lunes, 12 de febrero de 2024

Vuelven a casa.

Lo que, al principio, fue un rumor se ha convertido en un estruendo. La gente no para de hablar de fantasmas. - ¡Hay ánimas condenadas al Infierno que se han escapado y han venido hasta Palma para aterrorizarnos! - Pues yo no he visto nada... - ¡Ya lo verás, ya! - Sus sombras andan por las paredes. - ¡Y comen ensaimadas! o eso dicen en la pastelería... - Nunca hubiese juntado fantasmas con ensaimadas... ¿es raro, no? - ¡Como comer patatillas con laccao! - Eso también es verdad...

Suelo encontrarme a los comensales de la Santa Cena cuando salgo a la calle y siempre están comiendo. - ¡Ay, nena, que rico está todo! (me gritan) - ¿Cuándo vendréis a casa? - Cuando saciemos el hambre de más de dos mil años.

Pascualita y Pepe el jibarizado viene conmigo cuando voy al mercado. Tienen ganas de verlos. Y entonces todo son aspavientos, griterío, risas e historias. Menos mal que solo los oigo yo pero ya me tiene la cabeza como un bombo.

Esta mañana un camión de bomberos ha lanzado potentes chorros de agua contra la pared de una casa donde habían aparecido las sombras de los doce barbudos que, inmediatamente se han separado y repartido por toda la calle. La fuerza del agua ha estado a punto de derrumbar las paredes del edificio. Los vecinos se han cabreado. Los bomberos también. Finalmente han acordado dejar en paz a las sombras: - Total, solo comen pasteles... 

Esta tarde estaban, de nuevo, en su cuadro. - ¿Ya os habéis cansado de comer? - Es que como en casita no se está en ningún lado... Además, los estómagos nos han amenazado y puesto en un brete: - ¡¿O vuestra escasa dieta o una hermosa úlcera gástrica para cada uno?!

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