viernes, 23 de febrero de 2024

Un paseo tranquilo.

Pascualita realizó una azaña al volver a casa después de aterrizar en la cabeza del pobre Bedulio. Trepó por el tronco del árbol de la calle hasta la rama que entra en el balcón. Con la mano en el corazón, decidme: ¿Quién ha visto trepar a un árbol ¡a una sardina, o media!? Pues Pascualita lo hizo. Lástima que nadie le sacara una foto.

Llamé a National Geographic contándoles el caso pero ocultando que es una sirena. Dije sardina. Y les ofrecí la historia gratuitamente... La respuesta fue: - ¿Qué? ¿Dándole al chinchón de buena mañana?

En desagravio Pascualita y yo fuimos a Ikea.

Recorrimos la tienda. La sirena, metida en el termo de los chinos y aburrida como una ostra, se durmió. 

En la zona del restaurante se despertó al olor del salmón y se lanzó a por él.

 Saltaba de un plato a otro, tragando como una lima nueva mientras yo intentaba cogerla. Me tiré en plancha a por ella y me pringué de arriba abajo. Los cocinero vinieron a por mi. No pudieron cogerme. Me escurría con la grasa. De repente la sirena se me puso a tiro y la enganché por los pelo-algas.

Patinando, en un santiamén, estuvimos en la calle e hice señas al autobús para que parara pero no me dejaron subir. No me quedó otra que seguir escurriéndome hasta llegar a casa.


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