jueves, 22 de noviembre de 2018

El torbellino Pascualita.

He ido a la tienda del señor Li y en cuanto me ha visto, me ha echado a la calle. - ¿Por qué? (he preguntado) - A dudado un poco y ha terminado diciendo que no lo sabía pero que era mejor que me mantuviera fuera de allí.

Por lo tanto tiene un vago recuerdo de lo que pasó con Pascualita aunque lo asocia conmigo porque a la sirena no la vio. - (Insistí) Me gustaría invitarlo a comer gambas gordas... - A pesar de la hinchazón exagerada que sigue teniendo, se notó que le cambiaba la cara - ¡¡¡Tu no hablal de gambas goldas. A mi no gustal!!!

Al llegar a casa hablé con la abuela - El pobre le ha cogido manía a las gambas. - "Mejor, así, si un día comemos juntos, habrá más gambas para los demás" - Pobrecito... - "¡Pobrecitos los que comíamos con él, no pillábamos una!" - Eso es cierto...

Pascualita salta en el acuario cada vez que paso cerca de él. ¡Quiere salir a comer por ahí! - ¡No pienso llevarte más conmigo! - Pero ella insiste... de momento ha logrado que piense que también tiene derecho a disfrutar de la vida y me la he llevado a la pescadería del mercado de Pere Garau.

He paseado arriba y abajo de los puestos pero, a pesar de que iba asomada al termo de los chinos, no se ha inmutado ante el pescado muerto hasta que, de repente, ha saltado como una bala sobre un montón de cangrejos vivos y en un santiamén ha montado  una escabechina.

La pescatera se ha puesto a gritar como si le atacara a ella. No sabía qué hacer ni a qué venía el que sus cangrejos perdieran pinzas, patas e incluso, parte de sus caparazones de manera desenfrenada. Y tal como había empezado aquella especie de torbellino, acabó porque la sirena se lanzó hacia el puesto de su derecha donde agonizaban unos hermosos bogavantes y el torbellino empezó de nuevo.

La gente corría como loca para escapar de lo que pensaban que era: - ¡Un atentado! o ¡un ataque terrorista! Los que estaban fueran empujaban a los que salían para entrar a ver qué pasaba. Gracias al tumulto pude coger a Pascualita... agarrada a uno de los bogavantes. Y salí corriendo sin que nadie se percatara de que me iba sin pagar.

Nada más entrar en casa, sudorosa y dispuesta a darme yo sola, un buen atracón porque a Pascualita ya no le cabían en la tripa más crustáceos, llegó la Cotilla - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! Yo pongo la mesa mientras tu lo preparas. - ¿Preparo, qué? - Te he visto. Estaba en la pescadería "limpiando" carteras cuando ha empezado el jaleo... ¿Cómo lo has hecho? - No  he hecho nada - Sé que lo has organizado tú. No puedes engañarme porque soy una profesional. Te propongo asociarte conmigo y... - ¡No, no, no. Yo no soy del gremio de Bárcenas y compañía! - Tu te lo pierdes, egoísta... ¿Comemos o qué?

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