miércoles, 4 de agosto de 2021

¡Despedida!

 Si lo sé no digo nada de la miopía de Pascualita porque, ahora, la abuela no hace más que venir a casa y hacerle pruebas a la sirena: - "Tápate un ojo... ¿me ves? Ahora dime que tengo en la mano" - Abuela, es un pez, o mitad y mitad, y no habla. - ¿Crees que todo el mundo es tan tonto como tu? Hablará cuando ella quiera"

Al principio Pascualita  aceptó lo que le proponía la abuela como  un juego pero se hizo tan repetitivo que acabó harta y escondida en el barco hundido. - La estás agobiando. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¿a quién agobia tu abuela, nena? ¡No me lo digas que lo sé! ¡Al famoso Pascual! Que ganas tengo de echármelo a la cara para cantarle las verdades del barquero.

Mientras la salud de la sirena no sea óptima, el mal genio de la abuela ha salido a relucir. - "¿Y a ti quién te da vela en éste entierro, bicho, que eres un bicho!" - Huuuy, como te sulfuraaaas. Como se entere Andresito que estás muertecita por los huesos de otro le vas a dar un disgusto. - "¿Y vas a ir corriendo a contárselo, no?" - Como está mandado tratándose de un amigo.

Tuvo que placar a la abuela cuando se lanzó a por su amiga. - ¡¡¡Aaaaaaay, quieren pegarle a una pobre viejaaaaa!!! - ¡Calle, coñe. Aquí nadie pega a nadie! - Pero la voz atiplada de la Cotilla se expandía por toda la casa y amenazaba con salir a la calle. 

Es en momentos así cuando los amigos ayudan: el árbol de la calle cantó, a toda potencia, ¡Ay Jalisco no te rajes!  La vidriera cerró sus puertas a cal y canto. Lo mismo hicieron las ventanas. Pepe lanzó sonoros OOOOOOOOOOOOOOOOOO y Pascualita, enfurecida contra la Cotilla que gritaba a la abuela, se lanzó hacia la vecina y mordió lo primero que encontró: los pechos mortecinos de la casi centenaria.

Después de tomarse una botella de chinchón y dormir la mona a pierna suelta, se levantó del sofá de la salita. Su cara brilló de alegría al verse tal exuberacia pectoral y salió encantada de la vida, camino de su trabajo en el anuncio de la cerveza. Media hora después estaba de vuelta.

- ¡Me han echado!... ¿Te lo puedes creer? No les sirvo con éste hermoso tetamen ¡Quieren aquellos pellejos colgantes... ¡¡¡¿Y DÓNDE LOS ENCUENTRO YO AHORAAAAAA?!!!

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