lunes, 22 de noviembre de 2021

Tendré que montar una huelga unitaria.

Salgo al balcón a preguntarle a Bedulio, que pasaba por debajo haciendo su ronda, ¿por qué se había ido la luz? - ¡Será que no has pagado el recibo! - gritó el Municipal porque, en ese momento pasaba una moto. - ¿Quiéres avergonzarme delante de todo el vecindario? - ¡Ya no les viene nada de nuevo tratándose de tí! - Esta vez ha gritado porque el de la moto había dado media vuelta y pasó cerca de Bedulio, justo, cuando empezaba a hablar.

De repente los balcones estaban repletos de vecinos pendientes de nosotros y como no me gusta darle tres cuartos al pregonero, dije: - ¡Ciérrate, cristalera! - Y se cerró. Las caras de los mirones eran un poema. Y la del Municipal, blanca como el papel, reflejaba temor.

 Tuvo que ser el árbol de la calle quien contestara a mi pregunta: - Se ha apagado el Sol. - ¡Anda! ¿tampoco paga el recibo de la luz? 

El ábol levantó las ramas al cielo mientras murmuraba: - ¡Que cruz tengo contigo, boba de Coria! 

Pascualita, que cada día es más independiente ¡no sé a dónde va a llegar éste bicho!, se plantificó a mi lado, tras los cristales, y adoptó mi postura de "mirar al cielo para ver qué pasa" Luego nos miramos y dije: está nublado. Va a llover. - Ella hizo la señal de OK y vaya si llovió.

He tenido que aclararle a mi jefe (porque no me llega el sueldo para nada) que, aunque el mayordomo inglés existe, está al servicio de mis abuelitos millonetis. Yo, por no tener, no tengo perrito que me ladré. El hombre me miraba con los ojos como platos. Parecía estar procesando lo que le había dicho aunque yo pensaba que le había dado un aire y le di una colleja, made in abuela. La cabeza rebotó dos veces sobre su mesa de despacho y le salieron dos buenos cuernos en la frente pero se espabiló.

Cogió el teléfono y dijo: - Rébajale un cuarto de su sueldo a la boba de Coria... ¡Sí, si, si! Además de la rebaja anterior. Me acabo de enterar que sus abuelos son millonarios.

Hundí la cabeza entre los hombros y salí del despacho arrastrando los pies. Al cerrar la puerta escuché un último comentario: - Tal vez sea buen negocio tirarle los tejos...

 

 

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