martes, 8 de marzo de 2022

Día Internacional de la Mujer.

Llamó la abuela. - "Nena, felicidades" - ¿Es mi cumpleaños? - "¿No te dice nada el 8 de marzo?" - ¿Humm... ¿San José? - "¿Será posible que seas tan cazurra? Es el Día Internacional de la Mujer."

La abuela colgó refunfuñando. Que manía tiene con que me tengo que saber todas las fiestas del calendario. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Ay, vengo derrengada de limpiar cepillos de las iglesias... - ¿Ha sacado para invitarme a un chocolate con ensaimada? No me mire así. Hay que celebrar el día de la Mujer. - ¿Qué mujer? ¡Que te invite ella! Y saca el chinchón que vengo seca.

Pascualita salió a la superficie de la garrafa de agua de mar. Y lo hizo puño en alto. En seguida pensé: - Esta sabe algo que yo no sé: .- ¿Está reinvicando algo? - La cristalera habló: Es una sufragista desde sus años de juventud, cuando solo existían peces raros, sirenas y sirenos. Ya entonces ella luchaba por equiparar salarios entre ambos. Cansadas de escuchar discursos paternalistas, se pudieron manos a la obra dándose un atracón de sirenos. Y ese fue el principio del fin que acabaría con su especie.

La camarera del cuadro de la Santa Cena pegó un capón a uno de los comensales cuando éste dijo que cómo van a ganar lo mismo la mujeres que los hombres si solo ponen y quitan la mesa.

Aquello colmó el vaso. Fui a por la escoba y me lié a escobazos contra el bocazas. - ¡Perdón, perdón! (dijo el lumbreras) pero ya le estaba creciendo un chichón con ínfulas de Himalaya. 

De pronto, la voz de Pavarotti llenó mi casa cantando el Brindis de la Traviata. - Pero si este hombre ya caducó (pensé) Mi primer abuelito entró hecho un brazo de mar de lo elegante que iba. A su lado, Pavarotti, más delgado desde la última vez que lo vimos. Con decir que había cambiado el gran pañolón que solía llevar en sus conciertes por un paquetito de kleenex. 

Oyendo aquella voz maravillosa brindamos todos porque la igualdad no sea una utopía.

 

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