miércoles, 14 de febrero de 2024

Cosas más raras hemos visto.

 He sido testigo de un episodio que, aunque me lo contó la Cotilla porque lo vio con sus propios ojos, no me lo terminaba de creer. Claro, ella es trasnochadora, tiene más años que la tos y le gusta el chinchón más que a un tonto un lápiz, todo lo cual no ayuda para que tenga que creerme sus historias a pies juntillas.

- ¿Cuándo te he engañado yo, boba de Coria? (me dijo) - Entonces empecé a enumerar las veces que lo hizo, usando los dedos de manos y pies multiplicados varias veces. - ¡Vale ya, exagerada! - A mi, el rollo que me ha soltado, me suena más a cuento chino que otra cosa, Cotilla.

- Pregúntale a esa vecina y te dirá lo mismo que yo: de madrugada fue a los contenedores de basura en busca de un ligue... - ¿Eh? - ¿A qué crees que iba allí a esas horas? Y se encontró con la escena más surrealista del año: ¡Las bolsas de basura que estaban mal colocadas saltaban del contenedor para meterse en el que les correspondía ¿Te lo puedes creer?! - No. - ¡Que cruz tengo contigo! Pues es cierto porque también lo he visto yo.

En ese momento apareció el alma de mi primer abuelito en lo alto de la lámpara del comedor y aproveché la ocasión. Levanté la cabeza hacia él y pregunté: - ¿Tú qué dices, abuelito? ¿tiene razón la Cotilla? 

Dijo que sí. Me giré para darle la razón a la vecina pero ¡ya no estaba en casa! Bajaba las escaleras sin tocar el suelo con los pies y gritando ¡Vade retro, Satanás!

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