sábado, 7 de agosto de 2021

El oculista.

 - "Nena, no se qué le has hecho al Médico pero ha dado resultado. Claro que lleva toda la mañana hablando solo sobre una cena que tiene que pagarle a su amigo, el oculista, en un restaurante de tres estrella Michelín ¿Sabes algo de eso?"

No tenía ni idea pero no  me creyó. - "¿Así que quieres guardarte el secreto de vuestro acuerdo? Me basta con que atiendan bien a Pascualita que, para mi, es lo más importante del mundo." - ¿Y yo? (pregunté, llorosa) - "Tu eres mi nieta y vas que chutas"

Y colgó. Menos mal que mi primer abuelito estaba al quite y me abrazó aunque solo noté un suavísimo olor de perfume, apenas perceptible. - Telepáticamente me dijo: - Te guardaré mis mejores sudarios para cuando te instales aquí conmigo.

- ¡Lagarto, lagarto! (grité) - Jajajajajajaja ¡Mira que eres graciosa, nena! (dijo) - Pues bueno, pues vale, pues me alegro (y siguió riendo)

Con Pascualita en plan broche birria prendida de mi vestido ibicenco, llegamos el Médico y yo a la consulta de su amigo. A pesar de que hacìa esfuerzos por mantener la seriedad y la curiosidad a raya, al oculista se le iban los ojos a mi pecho (donde estaba la sirena) - Veamos qué me traéis.

Se tiró un rato intentando adivinar qué demonios era lo que tenía que tratar. Al final dijo: - ¿Es... "esto"? (su dedo rozó la tripa de Pascualita, que no hizo el menor movimiento)

Aguantando la risa pidió el broche. Una vez en sus manos lo hizo pasar por las máquinas con las que exploran los ojos. Llegó un momento que esas pequeñas y potentes luces, molestaron a la sirena que ¡guiñó un ojo! - ¡Jopé! (gritó dando un salto hacia atrás) ¡Está vivo!

- No digas tonterías, hombre jajajajajajaja (el Médico empezaba a disfrutar y yo a ponerme nerviosa) - El oculista no las tenía todas consigo - ¿Muerde? - No sé...  ¿Es miope o no? - Voy a mirar bien el interior del ojo. - ¡Otra vez, no! (debió pensar la medio sardina y saltó hacia adelante  con la boca abierta y la dentadura de tiburón preparada para actúar)

Ahora la nariz del oculista emula a la trompa de un elefante y la cabeza del Médico está monda y lironda, sin un pelo de tonto. Duermen la mona, uno sobre la mesa de despacho, el otro en la camilla... Menos mal que he venido con la botella de chinchón por si las moscas...

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