martes, 13 de noviembre de 2018

Pascualita está "graciosa"

Andresito se niega en rotundo a volver a mi casa y la abuela está segura de que la culpa es mía. - "¿Qué le has hecho?" - ¡Nada! - "¡Mentirosa! Ya me enteraré y te pondré las peras a cuarto." - ¡Y dale! No le he hecho nada.

Cuando a la abuela se le mete algo entre ceja y ceja, es difícil que se baje del burro. Lo mejor será hablar con el abuelito para que me aclare el misterio. Lo malo es que no quiere ponerse al teléfono...

Sé que sale todos los días a dar un pequeño paseo por los alrededores de su casa y le he salido al encuentro. Al verme ha puesto cara de espanto - ¡No, no, nooooooo te asustes! Te invito a desayunar y me cuentas qué te pasa. - Me costó un poco convencerlo porque se emperraba en que me reiría de él.

Sentados ante dos humeantes cafés con leche y ensaimadas, bajo los árboles de la plaza de Santa Eulalia, esperé a que se decidiera a hablar. - ... Algo... o alguien... No sé... me tira agua en tu casa. - Tragué saliva. Y poniendo la voz más inocente de mi repertorio, dije: - ¿No será cosa de la Cotilla, abuelito? - No... - Mira que es más rara que un perro verde. - No es ella... porque cuando ha ocurrido eso, ella no estaba... - Se quedó con una llave de mi casa... - No insistas. No es cosa de ella. - Perdona pero ¿no serán figuraciones tuyas?

Se levantó de un brinco y todo lo que había en la mesa se estrelló contra el suelo. - ¡¡¡SABIA QUE NO ME CREERIAS!!! - Y se fue corriendo como alma que lleva el diablo. - ¡¡¡ABUELITOOOOO!!! (grité) Y como por arte de magia, el camarero apareció junto a mi. - No se haga la longui y pague la consumición. - Si no hemos tomado nada (protesté) - Entonces cogió la factura y sacando la punta de la lengua, anotó algo. - ¿Qué hace? - Añadir el estropicio. -  El jodío camarero, se lució añadiendo extras.

Corrí a mi casa y entré como un huracán hasta el comedor donde Pascualita, nadando tranquilamente en el acuario, ni se inmutó al verme. - ¡¿Quién te manda tirarle agua al abuelito, sardina de las narices?! ¡Por tu culpa voy a quedarme sin la Torre del Paseo Marítimo! - Por toda respuesta la sirena me lanzó un chorrito de agua envenenada que pude evitar haciendo un quiebro de cintura, con la gracia y salero que me caracteriza. - ¡¡¡TE VOY A FREIR CON PIMIENTOS!!!

Y entonces escuché: - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿Con quién discutes, boba de Coria? - ¡¡¡CON NADIE!!! - Estás peor de lo que suponía... ¡Aaaayyyyyyy! Me ha caído un chorrito de agua en la nuca... - Es mi primer abuelito que hoy tiene el día "gracioso" (dije sin pensar. Pero la Cotilla salió por pies de mi casa)

La sirena debe encontrar muy graciosa nuestra reacción ante sus chorritos y no ha parado en todo el día de lanzarlos. Incluso a los pájaros del árbol de la calle. A los que ha pillado despistados es fácil verlos por la enorme hinchazón que presentan en la parte del cuerpo que ha recibido el agua.

A media mañana vino Geooorge a recoger las cosas del abuelito que dejó en casa. Al pasar cerca del acuario recibió un chorrito a traición que fue a caer, justo, entre sus piernas. Y aquí lo tengo. Hinchadísimo. Sin poder cerrar las piernas ni sentarse bien. Dolorido y borracho de chinchón. ¡Que cruz tengo con la sirena de las narices!

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