la casa. Y ocurrieron varias cosas: la sirena sacó su dentadura de tiburòn a pasear. Mi primer abuelito, al oir el mal genio de su ex mujer, desapareció de la lámpara del comedor cogiéndose los bajos del nuevo sudario verde mar, para darse más prisa. La cristalera del comedor se cerró a cal y canto, avergonzada de que los vecinos oyeran los gritos. Lo único bueno que resultó de todo esto fue que el árbol de la calle, que se desgañitaba cantando a voz en grito, Las Mañanitas, se callara.

Entonces la Cotilla hizo algo inaúdito en ella: ¡lloró! 

Pronto el caudal de lágrimas escapó bajo la puerta de la calle inundando el rellano, la escalera, la entrada de abajo, salió a la acera desapareciendo por el alcorque del árbol de la calle. Este, emocionado al sentir sus raíces fresquitas después del calor pasado, lloró a lo grande, como un enorme surtidor. Y a ese llanto se sumó el de las miles de hojitas de sus ramas. No es de extrañar que los vecinos, encantados con tener una piscina comunitaria en la calle, se metieran a chapotear con sus hijos, los flotadores y los perros, en el lago que se formò y que no dejaba de crecer.

viernes, 20 de agosto de 2021

Candidatos.

No he guardo en saco roto la proposición que me hizo el árbol de la calle por si necesito tirar de ese pretendiente a falta de otros. Aunque no creo que tarde en tener algo serio después de lo ocurrido esta mañana en la playa.

He entrado en el agua, saltando y dando grititos porque estaba fresquita y con Pascualita en el termo de los chinos, teniendo buen cuidado que no se escapara pero sí se mojara y refrescara, he inicidado una tanda de quinientas brazadas sin fijarme en lo que había en derredor. 

Concentrada en no descontarme, se fue abriendo paso en mi cabeza un rumor de voces masculinas. ¿Eran reales o fruto de mi desesperación al ver que tenía muchas posibilidades de quedarme sin la torre del Paseo Marítimo de los abuelitos? 

Detuve mi marcha, me quité las gafas y vi, en la orilla, a unos hombres gritando y haciendo aspavientos ... ¿a mi? Pensé que eran unos negacionistas que seguían la juerga de la noche. Y proseguí mi marcha.

De vuelta al punto de partida y en el mismo sitio de antes, se reprodujeron los gritos. - Huuuy, estos me están buscando y me van a encontrar (me dije) ¡Iros a dormir la mona, jodíos! (dije mentalmente porque la conversación bajo el agua no la domino en absoluto y...)

¡Me acababan de atacar! ¡¿Quién?! - Ahora los gritos de los tios eran más fuertes y se unían a los míos. Miré hacia adelante y una turba de ocho hombres venía a por mi. No me amilané. Abrí el termo de los chinos, cogí a Pascualita, que estaba enfadada porque me había parado y se la tiré al tipo que tenía más cerca y recibió una buena sarta de mordiscos. De un tirón me quedé con Pascualita en la mano. - ¡¡Está loca?! Primero nos espanta la pesca y ahora nos agrede! (me dijeron) - ¿Qué pesca? ¡La pescada soy yo - Y les mostré un anzuelo clavado en un muslo que dolía horrores.

Aquella gente eran pesacadores de caña en la orilla de la playa ¡Y yo que sabía! Menudo barullo se montó. Hasta Bedulio se presentó: - ¡Oh, no, (dijo al verme y más cosas que no escuché porque acaba de caerme de un guindo) - ¡¡¡Me han pescado futuros candidatos a padres del bisnieto de la abuela!!! Oooooh, que románticoooooo. - A todo esto, Pascualita se metió dos dedos en la boca y ¡vomitó! - Que poca sensibilidad tiene éste bicho.

 

jueves, 19 de agosto de 2021

El primer candidato.

Los días pasan deprisa para mi, a pesar de que hago trampas como, por ejemplo, tachar en el calendario un día sí y dos no. Y así parece que los días son más largos. Pero el calendario es muy tuno y se ha dado cuenta de mi tejemaneje y, si al principio le hizo un poco de gracia (porque es muy serio), al final se ha mosqueado y ahora está más enfadado que un mono.

- ¡Tacha los números cada día, boba de Coria, o acabarás confundiéndome! - Pero no le he hecho ni caso. Y como nunca llueve a gusto de todos, los números están tan contentos que bailan por sevillanas. - ¡Gracias, gracias! (me dicen) Nos has alargado la vida porque un número tachado es un número muerto. 

El árbol de la calle, preocupado porque no pierda la herencia que se supone me va a tocar, llamó suavemente a la cristalera del balcón. Esta se abrió presurosa: - Buenos días, vecino ¿qué lo trae por aquí? (saludó muy educada ella) - Al pasar por el comedor y viéndolos de cháchara, me acerqué: - ¡A ti te quería ver! (saltó el árbol de la calle) Tengo la solución a tu problema: Voy a presentarte a un esqueje de lo más plantoso y garrido y por el que ramas y hojitas pierden el oremus. - ¿Cómo futuro padre del bisnieto de la abuela?... No sé... Piensa que no somos de la misma raza... - ¡Oye, si vas a poner pegas por una tontería de nada apaga y vámonos!

Tuve que disculparme repetidas veces: - ¡Que no es racismo, coñe! ¿Qué crío saldría de esta unión? ¿Lo has pensado? - Claro (dijo el árbol) ¡Un bisnieto guapísimo! - Nos despedimos prometiéndole que me lo pensaría.

 

miércoles, 18 de agosto de 2021

Pobre inglés.

 ¡Quince días! Ese es el ultimatum que me ha dado la abuela para encontrar al futuro padre de su bisnieto ¿Acaso no recuerda que estamos en Pandemia? No es tiempo de ligues yendo con  mascarilla puesta. Hay que ver el género antes de comprarlo y no pienso contagiarme viendo caretos libres de tapabocas.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! jajajajajaja ¡Aaayyyyy, como me divierto con éste inglés! Bendita la hora que a tu abuela se le ocurrió ponermelo de guardaespaldas. - Por la cara que traía él, no parecía divertirse mucho. - ¿Quiéres un chinchón, Geoooorge? (le dije por decir algo y evitar reirme) - Yo preferir botella toda. - ¿Cómo que toda?... ¿entera?... ¡¿quiéres emborracharte?! - ¡Yes! - Pobre...

La Cotilla estaba encantada y no paraba de hablar: - ¿Cuándo lo has visto correr, nena? - Hummm... ¡Nunca! - ¡Lo mismo que yo! Pues esta mañana corría que se las pelaba cuando el cura de una de las iglesias a las que hemos a "limpiar" los cepillos, nos ha visto. Corria y gritaba ¡Sorry! jajajajajaja. Para remate, lo ha reconocido un autobusero que tiene parada aquí abajo, donde éste aparca el rolls royce y le ha tocado el claxón: ¡ti, ti, tititi, titititi ti, ti! y gritado ¡¡¡Esprint, corredores. Estás batiendo records, jodío!!!

- Yo ser mayordomo inglés, no ladrón. - Las risas de la Cotilla acabaron en ese instante. - ¡Uep, hasta aquí podríamos llegar! Nena, trae la lejía que necesita que le laven la boca.

Menuda mañana me han dado estos dos. Y como estaban a lo suyo he podido sentarme en el balcón con Pascualita tomándonos con chinchón on the rock, a medias, Una de las ramas del árbol de la calle ha entrado en el balcón: ¿Puedo probar? - Si tu padre lo permite... - Lo permitió.

Las otras ramas no quisieron ser menos: - ¡Que rico! (decían) ¡Que fresquito! - El árbol guardó la compostura hasta que no pudo más: - ¡Echa el resto de la jarra en mis raíces y lo robaré yo tambièn!

Un rato después, mientras yo atendía a Bedulio que me traía una multa "por tirar alcohol a los árboles" - Al árbol. solo a uno y porque me lo ha pedido. - No empecemos con cosas raras... (el Municipal empezó a sudar) - el árbol de la calle cantaba a voz en grito ¡Asturias, Patria queridaaaaaaaa...!

martes, 17 de agosto de 2021

Ultimatum.

- Geoooorge, dile a mi abuela que se ponga al teléfono, plis. - Ni plis, ni plos. Madame decir que no estar. - La chulería del mayordomo inglés me pilló desprevenida y colgué el teléfono: Media hora después me revino la parrafada, se me encendió la sangre y llamé de nuevo - ¿Yessss? - Geooorbrexit, voy a hablar con tu jefa quieras o no. ¿Vengo y te arrastro o entras en razón? - Unos segundos después la abuela decía: - "¿Qué hueso se te ha roto, boba de Coria?" 

Le expliqué que estaba hasta las narices de su amiga. - Desde que cree que la mafia china la persigue no  me deja ni a sol ni a sombra. - "Bueeeeno, ya se le pasará el sussssstooo" - ¡No se le pasa. Cada vez está peor! Encima quiere que la acompañe a trapichear para no ir sola por la calle. ¿Y qué pasa si es verdad que la mafia china quiere hacer el relleno de los rollitos de primavera con ella? ¡Yo no sé kun fú! - "Acompañalaaaaaa... No tienes nada más importante que haceeeeerrr..."

- ¡Jolines, abuela. Es tu amiga, no la mía! - "¡Esa boca, niña!" - Además, ¿crees que se me arrimará algún candidato a futuro padre de tu bisnieto con la Cotilla al lado? ¡Jamás!

Durante unos minutos el teléfono solo me transmitía ruidos de respiración Y chisporroteos. Era como si el engranaje del cerebro de la abuela se hubiese puesto en marcha y chirriara un poco.

Mientras, mi primer abuelito ocupó su sitio en lo alto de la lámpara del comedor y preguntó: - ¿Eso es tu abuela pensando? - Si... - Reconocería este chirrido aunque pasara un millón de años y aún se me ponen los pelos de punta. Así chirriaba el día que acabé en el Más Allá. Por cierto, ¿qué te parece mi nuevo sudario? - ¡Espectacular!

Por fin la abuela habló: - He decidido que sea Geooorge quien acompañe a la Cotilla a sus quehaceres... - ¿También a "limpiar" los cepillos de las iglesias?... - "¿Me vas a interrumpir mucho?" - Perdón. - Mientras, tu te dedicarás a lograr, de una vez por todas, darme un bisnieto. Si en quince dìas sigues igual, te quitaré del testamento y te endosarè a la Cotilla y la encontrarás hasta en la sopa"

Antes de colgar escuché súplicas y llantos... en inglés.


 

lunes, 16 de agosto de 2021

¡No quiero!

Cuando la Cotilla vio que preparaba la bolsa de la playa dijo: - ¡Yo tambièn voy! - Pero si no viene la abuela... - ¿Quién la necesita? Hale, vamos. - No la he invitado. Además me gusta ir sola. - ¿Sola? Que aburrido. - Y abrió la puerta de la calle para que yo saliera.

Lo que ella no sabía es que Pascualita estaba en el termo de los chinos y por eso me daba tres patadadas que viniera la vecina. 

Tampoco sabía yo la aversión que le había cogido a todo lo chino desde que el señor Li le leyera la cartilla poniéndole las peras a cuartos si volvía a coger lo que era suyo. Por eso, en cuanto pisamos la calle por poco me arranca la cabeza del tiròn que me dió para hacerse con el termo de los chinos y luego correr al lado contrario de la parada del bus: hacia los contenedores de basura y tirarlo dentro.

Mis gritos se oìan hasta en lo alto de la Catedral y, por supuesto, en el cuartel de los Municipales. Por eso el jefe mandó a uno de sus guardias a enterarse y poner arreglo a lo que estuviera pasando. 

Casualmente, fue Bedulio el encargado de la misiòn. Le vi llegar corriendo, sudoroso, dispuesto a cumplir con su deber hasta que me vio gritando como una loca. Nunca le había visto dar una media vuelta con tanta rapidez. Fue un visto y no visto. Desapareció por la esquina como si se lo hubiese tragado la tierra.

La Cotilla volvió sobre sus pasos, me cogió del brazo y tiró hacia mi para ir a coger el autobús que acababa de llegar: - ¡Corre que lo perderemos! - ¡Yo no me voy sin el termo de los chinos! (gritè en plan Juan de Arco) - y me tiré de cabeza dentro del contenedor.

El resultado de todo aquello fue estoy en el manicomio, agarrando el termo con todas mis fuerzas y sin dejar de gritar: - ¡¡¡MI TERMOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!

La Cotilla está a mi lado diciendo que deje de hacer el idiota para que me dejen salir de aquí porque: - Tenemos que ir a tu casa a coger mi bolsa para irnos de trapicheo. - ¡Yo no! - Sí, boba de Coria. Te vienes conmigo y así no me atacará la mafia china... Anda, toma otro chinchón.

domingo, 15 de agosto de 2021

El señor Li.

Ha empezado la Vuelta Ciclista a España ¡Y voy a dormir siestas impresionantes! Como la de ésta tarde. Ha sido ver a los ciclistas, pensar en el calor, la caló, que está haciendo y quedarme frita en el sofá. Es mano de santo.

Es una de las pocas cosas en que estamos de acuerdo Pascualita y yo. Ese rato, después de comer, es sagrado para nosotras aunque nos hayamos enfadado, lo dormimos juntas... a no ser que esté en casa la abuela porque entonces la medio sardina se va con ella la muy traidora. Pero hoy estábamos solitas. Hasta mi primer abuelito había desaparecido de la lámpara del comedor. Los demás, Pepe incluído, estaban rendidos al sopor veraniego, tan agradable, tan apetecible, tan... 

Sonó el teléfono ¡a esas horas! Tendría que estar penalizado por la Ley despertar a los ciudadanos a golpe de repiqueteo telefónico.

- ¿Sí... ? (dije, por decir algo) - ¡Boba de Colia! ¿Estal aqui Cotilla? - ¡Boba de Coria lo será tu madre, mendrugo! - Madle mía no sel boba ni sel de Colia ¡Sel de China! ¡Si estal Cotilla, ponelse al teléfono YA!

Era el señor Li muy enfadado. - ¡Cotillaaaaaaaaaaaaaa! Al teléfono - Solo me pondré si es Robert de Niro... (dijo, somnolienta, mientras con un dedo reconducía la baba que le caía por la comisura de los labios) - Por toda respuesta me estiré los ojos y el susto se reflejó en su cara. - (¡No estoy!) (vocalizó sin pronunciar palabra) - Pero no me amilané y le puse el teléfono en la mano. - Creo que la conversación tratará de botijos y ¿abanicos? jajajajajajaja ¡que graciosa soy! No, hombre, no: ¡ventiladores!

La Cotilla no dijo ni pio. Con el aparato en la oreja, firme como una escoba, hacía reverencias, cada vez más profundas. Tanto es así que hice una apuesta con el árbol de la calle: dos reverencias más y pegará de cabeza contra el suelo (dije yo) - A las tres, apostó el árbol ¡y ganó el jodío! Ahora tendré que aguantar que me cante, durante una semana, Las mañanitas para despertarme. 

Algunas palabras del monólogo entre en chino... y él mismo porque la otra no abrió la boca, me llegaron: - Halakili... coltal manos... decapitación límpia... botijos a tienda... ¡TODOS!... ventiladoles... ¡TODOS!... mafia china eficáz...  

Sentada en el balcón, con Pascualita en mi regazo y trajinando chinchón fresquito, intenté convencer al árbol de la calle que cantar Las mañanitas, a pleno pulmón, a las siete de la mañana era temerario. - Pueden podarte. - Pero no atendió mis palabras: Una apuesta es una apuesta. - Es tan legal que da asco, dichoso árbol.

sábado, 14 de agosto de 2021

La Cotilla y sus negocios.

He discutido a grito pelado con la cristalera del balcón porque la jodìa no quiere abrir ni un resquicio para que entre aire. - ¡No, que es caliente! - ¡Hay que renovarlo, lista! - Entre síes y noes, llevabamos unas buenas dos horas cuando tuve que callarme y evitar tirarle un zapatazo a los cristales: - ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! Hay que ver que día tan magnífico hace hoy.

La Cotilla entró en casa hecha un brazo de mar. Más contenta que unas Pascuas, Dando botes de alegría a pesar que el sudor corría por las arrugas de su cara y , en un plis, plás, tuvo un laguito a sus pies que se agrandaba a marchas forzadas.

- ¿Se puede saber qué tiene de bueno cuando la gente se está achicharrando de calor? - Tu no pareces tener mucho porque ni siquiera has abierto la cristalera (me recriminó) - Está atascada. - Pues pónle Tres en uno, hija, que te ahogas en un vaso de agua. - Y usted está a punto de hacerlo en el sucedáneo de Lago Titicaca que tiene a sus pies.

- No te preocupes que, cuanto más sudemos, más gano. - ¿Me he perdido algo? - Esta noche me costaba dormir y me he sentado un rato en la salita a pensar en mis cosas, refrescándome con unos chinchones...  ¡Y di con la clave! - ¿La de sol? - La del nuevo negocio. Quien no se arriesga... y eso hice. Hablé con la Ola de Calor. - El chinchón hizo su efecto jejejejejeje - Sí. Y nos hemos asociado y nos repartimos las ganancias a medias. La Ola calienta el ambiente y yo trapicheo con los ventiladores y botijos... - ¿Qué ventiladores? ¿qué botijos? - Unos que, casualmente, estaban abandonados en las aceras. - ¿Viejos? - No, hija. Sin estrenar. - ¿Cerca de la tienda del señor Li? - Muy cerca... no pero abandonados, sí que estaban.

 

viernes, 13 de agosto de 2021

La ola de calor.

El árbol de la calle y yo comentamos la noticia de la llegada de una fortísima ola de calor que nos impediría dormir por las noches. - Tendrías que regarme a base de bien porque, hasta ahora, solo lo han hecho los perros aunque son pocas gotas para cada árbol de ésta calle. - ¿No me multarán por eso? - Hija, no sé pero si las raíces, que son muy suyas, no quedan saciadas, empezaré a perder hojitas y me quedaré sin sombra para ofrecer a los vecinos y, sobre todo, a ti.

Mi primer abuelito, que ha visto muchas olas de calor de las que no dejan dormir por las noches, se inmiscuyó en la conversación: - Nosotros sacábamos los colchones al terrado o a los balcones. Y se dormía... o no. Pero se fabricaban muchos críos... ¡Anda! Eso es lo que necesitas, nena y le callas la boca a tu abuela con el dichoso bisnieto.

La cristalera tambièn quiso meter baza. - Me cerraré a cal y canto y no entrarán en casa, ni calores ni fríos. 

Yo no las tenía todas conmigo: - Me siguen dando miedo las grandes olas. No sé hacer surf. Además, con mi sueldecillo, tendría que usar la tabla de planchar porque para caprichos no me llega. 

El sudario blanco de mi primer abuelito se fue tornando rojo pasión y quedó tan mojado que chorreó agua desde el Más Allá al Más Acá. ¡Lo nunca visto! - ¡¡¡Ya está aquí la olaaaaa!!! (gritó el árbol de la calle y para congraciarse con ella dijo: - ¡¡¡HOLAAAAAAAAAAA!!! - mientras ramas y hojitas se movían al compás)

Pero la Ola de calor, pasó sobre nosotros con toda su prepotencia. Me acordé de Pascualita. Y el árbol me recordó lo del riego. Enchufé una manguera al grifo de la cocina y la dejé caer hasta el alcorque.

Iba a echar media bolsa de cubitos de hielo al acuario cuando... - ¡Avemariapurísimaaaaaaa! ¡Ha llegado la ola de... ! ¿Se puede saber qué haces, boba de Coria? ¡Los cubitos son para el chinchón, animal de bellota. No para un acuario sin peces! - Pero no  le hice caso y un segundo después la sirena disfrutaba de agua fresquita.


 

jueves, 12 de agosto de 2021

Dichosa Cotilla.

 El señor Li me acosa por teléfono, en la calle, mete papelitos en el buzón y, lo que me faltaba para el duro, ha colgado una pancarta desde la parada del bus a la farola más cercana que dice: ¿Cuándo invital a mi a gambas goldas, boba de Colia?

Me siento presionada. Además, según yo, el chino no ha cumplido el encargo porque las gafitas no están graduadas.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! toma, nena. La mafia china, apostada en la puerta de la finca, me ha dado este papelito a para ti. - ¿Toda la... mafia? (pregunté temerosa) - Bueno, solo había una y al verme me lo ha dado diciendo que así el mensaje te llegará antes. Por cierto, si invitas a gambas al señor Li ¡me apunto!

Llamé a la abuela: - Habla tú con él. No me hace caso. Además cómo no hagamos algo pronto con las gafitas no tendremos ninguna. Están desapareciendo... creo que la Cotilla se las lleva y trapichea con ellas... - "Que mal pensada eres"

He metido las gafitas que quedan en mi sostén. Voy incomodísima pero no creo que se atreva a meterme mano la dichosa Cotilla.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! - ¿Otra vez por aquí? - Hoy y sin que sirva de precedente, te invito a comer. - ¡Cotilla! ¿Le ha tocado la Primitiva? - No. He ido al comedor social. Traigo macarrones. - Bueno, menos da una piedra.

Después de comer, tomar café y unos cuantos chinchones fresquitos, me entró la modorra de la que desperté dos horas después. Fue mi primer abuelito, enfundado en un sudario psicodélico con luces led encendiéndose y apagándose contínuamente, quien levantó la liebre... - Ay, nena (me dijo, risueño) no sabía que, hoy en día, las mujeres guardáis las gafas en el sostén, pillinas.

Heché mano al pecho con un mal presentimiento. ¡Y no me equivoqué! La Cotilla había descubierto mi escondite y solo dejó ¡unas gafitas! supongo que por las prisas porque le faltó tiempo para largarse a trapichear ¡Que jodía!

miércoles, 11 de agosto de 2021

El molinillo.

Esta mañana, caminito de la playa sin que Pascualita se enterara, me ha sorprendido una risa fresca y cantarina. A mi alrededor no había nadie porque era temprano pero la risa estaba muy cerca de mi.

Miré arriba, abajo, detrás, delante... y nada. De repente un humilde vientecillo arremolinó a mis pies un montón de hojas caídas. Luego, cogiendo más fuerza movió seis o siete mascarillas quirúrgicas caídas en desgracia y entonces la risa sonó cascabelera.

Saltando sobre el montón de basura descubrí a un ser feliz: un molinillo de papel, de los que venden en las ferias para que los niños chicos los soplen y rueden alocados.

Lo cogí. Hacía tiempo que no veía uno. Los niños no los quieren  porque no va a pilas, ni es electrónico. Va a viento. - Ea, te vienes a la playa conmigo. - le dije y redobló su velocidad y su risa.

El molinillo quería verlo todo y probarlo también. - ¡Quiero nadar contigo! - Eres de papel... - Jajajajajajajaja ¡La aventura es la aventura! - ¿Cómo se le puede negar a un cascabel un caprichito si nos alegra el día con su repiqueteo? Yo no puedo y lo mismo me pasó con el molinillo de papel.

Mientras nadaba llevaba el palo en alto y el molinillo, empujado por el viento del mar, se volvía loco de alegría. Fue tal la velocidad de crucero que llevábamos que un capitán de barco se nos acercó en una lancha motora. Y que sorpresa me llevé ¡era Bedulio! - ¡Oh, noooo! (gritó) ¡Tu noooooo! - Al final tuvo de que perseguirnos porque el viento arreció y el molinillo casi volaba sobre el agua. - ¡Te multo por exceso de velocidaaaaaad, boba de Coriaaaaaaaaaaaaa! - ¡Múltate tu también porque estás haciendo lo mismooooooo!

Un cormorán curioso y seguramente, tan miope como Pascualita, tomó al molinillo por un bocado exquisito y se lo cargó de un picotazo. 

Al volver a casa le conté esté episodio al árbol de la calle y estuvimos de acuerdo en que sería bonito tener un molinillo en el balcón. - Le daría otra prespectiva... (dijo, poniendo voz de sabio con tres Premios Nobel en su haber)

martes, 10 de agosto de 2021

Las gafas.

 Cuando la abuela ha sabido que el señor Li le traerá unas gafas a Pascualita, le ha faltado tiempo para preguntar cómo serán: - Pues como todas, con dos cristales, uno para cada ojo y dos patillas para sujetar las gafas en las oreja... ¡Un momento! Pascualita no tiene orejas.

- "¡Es cierto! Menuda complicación." - ¡Ya está! Se sujetarán con un elástico a la cabeza. - "Ay, nena, a veces no pareces tu y tienes buenas ideas. Ahora hay que pensar en la forma y el color de las gafas" - ¡Que más da! La cuestión es que vea bien.

- La estética es muy importante. Mírame a mi. Siempre a la última y me he llevado un Andresito millonetis a la cama" - ¡Abuela, no hables así delante de mi que soy tu nieta! - "Que poco te ha durado ese puntito de inteligencia de hace un momento".

Se ha pasado un buen rato dibujado gafas a cual más estrambótica. Una incluso tenía una sirena en cada extremo. ¿Y los colores? Todos fosfis. Aunque, al final, no ha quedado contenta con ningún boceto y arrugando el papel, lo ha tirado a la basura.. pero yo lo he rescatado cuando se ha ido.

Lo que me he reído imaginándome a la sirena con semejantes modelitos. Después he recortado algunos y mientras nos refrescábamos con chinchón on the rocks, se los he ido probando. Ha habido un momento que el bicho se ha mosqueado y he visto el brillo de sus dientes. - ¡Oh, oh!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaaa! El señor Li me ha dado todas éstas gafitas para ti ¿Vas a poner una tienda? Yo quiero participar de las ganancias y... - ¡Pare, Cotilla! No hay negocio a la vista, así que... - Pues me las llevo para trapichear con ellas ésta noche. Hay gente que quiere gafitas para sus Nancis y ... - ¡Ni hablar! son mías! - ¡Egoísta! encima que te las he traído gratis...

He llamado al señor Li al quedarme sola. - Las gafas están bien pero no están graduadas. - ¿Tu sel tonta? Muñecas no sel miopes. Tu quelel engañal a mi pelo yo tlael gafas y ahola tu invital a mi a comel gambas goldas, boba de Colia.

 




lunes, 9 de agosto de 2021

Estoy a la espera...

 Tengo a toda la tropa de casa en alerta para que no dejen entrar, ni al Médico ni al Oculista. Sobre todo a éste último que está emperrado en descubrir de que extraño y lejano planeta procede la birria de broche miope. 

El Médico me llama. - He venido a verte pero no me has abierto. - Vaya, que penaaaaa. Debía estar en el mercado.

El árbol de la calle ha cubierto el balcón y las ventanas con sus ramas de follaje más espeso. La cristalera mantiene las puertas abiertas, porque hace calor, pero está a la guait para cerrarlas en caso de emergencia. Pepe vigila desde el balcón moviendo, lentamente, el ojo-catalejo para avisarme cuando se acerca el Médico haciendo su OOOOOOOOOOOO telepaticamente.

Mi primer abuelito, sin perder ni un ápice de elegancia, se ha erigido en mi caballero medieval que me librará de los Dragón-Médico y Oculista. O sea, que tengo todos los frentes cubiertos porque también los de la Santa Cena estarán pendientes.

A Pascualita no le he dicho nada porque, como no ve tres en un burro, mejor se está tranquila en el acuario o reptando por casa a su aire. 

Es una situación incómoda ésta porque, por un lado no quiero que descubran a la sirena y por el otro, necesita gafas. He llamado al señor Li para preguntar si tiene en su tienda: - Mi tenel de todo, boba de Colia. - ¡Oiga, menos confianzas! ¿Las tiene pequeñitas? - ¿Pala niña? - No. Para... (no sabía qué medida decir) para... ¡gamba gorda! - ¡¿Tu tenel gamba golda en casa?! - ¡Nooooo! La he puesto como ejemplo para que se haga una idea del tamaño que busco. - Cuando tenel gambas goldas ¿tu invital a comel a mi a tu casa? 

Tuve que decirle que si veinte veces ¡Que pesado! - Yo buscal gafitas y llamal cuando encontlal. 

Mientras espero, Pascualita y yo nos refrescamos con unos chinchones on the rocks en la tranquilidad del hogar, rota por la irrupciòn aparatosa de la Cotilla como Atila cuando entrò en Roma. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¡¡¡Que caloooooooooor!!! He olido el chinchón desde la escalera y se me ha hecho la boca agua. ¡Pónme unas copitas! 


domingo, 8 de agosto de 2021

¡Es miope!

 Según la abuela, Andresito ha dicho que no volverá a pisar mi casa porque allí pasan cosas raras. - ¿Qué cosas? - "Ay, nena, pues lo que le pasó al Médico, por ejemplo" - Eso fue en la consulta del oculista... Tu también hubieses saltado si te pusieran un foco potente en los ojos. - "Ya, pero no hubiese dejado calvo a mi hijastro ni con una trompa de elefante a su amigo..." - Yo quiero que Andresito siga viniendo a mi casa... - "Está muy disgustado. Me dijo que, si tu afición es ser peluquera, haber ido a aprender antes de dejar a su hijo mondo y lirondo..." - ¡Pero si no fui yo! Fue la puñetera medio sardina y... - "Chisssst... te va a oír toda la calle"

Menudo disgusto tengo. A ver si por una tontería Andresito me va a quitar de su testamento

Más tarde llamé al Médico. - ¡Hooooolaaaaaa, guapaaaaa! - ¿Cómo... éstás? - ¡Pelado! jejejejeje - ¿Estás muy enfadado? - ¿Por què? Hacía tiempo que no gozaba tanto. Tienes que dejarme el broche ese ¡Es una maravilla!... ¡Ah, se me olvidaba! Mi amigo el oculista quiere ver de nuevo el broche. - ¿Ya sabe si es miope o no? - ¡Eso es lo de menos! El pertenece a un grupo esotérico llamado ¡Los trompas! Y está encantado con la que le ha salido, aunque no sabe cómo. El caso es que cree que ese broche tiene poderes del tiempo de los druidas.

- ¿De los druidas? ¡Amos anda ya! (chuleé yo) Si cuando salieron los dinosaurios ese poder ya... esta... ba... (me di cuenta de que estaba metiendo la pata.) ¡Lo que me interesa es si hay miopía o no y déjate de cháchara!

Quedamos que se lo preguntaría y me llamaría después. - Hola, nena. Si, ha visto miopía y más cosas... - ¡Gracias! (y colgué) - Bueno, tenía yo razón. Ahora hay que buscar unas mini gafas graduadas para la sirena... Me la estoy imaginando y sé que, durante unos días tendré pesadillas...

sábado, 7 de agosto de 2021

El oculista.

 - "Nena, no se qué le has hecho al Médico pero ha dado resultado. Claro que lleva toda la mañana hablando solo sobre una cena que tiene que pagarle a su amigo, el oculista, en un restaurante de tres estrella Michelín ¿Sabes algo de eso?"

No tenía ni idea pero no  me creyó. - "¿Así que quieres guardarte el secreto de vuestro acuerdo? Me basta con que atiendan bien a Pascualita que, para mi, es lo más importante del mundo." - ¿Y yo? (pregunté, llorosa) - "Tu eres mi nieta y vas que chutas"

Y colgó. Menos mal que mi primer abuelito estaba al quite y me abrazó aunque solo noté un suavísimo olor de perfume, apenas perceptible. - Telepáticamente me dijo: - Te guardaré mis mejores sudarios para cuando te instales aquí conmigo.

- ¡Lagarto, lagarto! (grité) - Jajajajajajaja ¡Mira que eres graciosa, nena! (dijo) - Pues bueno, pues vale, pues me alegro (y siguió riendo)

Con Pascualita en plan broche birria prendida de mi vestido ibicenco, llegamos el Médico y yo a la consulta de su amigo. A pesar de que hacìa esfuerzos por mantener la seriedad y la curiosidad a raya, al oculista se le iban los ojos a mi pecho (donde estaba la sirena) - Veamos qué me traéis.

Se tiró un rato intentando adivinar qué demonios era lo que tenía que tratar. Al final dijo: - ¿Es... "esto"? (su dedo rozó la tripa de Pascualita, que no hizo el menor movimiento)

Aguantando la risa pidió el broche. Una vez en sus manos lo hizo pasar por las máquinas con las que exploran los ojos. Llegó un momento que esas pequeñas y potentes luces, molestaron a la sirena que ¡guiñó un ojo! - ¡Jopé! (gritó dando un salto hacia atrás) ¡Está vivo!

- No digas tonterías, hombre jajajajajajaja (el Médico empezaba a disfrutar y yo a ponerme nerviosa) - El oculista no las tenía todas consigo - ¿Muerde? - No sé...  ¿Es miope o no? - Voy a mirar bien el interior del ojo. - ¡Otra vez, no! (debió pensar la medio sardina y saltó hacia adelante  con la boca abierta y la dentadura de tiburón preparada para actúar)

Ahora la nariz del oculista emula a la trompa de un elefante y la cabeza del Médico está monda y lironda, sin un pelo de tonto. Duermen la mona, uno sobre la mesa de despacho, el otro en la camilla... Menos mal que he venido con la botella de chinchón por si las moscas...

viernes, 6 de agosto de 2021

¡El Médico!

 Parece que los dioses, los que sea: egipcios, mesopotámicos, incluso los que aún no habían nacido cuando las sirenas habitaban los mares recièn estrenados, han escuchado mis preocupaciones y enfados por la miopía de Pascualita porque ha vuelto a su casa ¡El Médico!

 Hijo de Andresito, nieto de la Momia, nietastro de la abuela. Un apasionado masoquista que adoraba mis patadas en sus espinillas. 

La abuela me ha dado la noticia: - "Andresito está loco de contento con la venida de su hijo a la Torre del Paseo Marítimo. El chico está guapísimo, nena. Tendrías que ir afilando tus armas de mujer y llevártelo, cuanto antes, al huerto. " - Ah, pero... ¿tenéis huerto? ¿en un pueblo? Ya podrías traerme tomates cuando vayas. - "¡No empieces o te mando a tomar viento, jodía!" - ¿A qué viene éste enfado? Como sois los ricos, cuánto más tenéis, más os quejáis.

La abuela cambiò de tercio. - "Ya sabes que es médico" - Sí. - "Y Pascualita necesita uno" - Un oculistaaaaa, abuelaaaaa. - "¿Tendrá algún amigo que lo sea, no?" - Ah, no se como se lleva ésta gente entre ellos. A lo mejor los que tocan ojos no se juntan con los que tocan pies o riñones, o... - "¡O leches!... Le dirè al Médico que vaya a tu casa y te apañas con él ¡Que sofocón me has hecho coger, jodía!

Poco después llegó el Médico y era verdad que estaba de toma pan y moja. Al verme quiso saludarme con dos besos pero le di tal empujón que trastabilló contra la barandilla del rellano de la escalera y por poco, la rueda. Una sonrisa de oreja a oreja se le dibujó en la cara: - Ya no recordaba tu mal genio ¡Me encanta!

La abuela lo había puesto al corriente de que mi mascota (dijo) tenía problemas de la vista y necesitaba ayuda. Para que no dedujera que era una sirena, la puse en el feo broche prendido de mi camiseta. - Es esto (le dije señalando al bicho)

Como Pascualita sabe que si está en el broche no debe moverse, parecía un don Tancredo en miniatura. El Médico la miró. - Es un broche... tendrías que llevarlo a un joyero. - Te hablo de lo que está en el centro y es miope. Necesita un oculista. Házme caso que sé lo que digo. - Nena... (empezó a hablar tratando de hacerme entrar en razón pero no dijo nada más)

La patada en la espinilla, a pesar de mi desentreno, lo subió al Séptimo cielo, le saltó las lágrimas y subió los colores. Cuando pudo hablar, dijo: - Haré lo... que tú... quiéras. Hablaré con un... colega... ¡Que bien pateas, nena...!

jueves, 5 de agosto de 2021

¡Que ilusión!

La abuela sigue dando la vara con la miopía de Pascualita. Ya estoy viendo que, al paso que va, me echará a mi la culpa. Así que he decidido coger el rábano por las hoja y hablar clarito. La invité a comer en casa, trayendo ella los avíos para hacer una paellita de marisco. - Yo pongo la ensalada.

Me ha hecho caso pero después de ponerme a bajar de un burro. - "¡Eres más agarrada que un chotis, boba de Coria!"  

A pesar de hacer el arroz Geooorge, salió buenísimo. Hay que ver lo que ha aprendido el inglés desde que trabaja de mayordomo en la Torre del Paseo Marítimo, en cambio yo... bueno, si en las Olimpiadas hubiera una modalidad deportiva llamada Apertura de Latas, voy y me llevo la medalla de oro por el arte que tengo abriendo botes.

Y hablando de arte, hay que ver el que tiene la Cotilla para enterarse de todo, aromas incluídos. Estaba en la otra punta de Palma cuando le ha llegado el olor de la paella y le ha dado tiempo para venir a casa y sentarse a la mesa en el instante en que Geooorge salía de la cocina. Y claro, se ha quedado a comer. Cualquiera la echa porque se agarra a la silla como una lapa. El caso fue que no pudimos hablar de Pascualita.

Tuvimos que esperar a la siesta. La Cotilla es muy rápida para ésto, pues hoy no se dormía mirando las Olimpiadas. Es más, nos despertaba a nosotras cuando había atletas españoles en busca de medallas. - ¡Aaaaayyyyy, que la ganaaaaaa! vaya, hombre... solo la de plata ¡Quítale la de oro a esa mosquita muerta! 

Cuando decidió que era hora de irse preguntó a la abuela si también se iba. - "Antes tengo que hablar con mi nieta." - ¿Ahora que me voy?... ¿De qué? - Tuvimos que sacarla a empujones y cerrar la puerta.

Le dije a la abuela que la miopía de Pascualita era culpa suya por no querer devolverla al mar. - Allí su vista tiene grandes horizontes donde mirar, en cambio, en casa las distancias son muy cortas y en el acuario todavía más. - "Ya sé a quien van a dar el Nobel de Medicina de éste año ¡A ti, atontada!" - ¡¿En serio?! ¡¡¡No sabes la ilusión que me hace!!! Ahora mismo voy a contárselo a mis compañeras de trabajo... ¡¡¡Un Nobel para mi. Y sin estudiar!!!

miércoles, 4 de agosto de 2021

¡Despedida!

 Si lo sé no digo nada de la miopía de Pascualita porque, ahora, la abuela no hace más que venir a casa y hacerle pruebas a la sirena: - "Tápate un ojo... ¿me ves? Ahora dime que tengo en la mano" - Abuela, es un pez, o mitad y mitad, y no habla. - ¿Crees que todo el mundo es tan tonto como tu? Hablará cuando ella quiera"

Al principio Pascualita  aceptó lo que le proponía la abuela como  un juego pero se hizo tan repetitivo que acabó harta y escondida en el barco hundido. - La estás agobiando. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¿a quién agobia tu abuela, nena? ¡No me lo digas que lo sé! ¡Al famoso Pascual! Que ganas tengo de echármelo a la cara para cantarle las verdades del barquero.

Mientras la salud de la sirena no sea óptima, el mal genio de la abuela ha salido a relucir. - "¿Y a ti quién te da vela en éste entierro, bicho, que eres un bicho!" - Huuuy, como te sulfuraaaas. Como se entere Andresito que estás muertecita por los huesos de otro le vas a dar un disgusto. - "¿Y vas a ir corriendo a contárselo, no?" - Como está mandado tratándose de un amigo.

Tuvo que placar a la abuela cuando se lanzó a por su amiga. - ¡¡¡Aaaaaaay, quieren pegarle a una pobre viejaaaaa!!! - ¡Calle, coñe. Aquí nadie pega a nadie! - Pero la voz atiplada de la Cotilla se expandía por toda la casa y amenazaba con salir a la calle. 

Es en momentos así cuando los amigos ayudan: el árbol de la calle cantó, a toda potencia, ¡Ay Jalisco no te rajes!  La vidriera cerró sus puertas a cal y canto. Lo mismo hicieron las ventanas. Pepe lanzó sonoros OOOOOOOOOOOOOOOOOO y Pascualita, enfurecida contra la Cotilla que gritaba a la abuela, se lanzó hacia la vecina y mordió lo primero que encontró: los pechos mortecinos de la casi centenaria.

Después de tomarse una botella de chinchón y dormir la mona a pierna suelta, se levantó del sofá de la salita. Su cara brilló de alegría al verse tal exuberacia pectoral y salió encantada de la vida, camino de su trabajo en el anuncio de la cerveza. Media hora después estaba de vuelta.

- ¡Me han echado!... ¿Te lo puedes creer? No les sirvo con éste hermoso tetamen ¡Quieren aquellos pellejos colgantes... ¡¡¡¿Y DÓNDE LOS ENCUENTRO YO AHORAAAAAA?!!!

martes, 3 de agosto de 2021

¡¡¡TACHAN!!!

Una vez en la arena y con el susto todavía metido en el cuerpo, la abuela y yo comprobamos que Pascualita seguía encogida en el termo de los chinos. - Es la primera vez que se esconde. Creí que no tenía enemigos naturales después de milenios. - "Y al final ¿qué ha pasado? ¿que había un pez en el mar? ¡Menuda noticia!" - Bien que has corrido. - "Ante la duda..."

La sirena de un coche de la policía cortó nuestra conversación. - Parece que viene aquí... ¡La Cotilla! La habrán pillado con las manos en la masa.

Nos encaminamos hacia una aglomeración de gente que hablaba, hacían aspavientos y fotos con sus móviles. La abuela detuvo el paso: - "¿Se habrá ahogado?" - Bicho malo nunca muere. - "Tienes razón" - Y fuimos a enterarnos de lo que pasaba.

Entre empujones y codazos conseguimos ponernos en primera fila. Y allí estaba la Cotilla, como una estrella de cine de los años cincuenta del siglo pasado, exhibiéndo sus pellejos ¡en top less! - 

La abuela corrió hacia ella, toalla de baño en mano. La tapó de arriba abajo. - "¡Te dijimos que así, no!" - ¡Quita, retrógrada! Aquel señor me ha pagado unos buenos euros ... - "¡Asqueroso!" (le gritó al hombre que se dirigía hacia ellas con una cámara en la mano) - ¡Guardias (gritó él) llévense a ésta loca (por la abuela) que ataca a la protagonista de mi anuncio de cervezas! 

Poco después se resolvió el mal entendido: Director de cine busca anciana para anuncio.Ve a la Cotilla medio desnuda en playa. ¡Acaba de encontrar a su mujer ideal. Paga bien y se hincha a hacer fotos. Ya tiene protagonista de medio anuncio, la otra es una chica preciosa. El anuncio enseña el antes y el después de haber bebido esa cerveza.

Resultado: la abuela se muere de envidia.

Y lo peor estaba aún por llegar porque, sin darnos cuenta, Pascualita se había enderezado y miraba a unos y otros. Y al fijarse en la Cotilla hizo algo inaudito: ¡levantó los bracitos hacia ella! Menos mal que la vecina no la vio.

Me extrañó mucho el comportamiento de la sirena hasta que ¡Mil campanas sonaron a mi alrededoooooor! y di en el clavo: - Pascualita es MIOPE. 

Se escondió del pez grande, no por miedo sino por precaución ¡No sabía que veía! De haberlo visto bien se lo habría comido...-Ahora viene las preguntas importantes: ¿Habrá gafas para sirenas? y sobre todo ¿Encontraremos un oculista que quiera tratarla sin descubrirla al mundo?

lunes, 2 de agosto de 2021

El pez grande.

 - "Nenaaaaaaa... ¿te vienes a la playaaaaaa?" - Sí, pero sin Pascualita. - "!¿Cómo?¡" - Porque se puede escapar y no quiero tener cargo de conciencia y... - "La llevaré yo" - En este caso, que venga. Tu te responsabilizas de ella, al fin y al cabo, quien tiene el asma eres tu. - "Que síiiiiiii..." - y si la sirena se escapa ya no tendrás la cura a mano y... - "¡Que sí, coñe!"

Cuando llegó el rolls royce cogí el termo de los chinos, mi bolsa de playa y bajé  los escalones de casa a toda pastilla. 

Me dirigí a todo correr a la parada del bus, bloqueada por el rolls royce como ya viene siendo tradición, cuando alguien me cogió del brazo y me paró en seco: - ¿A qué vienen éstas prisas, boba de Coria? - ¡Cotilla! y se vino a la playa. Una vez en el coche, le pasé el termo de los chinos a la abuela e, igual que había hecho con mi brazo, cogió la correa del termo ¡y lo tiró por la ventanilla!

- ¡¡¡PERO...!!! - Tanto presumir de cochazo y poderío y sales a la calle con ésta "basura" (amonestó a la abuela) - "¡¡¡FRENA, JODIO INGLES!!!" - La abuela salió corriendo a por su amiga Pascualita que, a punto estuvo de ser arrollada por el autobús, cuyo chófer estaba más enfadado que un mono porque, gracias al bloqueo del rolls, iba con retraso y habría gresca en las distintas paradas.

Una vez en la playa de C'an Pere Antoni, la tranquilidad volvió a reinar a pesar de que la pesada de la Cotilla seguía dándo la vara a la abuela por lucir la birria de termo. 

La abuela y yo entramos en el agua. Estaba bueníiiiiiiiiiiiiisima. Fresca, transparente y... Pascualita quería salir. 

La Cotilla estaba quejosa - ¡Se me ha olvidado el bikini!... ¿Aquí se puede hacer tot less? - ¡Noooo! (le dijimos a coro la abuela y yo) 

Me había puesto las gafas y las aletas y me hacía la ilusión de darle sopas con ondas a la medio sardina, nadando. De repente un gran pez pasó a dos palmos de mi. En un segundo lo escaneé de arriba abajo: dentadura, aleta dorsal, cola así o asá... Tiburón no era pero al reir, uno de sus colmillos brilló. - ¡¡¡RIE!!! ¡Ay madre! ¡Vámonooooooos!

Cuando la abuela se dio por enterada, el pez llevaba un rato dando vueltas alrededor nuestro. La cabeza de Pascualita asomaba mientras levantaba el tapón del termo. Al ver al pez sus mata de algas se puso de punta y se agachó rauda...  ¿Acaso era uno de los pocos comesirenas que quedan en el mundo?. - ¡Corre, abuelaaaaaaa! 

Al llegar a la orilla tuvimos que salvar un desnivel para salir del agua. El gran pez fue directo hacia el termo y entonces, cabreadísima, grité: - ¡¿A qué te arranco la cabeza, saco de espinas?!

 - Nunca he visto un pez tan acoquinado, gracias a mi facilidad con los idiomas








 

domingo, 1 de agosto de 2021

Menudo dilema.

 Han venido los operarios de Parques y Jardines a podar el árbol de la calle. Antes de empezar la faena ha subido uno a casa acompañado por Bedulio vestido de Municipal, para avisarme del arboricidio que se iba a ejecutar. - Estará contenta, eh, señora. - Soy señorita buen hombre. A ver si nos fijamos más antes de meter la pata.

El de la voz cantante se puso colorado como un tomate. Y siguió hablando - Nos manda su amigo el Alcalde... - ¿Ah, sí? ¿Mi amigo? ( y mirando a Pascualita que asomaba la jeta entre las algas del acuario, proseguí) Ya me puedo ir a dormir tranquila. - ¿A éstas hora, seño... rita? ¿No será portadora del virus... ¿verdad? (su cara era un poema) . Nooooo, pero ya sé una cosa más. - ¿Ah, si? - Que el Alcalde es mi amigo.

El bocacantante abrió la ídem, asombrado del arte que tiene para ir metiendo la pata a cada momento. - Entonces... ¿no...? - Según usted, sí. - Ya, pero... ¿por qué nos ha dicho su amigo... - Ejem (carraspeé para que no se volviera a "columpiar" - nos ha dicho que solo se pode el árbol que está bajo su casa... - ¿La del Alcalde? - No. La de usted porque le invade el balcón y las ventanas. - ¿De mi amigo? - ¿Qué amigo? - ¡Usted sabra! - Le juro que ya no sé nada de nada. - ¿Y cómo quedamos? ¿Poda al Alcalde y se pone usted en la ventana? 

El operario miró a Bedulio que, disimuladamente, iba dando pasitos hacia la puerta de la calle. - ¿Me han dicho que pode al Alcalde...? - ¡Yo no sé nada! (se le notaba la histeria en la voz) ¡No quería venir a ésta casa! ¡¡¡NO QUERÍAAAAAAAAAA!!! (y rompió a llorar)

Mi primer abuelito se apiadó y lo abrazó. Me emocioné tanto que radié el momento: ¡- Bedulio encuentra consuelo en los brazos de mi abuelito! ¡Que momento, señoras y señores! ¡A pesar del tiempo transcurrido desde que dejó éste mundo, mi abuelito aún recuerda la compasión y... ¿Bedulio?... ¡Beduliooooo!

Media botella de chinchón me costó que Bedulio volviera en sí aunque siguiera con el tembleque. La otra media nos la repartimos entre el operario de Parques y Jardines y yo. De todas maneras el hombre se fue con la duda puesta: - ¿Podo al Alcalde o... no? ¿Y si no lo hago y me riñen...? Menudo dilema.