viernes, 16 de noviembre de 2018

Visitando una vida anterior.

La abuela ha venido toda emperifollada y eso que estábamos a media mañana. - ¿Vas a El Funeral a éstas horas? - "No. Vengo para que veas como fui en una de mis vidas pasadas" - ¿Perdona? ... ¿De qué vas? - "De Reina de Egipto" -

Efectivamente, el disfráz daba el pego. Incluso el maquillaje estaba muy de acuerdo con los modelos que salen en las paredes de las tumbas antiguas. - ¿Han cambia la fecha del Carnaval? Me parece bien porque ahora no hace tanto frío como en febrero y la gente puede ir más destapada... - "¿Tú me escuchas cuándo te hablo o te vas de viaje astral a la antípodas, boba de Coria? ¡Así iba yo de guapísima y elegantísima en aquella remota vida en la que fui indiscutible Reina del país del Nilo" - ¿Y cómo lo sabes? - "Porque lo he soñado. Tan claro como te estoy viendo a ti. Ha sido maravilloso ¡Yo fui Nefertiti. La más bella reina de Egipto!" - ¡Jopé! Como te has puesto por un simple sueño.

Se había puesto un vestido de lino transparente, un hermoso pectoral de bisutería fina con la figura de la serpiente y el buitre. La típica corona con la que se representa a Nefertiti. Pulseras de oro en brazos y tobillos, sandalias imitando las de oro de las grandes festividades y un porte altivo que no le había visto nunca salvo cuando va borracha de chinchón. 

Cuando ha salido camino del rolls royce que la esperaba, mal aparcado como siempre en la parada del bus, la gente que se cruzaba con ella le hacía reverencias ¡Me he quedado a cuadros! Incluso Geoooorge se ha puesto a cuatro patas ante la puerta abierta del coche. Ella se ha subido a su espalda, como si pisara una banqueta, y ha entrado como una auténtica reina mientras el mayordomo cerraba la puerta con delicadeza.

Mientras me repantingaba en el sofá para dormir la siesta, pensé que sería bonito soñar con una de mis vidas anteriores. Si mi abuela fue Nefertiti yo sería princesa real. Y me dormí con la sonrisa en los labios, a la espera de hermosos sueños.

Me vi paseando a orillas del Nilo, trajinando un cántaro lleno de agua sobre la cabeza que me dejaba la espalda baldada. Ese dolor no fue nada comparado con el que sentí cuando un pequeño bicho se llevó el dedo gordo de mi pie derecho. ¡Vi, perfectamente, que era Pascualita y me había atacado! ¿Qué hacía metida en el agua dulce y sin morirse, la medio sardina?

Corrí entre las plantas de papiro mientras cocodrilos e hipopótamos intentaban alcanzarme. Al llegar al palacio del faraón alguien me gritó: - ¿Dónde esta el cántaro? - ¡Una pequeña sirena se ha comido mi dedo gordo! - ¡No me vengas con excusas! ¡Si la has roto te la descontaré de la paga! - ¡No me hables así! ¡Soy la nieta de Nefertiti! - Un coro de risas me despertó Y mientras volvía a la realidad escuché decir: - ¡Que mal le sienta la cerveza a la esclava boba de Coria!


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