jueves, 15 de noviembre de 2018

Pascualita se divierte.

Geooorge, por fin, se ha ido. Que hartura de hombre. Todo el día enfadado por cualquier cosa. Por ejemplo, no consentía que me riera de él. - ¡Si tu te vieras te partirías de risa! Agamos una prueba. Camina delante del espejo... jajajajaja - ¡¡¡TU LOCAAAAAAAA!!! Yo llamar a madame (lloriqueó)

Un rato después llegó el rolls royce conducido por Andresito que subió a casa para ayudar a su mayordomo. Cuando salieron camino del ascensor me fije que los hombros del abuelito se agitaban y cuando volvió la cara hacia mi y vi sus ojos arrasados de lágrimas por tener que aguantarse la risa no me pude contener y ambos soltamos la carcajada.

La abuela me llamó, entre risas contenidas, para hacerme saber que habían llegado bien y que, lo primero que hizo Geoooorge fue ponerme una denuncia. - ¿A mi? ¿Por qué? - "Por intento de homicidio" - Pero si no le he hecho nada... - "Dice que cuando llegó a tu casa no andaba jijijijiji... así. El meollo del misterio está en tu casa" - Fue cosa de Pascualita. - "Lo sé, pero no podemos decirlo"

La denuncia siguió su curso y Bedulio llamó a mi puerta. Estaba hecho un manojo de nervios. - ¡No puedo con éstas cosas! ¿Es brujería? - ¿El qué? - Lo que le ha pasado a Geoooorge...  - Le habrá picado un mosquito tigre... - Más bien un tigre de Bengala. - Y dio la casualidad que se hinchó todo al llegar aquí. - El habla de chorritos de agua. - Estará borracho.

Bedulio fue incapáz de entrar. Todo se habló en el rellano de la escalera, aunque la conversación no fue muy larga porque, en cuanto escuchó el ¡CHAF! que hizo Pascualita al tirarse en bomba en el acuario, salió por pies y desapareció del mapa. Ni siquiera lo han visto en su trabajo.

He tenido que ponerme seria con la sirena. - ¡No puedes tirar agua envenenada a la gente! Me cuesta una botella de chinchón cada vez para que entren en coma etílico y no recuerden nada al despertar. - Pero a éste bicho las cosas le entran por un oído y salen por el otro. Por lo visto le parece muy gracioso lo que hace y me paso el día con la fregona en la mano.

Al final la he amenazado con llevarla a la tienda del señor Li para que se la coma como si fuera una gamba gorda. Y así lo he hecho en cuanto ha vuelto a tirarme agua. Metida en el termo de los chinos hemos llegado a la tienda. El termo estaba abierto. No pensé que Pascualita fuera tan arriesgada pero, chino que veía, chino al que "bautizaba. Los pobres salián corriendo, llorando, gritando, quejándose de dolor. Aquello era un galimatías.

El señor Li salió al oír los gritos, se plantó ante mi y me dijo: - ¿Qué sel que pasal aquí?  ¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyyyy!!! - Fue el último en recibir el chorrito y ahora no ve. El agua le cayó entre los ojos, ya de por si oblícuos y ahora están "enterrados" bajo una enorme hinchazón... Al salir me ha parecido entender algo así como... ¡¡¡Tu molil, pol Confucioooooooooo!!!



No hay comentarios:

Publicar un comentario