domingo, 21 de noviembre de 2021

El pirata.

 Mi primer abuelito ha venido aconpañado de un compañero pirata. Por lo menos llevaba pata de palo y un parche en un ojo y, encima, tenía mala pinta. - ¿Este tío está en tu sección? (pregunté intrigada) - Hace poco que lo han destinado. En vida no fue tan bueno como para ir al Cielo ni tan malo para ir al Infierno. - Para eso está el Purgatorio... - No, hija, no. Eso era antes de que el Papa lo eliminara. Ahora es un follón y un trajinar de almas que van todo el tiempo de acá para allá en busca de su lugar.

- ¿Es un pirata de verdad? - De libro. ¿No ves sus distintivos: pata de palo y parche? - Sí, pero no me convence mucho. ¿Y el garfio, la bandera de los huesos y el pendiente? - Eso le dije yo pero vale que le cortaron una pierna y le sacaron un ojo pero, de agujerear el lóbulo de la oreja con una aguja, ¡ni hablar! Le dan pánico las agujas. Tendrán que pasar unos milenios antes de que deje atrás el síndrome de la Oreja Agujereada y, solo entonces, podrán cortale la mano y colocarle el garfio. - Que tío más raro. 

Estuve un buen rato observando su postura, sabiendo que algo andaba mal pero ¿qué? Solo caí en la cuenta cuando un gorrión entró volando en casa y aterrizó en la cabeza de Pascualia que estaba asomada al borde del acuario.

Contuve la respiración viendo venir la desgracia, pero la sirena, en lugar de zampárselo dejó que el pajarillo le picoteara entre los pelo-algas. - ¡Claaaaaro! (dije en lugar de eureka) ¡Le falta el loro! - Espera reencontrarse con él porque el loro sigue vivito y coleando por ahí.

De repente un hermoso loro verde se posó en una rama del árbol de la calle. Al pirata, el único ojo que le queda brilló ilusionado ¡Era su compañero! Sin embargo, la aparición de una lora hizo que el saludo que se dirigieron fuera un levantamiento de ceja, como diciendo_ ¡Uep! ¿cóm anam? - Y pare usted de contar.



 

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