jueves, 15 de febrero de 2024

Llegamos a un acuerdo.

- Nenaaaa, un bocadillo, porfa. - Yo prefiero una naranja bien gorda. - Y yo un bocata de jamón. - Y yo... - ¡¡¡BASTAAAAAAAAAAAA!!! Para empezar, vosotros no coméis jamón... - ¡Porque no lo habíamos probado! - Me tenéis hasta las narices. - ¡Pues nos vamos! - ¿No será verdad? - ¡Ya lo creo, bonita! - Vale. Y llevaros el cuadro que, una vez vacío de contenido, solo sirve para coger polvo.

Un silencio sepulcral se instaló en casa como si fuera suya. Lo ocupó todo y tuve que pedirle permiso para salir al balcón. - El árbol de la calle, curioso, me apremió para que lo pusiera al corriente de lo que pasaba. Aunque él ya lo sabía todo: - ¡Cuenta, cuenta! ¿así que se van los comensales de la Santa Cena? - Sí y... -  Te quedarás ancha. ... Y lo que te ahorrarás en comidas... Ya sé que no comen pero, una vez probadas las sopas mallorquinas... Hay que ver cómo es la gente, les das un dedo y te cogen el brazo... 

Y así estuvimos mientras el silencio sepulcral dormía la siesta. Eso sí, en cuanto se espabiló salió por pies y si te he visto, no me acuerdo.

Al final se llegó a un entente cordiale: los comensales seguirían en casa, porque no tenían dónde dejar el marco del cuadro y les sería permitido comer una ensaimada al mes a cada uno y, para que no se hicieran mala sangre, no se les desvelaría la receta de la misma porque: ojos que no ven...

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