lunes, 12 de noviembre de 2018

Andresito está neurasténico.

El fraile Paco, cuya única misión en la vida es señalar con un puntero el tiempo que hará, se ha vuelto ácrata y señala lo que le sale de los... bajos del hábito. Y me tiene desconcertada porque no hago caso de lo que digan los Hombres y Mujeres del Tiempo, que son legión, sino del fraile Paco que para eso está en mi casa y le quito el polvo de vez en cuando.

Lo miro pero como de pasada. No quiero que se le suban los humos a la cabeza, que bastante subidos los tiene ya bajo la capucha y siempre marca: LLUVIA. No sé por qué. Tal vez le ha dado un aire y se ha quedado pallá. También puede ser que se esté haciendo el interesante.

El caso es que, cada vez le hago menos caso pero siempre tengo el paraguas a mano por si acaso.

Este mediodía, he salido al balcón con Pascualita. Hacía un sol esplendoroso, veraniego. Me he sentado en una hamaca, en bikini, bien embadurnada de crema solar y sin separarme del paraguas. Pascualita tampoco se ha librado de la crema que luego se pone roja como una gamba. La he colocado sobre mi barriga y casi de inmediato, nos hemos dormido.

Me ha despertado un aplauso prolongado que mis fans me dedicaban en el Auditorium de Palma, repleto de entendidos en música clásica. A mi alrededor, en el escenario, se iban colocando los ramos de flores que no paraban de llegar. ¡Un triunfo sin igual en mi carrera de cantante lírica! Montserrat Caballé ya tiene quién la sustituya.

Dejé de contar las veces que tuve que salir a saludar mientras el público, de pie, seguía aplaudiendo sin descanso. Pascualita, asomada a mi escote, agitaba las manitas y hacía el signo de OK con sus dedos palmeados ¡Que apoteósis!

Me tiraban rosas, claveles, gladiolos, piedras... - ¡Aaaaayyyyyyyyyyy! ¡Salvajes! - Me levanté de un salto y quedé desconcertada... ¿Dónde estaba el escenario?... ¿Y Pascualita?

La pobre había salido disparada y ahora colgaba de una rama del árbol de la calle. De abajo me llegaban silbidos de admiración, gritos de ¡Tía buenaaaaa! y otros subidos de tono. El tráfico se había parado debido al mal aparcamiento de Geooorge que acababa de llegar con el rolls royce.

Andresito tiró de mi y acabé en el comedor con una manta por encima. - ¡Si te ha visto algún periodista estoy hundido! ¿Por qué sales desnuda al balcón? - ¡Voy en bikini y estoy en mi casa! Lo que no sé es qué ha pasado con el Auditorium... - Villarejo habla de Esperanza Aguirre... - ¡¿Y a mi que me cuentas?! - ¡Dentro de poco hablará de mi! - Ay, abuelito. Estás neurasténico.

Corrí a por la fregona y así pude subir a la sirena, agarrándose a ella. Estaba furiosa y sacaba la dentadura de  tiburón a pasear. Llamaron a la puerta y, despistada, abrí con Pascualita en la mano. - ¡Soy periodista de...! (fue lo único que dijo porque le tiré la sirena a la cara) ¡¡¡AAAAAYYYYYYYYYYYYYYYY!!!

Cuando se le pasen los dolores y las hinchazones, ya tiene tema para una próxima investigación periodística.



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