viernes, 14 de diciembre de 2018

Siempre pago yo.

Resulta que la pintura amarilla que le puso la abuela a la sirena para hacer de Estrella, no se le va. No puedo mirarla porque me da la risa tonta y si se da cuenta que me río de ella, me atacará la jodía.

La abuela la llena de cremas para ver de solucionar el problema. - ¿Qué problema? Así tiene mejor cara que con su color natural, amarillo-violaceo-verdoso-de ahogado. - "Pues yo tengo un reconcome que no me deja dormir. Pobrecita. Menos mal que no puede verse" - ¿Cómo que no? (dije sin pensar) - Saqué a Pascualita del agua y la alcé para que se mirara en el espejo del aparador.

Fue como si le hubiera picado un grupo de medusas salvajes. Los pelo-algas se le erizaron, la dentadura de tiburón salió hacia afuera y sin que yo pudiera hacer nada para detenerla, saltó hacia el cristal y por poco se mata. Tendremos que cambiarlo porque se ha rajado de arriba abajo.

Mientras yo me preocupaba por el cristal, la abuela lo hacía por Pascualita. - ¡Ya me estás comprando uno! La sirena es tuya ¿no? - "¿Y dónde vive? ¿Y quién la ha puesto delante del espejo, eh, eh, boba de Coria? Así que ya sabes quién lo pagará ¡tu menda!"

A la sirena se salió un chichón que no le cabía en la cabeza. Parecía un melóncito con cola de sardina. ¿Que hubiese dicho Darwin de haberla visto? ¡Que era pariente lejana de otro bicho raro: el ornitorrinco.

Sonó el teléfono, que apenas pude oír debido al alboroto que se había formado en el comedor entre la abuela y yo. Era para ella. En seguida bajó el tono de voz y la dulcificó ¡Menuda actriz se ha perdido el teatro! - "Holaaaaaaaaaa... - Habló un buen rato, mientras yo me comía las uñas pensando que mi aguinaldo se lo llevaría el cristalero.

Cuando colgó, se acercó, zalamera, al melón con escamas y le dió un besito diciéndole: - "La tía Conchi te manda recuerdos, guapita" - ¿Quapita? ¿Eso...?

Ahora somos dos con chichón en la frente. La abuela me tiró un zapato de tacón altísimo que, si me da en un ojo, me deja tuerta... jijijijiiji... aaaayyyyyyy, que dolor y ¡que risa solo de pensar en la extraña pareja que haríamos la sirena fea y la pirata tuerta jijijijijijji! Tomaré más chinchón porque, de momento, el dolor sigue ahí ¿verdad, Pascualita?... ¡hip!

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