lunes, 2 de agosto de 2021

El pez grande.

 - "Nenaaaaaaa... ¿te vienes a la playaaaaaa?" - Sí, pero sin Pascualita. - "!¿Cómo?¡" - Porque se puede escapar y no quiero tener cargo de conciencia y... - "La llevaré yo" - En este caso, que venga. Tu te responsabilizas de ella, al fin y al cabo, quien tiene el asma eres tu. - "Que síiiiiiii..." - y si la sirena se escapa ya no tendrás la cura a mano y... - "¡Que sí, coñe!"

Cuando llegó el rolls royce cogí el termo de los chinos, mi bolsa de playa y bajé  los escalones de casa a toda pastilla. 

Me dirigí a todo correr a la parada del bus, bloqueada por el rolls royce como ya viene siendo tradición, cuando alguien me cogió del brazo y me paró en seco: - ¿A qué vienen éstas prisas, boba de Coria? - ¡Cotilla! y se vino a la playa. Una vez en el coche, le pasé el termo de los chinos a la abuela e, igual que había hecho con mi brazo, cogió la correa del termo ¡y lo tiró por la ventanilla!

- ¡¡¡PERO...!!! - Tanto presumir de cochazo y poderío y sales a la calle con ésta "basura" (amonestó a la abuela) - "¡¡¡FRENA, JODIO INGLES!!!" - La abuela salió corriendo a por su amiga Pascualita que, a punto estuvo de ser arrollada por el autobús, cuyo chófer estaba más enfadado que un mono porque, gracias al bloqueo del rolls, iba con retraso y habría gresca en las distintas paradas.

Una vez en la playa de C'an Pere Antoni, la tranquilidad volvió a reinar a pesar de que la pesada de la Cotilla seguía dándo la vara a la abuela por lucir la birria de termo. 

La abuela y yo entramos en el agua. Estaba bueníiiiiiiiiiiiiisima. Fresca, transparente y... Pascualita quería salir. 

La Cotilla estaba quejosa - ¡Se me ha olvidado el bikini!... ¿Aquí se puede hacer tot less? - ¡Noooo! (le dijimos a coro la abuela y yo) 

Me había puesto las gafas y las aletas y me hacía la ilusión de darle sopas con ondas a la medio sardina, nadando. De repente un gran pez pasó a dos palmos de mi. En un segundo lo escaneé de arriba abajo: dentadura, aleta dorsal, cola así o asá... Tiburón no era pero al reir, uno de sus colmillos brilló. - ¡¡¡RIE!!! ¡Ay madre! ¡Vámonooooooos!

Cuando la abuela se dio por enterada, el pez llevaba un rato dando vueltas alrededor nuestro. La cabeza de Pascualita asomaba mientras levantaba el tapón del termo. Al ver al pez sus mata de algas se puso de punta y se agachó rauda...  ¿Acaso era uno de los pocos comesirenas que quedan en el mundo?. - ¡Corre, abuelaaaaaaa! 

Al llegar a la orilla tuvimos que salvar un desnivel para salir del agua. El gran pez fue directo hacia el termo y entonces, cabreadísima, grité: - ¡¿A qué te arranco la cabeza, saco de espinas?!

 - Nunca he visto un pez tan acoquinado, gracias a mi facilidad con los idiomas








 

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