jueves, 29 de febrero de 2024

¡Fuera, Dudas.

El mes de Febrero se ha despedido del calendario luciendo un sol que ya quisiera la Primavera para ella. Y dejándole a Marzo en la puerta un montón de borrascas para que las reparta según las ganas que tenga de fastidiar al personal.

El árbol de la calle comentaba ésto mientras se comía el manillar de una bicicleta que alguien dejó apoyada en su tronco. - ¡Necesito hierro! Estoy anémico perdido. 

Cuando tiene hambre no hay quién lo pare. He tenido que amenazarlo con llamar a Parques y Jardines para que lo talen de raíz si se atreve a comerse la barandilla del balcón. - ¡Es que está apetitosa, boba de Coria!... ¿Puedo coger un trozo del ventanal? - ¡NO, COÑE! - ¡Si es de la parte de mi hermana, te lo puedes comer todo! - ¡Calla, cafre. - Que mal se llevan las dos caras de la Cristalera.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿Por qué no cierras bien la cristalera, nena? - ¡Porque no paran de discutir y me ponen de los nervios! - ¿La Cristalera? - La Cotilla corrió a la despensa. - ¡¿No te has terminado el chinchón?! - No... - Algo raro está pasando ... ¿Tienes novio y has perdido la cabeza? - ¿Ah, si? ¿Tengo... novio? ¡¿TENGO NOVIO?! ¡SÍ! Es soldado de levita, de esos de caballería... (Yo cantaba como un grillo afónico ¡pero cantaba! ¡Era feliz! ¡Ya tengo novio! (decía con la boca abierta de par en par como las puertas del Infierno) 

Todo era perfecto salvo un pequeño detalle: ¿Quién era mi novio? - Sacudí la cabeza para alejar a las molestas dudas que siempre surgen. Ya me ocuparé de ésto cuando me venga en gana. Ahora voy a pintarme los labios de rojo pasión y que salga el sol por Antequera.


 

miércoles, 28 de febrero de 2024

¡SORPRESA!

Menuda bronca ha recibido Pompilio de parte de su Jefe, POMPILIO EL MAYOR, por dejar escapar un calcetín. - ¡Algo inaudito en nuestra familia! - Los gritos retumbaban al chocar contra las paredes de casa con tal fuerza que hasta los muebles se movían.

Los comensales de la Santa Cena se asomaron, temerosos, al marco del cuadro. - ¿Qué pasa? - ¿Debemos salir corriendo? - ¿Se caerá la casa? - Ante ésta pregunta, una voz honda, hondísima, a la altura de las raíces del árbol de la calle, contestó: - Tal vez sí... quizá, no... 

Me vi obligada a averiguar de quién se trataba: - ¿Quién voy a ser, leñe? ¡La Casa, cooooñe! 

Quedamos con las bocas abiertas tanto rato que algunas moscas entraron a inspeccionar la cavidad. Incluso alguna preguntó: ¿Se alquila?

Pascualita aprovechó la ocasión y abrió también la boca, pero no por la sorpresa sino para conseguir un añadido de proteínas a su menú de pienso diario. Ahora duerme tras el atracón de moscas, algunas de las cuales todavía revolotean, zumbando, dentro de su tripa.

Entre la Casa y el resto de los personajes surgió una larga y fructífera conversación. Lo malo es que la mayoría del tiempo, quien llevó la voz cantante fue Pepe el jibarizado y como mi primer abuelito no apareció porque tenía compromisos con algunos de los grandes modistos, nos quedamos sin traductor y fue más lo que cada uno nos imaginamos que lo que entendimos.


 

martes, 27 de febrero de 2024

Calcetín 1 - Pompilio 0.

El repentino concierto de bocinazos en la calle me alertó de la llegada de los abuelitos. Como de costumbre, el mayordomo inglés Geoooooorge, aparcó el rolls royce en la parada del bus y se quedó tan ancho.

Vinieron a comer y trajeron los avíos de lo que iba a ser una espectacular paella de marisco pero que, gracias a un mal entendido amor patriótico por parte de Geooorge, que regó el arroz con te, en lugar de caldo o agua como hacen las personas normales, salió lo que salió Pero como, donde hay hambre no hay pan duro, no dejamos ni un grano de arroz en la paella. Después de lo cual hicimos lo que se espera de unos estómagos agradecidos: dormir una siesta larga y reparadora.

Algo que corría por casa me despertó. Un calcetín corría como un descosido, perseguido por Pompilio que sudaba la gota gorda. 

Se notaba que el calcetín estaba en forma, en cambio Pompilio estaba fondón. Poco acostumbrado a que los calcetines que se le ponían a tiro le salieran respondones, había dejado de entrenar. - ¡Para de una vez! (gritó el duende) - ¡Ni lo sueñes!

El calcetín, después de dar veinte vueltas a la mesa del comedor, volvió a la salita, de la que  salían ronquidos espectaculares y, con maña, se colocó en el pié de Andresito sin despertarlo.

Menuda ovación se llevó el calcetín. A gritos de ¡TORERO, TOREROOOOOO!, por parte de las bolas de polvo que, entusiasmadas, montaron un club de fans calcetinero a los pies de mi segundo abuelito.

No le gustó a Pascualita que la despertaran a las bravas y saltando de mi escote al de la abuela (que del respingo que dio casi choca con su primer marido que volaba cerca del techo) cayó sobre las bolas de polvo y a bocado limpio, acabó en un plis plás con el efímero club de fans.

 

 

 

lunes, 26 de febrero de 2024

Ante el Rey.

Mientras desayuno con Pascualita le cuento lo primero que me viene a la cabeza, siempre que no se lo haya contado antes porque entonces se enfada y hay cola cao por todo y algún mordisco de regalo.

Mi primer abuelito me aconseja que vaya con la sirena al lugar donde transcurre, o transcurrió, lo que quiero contar. Sin pensárselo dos veces arrancó una hojita del árbol de la calle, justo cuando éste estaba cantando una ranchera mexicana que decía (entre otras cosas) - ¡¡¡AAAAAYYAAYYYAAYYYYYY, PALOMAAAAAAAA!!!  - y no supe si el Ay era por el estribillo o por arrancar la hojita.

La cuestión fue que tuve que subirme en ella e, inmediatamente, fui transportada ante del Rey Jaime I montado en su orgulloso caballo. Ya en aquel entonces tenía una paloma subida en su mano mientras saludaba a la multitud que le aclamaba. 

Mi abuelito volaba a su alrededor envuelto en un sudario de plumas de avestruz, que no sé que pintaba allí porque le daba un aspecto un tanto extravagante. - El Rey dijo entonces a los palmesanos que aplaudían sin parar para calentarse las manos: - ¡Súbditos, daros por conquistados. - Y éstos, con la flema isleña que les caracteriza, dijeron: - Molt be idò. 

Para celebrarlo mataron un cerdo, que estaba loco por convertirse en sobrasada y fue muy celebrado lo rica que fue.



 

domingo, 25 de febrero de 2024

Llega el frio.

Con mucho retraso ha llegado el frío del Invierno y nos ha pillado a tod@s en bragas. Que nadie piense que se ha deshecho en excusas por su tardanza ¡Que va! Venía con el ego subido dispuesto a mandarnos borrasca tras borrasca y tiro porque me toca. En un abrir y cerrar de ojos hemos pasado de la manga corta a tener piel de gallina clueca. Y en casa, todo han sido gritos y órdenes: - ¡Aaayyy, que fríoooooo! ¡Cierra la puerta, jodía!...

Al volver con las ensaimadas del domingo, recordé haber dejado abiertas las puertas del balcón. Y poco ha faltado para que los personajes me echaran de casa.

Formando una piña para darse calor unos a otros, los comensales de la Santa Cena, envueltos en sus capas, se quejaban: - ¡¡¡Queremos climalit en el marco!!!- Se oía claramente el castañeteo de los dientes de unos y otros tocando un solo de castañuelas que fue muy aplaudido - Se hará lo que se pueda... (dije)

Las dos caras de la cristalera estaban en pie de guerra: - ¡¡¡CIERRA!!! - ¡¡¡ABRE!!! - Era tal la porfía que tenían que acabaron sudorosas y afónicas. 

El árbol de la calle tenía contentas a las raíces con sus temblores. - ¡¡¡PARA YAAAAAAA QUE NOS DESCUAJARINGAMOS!!! -Antes de cerrar la Cristalera del balcón, se colaron en casa un montón de bolas de polvo gritando como posesas: - ¡¡¡NO CERREIS!!! - Desde la cocina llegó la queja de Pepe el jibarizado: - ¡OOOOOOOOOOOOOOOOO! - ¡Así no hay quien duerma! (tradujo mi primer abuelito)

La única que no se quejó fue Pascualita que, calentita en mi escote, dormía a cola suelta.

 

sábado, 24 de febrero de 2024

Envidia:

 A veinte centímetros del techo del comedor se instaló el ánima de mi primer abuelito. De repente le entraron las ganas de ser la primera alma en ver en primera fila, como teje su tela una araña de patas largas. 

Quería tener un sudario de lo más original: de tela de araña de invierno.

Le costó encontrar una araña dispuesta a entregar su tela a un extraño. Es su medio de vida. La red atrapamoscas. La despensa donde guardar sus presas... Pero nadie en el Más Allá puede aguantar la simpatía, elegancia, su saber estar, su percha... sin caer rendida a sus pies. 

El telar trabajaba a destajo. La competencia, las orugas de la seda, estaban mohínas y escandalizadas: - ¿Por qué nos humilla éste hombre? (protestaban) 

Entonces, con la gracia que le caracteriza, se probó el sudario, todavía embastado y miles de bocas se abrieron para que salieran, libres, las babas que cayeron sobre Palma imitando los copos de nieve.

La araña engordó de placer al ver cómo le sentaba el sudario pero se pasó de rosca y explotó como una pompa de jabón. Todo esto lo veía yo encantada hasta que la voz de la abuela me sacó de mi ensoñación: - "¿Qué haces mirando al techo a éstas horas? ... ¡No me digas que...!" - Sí, te lo digo. El abuelito está de dulce. - El pescozón me pilló desprevenida e hice palmas con las orejas. - ¡¡¡AAAAAAYYYYYYY. QUE MALA ES LA ENVIDIA!!!

viernes, 23 de febrero de 2024

Un paseo tranquilo.

Pascualita realizó una azaña al volver a casa después de aterrizar en la cabeza del pobre Bedulio. Trepó por el tronco del árbol de la calle hasta la rama que entra en el balcón. Con la mano en el corazón, decidme: ¿Quién ha visto trepar a un árbol ¡a una sardina, o media!? Pues Pascualita lo hizo. Lástima que nadie le sacara una foto.

Llamé a National Geographic contándoles el caso pero ocultando que es una sirena. Dije sardina. Y les ofrecí la historia gratuitamente... La respuesta fue: - ¿Qué? ¿Dándole al chinchón de buena mañana?

En desagravio Pascualita y yo fuimos a Ikea.

Recorrimos la tienda. La sirena, metida en el termo de los chinos y aburrida como una ostra, se durmió. 

En la zona del restaurante se despertó al olor del salmón y se lanzó a por él.

 Saltaba de un plato a otro, tragando como una lima nueva mientras yo intentaba cogerla. Me tiré en plancha a por ella y me pringué de arriba abajo. Los cocinero vinieron a por mi. No pudieron cogerme. Me escurría con la grasa. De repente la sirena se me puso a tiro y la enganché por los pelo-algas.

Patinando, en un santiamén, estuvimos en la calle e hice señas al autobús para que parara pero no me dejaron subir. No me quedó otra que seguir escurriéndome hasta llegar a casa.


jueves, 22 de febrero de 2024

Siempre acabo pagando.

 Pascualita estaba especialmente nerviosa. No sé por qué. Para evitar problemas le he dado una taza de tila que, nada más probarla, me la he tirado a la cara. Que genio tiene este bicho. 

La he plantado delante de la tele para que se entretuviera pero, en cuanto ha visto los tractores ha saltado contra la pantalla, ha errado el tiro y ha salido por la ventana. - ¡PASCUALITAAAAAAAAAAAAAAAAAA! (grité horrorizada) - Nadie contestó. 

Lo primero que pensé es que acababa de extinguirse la especie milenaria de sirenas y me dio llorera. Solté una sola lágrima porque, inmediatamente, me inundó una sensación de tranquilidad y la pena se transformó en risas locas que alertaron a los vecinos. - ¡Ya está la del primero dando la tabarra! 

Si Pascualita ha pasado a mejor vida ya no tengo que preocuparme por si se hace un bisnieto por sí misma. Y la Torre del Paseo Marítimo seguirá siendo para mi menda lerenda el día de mañana.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Vengo acalorada, nena ¿Hay chinchón on the rocks en la nevera? - Juraría que sí ¿qué ha pasado? - Cada día están más entrenados los sacristanes de las iglesias donde "límpio" los cepillos . Hoy casi me pilla uno cuando salía de "mi trabajo" - Cotilla, ya no está para estos trotes, mujer. - ¿Y qué quiéres que haga si, con mi paga, no llego a fin de mes... Que malo es volverse vieja... ¡snif... ¡Y no lo digo por mi que todavía bato récords de velocidad! 

Llamaron a la puerta. Un Bedulio tembloroso, a punto del ataque de nervios, me mostró su cabeza, monda y lironda. - Algo me ha caído encima desde ésta casa ¡y mira lo que me ha echo! - (¡Vaya, pues sigue vivita y coleando la medio sardina! me dije)

Yo tenía la mente en otro sitio cuando el Municipal sacó el bloc de multas y empezó a escribir al tiempo que se sorbía los mocos. - ¡Bedulio, que no he echo nada!


 

 

miércoles, 21 de febrero de 2024

¡Enamorada!

Cada vez que pongo la tele salen tractores (ninguno amarillo) pitando y portando pancartas alusivas a la protesta que llevan a cabo. Cortando calles y carreteras. Buscando una salida honrosa para la situación actual del sector Agrícola y Ganadero. ¿Y que me reporta esto a mi? ¿Eh? 

Toda ésa parrafada, y más, le he soltado a los comensales de la Santa Cena que aprenden rápido a protestar. Ya no está el mantel que cubría la mesa de la Ultima Cena. Lo han reconvertido en pancarta en la que, cada día escriben algo distinto. aunque, vaya usted a saber porque está escrito en arameo.

Pepe el jibarizado ha aumentado la potencia de sus ¡¡¡OOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!! para apoyar la protesta porque él, cuando aún era el guerrero más guapo de la tribu, era payés en los ratos libres que no peleaban con los vecinos.

Pascualita se enamoró del ondear de banderas en la calle. Mi primer abuelito, que siempre está al quite, apareció sobre el hombro de la Cotilla, que dormía una plácida siesta, para traducirme el antiquísimo habla de la sirena.

La medio sardina imitó, de manera prodigiosa, los giros, saltos, pasos de baile, etc. siguiendo el ritmo. Hasta las dos caras de la cristalera dejaron de pelearse. ¡Estábamos viendo arte puro!

De repente un río desembocó en el comedor de casa. Eran las babas del árbol de la calle que demostraba así su entusiasmo - ¡Quieta, loca, que nos vas a ahogar a todas!

Del Más Allá llegaron las aclamaciones de los modistos. Entre los gritos se escuchaba: - ¡¡¡TE CONTRATO EN EXCLUSIVAAAAAA!!! - Y Pascualita repetía: - ¡Vale, pero no se me amontonen, jodíos!

martes, 20 de febrero de 2024

¿Hermafrodita?

Los tractores han vuelto al campo, no así el rolls royce de los abuelitos porque, de buena mañana estaba de nuevo aparcado en la parada del bus. La abuela vino para saber si yo había encontrado al padre ideal para su bisnieto. - Va a ser que no (le dije) No puedo con tanta presión. - "¡Pero si llevamos un montón de años con éste tema!" 

Pascualita, viendo como su amiga del alma se sentía defraudada, saltó desde la pila de lavar del comedor al escote de la abuela y cogiéndole la cara con sus pequeñas manos le dio mordisquitos con sus afilados dientes de tiburón sin causarle el menor daño.

Mi primer abuelito, secándose una lágrima emotiva, apareció en lo alto del cuadro de la Santa Cena para contarme lo que le había dicho Pascualita. - En vista de que tu no estás por la labor de darnos un bisnieto... - ¡¿Darnos?! - ¡Claro, nena! Yo sería su bisabuelo. - ¿No me digas que te has echo de la cofradía del Santo Bisnieto, abuelito? - A nadie le amarga un dulce... - Cómo se entere la abuela de que vas a hacerle la competencia aquí se armará la Marimorena.

Finalmente la sirena explicó que ha decidido convertirse en hermafrodita... - ¿Perdón?... Vamos, que ella misma se lo guisará y se lo comerá. - ¿Al bisnieto? - Nooooo. Quiere decir que se hará un niño a ella misma. - No sabía que en el Más Allá también bebéis chinchón, abuelito.

Miré a Pascualita. ¿Será capaz de hacer algo así?... No me extraña que lleve tantos milenios dando vueltas por la Tierra. Se adapta a las circunstancias. Tendré que hacer algo al respecto porque no estoy dispuesta a que una medio sardina se quede con la Torre del Paseo Marítimo. ¡Ni hablar!

lunes, 19 de febrero de 2024

Tractorada.

Pascualita ha levantado los bracitos para que la coja. ¿No le dará vergüenza con lo mayor que es? Menos mal que es peso pluma. - ¡Como si no tuviera nada mejor que hacer! (le recriminé) - Por toda respuesta abrió la boca y sacó su dentadura de tiburón a pasear. - ¡Era una broma, media sardina! - Y salimos al balcón precipitadamente porque el árbol de la calle me llamaba. - ¡Vienen los tractores, boba de Coria!

En cuestión de segundos nos juntamos un montón de personajes. Algunos salieron volando, como las bolas de polvo que deben ser miopes y querían ver de cerca a los payeses y payesas. Tuve que sacar el cuadro de la Santa Cena para que los comensales no se perdieran nada de lo que ocurría en la calle. El de las treinta monedas dijo que quería apostarlas: - ¡Si vemos más de cinco tractores amarillos, gano!

Entre pitos, sirenas (¡Nooo! No son de tu familia, Pascualita) claxons y demás estridencias, fue pasando el desfile. De repente, entre tanto tractor apareció el impecable rolls royce de los abuelitos conducido por el impasible Geoooorge que, como de costumbre, aparcó en la parada del bus y taponó media calle. Tal fue el asombro que a nadie se le ocurrió protestar.

Las dos caras de la Cristalera del balcón se peleaban porque, hicieran lo que hicieran, siempre había una que no veía bien. 

La abuela me gritó desde la calle: - ¡Mira cuantos payeses hay para elegir como padre de mi bisnieto! ¡Aprovecha la ocasión, alma de cántaro!

Cuando todo pasó nos dimos cuenta de que nadie había ganado la apuesta. ¡No vimos tractores amarillos! Sí las ruedas de algunos pero no la carrocería. Asi que el comensal ha vuelto a guardar sus monedas en la faltriquera para futuras apuestas.

domingo, 18 de febrero de 2024

El perfume de la ensaimada.

Me ha despertado el concierto de pitos, dedicado al rolls royce de los abuelitos cuando Geoooorge ha aparcado en la parada del bus. Un despertar brusco e inesperado no es bueno para la salud y si, encima, es domingo, peor me lo pones.

Incluso antes de abrir los ojos, me he jurado que me van a oír estos tres señoritingos. Enfundada en la bata me he dirigido a la puerta de la calle dispuesta a soltar toda mi artillería de insultos contra ellos cuando, al abrir la puerta, un aroma que ya quisiera para sí el perfume número 5 de Chanel, se expandió por toda la casa cuando el mayordomo inglés abrió el paquete de las ensaimadas recién salidas del horno.

Llamaron a la puerta. Era Bedulio. - Perdón por interrumpir pero no he podido contenerme... (y aspiró el aire que lo rodeaba) - Lo mismo dijeron los vecinos de la escalera: - ¡Perdón! pero... hum ¡que aroma!. - El árbol de la calle, entusiasmado, dejó oír su vozarrón cantando Tengo una vaca lechera... 

La Cotilla entró en casa sin anunciarse como es su costumbre y me pilló con Pascualita en las manos. Un respingo me levantó un metro del suelo estrellándome contra el abuelito que acababa de sentarse sobre la lavadora,porque ahora le ha cogido querencia al centrifugado. Grita de contento como un niño con zapatos nuevos. - ¡Que diver! !De ésto no había en mis tiempos! ¡Yuuuuuju!

- "¿Decías algo, nena?" - A ti no, abuela. A tu ex. - ¡La madre que te parió, jodía!

 

sábado, 17 de febrero de 2024

¿Mesecito Yo? ¡Tururú!

- ¡Tengo un tractor amarillo que es lo que se lleva ahooooora!... Tengo todo el día ésta canción en la boca y no sé a santo de qué. - ¿Porque te pasas el día sentada ante la tele, boba de Coria? (dijo la Cotilla en un tonillo de recochineo) - ¡¿Yoooooo?! pero si soy una curranta. - ¡JAJAJAJAJAJAJA! ¡Que me tronchooooo! Y encima, mientes como una cosaca porque no he visto ¡ni un tractor AMARILLO!. Los hay verdes y rojos. Punto pelota.

- Vaya al oculista porque,seguro, que es daltónica. - No hace falta. No me gustan los dálmatas. - ¿Qué tendrá que ver la velocidad con el tocino? - Tampoco me gusta el tocino.

 Los tractores se han convertido en armas de destrucción masiva para los currantes que  encuentran las carreteras cortadas y para quienes van a las playas aprovechando el insólito verano que nos ofrece ¡Febrero!

Es bajito, escuchimizado, poquita cosa. Hasta ahora sobresalía del resto de los meses por su estatura. De tanto en tanto, el Año le nombraba Bisiesto para contentarlo. Luego estaba el frío. Porque el jodío es frío de narices... hasta ahora que, en 2024 ha echado las patas palante transformándose en Julio... ¿Tendrá ínfulas de Julio Cesar? ¡Vaya usted a saber!

 

viernes, 16 de febrero de 2024

Coger una ola.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! Nena, he visto en la tele a jóvenes atléticos, con melena rubia rubia al viento, diciendo que "cogen" olas. Y llevan la tabla de planchar bajo el brazo como si fuera parte de su anatomía ¿Sabes de qué va eso?

- ¿Para qué querrán la tabla de planchar? - ¡No lo sé! Te lo estoy preguntado yo, boba de Coria. - ¿Y cogen olas? - Te repites como el ajo ¡Sí, cogen olas! - Pues... si me entero de algo ya se lo haré saber. 

La Cotilla trasteó en su cuarto y salió con la tabla de planchar que la abuela recibió como regalo de boda cuando se casó con  mi primer abuelito. - ¿Dónde va con eso? - Haré acopio de tablas de planchar por si se ponen de moda en Mallorca. Quiero ser la que más venda.

Más tarde fui en busca de Pascualita. - ¿Tú sabes algo de esto? - La sirena me miró fijamente, después puso los ojos en blanco y soltó tal eructo que temblaron las paredes. Mi primer abuelito apareció a punto para evitar discusiones: - ¿Qué dice la medio sardina? (pregunté) - Que de lo que hablas es más antiguo que andar palante.

Mediante la "traducción simultánea", Pascualita nos dio una conferencia sobre el tema de Coger Olas que se practica en los mares del Sur desde tiempo inmemorial y que las sirenas milenarias, aprovechaban las cabalgadas sobre las olas para zamparse a los marineros más cachas apareciendo ante ellos envueltas en la espuma de las olas al romper.

Miré de reojo a Pascualita. Echaba de menos aquel manjar porque, ahora, al recordarlo, se relamía con placer.

 

jueves, 15 de febrero de 2024

Llegamos a un acuerdo.

- Nenaaaa, un bocadillo, porfa. - Yo prefiero una naranja bien gorda. - Y yo un bocata de jamón. - Y yo... - ¡¡¡BASTAAAAAAAAAAAA!!! Para empezar, vosotros no coméis jamón... - ¡Porque no lo habíamos probado! - Me tenéis hasta las narices. - ¡Pues nos vamos! - ¿No será verdad? - ¡Ya lo creo, bonita! - Vale. Y llevaros el cuadro que, una vez vacío de contenido, solo sirve para coger polvo.

Un silencio sepulcral se instaló en casa como si fuera suya. Lo ocupó todo y tuve que pedirle permiso para salir al balcón. - El árbol de la calle, curioso, me apremió para que lo pusiera al corriente de lo que pasaba. Aunque él ya lo sabía todo: - ¡Cuenta, cuenta! ¿así que se van los comensales de la Santa Cena? - Sí y... -  Te quedarás ancha. ... Y lo que te ahorrarás en comidas... Ya sé que no comen pero, una vez probadas las sopas mallorquinas... Hay que ver cómo es la gente, les das un dedo y te cogen el brazo... 

Y así estuvimos mientras el silencio sepulcral dormía la siesta. Eso sí, en cuanto se espabiló salió por pies y si te he visto, no me acuerdo.

Al final se llegó a un entente cordiale: los comensales seguirían en casa, porque no tenían dónde dejar el marco del cuadro y les sería permitido comer una ensaimada al mes a cada uno y, para que no se hicieran mala sangre, no se les desvelaría la receta de la misma porque: ojos que no ven...

miércoles, 14 de febrero de 2024

Cosas más raras hemos visto.

 He sido testigo de un episodio que, aunque me lo contó la Cotilla porque lo vio con sus propios ojos, no me lo terminaba de creer. Claro, ella es trasnochadora, tiene más años que la tos y le gusta el chinchón más que a un tonto un lápiz, todo lo cual no ayuda para que tenga que creerme sus historias a pies juntillas.

- ¿Cuándo te he engañado yo, boba de Coria? (me dijo) - Entonces empecé a enumerar las veces que lo hizo, usando los dedos de manos y pies multiplicados varias veces. - ¡Vale ya, exagerada! - A mi, el rollo que me ha soltado, me suena más a cuento chino que otra cosa, Cotilla.

- Pregúntale a esa vecina y te dirá lo mismo que yo: de madrugada fue a los contenedores de basura en busca de un ligue... - ¿Eh? - ¿A qué crees que iba allí a esas horas? Y se encontró con la escena más surrealista del año: ¡Las bolsas de basura que estaban mal colocadas saltaban del contenedor para meterse en el que les correspondía ¿Te lo puedes creer?! - No. - ¡Que cruz tengo contigo! Pues es cierto porque también lo he visto yo.

En ese momento apareció el alma de mi primer abuelito en lo alto de la lámpara del comedor y aproveché la ocasión. Levanté la cabeza hacia él y pregunté: - ¿Tú qué dices, abuelito? ¿tiene razón la Cotilla? 

Dijo que sí. Me giré para darle la razón a la vecina pero ¡ya no estaba en casa! Bajaba las escaleras sin tocar el suelo con los pies y gritando ¡Vade retro, Satanás!

martes, 13 de febrero de 2024

Nueva versión.

Han aguantado dos días... ¡DOS DIAS! y ya están los comensales de la Santa Cena dando la lata pidiendo salir a la calle a seguir comiendo ensaimadas por la patilla.

- Mucha barba y muy poca vergüenza tenéis vosotros. - Claaaarooo, como tú comes lo que quieressssss... - ¡Me lo pago! Y tú, el de las treinta monedas, a ver si tienes un detalle y abres la faltriquera, que eres más agarrado que un chotis. 

Pascualita no pierde rípio desde el borde de su pila de lavar del comedor. Se la ve contenta teniendo a los barbudos en casa. No sabía yo que la media sardina fuera tan sentimental.

En éstas estaba cuando apareció mi primer abuelito en lo alto de la nevera y se puso de cháchara con Pepe el jibarizado. Después se subió a mi hombro para traducir la conversación que habían tenido. Pero, primero, tuve que alabarle el gusto que tiene con los sudarios. - Es cosa de los modistos que son unos artistas. Que sepas que ya te esperan en el Más Allá... - No pude evitar el respingo con el que me cargué, con la cabeza, el fluorescente de la cocina.

Cambié de tema: - ¿Qué dice Pepe? - Que, en sus tiempos, estaba tan cachas que ganaba todas las competiciones de atletismo, lucha, tiro con arco, subida a los árboles, pesca, caza... ¡Todo! Y esa fue su perdición porque el jefe de la tribu rival, que era un envidioso compulsivo, contactó con los del Avecrem, mediante batucadas en la selva y les ofreció a Pepe para que hicieran con él un buen caldo concentrado. De paso, inventaron los cubitos de caldo y el Envidias del jefe se quedó con la cabeza de Pepe para hacerse un llavero.

 

lunes, 12 de febrero de 2024

Vuelven a casa.

Lo que, al principio, fue un rumor se ha convertido en un estruendo. La gente no para de hablar de fantasmas. - ¡Hay ánimas condenadas al Infierno que se han escapado y han venido hasta Palma para aterrorizarnos! - Pues yo no he visto nada... - ¡Ya lo verás, ya! - Sus sombras andan por las paredes. - ¡Y comen ensaimadas! o eso dicen en la pastelería... - Nunca hubiese juntado fantasmas con ensaimadas... ¿es raro, no? - ¡Como comer patatillas con laccao! - Eso también es verdad...

Suelo encontrarme a los comensales de la Santa Cena cuando salgo a la calle y siempre están comiendo. - ¡Ay, nena, que rico está todo! (me gritan) - ¿Cuándo vendréis a casa? - Cuando saciemos el hambre de más de dos mil años.

Pascualita y Pepe el jibarizado viene conmigo cuando voy al mercado. Tienen ganas de verlos. Y entonces todo son aspavientos, griterío, risas e historias. Menos mal que solo los oigo yo pero ya me tiene la cabeza como un bombo.

Esta mañana un camión de bomberos ha lanzado potentes chorros de agua contra la pared de una casa donde habían aparecido las sombras de los doce barbudos que, inmediatamente se han separado y repartido por toda la calle. La fuerza del agua ha estado a punto de derrumbar las paredes del edificio. Los vecinos se han cabreado. Los bomberos también. Finalmente han acordado dejar en paz a las sombras: - Total, solo comen pasteles... 

Esta tarde estaban, de nuevo, en su cuadro. - ¿Ya os habéis cansado de comer? - Es que como en casita no se está en ningún lado... Además, los estómagos nos han amenazado y puesto en un brete: - ¡¿O vuestra escasa dieta o una hermosa úlcera gástrica para cada uno?!

domingo, 11 de febrero de 2024

Las sombras atacan de nuevo.

Pensé que no podría dormir por la noche pensando en que estarían haciendo los comensales de la Santa Cena. ¿Tendrían frío? ¿Añorarían su refugio del cuadro?... Pero no. Dormí como un lirón. Pues anda que no son mayores esos tipos. Además uno de ellos lleva treinta monedas y no ha tenido nunca el detalle de invitarme a algo, aunque sea ir al cine. Así que ancha es Castilla y a quien Dios se la de, San Pedro se la bendiga.

Además, no han ido muy lejos. Son much@s quienes han visto sus sombras subiendo por las fachadas de las casas del barrio. Esta mañana mismo estaban junto a la pastelería donde compro las ensaimadas domingueras. 

Mientras hacía cola para que me despacharan vi las sombras acercándose a una gran ensaimada de Carnaval. Segundos después dieron buena cuenta de ella y solo yo, me di cuenta.

- ¡¡¡QUIEN HA ROBADO UNA ENSAIMADA DE CARNAVAL!!! (gritó la encargada del negocio) Todos intentamos poner cara de ¿qué me estás contando? Mientras tanto las sombras barbudas se arrimaron a una bandeja de ensaimadas de crema pero no sé qué pasó porque yo ya no estaba allí.

sábado, 10 de febrero de 2024

Los barbudos no pasan desapercibidos.

Salgo a la calle y escucho comentarios como: - ¿Habéis visto las sombras de doce barbudos en las paredes? - Si. Debe ser cosa de la Inteligencia Artificial.- Pues no creas que no lo había pensado. - Tal vez sea un anuncio subliminal de maquinillas de afeitar. - O el anuncio de una película. - A mi me ha parecido que masticaban algo (dijo el dueño del colmado del barrio) y me faltan unas cuantas manzanas. - ¡Vaya! a ti te ha atrapado la realidad virtual jajajajaja - Te digo que me ha robado manzanas y esas sombras barbudas tienen algo que ver. - ¡Madre mía, como está el patio!...

A Pascualita se le ha pasado la querencia de ir al  cuadro de la Santa Cena. Mi primer abuelito se ha ofrecido a ayudarla, de nuevo, a entrar en él pero a la sirena le siguen doliendo los escobazos del otro día.

Por cierto, la escoba y la fregona de casa están orgullosas de su compañera. Dicen que es un espejo en el que mirarse, aunque sea un personaje algo primitivo que parece no conocer sus derechos en cuestiones laborables porque atacó en horario de descanso. - ¡Pero estuvo magnífica! - ¡Eso sí!

Entré en la cocina con Pascualita en mi escote para que viera a Pepe el jibarizado y hablaran un rato. Pero la sirena, ofendidísima ante la escoba y la fregona que parecían reírse de ella, no abrió la boca. Así Pepe pudo explayarse y no paró de hablar hasta que se le secó la garganta o lo que sea que tiene en su lugar. Y estuvo toda la tarde tal que así: OOOOOOOOOOOOOOO

 

viernes, 9 de febrero de 2024

Si la envidia fuera tiña...

Los comensales de la Santa Cena se dirigieron, raudos, a la puerta de la calle  pero un silbido mío los paró en seco: - Ya que salís, bajad la basura, chicos.

El comedor parece desangelado y silencioso ahora que no están porque se pasaban el día hablando entre ellos y aquel murmullo era como la música de fondo del hogar. Ahora la única que se pasea por allí es Pascualita. Le ha cogido gusto al lugar y se tira horas reptando de acá para allá. 

Hoy ha tenido un altercado con la mujer, a la que apenas se ve, que limpia ese lugar. La sirena ha recibido un escobazo al pasar, reptando, sobre el suelo recién fregado. Después de reponerse de la sorpresa y el golpe, Pascualita ha sacado la dentadura de tiburón a pasear para darle su merecido a la mujer y no ha sido así. Ha vuelto a atacar con la escoba, la tía. Así que la sirena, herida en su amor propio, le ha pedido a mi primer abuelito que la saque de allí ¡ya!

Pero no ha podido ser inmediatamente porque él tenía prueba de sudarios con varios de los grandes modistos del Más Allá. Está muy solicitado. 

Eso se lo he contado a la abuela y ha torcido el gesto. - "¿No sé qué le ven? Era bastante normalito el pobre". - Pues ahora tiene una percha que es un primor. - "¡Pero si es un ánima!" -(se veía a la legua que se la comía la envidia) - La más elegante de aquel lugar (dije, orgullosa) - "No sé qué le ven" (repitió)

 

jueves, 8 de febrero de 2024

¡Con piernas!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! - Espero que no traiga más manzanas podridas, Cotilla. - Mira que eres tiquismiquis. La que has montado por cuatro gusanitos de nada. - ¡¿Cuatro?! Ya tuvo razón el que dijo que está usted un poco cegata.

Mientras hablaba con la vecina, por el rabillo del ojo vi como la sirena reptaba sobre la mesa del comedor para saltar luego al aparador. Desde hace unos días le tiene querencia al cuadro de la Santa Cena, creo que es porque aún quedan migas en el mantel. 

La Cotilla, llena de curiosidad, siguió mi mirada pero no pudo ver a Pascualita porque, un nano segundo antes, mi primer abuelito la metió en el cuadro - ¡Fuiste tú el "artista" que la coló ahí! (exclamé, asombrada)

- Huy, pensé que no te darías cuenta... - Desde la cocina llegó el OOOOOOOOOOOOOO de Pepe el jibarizado: - Dice el llavero que quiere ir con Pascualita... ¿lo paso? - ¿No será abusar, abuelito? Piensa que no están acostumbrados a las visitas. - Mejor pregunto... ¿no?

Eso fue lo que hizo mi primer abuelito y la respuesta fue la siguiente. - Nos da igual quién venga. Lo que queremos nosotros es salir de aquí. - ¿Has oído, nena?¿Por qué no? 

Ni se lo pensó. Y de repente me encontré rodeada de doce barbudos que, incluso, tenían piernas, algo que me pilló de sorpresa porque siempre los veía de cintura para arriba. 

- ¿Y ahora qué, abuelito? - La respuesta me llegó en estéreo al contestar todos a la vez: -¡¡¡Nos vamos a ver mundo!!! ¡Hasta luego, Lucas!

 

miércoles, 7 de febrero de 2024

Las "bichas"

 - ¡Avemariapurísmaaaaaaaaaaaaaa! - Hola, Cotilla... - ¡Pam! (cerró tras de sí la puerta de su cuarto) - ¡Que rabia me da que me deje con la palabra en la boca! - ¡¿Por qué cierra?! ¡Deje que se oree la habitación, coooooñe!

Un rato después, la Cotilla salió, de nuevo, a la calle. Al ver que había vuelto a cerrar la puerta fui a por la llave que usaba la abuela cuando todavía estaba soltera y era una proletaria de libro. Abrí puerta y ventana. En seguida el aire se enseñoreó de la habitación con cara de satisfacción y se tumbó en la cama a dormir un poco.

Más tarde sonó una música sinuosa que incitaba a mover las caderas. Los comensales de la Santa Cena, asomados al marco del cuadro, se movían al compás de aquel ritmo sexi que nos envolvió a todos los de casa.

Poco después llegaron los gritos: ¡Aaah, Esto está lleno de serpientes! - ¡Aaaayyyyy, que miedoooooooooooo! - Hasta el árbol de la calle (que, en esos momentos, era el único que agitaba sus ramas de todo el barrio, se quejó ) - ¡Nenaaaaa, haz algo! ¡No me gustan las bichas!

Se me pusieron los pelos de punta y fui a por Pascualita que dormía una plácida siesta flotando en su pila de lavar del comedor. Si hay algo que no soporta es que la despierten de sopetón.  Por eso lanzó hacia adelante su terrible dentadura.

Mi grito la despistó. Grité porque sobre el sofá bailaban la raspa un montón de gusanos. - ¡¡¡Que ascooooo!!! - El que parecía llevar la voz cantante me increpó. - ¡Esa lengua, boba de Coria! Somos los alegres y divertidos gusanos de la manzana y no hacemos daño a nadie.

Contaron que la Cotilla los consiguió en el trapicheo de la noche. - Tal vez esté algo cegata pero nosotros no la engañamos porque llevamos bailando más de veinticuatro horas y tuvo que vernos en algún momento. 

Solté a la sirena en el sofá para que se diera un banquete con aquellos bichos pero, un segundo después bailaba con ellos como si se conocieran de toda la vida.

martes, 6 de febrero de 2024

De mercado.

El buen tiempo anima a Pascualita y no pierde oportunidad de acercarse, reptando, hasta el balcón. Yo me la imagino perdiendo la piel quemada  y grito: ¡Vade retro, Satanás! Que fea es la jodía.

Al verme con el carro de la compra ha dado un salto de Récord Guinnes, desde la pila de lavar del comedor a mi escote. De tantos porrazos, mi escote tiene más cardenales que en el Vaticano.

Hemos ido al mercado de Pere Garau para hacer la compra. Pascualita ha estado varias veces a punto de saltar sobre una col, unos plátanos,etc. Le gusta el colorido de lo expuesto.

La cosa ha ido relativamente bien hasta que he entrado en la sección de las pescaderías. 

Asomada a la boca del termo de los chinos, los pelos-alga de la sirena se han puesto tiesos ante el olor de los pescados. Como el pasillo estaba abarrotado de compradores caminaba a paso de tortuga intentando no golpear los tobillos de nadie cuando la medio sardina saltó y cayó en uno de los mostradores. 

Me faltó tiempo para colarme hasta la primera fila de clientes. Pascualita estaba entre las gambas de Sóller. El pescadero hablaba con una clienta mientras su mano se hacía con un puñado de gambas y... la sirena. Cuando el hombre quiso darse cuenta de lo que pasaba, ella y unas cuantas gambas ya estaban en el fondo del carrito de la compra.

La operación "Ayudemos a subir las cuestas de Enero, Febrero... y las que se tercien" había dado un buenísimo resultado. El carro estaba lleno de hortalizas, pescados y mariscos. Y sin que la cartera sufriera merma alguna ¡Chúpate esa, Cotilla!


 

lunes, 5 de febrero de 2024

Acabaremos en Alcohólicos Anónimos...

Una vecina me ha dicho que ha empezado la Operación Bikini. - ¿Ya? Pero si aún no hemos   digerido las comilonas de las fiestas pasadas: Navidades, Fin de Año, Reyes, Sant Antoni y Sant Sebestiá. Y ahora viene Carnaval y las ensaimadas con frutas confitadas y sobrasada... - ¡Aaayyy, es verdaaaaad! - Y luego las torrijas de Semana Santa y... - ¡Para, para o tendré un empacho!

Desde el cuadro de la Santa Cena, los doce comensales, asomados al marco me lanzaban miradas asesinas. - ¿No puedes hablar de otra cosa delante de nosotros, boba de Coria? Hace más de dos mil años que cenamos y se nos hace la boca agua cuando se toca el tema: comida. 

- Menuda panda de egoístas estáis hechos. ¿Y todo lo que habéis ahorrado? ¡Ni  tenéis que preocuparos por la Operación Bikini! Ni pensar, cada día, qué hago de comer: ¿abro una lata de albóndigas con tomate, o una de fabada... incluso una de paella?

 - Todavía tendremos que estar contentos según la boba ésta ... 

Pascualita saltó de la pila de lavar del comedor hasta el cuadro de la Santa Cena dándoles a los comensales un buen susto. - ¡Sujeta a ese bicho! (gritó uno) - ¡Ya no tenemos edad para éstos sustos! 

La sirena intentaba meter la mano en el cuadro para coger las pocas migas que quedaron de la Cena y que eran duras como rocas, pero el cristal se lo impidió. La sirena se enfadó porque es doña Esto veo, esto quiero y lanzó dentelladas a diestro y siniestro.

Entonces ocurrió algo que no me puedo explicar. De repente Pascualita estaba DENTRO del cuadro - ¡Sal de ahí, medida sardina! - Se metió una miga en la boca y varios dientes salieron disparados . Rota de dolor el bicho cerró los ojos y atacó... a la mujer que fregaba el suelo del antiguo restaurante. Por eso Pascualita no vio venir el contraataque cuando pisó "lo fregado"

Ahora duerme la mona después de beberse más de un cuarto de litro de chinchón a palo seco para mitigar el dolor.

domingo, 4 de febrero de 2024

Desayuno dominguero.

 El olor a ensaimadas recién horneadas llegó hasta casa en cuanto Geooooorge abrió la puerta del rolls royce de los abuelitos. 

Yo estaba en el balcón esperando acontecimientos y he aquí, que llega el desayuno de los domingos a casa sin comerlo ni beberlo.

Arremolinadas junto a las patas de las sillas y la mesa del comedor, las bolas de polvo se preparaban para coger al vuelo la miga que se nos caiga. - "Nena ¿no podrías barrer de vez en cuando?" - Que más quisiera yo, abuela. La escoba y la fregona han hecho causa común para defender sus derechos laborales y ni se me ocurriría usarlas en domingo porque me montan una huelga de padre y muy señor mío. - "De todas las excusas que esperaba oír, ésta es la más incoherente y menos creíble ¡Di que te estás entrenando para el concurso de vagos y ya está!" - Ah, no sabía lo del concurso... ¡Aaaaayyyyy! 

Me dio tal pescozón que, durante media hora, estuve haciendo palmas con las orejas.

Andresito miró a la abuela meneando la cabeza como diciendo: cariño, te has pasado siete pueblos. De repente se puso en pie de un salto: - ¡Algo se ha movido en el cuadro de la Santa Cena! - Sería una mosca... - ¡No! Era un hombre con barba! -  Hay más de uno jejejejejeje... (dije tontamente) - Me ha hecho un gesto pidiendo ensaimada ¡¿Te lo puedes creer, nena?! 

Menos mal que ésta anécdota sirvió para que Andresito tuviera puesta su atención en el cuadro y no vio a Pascualita cuando se zampó su ensaimada.

sábado, 3 de febrero de 2024

Pasando la mañana...

Es dos de febrero, según indica el calendario y estamos a diez y siete grados. Alguien está equivocado. - Eso es debido al Cambio Climático. O sea, C. C. (trataba de explicarlo a las bolas de polvo para que dejaran de correr bajo los muebles)

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¡Claudia Cardinale! (gritó la Cotilla cuando entraba en casa) - ¿Se entrena para ir a Pasapalabra? - No, porque no me ha dado por ahí pero, cuando me sé la respuesta a lo que se pregunta, me crezco y lo suelto aunque esté delante del obispo. - Y entró en su cuarto dando un portazo de superioridad.

El árbol de la calle no paraba de reír: - Las nuevas hojitas empiezan a nacer y me hacen cosquillas en el tronco jajajajajajaja ... Aaayyy que risa. - ¿No se están adelantando éste año? (pregunté) - ¡Sí! jajajajajaja No sé si podré jijijiji aguantar una segunda tanda de jijiji nacimientos aaayyy...

Los comensales de la Santa Cena comentaban que, en sus tiempos, no pasaban estas cosas.- Entonces, cualquier bicho viviente era más formal que ahora. - Pascualita quiso dar su opinión y se tiró dos horas y media que si patatin, que si patatán. Mi primer abuelito se quedó sin saliva traduciéndola y eso que lucía un sudario nuevo con un estampado de riachuelos que dejaron el suelo del comedor anegado. Nadie ha vivido tanto como Pascualita ni ha visto todos los cambios climáticos que ha habido y claro, sus historias son larguísimas.

Pompilio pasó corriendo, cargado con calcetines dispares, camino de su guarida secreta. Ni diez minutos pasaron cuando oí los primeros gritos de enfado de las vecinas al recoger su ropa seca del terrado. ¡¡¡Si pillo a quien se los lleva me haré un traje con su pellejo!!!

- Amén (respondió en tono amenazante, el coro de vecinas)


 


 

viernes, 2 de febrero de 2024

El acuerdo.

 - ¡Avemariapuerísimaaaaaaaaaaa! Mira que he encontrado en la calle, nena. Te irá bien para hacer ejercicio y reducir trasero... - ¡Oiga! - Pero si no necesitas un cojín para sentarte, esa zona ya te vino almohadillada de fábrica, boba de Coria.

La Cotilla entró en casa llevando a cuestas una bicicleta. - ¿A quién se la ha mangado? - Estaba abandonada. Apoyada contra el tronco del árbol de la calle. 

El platanero se quejó a grito pelado: - ¡Es mi ración de hierro! ¡Cotilla, ladrona! - Claro que ella no se enteró y siguió dándome la tabarra. - Podrás ir al trabajo en bici y te ahorrarás el billete del bus... - ¡Pero si es gratis! alguien debe buscarla. - Que noooooo. Estaba abandonada a su suerte...

Pascualita nos observaba camuflada entre las algas de la pila de lavar del comedor. Se la veía con ganas de saltar, por eso, con un rápido movimiento, la escondí en el bolsillo de la bata y fui a la salita a ver la tele y de paso tomarnos un chinchón on the rocks a medias.

Llamaron a la puerta. Era la mafia china. - Tu dal bicicleta que cogel señola Cotilla. Sel legalo pala jefe señol Li. - A mi no me metáis en líos ¡Cotillaaaaaa!

Después de mucho discutir se llegó a un acuerdo. Los mafiosos no dirían quién se había llevado la bici y ella aprovecharía su conocimiento del trapicheo para ver de conseguir gambas gordas para el señor Li. Su plato favorito como es bien sabido...  Por si acaso, tengo a la sirena a buen recaudo.

 

jueves, 1 de febrero de 2024

Perdidos.

Mientras merendábamos pan con chocolate, hablaba con Pascualita sobre las cosas que se pierden. - Perros y gatos, por ejemplo. Sus dueños, desesperados, solicitan ayuda para encontrarlos y son pocas las veces que comunican que ya los han encontrado.

- Menos mal que Mallorca es una isla rodeada de agua por todas partes - OOOOOOOOOOO (alzó la voz Pepe el jibarizado) - Tiene razón el llavero, nena (mi primer abuelito estaba rojo como un tomate cuando se apareció sobre la lámpara de la cocina ) Con decir isla, lo de estar rodeada de agua se sobreentiende.

- ¿Han abierto las puertas del Infierno? - No, que yo sepa... - Estás colorado como una gamba a la plancha... ¿Por mi culpa? (asintió con la cabeza) ... ¡¿Por decir lo del agua?! ¡Pero, bueno! Habrá quien no lo sepa... ¿no? A mi me costó mucho hacerme a la idea de estar en una isla porque desde mi calle no se ve el mar Y si estoy en la playa solo hay agua de la orilla en adelante. Menos mal que existen los satélites-fotógrafos y enseñan las fotos en la tele. El día que vi Mallorca desde el aire tuve que tragar saliva - ¡Cuanta agua! (pensé)

Decía lo de la isla porque, el que se pierde aquí, aquí se queda. No puede salir andando camino de Finlandia. Además nos pilla a contramano.

Pascualita suspiró, puso los ojos en blanco y a continuación sacó la dentadura de tiburón a pasear. - Ya se ha ofendido la medio sardinita (critiqué con soniquete) - De una dentellada se comió mi onza de chocolate la muy jodía.