martes, 6 de febrero de 2024

De mercado.

El buen tiempo anima a Pascualita y no pierde oportunidad de acercarse, reptando, hasta el balcón. Yo me la imagino perdiendo la piel quemada  y grito: ¡Vade retro, Satanás! Que fea es la jodía.

Al verme con el carro de la compra ha dado un salto de Récord Guinnes, desde la pila de lavar del comedor a mi escote. De tantos porrazos, mi escote tiene más cardenales que en el Vaticano.

Hemos ido al mercado de Pere Garau para hacer la compra. Pascualita ha estado varias veces a punto de saltar sobre una col, unos plátanos,etc. Le gusta el colorido de lo expuesto.

La cosa ha ido relativamente bien hasta que he entrado en la sección de las pescaderías. 

Asomada a la boca del termo de los chinos, los pelos-alga de la sirena se han puesto tiesos ante el olor de los pescados. Como el pasillo estaba abarrotado de compradores caminaba a paso de tortuga intentando no golpear los tobillos de nadie cuando la medio sardina saltó y cayó en uno de los mostradores. 

Me faltó tiempo para colarme hasta la primera fila de clientes. Pascualita estaba entre las gambas de Sóller. El pescadero hablaba con una clienta mientras su mano se hacía con un puñado de gambas y... la sirena. Cuando el hombre quiso darse cuenta de lo que pasaba, ella y unas cuantas gambas ya estaban en el fondo del carrito de la compra.

La operación "Ayudemos a subir las cuestas de Enero, Febrero... y las que se tercien" había dado un buenísimo resultado. El carro estaba lleno de hortalizas, pescados y mariscos. Y sin que la cartera sufriera merma alguna ¡Chúpate esa, Cotilla!


 

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