jueves, 19 de agosto de 2021

El primer candidato.

Los días pasan deprisa para mi, a pesar de que hago trampas como, por ejemplo, tachar en el calendario un día sí y dos no. Y así parece que los días son más largos. Pero el calendario es muy tuno y se ha dado cuenta de mi tejemaneje y, si al principio le hizo un poco de gracia (porque es muy serio), al final se ha mosqueado y ahora está más enfadado que un mono.

- ¡Tacha los números cada día, boba de Coria, o acabarás confundiéndome! - Pero no le he hecho ni caso. Y como nunca llueve a gusto de todos, los números están tan contentos que bailan por sevillanas. - ¡Gracias, gracias! (me dicen) Nos has alargado la vida porque un número tachado es un número muerto. 

El árbol de la calle, preocupado porque no pierda la herencia que se supone me va a tocar, llamó suavemente a la cristalera del balcón. Esta se abrió presurosa: - Buenos días, vecino ¿qué lo trae por aquí? (saludó muy educada ella) - Al pasar por el comedor y viéndolos de cháchara, me acerqué: - ¡A ti te quería ver! (saltó el árbol de la calle) Tengo la solución a tu problema: Voy a presentarte a un esqueje de lo más plantoso y garrido y por el que ramas y hojitas pierden el oremus. - ¿Cómo futuro padre del bisnieto de la abuela?... No sé... Piensa que no somos de la misma raza... - ¡Oye, si vas a poner pegas por una tontería de nada apaga y vámonos!

Tuve que disculparme repetidas veces: - ¡Que no es racismo, coñe! ¿Qué crío saldría de esta unión? ¿Lo has pensado? - Claro (dijo el árbol) ¡Un bisnieto guapísimo! - Nos despedimos prometiéndole que me lo pensaría.

 

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