martes, 30 de noviembre de 2021

Los caracoles.

 Mientras tomaba mi cola cao lejos de Pascualita para que no me salpique como todas las mañanas, oigo un murmullo de voces que parece salir de la despensa.

- Abuelito ¿qué haces ahí? - No me contestó nadie y levanté un poco más la voz. Entonces, su respuesta resonó en mi cabeza: - ¡No soy sordo! - ¿Qué haces en la despensa? - De momento, nada. Estoy dando vueltas a la lámpara del comedor. - ¿Entonces... ? 

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! Nena, ¿has visto los caracoles que he dejado en la despensa? - Aaaaah... ¿así que eran ellos? - ¿Se te han escapado? - No. Los he oído hablar y... 

La Cotilla puso los ojos como platos. - Acabarás en Alcohólicos Anónimos. Los caracoles no hablan, hacen baba. Estos los recogi ayer en un campo... - ¿Qué piensa hacer con ellos? - Purgarlos, hervirlos y venderlos. - ¡Pobrecitos! 

Menuda discusión tuvimos la Cotilla y yo a cuenta de los caracoles. - ¡Con alioli! Manjar de dioses. - ¿Que se van a comer eso los dioses? Son animalitos echos a su imagen y semejanza... Están en la tierra por un motivo... - Para echar babas. - Supongo que habrá otro... - ¡Comérnoslos! - ¡Otro! - Sacar los cuernos al sol. - Ve, eso es poético. Son pobres poetas que llevan su casa a cuestas porque tienen miedo de que le monten un deshacio y se queden en la calle. Es un bicho previsor ¡No se los puede comer!

Aquí hubo un lapsus en la discusión y me di cuenta que, de la despensa no salía ningún ruido. Abrir la puerta de la alacena. Estaban los caracoles, todos juntos, en una esquina y al verme corearon: "¡Dale a tu cuerpo alegría, Macarena. ¡¡¡Heeeey, Macarena, Aaaaaaaaah!!!"

Me cayeron, unas lágrimas emocionadas, hasta el suelo de la cocina y los caracoles, como un solo hombre-mujer (son hermafroditas) se arrastraron hasta ellas como si ese líquido salado y achinchonerado, fuese el Maná de la Bíblia. Y cantaron: ¡¡¡Maná, maná, tariroriro, Maná, Maná, tarirore!!! mientras sacaban los cuernos para llevar con ellos el ritmo.

No sé qué habrá sido de los caracoles. Espero que hayan escapado hacia el árbol de la calle con la ayuda de la cristalera que tiene un corazón sensiblero y se habrá abierto para que salieran. Cuando regresé del trabajo ya no estaban.

No hay comentarios:

Publicar un comentario