martes, 30 de noviembre de 2021

Los caracoles.

 Mientras tomaba mi cola cao lejos de Pascualita para que no me salpique como todas las mañanas, oigo un murmullo de voces que parece salir de la despensa.

- Abuelito ¿qué haces ahí? - No me contestó nadie y levanté un poco más la voz. Entonces, su respuesta resonó en mi cabeza: - ¡No soy sordo! - ¿Qué haces en la despensa? - De momento, nada. Estoy dando vueltas a la lámpara del comedor. - ¿Entonces... ? 

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! Nena, ¿has visto los caracoles que he dejado en la despensa? - Aaaaah... ¿así que eran ellos? - ¿Se te han escapado? - No. Los he oído hablar y... 

La Cotilla puso los ojos como platos. - Acabarás en Alcohólicos Anónimos. Los caracoles no hablan, hacen baba. Estos los recogi ayer en un campo... - ¿Qué piensa hacer con ellos? - Purgarlos, hervirlos y venderlos. - ¡Pobrecitos! 

Menuda discusión tuvimos la Cotilla y yo a cuenta de los caracoles. - ¡Con alioli! Manjar de dioses. - ¿Que se van a comer eso los dioses? Son animalitos echos a su imagen y semejanza... Están en la tierra por un motivo... - Para echar babas. - Supongo que habrá otro... - ¡Comérnoslos! - ¡Otro! - Sacar los cuernos al sol. - Ve, eso es poético. Son pobres poetas que llevan su casa a cuestas porque tienen miedo de que le monten un deshacio y se queden en la calle. Es un bicho previsor ¡No se los puede comer!

Aquí hubo un lapsus en la discusión y me di cuenta que, de la despensa no salía ningún ruido. Abrir la puerta de la alacena. Estaban los caracoles, todos juntos, en una esquina y al verme corearon: "¡Dale a tu cuerpo alegría, Macarena. ¡¡¡Heeeey, Macarena, Aaaaaaaaah!!!"

Me cayeron, unas lágrimas emocionadas, hasta el suelo de la cocina y los caracoles, como un solo hombre-mujer (son hermafroditas) se arrastraron hasta ellas como si ese líquido salado y achinchonerado, fuese el Maná de la Bíblia. Y cantaron: ¡¡¡Maná, maná, tariroriro, Maná, Maná, tarirore!!! mientras sacaban los cuernos para llevar con ellos el ritmo.

No sé qué habrá sido de los caracoles. Espero que hayan escapado hacia el árbol de la calle con la ayuda de la cristalera que tiene un corazón sensiblero y se habrá abierto para que salieran. Cuando regresé del trabajo ya no estaban.

lunes, 29 de noviembre de 2021

¡Agua vaaaaaa!

En Mallorca nadamos, a pesar del frio, en agua dulce y mira que estamos rodeados de agua por todas partes ¡pero es salada! y nosotros hemos sacado escamas y aletas gracias al agua que ha llovido ¡dulce!

No puedo asomarme al balcón sin que el árbol de la calle, como si yo fuera quien tiene el grifo que alguien abrió y se le olvidó cerrar, abre su bocaza para decirme: - ¡Ya está bien! Tengo los bajos inundados. - Estarán contentas tus raíces (dije, sin malicia) - ¿Contentas? ¡Están ahogadas! Con decirte que han apendido a bucear para sobrevivir. - ¿Y qué puedo hacer yo? Ya ves que me he metamorfeado en pez... y no es que esté mal pero preferiría ser rojo y no de este color gris tan soso. 

Nunca llueve a gusto de todos, ni estamos contentos con lo que nos ha tocado. Aunque prefiero que sobre agua en los acuíferos a tener que recurrir, como hace años, a que traigan el agua potable en barcos a la isla. 

Nos costó lo que no está escrito. El primer barco tuvo que vaciarse al mar enterito porque un lumbreras pensó que quedaría más guapo mandar el agua en un espacio recién pintado. ¡Ni las lechugas la quisieron para si! Pero el "fallo" no lo pagó "el lumbreras" sinó los mallorquines.

Para remate, mientras los barcos iban y venían empezó a llover torrencialmente. ¡Ya no hacían falta los barcos pero... siguieron viniendo. - ¡Basta, bastaaaaaaa! (gritábamos los mallorquines pero que si quiéres arroz, Catalina)

Por esto, ahora, aunque nos salgan escamas, nos quejamos poco, poquísimo. ¡Hale, que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva. Los pajaritos cantan, las nubes se levantan. ¡que sí, que no. Que caiga un chaparrón y se rompan los cristales de la estación!... Anda que no.


 

domingo, 28 de noviembre de 2021

Vamos para peces.

 Me he enterado, a través de los gritos que se oyen en la escalera, que el sirenavirus se ha extendido por todas las Baleares mientras me sigo rascando.

Mientras ésto pasa, el árbol de la calle está cada días más esbelto e incluso frondoso a pesar de que deja las calles alfombradas de hojas muertas y en mi cabeza suena esa canción: La voz de los campos, llegó nuevamente, sentí tu llamadaaaaaa y tú ya no estáááááássss...

Pascualita y Pepe el jibarizado hablan sin parar entre ellos ¿Quién me iba a decir que esa cabeza hueca y reducida pudiera llegar a tener conversaciones con  un bicho venido de los primeros albores de la Vida en la Tierra. Pues vivir para ver. Y hablan de mi porque Pascualita me mira con sus inquietantes ojos de pez y Pepe mueve lentamente su ojo-catalejo hasta enfocarme, después me da un repaso de arriba abajo bastante molesto. Ya me tienen harta y hoy mismo, sin ir más lejos, le he dado una patada al jibarizado estrellándolo contra la cristalera porque se me ha olvidado decirle que se abriera.

He puesto la tele para evadirme un poco y me he encontrado con el Hombre del Tiempo diciendo: - ... seguirá lloviendo en Baleares... (mientras se rascaba ¡como yo!) En cuanto a la pandemia de picores, el Ministerio de Sanidad avisa que no existen vacunas  para eso, solo hace falta que deje de llover antes que la población de las islas acabe convertida en peces de agua dulce. De lo contrario ¡no cabremos todos en los pantanos! Con lo fácil que sería ser peces de agua salada pero el Destino es así de caprichoso el jodío.

Me he dado cuenta de que convirtiéndome en pez me ahorrare una pasta en ropa.¡ y con lo poco que cobro, me vendrá de perlas porque, con unas cuantas escamas voy que chuto y, encima, no se compran, salen solas.

Como dice el refrán: No hay mal que por bien no venga.

sábado, 27 de noviembre de 2021

Sirenavirus.

 Esta noche me ha despertado un picor en todo el cuerpo. Pensé que era un mal sueño y despertándome se me pasaría pero no. Era muy real y empecé a imaginar cosas. Había una enorme pulga en el techo de mi cuarto, gorda como un ceporro, relamiéndo una gota de sangre ¡mía! que había quedado olvidada mientras se daba el atracón a mi costa. - ¡Abuelito (grité) aplasta a la pulga que me está vampirizando!

Encendí la luz para ver si mi deseo se había realizado y, al mirar al techo, ni estaba la pulga ni mi primer abuelito y parecía que el cuerpo me picaba menos. Apagué la luz e intenté dormir.

La maniobra: picor, despertar, ruego y volver a dormir se repitió varias veces durante la noche y, cada vez, el culpable era otro. Le siguió el mosquito trompetero, la mosca cojonera, la araña laboriosa, la chinche y así hasta que clareó el día.

Tras preparar el desayuno de Pascualita y mío me dormí sobre la mesa de la cocina. y me despertó,¡como no! el picor. Al abrir los ojos me vi frente a un bicho del color de un ahogado, de ojos redondos y saltones de pez con una horrible y peligrosa sonrisa: Pascualita.

Estaba a mi lado sobre la mesa y parecía divertirse. Alargó una de sus manitas para tocar ¿qué? ¿una roncha? ¿muchas ronchas? No sé, pero mi mano llegó antes que la suya para seguir rascando como había hecho casi toda la noche y lo que toqué no eran ronchas sino algo duro.

Corrí al cuarto de baño a mirarme en el espejo. Pascualita, en un salto prodigioso, se agarró a la manga de mi bata para no perderse el show. 

¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAH!!! (gritamos las dos aunque por diferentes motivos) Ella, como siempre que se ve en un espejo se encrespó y atacó a quien creía su enemigo:  su imagen. Y yo porque tenía el cuerpo lleno de ¡escamas de pez!

Llamé a la abuela: - ¡Pascualita me ha pegado algo! ¡Me ha contagiado el sirenaviruuuuuuus! ¡Tengo escamaaaaaaaaaaaaaaaaas!

Nada de lo que me decía la abuela calmaba mi terror. Hasta que preguntó: - "¿Y de cola, cómo vas?" - Me miré las piernas y suspiré aliviada. - No. Cola no tengo. - "¿Y no crees que ya a siendo hora?" - Y colgó, después de llevar el agua a su tejado.

 

viernes, 26 de noviembre de 2021

La doble.

La carnicera me dijo: - Esta mañana ha venido tu hermana. Que callado te lo tenías. - Pero yo estaba siguiendo las evoluciones de una mosca temeraria que revoloteaba junto al aparato achicharrador de moscas. Incluso organicé unas apuestas conmigo misma (¿Se quemará? ¿No se quemará? ¡Me juego cinco céntimos a que sí! ¡Jopé, que rácana eres! Es que cobro muy poco...) - ¡Boba de Coria, te estoy hablando!

El grito de la carnicera interrumpió la conversación con mi otro yo. - Chica, siempre estás en las nubes. Te decía que ha venido tu hermana gemela. Es simpatiquísima. ¿Dónde la tenías escondida? - (¡Mecachis en la mar! ¿Dónde está la mosca? ¿frita o ha volado?) 

- ¿Hablas conmigo? - Que pesadilla de mujer. Menos mal que tu hermana solo se parece a ti en el físico. Es taaaaan simpática. Taaaaan agaradable. Tan... - No tengo ninguna hermana. 

A la carnicera se le abrió un palmo de boca ¡y ahí se metió la mosca!

Tanto había porfiado la carnicera que la curiosidad hizo ella en mi y en cuanto llegué a casa corrí hacia el teléfono. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Vas a apagar un incendio con tantas prisas? - Tengo que preguntar a la abuela por mi hermana. - Es una falta de educación empezar a beber chinchón sin mi. - ¿Eso quiere decir que no tengo hermana? - Ni perrito que te ladre. - Pues me ha dicho la carnicera... - Que diga misa. Eres hija única. - Dice que... - ¡Que no! - ¿Entonces...? - Habrá visto a tu doble. Todos tenemos uno. -  ¡Vaya! Pue dice que es muy simpática, agradable y que solo se parece a mi en lo físico. - Es bueno saberlo porque, si vuelve a aparecer, te damos el cambiazo. - ¡¡¡¡Cotilla!!!

Por el rabillo del ojo vi a la ingrata de Pascualita haciendo la señal de OK con sus manitas palmeadas.

jueves, 25 de noviembre de 2021

El frío.

Las aguas han vuelto a su cauce y Andresito a la Torre del Paseo Marítimo. La abuela le abrió la puerta, le dió dos collejas cariñosas (porque si no, lo desmonta al pobre) y esa misma tarde se fueron, muy atildados y perfumados, a El Funeral.

Y para variar, después de casi tres semanas lloviendo, ha salido un ratito el sol y me he asomado al balcón vestida con una simple camisola de nada. Cuando la cristalera se ha abierto un viento polar ha entrado a cobijarse en casa. Yo lo hubiese dejado pero mientras está dentro, el calorcito no puede con él. No me ha quedado más remedio que coger la escoba y amenazarlo. Pero ha sido peor el remedio que la enfermedad porque le ha entrado la risa y con ella, la tos. Y cada vez que tosía hacía más frío. 

Pascualita, al verme cerca del acuario, ha saltado colándose en mi escote. ¡Estaba helada la jodía!. El Frío, curioso, ha intentado meterse también pero se ha llevado tal susto viendo la cara la sirena que ha salido por pies aprovechando que la cristalera seguía abierta.

El árbol de la calle, tiritando y tirando hojitas sin parar, ha metido el tronco hacia adentro para que el Frío no chocara con él. 

¿A qué ha venido este frío brusco? Lo he visto, después, en la tele. Ha nevado en la montaña más alta de la Serra de Tramuntana... Y digo yo ¿para qué?

Es tan poco lo que cobro que cuando se ha terminado la bombona de butano, en lugar de pedir otra, he cogido toda cuanta vela, velitas y velones he encontrado en el cuarto de la Cotilla. Ahora están repartidos por toda la casa dando luz y calor y estamos todos contentos, sobre todo mi primer abuelito que se ha creído que las velas son para él porque es un fantasma.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

Angelico.

La discusión con Andresito se alargó porque decía que estaba influenciada por la abuela cuando le decía: - Si voy a un funeral miró si conozco a los deudos... Si fuese a una fiesta, vale pero, a una cosa tan seria no se va por gusto. - Bueno, pues se enfadó, cogió la maleta y la puerta y se largó.

Creo que se le había olvidado que Geoooorge no le esperaba. Como no pasaban taxis cogió el bus perooooo... ¡lo reconocieron como el dueño del rolls royce que aparca en su parada! y lo echaron con cajas destempladas. 

Los de casa me susurraron: ¿No te da pena? - ¿Y yo, que me he quedado con un mini sueldo porque ellos son ricos, qué? ¡Me doy mucha pena, muuuuuuucha! - Y me eché a llorar como una magdalena. 

Esta vez los susurros se escucharon con más fuerza: - ¡Ya está aquí Santa Boba de Coria, virgen... jijijijijijijiji y mártir!

No hizo falta llamar a Andresito porque poco después llamó a la puerta. Yo quería cercionarme, antes de dejarlo entrar, de qué pie cojeaba y le pregunté: - ¿Has entrado alguna vez en el funeral de un desconocido? - ¡Que va! - ¿Ni por despiste? - ¡Claro que no! a ver si te crees que soy tonto.

Le abrí la puerta de par en par pero no sé porqué, la lengua se me lio y apostillé: - O sea, que tu Presidente sabía dónde iba, - ¡Naturalmente! (entonces dio un respingo y dijo) ¡Se equivocó. Ya no lo hará más!

Andresito no lo oía pero en casa estuvieron todos de cachondeo hasta las tantas de la noche.

martes, 23 de noviembre de 2021

¡Viva el despiste, coñe!

 Me ha llamado la abuela: - "Nena, te mando a Andresito para que le des asilo familiar está tan pesado que ya no lo aguanto más" - Divórciate - "¿Estás tonta? ¡y me quedo a dos velas!" 

Pocos minutos después escuché el clásico concierto de pitos cuando Geoooorge aparcó en la parada del bus. La maleta que subió el inglés era bastante abultada. - ¿Tu también te quedas? (le pregunté) pero en lugar de contestarme, el mayordomo tomó las de Villadiego , se subió en el rolls royce y desapareció de mi vista. 

Y ahí estaba Andresito, cabizbajo, alicaído, tristón. Imaginé que había habido bronca en la Torre del Paseo Marítimo y el pobre se había llevado la peor parte. - Bueno (dije para animarlo) ¿jugamos al parchís?

Pero tenía la moral tan baja que no le subió ni un poquito. El árbol de la calle, asomado a la ventana de la cocina, me sugirió que, tal vez, si él le cantaba una canción se le iría el muermo que llevaba. Y dije: - Vale. - Aunque pensaba que de nada iba a servir.

La potente voz del árbol se extendió por todo el barrio  y algo consiguió: ha llovido todo el día y parece que así seguirá horas y horas.

Puse una taza de cola cao calentito delante de Andresito y pregunté: - ¿Quiéres unas magdalenas que trajo el otro día la Cotilla? - ¿Del contenedor del Súper? ¡Noooo! - Oye, que caducan mañana... Pues cuéntame qué ha pasado.

Desde lo alto de la lámpara del comedor, mi primer abuelito dejó de volar y se sentó en el aire a escuchar: - No se puede hablar con tu abuela... No concibe que alguien se equivoque aunque lo digan en la tele. Dice que es imposible ¡Que es mentira, vamos! Y yo digo que sí es posible porque es una persona muuuuy atareada, con una gran responsabilidad... - ¿Existe esa persona? - ¡Claro. Mi presidente! - Pero si en tu casa no hay Comunidad de Vecinos... 

Se enderezó como una vela y gritó: ¡Casado! - Ya sé que estás casado ¿Qué pasa con eso? - Que fue a un FUNERAL que no tenía ni idea de para quién era y ahora tu abuela dice que eso es UN CUENTO CHINO, ¡¿Cómo va a ser chino si es español?!

lunes, 22 de noviembre de 2021

Tendré que montar una huelga unitaria.

Salgo al balcón a preguntarle a Bedulio, que pasaba por debajo haciendo su ronda, ¿por qué se había ido la luz? - ¡Será que no has pagado el recibo! - gritó el Municipal porque, en ese momento pasaba una moto. - ¿Quiéres avergonzarme delante de todo el vecindario? - ¡Ya no les viene nada de nuevo tratándose de tí! - Esta vez ha gritado porque el de la moto había dado media vuelta y pasó cerca de Bedulio, justo, cuando empezaba a hablar.

De repente los balcones estaban repletos de vecinos pendientes de nosotros y como no me gusta darle tres cuartos al pregonero, dije: - ¡Ciérrate, cristalera! - Y se cerró. Las caras de los mirones eran un poema. Y la del Municipal, blanca como el papel, reflejaba temor.

 Tuvo que ser el árbol de la calle quien contestara a mi pregunta: - Se ha apagado el Sol. - ¡Anda! ¿tampoco paga el recibo de la luz? 

El ábol levantó las ramas al cielo mientras murmuraba: - ¡Que cruz tengo contigo, boba de Coria! 

Pascualita, que cada día es más independiente ¡no sé a dónde va a llegar éste bicho!, se plantificó a mi lado, tras los cristales, y adoptó mi postura de "mirar al cielo para ver qué pasa" Luego nos miramos y dije: está nublado. Va a llover. - Ella hizo la señal de OK y vaya si llovió.

He tenido que aclararle a mi jefe (porque no me llega el sueldo para nada) que, aunque el mayordomo inglés existe, está al servicio de mis abuelitos millonetis. Yo, por no tener, no tengo perrito que me ladré. El hombre me miraba con los ojos como platos. Parecía estar procesando lo que le había dicho aunque yo pensaba que le había dado un aire y le di una colleja, made in abuela. La cabeza rebotó dos veces sobre su mesa de despacho y le salieron dos buenos cuernos en la frente pero se espabiló.

Cogió el teléfono y dijo: - Rébajale un cuarto de su sueldo a la boba de Coria... ¡Sí, si, si! Además de la rebaja anterior. Me acabo de enterar que sus abuelos son millonarios.

Hundí la cabeza entre los hombros y salí del despacho arrastrando los pies. Al cerrar la puerta escuché un último comentario: - Tal vez sea buen negocio tirarle los tejos...

 

 

domingo, 21 de noviembre de 2021

El pirata.

 Mi primer abuelito ha venido aconpañado de un compañero pirata. Por lo menos llevaba pata de palo y un parche en un ojo y, encima, tenía mala pinta. - ¿Este tío está en tu sección? (pregunté intrigada) - Hace poco que lo han destinado. En vida no fue tan bueno como para ir al Cielo ni tan malo para ir al Infierno. - Para eso está el Purgatorio... - No, hija, no. Eso era antes de que el Papa lo eliminara. Ahora es un follón y un trajinar de almas que van todo el tiempo de acá para allá en busca de su lugar.

- ¿Es un pirata de verdad? - De libro. ¿No ves sus distintivos: pata de palo y parche? - Sí, pero no me convence mucho. ¿Y el garfio, la bandera de los huesos y el pendiente? - Eso le dije yo pero vale que le cortaron una pierna y le sacaron un ojo pero, de agujerear el lóbulo de la oreja con una aguja, ¡ni hablar! Le dan pánico las agujas. Tendrán que pasar unos milenios antes de que deje atrás el síndrome de la Oreja Agujereada y, solo entonces, podrán cortale la mano y colocarle el garfio. - Que tío más raro. 

Estuve un buen rato observando su postura, sabiendo que algo andaba mal pero ¿qué? Solo caí en la cuenta cuando un gorrión entró volando en casa y aterrizó en la cabeza de Pascualia que estaba asomada al borde del acuario.

Contuve la respiración viendo venir la desgracia, pero la sirena, en lugar de zampárselo dejó que el pajarillo le picoteara entre los pelo-algas. - ¡Claaaaaro! (dije en lugar de eureka) ¡Le falta el loro! - Espera reencontrarse con él porque el loro sigue vivito y coleando por ahí.

De repente un hermoso loro verde se posó en una rama del árbol de la calle. Al pirata, el único ojo que le queda brilló ilusionado ¡Era su compañero! Sin embargo, la aparición de una lora hizo que el saludo que se dirigieron fuera un levantamiento de ceja, como diciendo_ ¡Uep! ¿cóm anam? - Y pare usted de contar.



 

sábado, 20 de noviembre de 2021

Portero de fútbol

 Cuando los abuelitos, seguidos por GeoooooorBrexit, se fueron tarifando para su Torre del Paseo Marítimo, Andresito me dio un fuerte abrazo y dos palmaditas en la cara, diciendo: - Tu llegarás lejos, nena.

Y ésta mañana me he levantado con esta cantinela bailando en mi cerebro como si fuera Ana Paulova en el Lago de los cisnes.. Así que me he dejado arrastrar por la corriente mientras desayunaba con Pascualita, ya libre de entrar y salir del acuario cuando le venga en ganas, menos cuando esté la Cotilla, 

De repente, una gotas de cola cao, me han salpicado en la cara por los saltos de la sirena en su vaso, y he entendido el mensaje: - Vete al mar. - Hay que ver lo que llegan a saber unas dulces y ricas gotitas de nada. 

Y eso he hecho caso. Pascualita ha viajado metida en el termo de los chinos, que ya ha alcanzado la categoría de antigüedad y está a dos paso de que lo metan en un museo. Yo he ido a pie. Ha sido agradable hasta que he pisado la arena. ¡Aaaaayyyyyy, que fría!

He destapado el termo y Pascualita ha salido a ver el paisaje marítimo. Los pelo-algas se le han erizado ¿Añoranza de su hábitat? Sin pensarlo, ha dado un salto del termo a la orilla de la playa. - ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOO!!! 

Si fuese portero de fútbol sería imbatible.Salté con la boca abierta y enganché a la sirena por los pelos llenándome la boca de arena. Escuché unos aplausos. Al volverme vi a un hombre que me dijo: - Tire esa porquería que lleva en la boca y hablemos de negocios. La contrato. Desde Iribar no había visto nada igual. 

Entonces apareció la Cotilla como por arte de mágia. - Hable conmigo. Soy su mánager. Y tú, ¡quítate esa porquería de la boca!

Volví a casa mientras ellos arreglaban mi porvenir. El teléfono sonaba cuando abrí la puerta. Era mi jefe ... ¡Y te rebajo el sueldo a la mitad! - ¿Pero...? - ¡Ni pero, ni pera! ¿Dónde se ha visto que la empleada tenga mayordomo inglés y el jefe no? - Esto me pasa por fardar.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! - ¡Cotilla! ¿Voy a ser portero de fútbol? - ¡Dos reales de peseta me daba el fulano de comisión. Voy a denunciarlo. - ¿No tiene otra cosa que hacer? - Bueno... podemos tomarnos un chinchón ¿no?

 

viernes, 19 de noviembre de 2021

El amor es ciego.

Delante de una paella de marisco que olía a gloria y sabía mejor, los abuelitos reconocieron que pensaron que era un tontería, siendo tres de familia (ellos y yo) pagáramos dos facturas de la luz, ahora que está por las nubes. Y decidieron trasladarse a vivir a mi casa para pagar solo una factura.

La explicación no estuvo mal. Incluso me pareció una buena idea hasta que el chinchón tiró de la lengua a la abuela y se descubrió el pastel. -Entonces ¿yo pagaré una parte de la factura y vosotros, dos? - "¡¿Nosotro...ssss...?! ¿Por qué, vamos a ... ¡hip... !ver, boba de Cooooo... ria?" - ¿Esta es nuestra caaaa... ssssa? Noooo, nooo yyyy noooooo jajajajajaja ¡Es tuya!... (se me quedó mirando fijamente, luego volvió a arrancar) Si es tuya... ¡pagas! Si no lo... es... ¡hip!,,, no. Peeeeero... ¡hip! ¡¡¡LO ES!!! Asi que... ¡hip! ...     ¡TRACATRA, CHIMPUM... ¡hip!... TE A TOCADO!

Andresito dormitaba delante de la tele y me levanté como un rayo a apagarla. Geoooorge encendió la luz de la salita cuando nos trajo ¡más te! y un segundo después estábamos a oscuras. - ¡Mi no ver! (protestó) - ¡Ajo y agua! (contesté) - Mi no entender. - Ya aprenderás.

Los abuelitos se pasaron la tarde durmiendo bajo el montón de mantas que les fue echando el mayordomo y yo aproveché para saludar a mi primer abuelito que venía envuelto en un sudario de pura lana de oveja, oveja incluída. - ¿También hace frío en el Más Allá? - Aquí tenemos temperatura neutra, vamos, que ni chicha ni limoná.

- ¿Has oído la caradura que tiene la abuela? - Aspiró profundamente y se tragó todo el aire de a casa. Corrí a abrir ventanas mientras,  a gritos, ordenaba a la cristalera que hiciera lo mismo. - Al expulsar el aire, que no le hacía falta para nada, el abuelito, soñador, dijo: - ¡Que mujer! Por cosas como éstas me enamoré de ella.

 

jueves, 18 de noviembre de 2021

La factura.

 Sin comerlo ni beberlo los abuelitos se han instalado en casa. En la mía. En la de mi menda lerenda. - ¿Por qué, abuela? - "¿Cómo que por qué? pues... porque la Torre del Paseo Marítimo es muy grande para nosotros dos" - Tres. El mayordomo también cuenta. - "¡Por supuesto! Un mayordomo inglés es una joya que debe compartirse y en esta casa, pequeñita, jiijiji ¡Huy, perdona pero, a veces me da la risa floja... Pues eso, que aquí limpiará menos y guisará más" - ¿Tendré que limpiar yo? Pues vaya negocio que voy a hacer. - "¿Y lo que fardarás diciendo que tienes un mayordomo pata negra a tu servicio, qué? ¿eh?" 

Ahí me vine arriba. Es terapeútico hacer florecer la envidia cochina en los demás, sobre todo en esos del quiero y no puedo. Uno de ellos es mi jefe. ¡En cuanto llegue al trabajo se lo suelto y veré como se vuelve amarillo-verdoso y se le ponen los dientes largos!

Desde que están los abuelitos en casa ni se oye cantar al árbol de la calle, ni se abren y cierran cristaleras ni ventanas, ni los invitados a la Cena comen con la boca abierta esparciendo migas por todo. Pepe el jibarizado no dice ni pío y Pascualita vive recluída en el barco hundido. 

El único que sigue con su desfile de modelos junto a la lámpara del comedor, es mi primer abuelito. Esta mañana, mientras Geoooorge nos servía un te con pastas, Andresito le ha hecho carantoñas a la abuela y ella le ha dado un morreo tal que he llegado a pensar que se habían enganchado por las prótesis dentales.

¡Madre mía la que ha montado mi primer abuelito! Los celos se lo comían. Gritaba, blasfemaba, echaba espuma por la boca ¡era una cosa seria! Para rematar la jugada Doña Celos reunidos Jeyper se ha encelado a su vez al ver a su galán penando por su viuda. 

La lámpara se ha balanceado hasta el techo, ha dado contra él y se han roto las bombillas. Ahí me he enfadado yo... y no sé por qué, he relacionado la llegada de los abuelitos con la factura de la luz

Señalándolos, he gritado: - ¡Ese es el motivo! ¡La factura!- La sonrisa beatífica de ambos me enervó: - ¿A qué si? - Andresito parecía contento cuando le decía a su mujer: - ¿Lo ves cariñito? Ya te dije yo que la nena no es tan tonta como parece.

 

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Abrete, Sésamo

Hay personas a las que les das un dedo y te toman el brazo. Esto es lo que le ha pasado al viento. Se ha creído que todo el monte es orégano y, cuando menos me lo espero, abre la ventana de la cocina y pasa sin llamar.

- ¡Toda la culpa es tuya, doña Abrete Sésamo! - Buena cosa he dicho. Ahora la ventana está ofendidísima porque dice que la he humillado, rebajado, avergonzado y todo lo que termina en ADO. - ¡¿Yoooooo?! - ¡No soy una Cueva sino una ventana civilizada y con Crimalit! - Pues atiende a tu trabajo que para eso te pago. - ¡¿Qué?! - Es una forma de expresarme... Como todo el mundo sabe, las ventanas no cobran.

Creo que he destapado la caja de los truenos porque las ventanas, las puertas y la cristalera del balcón han hecho causa común y andan todo el día de asamblea en asamblea. Mientras, el viento juega por casa al escondite consigo mismo y se lo pasa en grande 

 Pascualita está helada con tantas corrientes de aire y he tenido que calentar agua de mar y echársela al acuario. Solo me faltaba ver a la sirena tiritando, con los labios azulados y ojeras hasta la punta de la cola ¡Que miedo! 

Mis nervios se han disparado y campan por la casa bailando, unos, zapateados y otros rock and roll del duro. 

El árbol de la calle me llamó: - Te invito a tomar un te en mis ramas. - ¿No puede ser un cola cao? - Vaaaaaale... - El cola cao llevaba trampa porque iba acompañado de una bronca y una serie de consejos laborales. Este árbol cree, firmemente, que desciende del sabio Salomón ¡El esqueje que lo parió!

Menos mal que mi primer abuelito ha venido a alegrarme las pajarillas con un elegante sudario al estilo egipcio que le sentaba como un guante. 

Estaba tan distraída con él que no me enteré de la llegada de la Cotilla y mucho menos, que entrase en la salita cargada de velas, velitas y velones.

La llamita que saltó (gracias al viento) de la vela a las cortinas hizo una llamara de alegría y gritó: - ¡Logrado. Ya soy mayor!!

Corrí a por el acuario y lo vacié contra la cortina que ardía muy ufana. A Pascualita la cacé al vuelo pero se me escurrió de las manos. La última vez que la vi estaba sobre la cabeza de la Cotilla dejándola monda y lironda.

martes, 16 de noviembre de 2021

Torrijas.

¡¡¡ PAPAM !!! - La ventana de la cocina se abrió de par en par por la fuerza del viento que empujaba para entrar y chafardear mientras Pascualita y yo desayunábamos tranquilamente.

A causa del susto se me alteraron los nervios e iban como locos saltando a la comba por mi cuerpo como niños bulliciosos. Acabé enfadándome y tuve que poner orden: - ¡Os voy a meter en vereda, descastados! Hale, todos en fila de a uno y desfilando, que es gerundio.

Fue mano de santo aunque me dio un poco de repelús. Por fin los nervios se fueron templando y todo volvió a su lugar, salvo el viento que campaba por casa como Pedro con la guitarra. 

Tras el vendaval se coló de rondón un aroma exquisito a torrija recién hecha. Pascualita me miró relamiéndose los labios. - ¡A mi también me apetecen! La receta debe estar en algún cajón del cantarano de la abuela.

Pascualita me ayudó en la búsqueda y acabamos dando con ella pero la medio sardina ¡se la comió! - ¡Nooooooo! ¿cómo hago ahora las torrijas?

Recurrí a la abuela. - Madame ir a El Funeral. - ¿Tu sabes hacerlas, inglés? - Mi no saber. - Valiente mayordomo estás hecho, GeoooorgeBrexit. 

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Uf, vengo cargada de pan duro. - ¿Para qué, Cotilla? - ¿Para qué va a ser? Para venderlo. Es que no tienes espíritu comercial ¡Que cruz tiene tu abuela contigo! - ¿Quién le comprará eso? - Quien tiene gallinero, o cerdos, o quiera hacer migas, o torrijas, o... - ¡Claro, se hacen con pan duro! Tráiga para acá unos cuantos mendrugos... - ¡Quieta, parada!. Esto se paga.

Me bloqueé. - Todos los días comiendo a la sopa boba en MI CASA ¿y quiere que le pague? - Una cosa es una cosa y la otra los negocios, nena. No confundas los términos.

Le pedí la llave de casa. Cuando la Cotilla salía para no volver jamás, soltó una maldición: - Arrieritos somos y en el camino nos encontraremos.

Me sonó tan mal aquello que respondí: - Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. - Y le devolví la llave. Pascualita aún no me ha perdonado.

lunes, 15 de noviembre de 2021

¡Pues que lo diga!

Valiente trifulca hay entre la escoba y la fregona. De repente les ha entrado la prisa por demostrar cuál es la mejor en su trabajo.

El árbol de la calle está de guasa y ayuda a mantener sucio el suelo de casa llenándolo de hojas caídas. Cuantas más quitan ellas, más pone él pero, como están tan a lo suyo ni se enteran.

Otra que disfruta es la cristalera del balcón. A ella ya le han llovido críticas como: - ¡Cierra la puerta que entran hojas! - Me falta aceite y me cuesta moverme. (contesta la muy fresca)

Mi primer abuelito se ha asomado. Llevaba un sudario de camuflaje militar y ha aguantado las rachas de viento que una repentina tormenta ha traído consigo. - ¿Es un concurso? preguntó y en cuanto aquellas dos locas de la limpieza contestaron que sí, se dedicó a aplaudirlas por turnos para que la cosa fuera equitativa.

En fin, que estábamos bien entretenidos cuando un misil mar-tierra-aire se estrelló contra la cristalera haciendo un estruendo parecido a un trueno. Cuando vimos que se trataba de un ataque furioso de Pascualita aplaudimos, silbamos, pateamos y aplaudimos a rabiar. Pero una simple ojeada a la sirena nos dijo que no estaba de bromas y lo demostró mordiendo con rabia la puerta. - ¡Aaaayyyyy, jijijijijijiji Que cosquillaaaaaaaaaaaas! ¡Para, Pascualita, paraaaaaa! 

Furiosa, la medio sardina saltó al árbol de la calle dando dentelladas a diestro y siniestro. Allí los mordiscos fueron más efectivos y hubo quejas, llantos y lamentos. Por último se tiró a por mi y, tal como venía, de un revés la mandé de nuevo al acuario.

Entonces, la voz del abuelito me ilustró. - Pascualita solo quiere que cerréis la cristalera, que hace frío, coooooñe

domingo, 14 de noviembre de 2021

¡Que genio!

Estaba disfrutando de la ensaimada del domingo mientras Pascualita se comía la suya entre salto y salto a su taza de cola cao cuando empezaron los golpes.

Lo primero que pensé fue: (Ya está el vecino manitas dándole al bricolage) Como no paraba me planté en dos zancadas delante de la cristalera que, al ver mi cara encendida, se abrió rápidamente. Salí al balcón y grite. - ¡Para ya, berzotas, que es domingo!

El árbol de la calle dejó de cantar Las Mañanitas para mirarme extrañado. - ¿Berzotas se ha ido? Habrá sido enmedio de un parpadeo mío porque no lo he visto. - ¿De dónde se ha ido? (pregunté) - De tu casa... pero se siguen oyendo golpes. Así que hay más de un Berzotas... Escúcha y sigue el ritmo... ¡Es movidito Me encanta!

Creo que el árbol está pitopáusico ¿Acaso escuchamos golpes diferentes? - ¡Menuda la que tienes montada en tu casa, boba de Coria! - En casa no hay nadie salvo Pascualita pero porque está jugando con su desayuno. - Vale, si no quiéres decirme qué pasa me ofendo y Santas Pascuas, morena de verde luna. ¡Anda y que te zurzan! - Lo que yo digo: tiene la pitopáusia.

Entré en casa y casi piso a la sirena que venía reptando hacia el balcón. Al verme se levantó sobre su cola, se tapó los oídos (o lo que sea que tiene bajo cada sobaco) y me amenazó con su terrible dentadura de tiburón. 

La voz de mi abuelito primero se introdujo en mi cerebro para decirme: Mira en la despensa. - El tonillo fantasmal que usó me puso en sobreaviso de que algo raro pasaba. Armándome de valor me acerqué a la despensa enjugándome el hilillo de sudor helado que me provocaba el miedo. 

En cuanto se abrió la puerta recibí un escobazo en la cabeza que sonó a hueca. La escoba estaba histérica, dando golpes a distro y siniestro: - ¡Voy a montarte una huelga que te cagas, inútil! ¡Sácame de aqui! ¡Necesito respirar aire puro, ver la luz del día, a la gente caminando por la calle y, sobretodo, hacer ejercicio ¡¡QUIERO BARREEEEEEEEEEER !!!

Jopé, que difícil es convivir con una escoba reivindicativa.

 

sábado, 13 de noviembre de 2021

Un día maravilloso.

Hoy ha sido un día perfecto. No se le puede poner ningún pero.

Mi primer abuelito ha llegado a casa hecho un brazo de mar. Envuelto en un sudario con los colores del arco iris cuando les da el sol de lleno, estaba impresionante. La Lámpara del comedor, hinchada como un globo aerostático lleno de orgullo en lugar de aire, no le quitaba ojo a su enamorado. Pero hoy el abuelito no tenía la mente predispuesta para dedicarle a doña Celos Reunidos Jeyper, ni un pestañeo.

Me invitó a mirar a través de un agujerito que hizo en la pared a pesar de mi oposición. Apoyó el dedo índice y me dijo: - Mira y calla.

Puse el ojo donde me marcó y ante mi apareció la celebración de unas Bodas de Oro. 

Una pareja encantada de la vida, festejaban junto a sus familiares más cercanos: hijos, nietos, nueras, yernos y cuñados supervivientes de la lejana boda celebrada cincuenta años . 

Comieron, rieron, contaron anécdotas y hasta hubo tiempo para que la emoción se desbordara y las lágrimas de añoranza mojaran el suelo. 

También yo pisé lágrimas, las mías y las de todos los que vieron a través de mi lo que había visto yo. 

La cristalera, solícita, se abrió de par en par para que las lágrimas desbordaran desde el balcón a la calle, cosa que aprovecharon para llegar hasta las raíces del árbol de la calle y regarlo.


 

viernes, 12 de noviembre de 2021

Okupas.

Los cuchicheos venían, directamente, de debajo de mi cama. - Abuelito ¿te parece que las cinco de la madrugada es una hora decente para despertar a una proletaria como yo? 

No obtuve contestación pero oí perfectamente las risitas de cachondeo. - ¿No estarás con la lámpara? ¡En mi cuarto no quiero escenas de sexo salvaje sin que participe yo!. - Más risitas. - Me estoy cabreando y luego no podré dormir. - Las risas fueron subiendo de tono y, ya harta, mirè bajo la cama .

No había nadie. - ¿Abuelito?... ¿Quién está ahí? - Un profundo silencio contestó a mis preguntas y entonces, sin venir a cuento, se me pusieron los pelos de punta y grité mientras me tapaba la cabeza con las sábanas: - ¡Vade retro, Satanás!

Quienes quiera que fueran estallaron en unas ristadas incontroladas. Y salté de la cama para meterme en la de la abuela donde la Cotilla roncaba a pierna suelta. Nunca pensé que haría una cosa así pero lo cierto es que me agarré a su cuerpo huesudo como si quisiera fundirme en él.

Un codazo en el estómago me dejó sin aliento. Los gritos de la vecina depertaron al vecindario que pronto, en pijamas y camisones, montaron una protesta en el rellano de casa: - ¡Queremos dormir! ¡Mata a quien quieras pero a horas normales! ¡La madre que te parió, boba de Coria! 

La Cotilla abrió la puerta de la calle dándoles un susto de muerte a los vecinos que vieron aparecer un espantajo con los pelos revueltos, legañas y la cara desencajada. Otra de las que se asustó fue Pascualita que corrió a esconderse en el barco hundido cubrièndolo luego con un montón de algas. 

El alarido de los vecinos despertó al árbol de la calle que reaccionó cantando, a voz en grito, las Mañanitas. - En el rellano, alguien gritó: - ¡Que lo talen de una vez, ya, hombre!

No fue hasta que la luz del día entró, alegre, por las ventanas, cuando de aclaró el entuerto. Tuve una inspiración momentánea y la aproveché. Escoba en ristre, cual quijote contra los molinos, fui a mi cuarto echa un flan y barrí bajo la cama. ¡No me había equivocado! 

Las causantes de tantos quebraderos nocturnos, habían sido dos hermosas, lustrosas y orondas, bolas de polvo que llevarían viviendo allí años. - ¡Malditas okupas! (grité mientras ellas pedían clemencia) ¡Al cubo de la basura váis a ir, jodías!

Y no sé qué fue peor porque se pasaron el día quitándo la tapadera tantas veces como yo volvía a ponerla. Hay que tener en cuenta que el cubo tiene más potencia de voz y no paró de quejarse todo el día y dedicándome una frase famosa: - ¿Te suena, vive y deja vivir, alma de cántaro?

jueves, 11 de noviembre de 2021

Extraterrestre.

He soñado que soy extraterrestre. Entonces ¿mi abuela es terrícola o lo disimula? Le preguntare a mi primer abuelito que, justamente, hoy no ha venido a verme.

- A quien viene a ver a es MI; su lámpara maravillosa. 

Doña Celos Reunidos Jeyper está a la que salta la jodía. - Dónde esté su nieta, o sea, YO, que se quiten las lámparas. Ah, y de maravillosa, nasti de plasti, porque eres más agarrada que un chotis y no regalas un deseo ni harta de chinchó. ¡Y no enciendas una bombilla o te hago tragar la factura de la luz cuando llegue!

Llamé a la abuela que, al escuchar mi pregunta, se sacudió la responsabilidad de encima  con la excusa de llegar tarde a El Funeral para colocar fotos de los nuevos finados y finadas. - Pero si no son nada tuyo. - "La celebración es sagrada, sean mios o no." - Y colgó. 

¿Qué indicaba eso? Pues que yo tenía razón... ¿en qué? No lo sé porque no me quedó claro si la abuela era terrícola o extraterrestre. - Llamé otra vez. - ¿Yes? - Geoooorge, ayúdame, plis ¿Has notado algo raro en la abuela? - Yes. - ¡¿Sí?! ¡cuenta, cuenta! - Ser very raro que you seas su nieta ¡Tu ser tonta, madame, no!

Huuuuy, si lo llego a tener a mano le doy la vuelta como a un calcetín. - ¡Avemariapurìsimaaaaa! ¿A qué viene esa cara, boba de Coria? - Sáqueme del dilema en el que estoy metida, Cotilla: ¿soy estraterrestre? - Totalmente. - ¡Por fin alguien dice la verdad! 

- Al verte por primera vez eras verde fosfi aunque, a medida que pasaban los días, fuiste cambiando... - La Cotilla desgranaba mi historia mientras la cristalera se abría de par en para, en silencio. El árbol de la calle arrimaba sus ramas al balcón y las ventanas. Los comensales de la Cena dejaron de masticar para poder oir mejor. Pascualita, que había empezado a dar saltos mortales para asustar de la vecina, se sentó en el borde del acuario y prestó atención. Los gorriones callaron. Pepe el jibarizado no dijo OOOOOOO. Unas motas de polvo que corrían por el pasillo se quedaron quietas y Doña Celos Reunidos Geyper agudizó el oido disimuladamente. Yo, ni rspiraba... Y entonces ¡¡¡TACHANNNN!!!, apareció mi primer abuelito envuelto en un sudario color café con leche y dos terrones de azúcar.

¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJA!!! - Sus risas nos turbaron a todos: - ¡Tiene razón la jodía Cotilla! Ya no recordaba que la primera vez que te vi tenía en las manos un tarrito de pintura verde con el que te pintaba la cuna. Tu abuela insistió en que te cogiera en brazos. Con los nervios te tiré el bote encima y quedaste verde de arriba abajo. ¡Eras igual que ET!

 

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Sapatos.

 El rolls royce de los abuelitos aparcó en lo que viene siendo su aparcamiento privado: la parada del bus. Y Geoooorge se apeó de él tan pancho.

Subió a casa llevando una gran caja que depositó sobre la mesa el comedor diciendo: - Madame decir que ser Manolous pero mi decir que ser sapatos. - ¿Qué son sapatos? (pregunté) - Mi hablar muy claro. - Dio media vuelta, enfiló el pasillo, salió al rellano, bajó la escalera y al llegar al rolls royce entró en el como si fuera el Rey Arturo y el coche la Tabla Redonda. Arrancó y se fue, quizás en busca de Excalibur... son tan raros estos ingleses...

 La abuela me llamó: - "Estarás contenta de tu abuela" - ¿Por? - Por los Manolos que te he regalado. - Ah, o sea que los Manolos son sapatos ¡Anda la osa! ahora me entero Y yo llamándoles zapatos. 

Vacié la caja: - "¿Te gustan?" - Si - "Verás que cómodos son, nena" - ¿Son nuevos? - "¡Sí, hombre, con lo caros que son! Suerte tienes que no te los cobre" 

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Hoy ha habido buena cosecha en los cepillos de las iglesias... ¿Y todos esos zapatos? - Sapatos, Cotilla, que son Manolos. - Pues tanto gusto. Me llevarè algunos para trapichear ésta noche... - A través del teléfono sonó la voz autoritaria de la abuela. - ¡¡¡COTILLA, NO TE ACERQUES A ELLOS!!!

Pascualita también escuchó la voz de su amiga a pesar de estar tumbada sobre las algas del fondo del acuario y se lanzó a por el teléfono que estaba junto a mi oreja.

Cuando la vi cruzar el comedor en un vuelo rasante, le di un tortazo para desviarla de su ruta y se estrelló contra la cara de la Cotilla que, en ese momento, cogía los zapatos más llamativos para su negocio, haciendo oídos sordos a su amiga. 

La escandalera que formó la vecina al sentir el mordisco envenenado en la naríz se juntó con el griterío de la lámpara del comedor que recriminaba a mi primer abuelito que no cogiera unos Manolos para ella. - ¡Si no tienes pies! (razonaba él) - ¡¿Y qué?! Puedo colgarlos de mis brazos turgentes y arabescos y ser la envidia de toda la caterva que hay en ésta casa.

- ¡¿Quién me ha llamado caterva?! (tronó la voz del árbol de la calle dándose por aludido) - Todos iban a lo suyo. Que pielecita tan fina tienen algun@s.

martes, 9 de noviembre de 2021

Fiesta flamenca

 Un revuelo de gritos y pío, píos me ha sacado de una noche de cogorza. 

Navegando aún por los rios de chinchón que llegamos a trasegar los invitados a la fiesta de las Bodas de Oro y habiendo sido mi voluminosa pamela fuente de discusiones y risas durante toda la noche, al entrar en el rolls royce de los abuelitos, a esas horas brujas en las que todavía no se han puesto las calles en Palma, caí en un sueño profundo del que no he despertado hasta que he oído el revuelo que venía... del árbol de la calle.

Al levantarme todo me dio vueltas. Me agarré a la almohada como a una tabla de surf y de ésta guisa he llegado al balcón: surfeando a un palmo del suelo de mi casa. Y fue al incorporarme cuando me di cuenta que llevaba puesta la misma ropa que cuando mi madre me trajo al mundo pero con la pamela de pañal.

¿Cómo llegué a esto? Es un misterio de los muchos que siguen sin resolverse en la Historia del ser humano. - ¡POR FIN HAS VENIDO! (gritó el árbol al verme) ¡HAY UN GATO EN MIS RAMAS!

La cristalera, nerviosa, se abría y cerraba sin saber a qué carta quedarse. Temiendo por mi integridad física dije las palabras mágicas: - ¡Abrete, Sésamo! - pero, o la cristalera es sorda o no ha leído el cuendo de Alí Babá y los cuarenta ladrones porque siguió con su ataque de ansiedad.

Antes de colarme en el balcón recibí un golpe en la espalda. Era Pascualita que, curiosa, se acercó a chafardear. Antes de que pudiera cogerla se impulsó, de nuevo, con su potente cola de sardina para estrellarse contra la rama más cercana. 

Yo también entré en el árbol. El pío, pío era ensordecedor. ¡El maldito gato estaba arrasando los nidos! Me quité la zapatilla dispuesta a lanzárla a la cabeza del minino cuando los ojos me hicieron chirivitas al adivinar, entre las hojita, una bata de cola roja con lunares blancos.

Mi primer abuelito había montado su sarao particular con los amigos de casa y para ello lució un sudario de lo más sevillano. Los convidados a la Cena tocaban las palmas... a su aire. El OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO de Pepe el jibarizado, afinando el oído, sonaba a quejío. Pascualita reptaba tan sensualmente que no parecía ella. El gato lanzaba al aire su marramiau con mucha gracia. La única que se quejaba era la Celos Reunidos Jeyper de la lámpara porque, desde el techo del comedor, no se enteraba de todo.

El alegre festejo acabó, bruscamente, cuando llegaron los operarios de Parques y Jardines del Ayuntamiento para ver qué pasaba y poner órden a tanta algarabía.

lunes, 8 de noviembre de 2021

Bodas de oro.

 - "8 de noviembre de 1971 - 8 de noviembre de 2021 = 50 años. ¡Bodas de oro!" - La abuela me cogió fuera de juego porque yo estaba más dormida que Carracuca cuando sonó el teléfono a las seis y media de la madrugada. Lo máximo que se me ocurrió decir fue: - ¿Tengo que cantar bingo...?

Una vez que me hubo despertado, siguió hablando: - "Como son varios los socios y socias que cumplen los cincuenta años de casados, esta noche celebraremos una fiesta por todo lo alto en El Funeral. Las chicas (¿?) iremos vestidas de novia y los chicos (¿?) de novios. Las solteras iréis de damas de honor. Ya tengo preparado el vestido de Pascualita..." 

Estas últimas palabras borraron de golpe el sopor que se había vuelto a apoderar de mi: - ¡Por encima de mi cadáver! (grité) ¿Quiéres que la descubran? - La abuela me colgó el teléfono que volvió a sonar a los pocos segundos. - "Pasaremos a recogeros a las siete de la tarde" - ¿Has oído lo que he...? (volvió a colgar y volvió a sonar) - "Que no se te olvide coger a Pascualita" - ¡¡¡Pero es que...!!! 

A las siete de la tarde yo estaba emperifollada con un vestido, largo y lleno de lazos, alquilado en un local de disfraces y con una enorme pamela entre las manos. Pascualita, metida en el termo de los chinos, escuchaba al árbol de la calle cantar O sole mío mientras llovía a cántaros.

La entrada en El Funeral fue delirante. Había novias de blanco satén deambulando por todas partes. El tul de los velos formaba espesas nubes de gasa que barrían el suelo de la cafetería. 

Algunas novias no habían podido resistir la tentación de ponerse el vestido que lucieron cincuenta años atrás. Para algunas fue toda una epopeya. Largas y anchas tiras de velcro mostraban el lugar en que las costuras se abrieron para dejar pasar la ilusión y los cuerpos que un día fueron tallos de junco.

Esa noche la abuela y mi primer abuelito cruzaron entre ellos las miradas enamoradas. Ella no lo veía, él sí. Y ambos sintieron en el corazón el pellizco que, cincuenta años atrás los había unido mientras sus ojos decían, como entonces:  Te quiero.


 

 

domingo, 7 de noviembre de 2021

Cumpleaños

Huuuy que cabeza la mìaaaaaaaaaaaaaaaa... ¿Dónde estuve yo ayer? Fui con la Cotilla de trapicheo ¿Cómo me dejé convencer? Ni idea.... Ah, sí. La muy jodía me dijo que iba a un cumpleaños de un tío bueno, donde habría chinchón a porrillo y que yo podía aprovechar  y ver si de todo aquello salía un padre para el bisnieto de la abuela.

Todos los de casa me decían ¡No vayaaaaasssss...! mi primer abuelito incluído. Los invitados a la Cena movían el dedo índice en señal de NO

La cristalera del balcón se abría y cerraba negativamente. 

El OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO de Pepe el jibarizado sonaba a NO.

El árbol de la calle, aprovechando que el viento de Tramuntana hacía de peluquero en su copa, me mandaba espectaculares golpes de cabeza roqueros que decían NO.

Pascualita desde el borde del acuario decía SI con la cabeza, cosa que no me extrañó porque siempre tiene que dar la nota. Además, es única se mire por donde se mire, así que lo traduje como un NO.

Y como tambièn yo soy única, fui a la fiesta de cumpleaños porque 76 añitos no se cumplen todos los días.  

La fiesta estuvo muy bien. Las ensaimadas me salían por las orejas. Las risas y chascarrillos eran contínuos y el tio bueno que los cumplía estaba encantado de la vida rodeado de su extensa familia ¡Claro, tiene seis hijos, así cualquiera! 

¡Muchas felicidades, compañero!

viernes, 5 de noviembre de 2021

Se va para Barranquilla...

 Hace tiempo que no veo a la Cotilla. Desde que salió corriendo de casa. Reconozco que los primeros días estaba encantada de la vida al no tener que aguantar al incordio de la vecina. Después me dio un muermo de campeonato. La casa estaba vacía (a pesar de estar muy llena) y yo dejé de hablar porque era como hacerlo con la pared. Más adelante dormí las siestas abrazada a la botella de chinchón y no repartía con nadie... Y ahora siento nostalgia de la Cotilla ¡la añoro!... Estoy para que me encierren.

Hoy no me he movido del balcón esperando verla llegar de sus trapicheos. Cuando ha bajado del bus me ha dado un vuelco el corazón y agitando el trapo del polvo, la he llamado: - ¡¡¡Cotillaaaaaaaaaaaaa!!! - Pero se ha hecho la sorda.

He corrido a la escalera y la he cogido por el brazo antes de que se metiera en el ascensor para subir a su casa del 4º piso. - ¡Entre, mujer, entre que no se la va a comer nadie! - No puedo meterme en una casa llena de arañas. - No exagere que solo hay una. - Que vale por mil. ¡Ha inundado la casa de telarañas!.

Fue como si me hubieran abierto los ojos porque, al seguir con la vista el movimiento del brazo de la Cotilla que parecía abarcar toda la casa, me di cuenta que las cortinas no eran tales sino telarañas. Todo lo que creía obras de arte eran telarañas, eso sí, unas más finas, otras más tupidas. 

El acuario estaba tapado con las telarañas y Pascualita apenas podía sacar la cabeza. Los comensales de la Cena parecían presos en mazmorras tras los enrejados de telaraña. 

Los "adornos" cubrían todo cuanto había en casa. Hasta el árbol de la calle estaba rodeado de una espesa mosquitera de ... telaraña. Y me di cuenta de que ya nadie estaba contento salvo la araña okupa y la lámpara del comedor. 

La primera porque tejía sin temor a represalias y la segunda porque tenia pegadito a ella al hombre de su vida, mi primer abuelito, cuando la araña hizo un "paquete" con ellos dos. 

Entrar en la cocina fue como una expedición por las selvas de Borneo. Hizo falta un machete afilado (usé la llave de casa)para ir abriéndome paso entre tanta liana. Al llegar a la cocina busque, al tacto, la escoba y no la encontré.

La araña, que no tenía un pelo de tonta, la había dejado pegada en el techo para evitar disgustos. Viendo que el ambiente había cambiado totalmente, se dedicó, frenéticamente a convertir sus labores en montones de ovillos que guardo para mejor ocasión y se fue de casa, no sin antes echarle un último vistazo con lágrimas en su montón de ojos.

Ante semejante escena no pude por menos que decirle: - Tanta gloria lleves como descanso dejes, jodía.

jueves, 4 de noviembre de 2021

No está hecha la miel para la boca del asno.

La Cotilla no para de beber tila desde que la araña okupa saltó sobre ella cuando iba a darle un escobazo, y dio vueltas y más vueltas, a la velocidad del rayo, a la cabeza de la vecina soltando metros de hilo, y haciendo una especie de encaje de bolillos que le tapaba la cara.

Cuando acabó su trabajo y pudimos verlo en su totalidad aplaudimos a rabiar y lanzamos gritos y silbidos ensalzándo a la tejedora como la gran artista que es. Y ahí fue donde se reprodujeron los encargos por parte de todos nosotros.

Llamé a la abuela para decírselo: - "¿Quiéres que ponga una tela de araña en mi cama como si fuera un cobertor? Mira que te tengo dicho que no bebas chinchón de buena mañana." - Pues le he encargado unos tapetitos para poner en los respaldos del tresillo. - "Que antigua eres, boba de Coria" 

Hice un agujerito, con mucho cuidado de no romper el estilismo que llevaba la Cotilla en la cabeza, para que pudiera beber tila con una cañita. Poco a poco se le fue yendo el tembleque y al verla más tranquila le pedí a la araña que deshiciera el maravilloso trabajo para que la vecina pudiera irse a trapichear, no sea cosa que le coja el gusto a quedarse en casa y tenga que aguantarla más todavía.

Al cabo de un rato, de la virguería solo que dababa un ovillo que la araña guardó para otra ocasión. La Cotilla, sin embargo, no apreció para nada lo que le había hecho y salió corriendo, batiendo récords olímpicos de atletas mucho más jóvenes que ella.

Que desagradecida es ésta mujer, por favor.

miércoles, 3 de noviembre de 2021

La okupa.

Hoy tenía mucho tiempo para pensar así que me he dedicado a mirar el techo del comedor como si no lo hubiera visto nunca. Pensar, no he pensado porque es un ejercicio mu pesao y al final no saco nada en claro, en cambio mirar se me da mejor.

Allí estaba mi primer abuelito, lo he saludado y he seguido con mi inspección. He visto motas de polvo de antes de la pandemia. Son pequeñas estalactitas que no piden pan. En el caso improbable de que les diera por crecer podría poner un letrero en la puerta de la finca que dijera: Visite las únicas estalactitas caseras del mundo mundial. Serán 5 euros por persona.

No estaría nada mal. Me ha venido a la mente el rapapolvo que me dará la abuela si las ve y he ido a por la escoba. El abuelito, creyendo que quería jugar con él, ha extendido su sudario de andar por casa y daba vueltas a la lámpara del comedor mientras yo intentaba darle escobazos. En un momento la casa se ha llenado de risas y jolgorios porque el árbol de la calle se apunta a un bombardeo en cuanto hay jarana.

Las hojitas nos animaban y cada vez que le daba al abuelito el árbol sacaba su voz más potente y cantaba ¡We are de champions!, tal como suena porque sabe tanto inglés como yo.

De repente un: - ¡Alto ahí, boba de Coria, que te cargas mi mantelería fina! - Miré en derredor buscando a la Cotilla pero no estaba. - ¡Aquí, cegata. En el rincón! - Solo vi una araña patas largas con los brazos en jarras.

Tuve que pedirle disculpas a pesar de ser una okupa en mi casa porque hacía unas telas de araña impresionantes. Nunca he visto un bordado más trabajado y sutil. Solo una artista puede hacer algo así.

Todos quedamos admirados. Incluso Pascualita, asomada al borde del acuario, abría y cerraba su boca de pez mientras hacía la señal de OK con sus deditos palmeados.  

Hasta los invitados a la Cena soltaron exclamaciones de admiración. - Vendo mis trabajos (dijo la araña). - Y sacó una libreta para ir anotando pedidos. Las hojitas se volvían locas pidiendo. - 

¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! ¿Pasa algo en el techo? - Hola, Cotilla, pues nada... - ¿Qué es aquello?... ¡Aaaaaaaaah! ¡Una arañaaaaaaaaaaaaa! ¡Dame la escoba, alma candida y cierra la boca o te caerá dentro! 

Y arrebatándome la escoba ... ¡atacó!

martes, 2 de noviembre de 2021

¡Bocazas!

 He llamado a la abuela para que venga a calmar a Pascualita. Está histérica y no para de tirarme buchitos de agua envenenada con muy malas intenciones. No me ha quedado más remedio que poner unas gafas de bucear para evitar que me entre en los ojos.

- "¿Qué le has hecho a mi chiquitina bonita?" - ¡Nada!... ¿has dicho B O N I T A? alguien tiene que ir al oculistaaaaaa...

- Ven y verás cómo está... ¿Estará con el celo? - "¿Otra vez? No puede ser" - ¿Habrá sido su cumpleaños y no la hemos felicitado?... ¡¡¡Abuela!!! ¿Ya éstas aquí?

Que rápida es cuando se trata de la sirena... - "Su cumpleaños fue en septiembre, boba de Coria ¿ya no te acuerdas?" - Me refiero al suyo de verdad, y no desde que apareció en casa. - "Ah, pues ese no lo podemos saber... Hará miles de años" - ¿Y si llamamos a Atapuerca preguntando en que tiempo desaparecieron las sirenas...? - "Preguntarán por qué quieres saberlo" - Les diremos que estoy estudiando para ir a Pasapalabra... - "¡No te harán ni caso!"

No me di por vencida y contacté con los arqueólogos. Quien se puso al teléfono fue muy amable: dijo que no podía decirme la fecha exacta porque ellos excavaban en tierra. Le expliqué que había visto en el facebook dibujos primitivos pintados en cuevas de sirenas nadando. Si el Sahara fue un mar que se secó, pudo haber pasado lo mismo con el entorno del yacimiento de Atapuerca.

Me dio la razón, entusiasmado y prometió que si encontraban el menor indicio, me llamaría. La abuela no dio crédito a lo que le conté y cogió a la sirena dispuesta a hacerle un concienzudo interrogatorio.

Al ver a la abuela dejó de escupir y saltó a su falda. Las miraba de lejos y sin quitarme las gafas de bucear por si las moscas. Vi a Pascualita hacer varias veces la señal de OK, aplaudir, ponerse mimosa, enseñar los dientes enfadada, beber chinchón juntas, reir y llorar cuando el licor hizo efecto...

Aburrida, puse la tele y en las noticias salió, que casualidad, la cueva de Atapuerca donde se veía a los arqueólogos riendo a moco tendido. No daban abasto con los pañuelos. Entonces, en la pantalla aparecieron una pared de arenisca con unos simples dibujos de sirenas: nadando, atacando con lanzas a una ballena, devorándola después sin cocinarla y poniéndose como el Quico.

- ¡Mira, Pascualita, tu gente! - Reaccionó saltando contra la pantalla de la televisión y estampándose contra ella. Y mientras la abuela intentaba que volviera en si, creí escuchar entre las risas generalizadas: - ¡Se lo ha creído! ¡Anda que no!... y encima dijo que tenía una sirena jajajajajaja ¿De plástico? (pregunté) - No , no. de verdad (dijo) y nos gustaría saber su fecha de nacimiento para...

El sartenazo que me dio la abuela, dejándome fuera de combate, me impidió seguir escuchando - ¡BOCAZAS! - oí antes de perder el conocimiento.

lunes, 1 de noviembre de 2021

Víspera de Todos los santos.

Los abuelitos han venido a buscarme para ir a la fiesta de El Funeral. Ha sido un poco traumático ver entrar en la salita un vampiro ensangrentado  con una estaca clavada en el corazón (¡y sin embargo, andaba!) y una bruja, escoba en ristre, jorobada, con una napia llena de berrugas pilosas, dentadura atrofiada, orejas puntiagudas, pelo que recordaba a los antiguos estropajos de esparto y luciendo unas piernas embutidas en unas maravillosas botas de charol negras.

Salté de la butaca al comedor y de alli a la cocina en busca de un cuchillo con el que defenderme de semejantes seres.

Habló la bruja: - "¿Aún estás así? ¡Vamos a llegar tarde, jodía! aunque... bien pensado, yendo de tí misma nadie notará que no vas disfrazada. ¡Vámonos!

Hasta Geoooorge iba disfrazado de mayordomo sicópata y condujo el rolls royce como si lo fuera de verdad. Frenó ante la puerta de El Funeral y vi, a través de la ventanilla, la fauna que entraba a la cafetería. ¡De miedo!

Había muy buen ambiente y se notaba que el chinchón ya llevaba un rato triunfando entre el personal. Se celebraba la fiesta con la que se recordaba a los socios que aparecían, sonrientes, en la Pared de los Finados.

Se bebió, cantó, comió y bailó con las músicas, bebidas, comida, canciones y bailes que gustaban a los amigos y amigas que nos observaban desde sus retratos.

Era tal el ambiente de libertad que se olvidaron del coronavirus y hasta fumaban como carreteros. De repente ocurrieron varias cosas: debido al humo se soltó la alarma de fuego y en El Funeral empezó a llover a mares. Los coches de policías con las sirenas a toda pastilla rodearon el local. Los vecinos del inmueble, congregados en la acera, gritaban: ¡¡¡FUERA HOLIGANS!!!. Volando a ras de techo y seco como el desierto del Sahara que para eso es un ánima, mi primer abuelito, enfadadísimo, ofrecía la peor de sus caras: una nube negra llena de truenos y relámpagos. 

Antes de que me metieran en el furgón policial junto a los demás, le pegunté por su enfado. - ¡Es mi fiesta y la jodía de tu abuela no me ha invitado! - Y mientras decía estas palabras, sobre la cabeza de la abuela seguía lloviendo torrencialmente a pesar de que el furgón ya rodaba camino del cuartelillo.