jueves, 1 de noviembre de 2018

Estoy de monstruos de ficción ¡hasta aquí!

¡Que ganas tengo de que pasen éstas fiestas!  La abuela ha vestido a Pascualita de Doña Inés y ella iba de Don Juan Tenorio. - "¿A qué está monísima?" - Huy sí pero... aunque la mona se vista de seda, mona se queda ¡¿Qué pasa?! (salí corriendo para evitar uno de sus famosos pescozones)

Esto ha pasado esta tarde. Tenía que ensayar para la representación de ésta noche en El Funeral en la que ella será Doña Inés y Paco Crespo (uno de los habituales de la cafetería) Don Juan. Por lo visto no le hace ninguna gracia a Andresito... - ¿Por qué, abuela? - "Porque tu abuelito es tonto de remate. Cree que Paco me está tirando los tejos... cosa que es verdad y me gusta pero, de eso a irme con él hay una distancia como de aquí al sol" - Veo que sigues muy enamorada de Andresito... (me emocioné) - "Naturalmente. Mi marido tiene mucho más dinero que Paco" - ¡Abuela!

Ver a Pascualita vestida de monja es todo un poema. - ¿No tendría que ir de Don Juan ella? - "Si, pero me llevaba más tiempo hacerle el traje". - Y se puso a declarar su amor al canalla de Don Juan mientras la sirena, incómoda, tiraba de la toca que le orlaba la cara.

No se me ocurrió otra cosa que ponerle un espejo delante para que se "admirara" y fue peor el remedio que la enfermedad porque ¡se asustó! cosa que no me extraña. Saltó del frutero al espejo, que solté inmediatamente para evitar males mayores.

- "¡¿Has visto la que has liado?! Así no hay quién ensaye" - Y se levantó para irse. - ¡Primero quitale el hábito a la medio sardina esa! - "Lo tienes claro" - Y me dejó sola ante el peligro... Lo combatí mostrándo a la sirena una botella de chichón.

Esta mañana ya he tenido un mal despertar. Al abrir los ojos tenía delante de mi a un diminuto ser, con ojeras hasta la cintura, rostro demacrado y cuerpo cubierto de sangre que manaba de un costado con una herida abierta de la que colgaba un riñón. De repente el pequeño monstruíto cayó sobre mi y grité con toda la potencia de mis pulmones. Pronto sonó el timbre de la puerta. Varios vecinos estaban en el rellano_ - ¡Es fiesta y queremos dormiiiiiiiir, imbécil!

La abuela, escondida en el cuarto de baño, se lo pasaba en grande. Pascualita no tanto. La había despertado para ponerle el disfraz asqueroso. Además le había pintado los labios de rojo sangre, las ojeras y unos colmillos enormes que parecían asomar de su boca ¡Como si no tuviese dientes la tía!

Entré en el baño porque a causa de los sustos se me estaba escapando el pipí. Sentada en el váter intenté relajarme respirando despacito. Y cuando lo estaba logrando ¡¡¡la madre de Psicósis salió por la mampara de la ducha, cuchillo en mano!!! 

No necesito disfrazarme porque tengo los nervios en tensión, ojeras profundas, risa siniestra, ojos desorbitados, tembleque de articulaciones y no sé cuantas cosas más... Los de El Funeral, donde he ido a ver la representación teatral, me han dado el premio al Mejor Disfraz, sin comerlo ni beberlo.

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