jueves, 1 de febrero de 2024

Perdidos.

Mientras merendábamos pan con chocolate, hablaba con Pascualita sobre las cosas que se pierden. - Perros y gatos, por ejemplo. Sus dueños, desesperados, solicitan ayuda para encontrarlos y son pocas las veces que comunican que ya los han encontrado.

- Menos mal que Mallorca es una isla rodeada de agua por todas partes - OOOOOOOOOOO (alzó la voz Pepe el jibarizado) - Tiene razón el llavero, nena (mi primer abuelito estaba rojo como un tomate cuando se apareció sobre la lámpara de la cocina ) Con decir isla, lo de estar rodeada de agua se sobreentiende.

- ¿Han abierto las puertas del Infierno? - No, que yo sepa... - Estás colorado como una gamba a la plancha... ¿Por mi culpa? (asintió con la cabeza) ... ¡¿Por decir lo del agua?! ¡Pero, bueno! Habrá quien no lo sepa... ¿no? A mi me costó mucho hacerme a la idea de estar en una isla porque desde mi calle no se ve el mar Y si estoy en la playa solo hay agua de la orilla en adelante. Menos mal que existen los satélites-fotógrafos y enseñan las fotos en la tele. El día que vi Mallorca desde el aire tuve que tragar saliva - ¡Cuanta agua! (pensé)

Decía lo de la isla porque, el que se pierde aquí, aquí se queda. No puede salir andando camino de Finlandia. Además nos pilla a contramano.

Pascualita suspiró, puso los ojos en blanco y a continuación sacó la dentadura de tiburón a pasear. - Ya se ha ofendido la medio sardinita (critiqué con soniquete) - De una dentellada se comió mi onza de chocolate la muy jodía.

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