viernes, 16 de febrero de 2024

Coger una ola.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! Nena, he visto en la tele a jóvenes atléticos, con melena rubia rubia al viento, diciendo que "cogen" olas. Y llevan la tabla de planchar bajo el brazo como si fuera parte de su anatomía ¿Sabes de qué va eso?

- ¿Para qué querrán la tabla de planchar? - ¡No lo sé! Te lo estoy preguntado yo, boba de Coria. - ¿Y cogen olas? - Te repites como el ajo ¡Sí, cogen olas! - Pues... si me entero de algo ya se lo haré saber. 

La Cotilla trasteó en su cuarto y salió con la tabla de planchar que la abuela recibió como regalo de boda cuando se casó con  mi primer abuelito. - ¿Dónde va con eso? - Haré acopio de tablas de planchar por si se ponen de moda en Mallorca. Quiero ser la que más venda.

Más tarde fui en busca de Pascualita. - ¿Tú sabes algo de esto? - La sirena me miró fijamente, después puso los ojos en blanco y soltó tal eructo que temblaron las paredes. Mi primer abuelito apareció a punto para evitar discusiones: - ¿Qué dice la medio sardina? (pregunté) - Que de lo que hablas es más antiguo que andar palante.

Mediante la "traducción simultánea", Pascualita nos dio una conferencia sobre el tema de Coger Olas que se practica en los mares del Sur desde tiempo inmemorial y que las sirenas milenarias, aprovechaban las cabalgadas sobre las olas para zamparse a los marineros más cachas apareciendo ante ellos envueltas en la espuma de las olas al romper.

Miré de reojo a Pascualita. Echaba de menos aquel manjar porque, ahora, al recordarlo, se relamía con placer.

 

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