viernes, 2 de noviembre de 2018

Pues... no tenía ni idea.

Mentiría si dijera que esta noche no he oído ruidos en casa pero, como tenía tanto sueño, he preferido pensar que se trataba de una pesadilla y he seguido durmiendo profundamente. Ha sido al despertarme cuando he comprobado que de pesadilla nada. ¡Han entrado ladrones y lo han revuelto todo!

Corrí hasta la comisaría como si estuviera batiendo el récord mundial de velocidad. Sin apenas aire en los pulmones, pregunté por Bedulio que apareció con cara de pocos amigos porque no le gusta que le llamen por su nombre ¿Tengo yo la culpa de que se lo pusieran? No. Así que, ajo y agua.

 El caso es que, al verme, se le cambió la cara. - ¡No voy a ir contigo a ningún sitio! (me avisó de antemano) - ¡Han entrado ladrones en casa! No he tocado la escena del crimen para que no se pierda ni una pista. - ¿A quién han matado? - A nadie... ¿Se han podido cargar a la Cotilla? - Como has dicho "la escena del crimen?... - Es una frase que he sacado de las películas.

- ¿Qué se han llevado? - ¡Y yo que sé!. Está todo revuelto. - ¿Entonces no has mirado si está o no, la Cotilla? - Pues no... ¿Querías que hiciera tu trabajo? ¡¿Para eso te pago?! - Perdona... ¿me pagas? - ¡Con mis impuestos! - ¡Pero si no haces la declaración de la Renta! - ¿Qué culpa tengo de que me paguen poco? La intención es lo que cuenta.

Por más que renegó acabó viniendo conmigo cuando el Jefe se lo ordenó. - Al llegar a casa se puso detrás de mi para entrar. - ¡Cotilla! ¡¡¡COTILLAAAAAAA!!! ... No está. - Miramos en su cuarto por si estuviera asesinada. Pero no había nadie.

A Bedulio le pudo más su olfato policial que el miedo que le daba estar allí. - Fíjate en cómo está esparcido todo: en espiral. Nunca había visto nada así... - Es como si el ladrón diera vueltas en redondo mientras iba tirando cosas... ¿No te despertó el ruido? - No le eché cuentas...

Las puertas de la calle y el balcón estaban cerradas por dentro. Y no había ninguna ventana abierta, así que... quien había hecho ese estropicio estaba dentro de casa. Ni siquiera pudo entrar a través del árbol de la calle...

De repente, Bedulio empezó a temblar, perdió el color del rostro, los labios se le pusieron lívidos, los ojos como platos y empezó a caminar hacia atrás. - ¿Quiéres chinchón? (me empezaba a preocupar) - ¡Quiero irme! - ¿Ya sabes quién ha hecho esto? - ¡¡¡SI. y ESTÁ AQUÍ!!! .

Miré en torno mío. Yo también empezaba a asustarme... - Cogiendo aire, el Municipal gritó: - ¡¡¡TU PRIMER ABUELITOOOOOOO!!! - Y salió escopeteado escaleras abajo.

Un leve chapoteo llamó mi atención. Pascualita se subió al borde del acuario. - ¿Te ha visto Bedulio? - Hizo la señal de OK. Y entendí el susto que se llevó porque la sirena seguía llevando el maquillaje mortuorio que le había puesto la abuela.

Estábamos riendo y brindando con chinchón a la salud mental del Municipal cuando entró la Cotilla y tuve que lanzar a Pascualita de vuelta al acuario. Un lanzamiento no del todo limpio porque, antes de rebotar y caer en el agua, la estrellé contra el espejo del aparador.

La vecina preguntó: - ¿Ya te has calmado? Hay que ver la que has liado ésta noche. No sabía que eras sonámbula, boba de Coria. ¡Solo te faltaba eso! ¿A ver cómo vas a encontrar novio ahora para hacerle un bisnieto a tu abuela?

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