martes, 10 de mayo de 2022

Quien no se conforma...

La abuela ha venido a buscar a Andresito acompañada de la Momia. Ambas tenían sus razones para visitarme y ninguna tenía que ver conmigo. La primera porque no se acostumbra a no tener a nadie en la cama a quién poner sus pies fríos en la espalda. Es así de jodía. Y la segunda, para aprovechar la visita y ver a su amor platónico: mi primer abuelito. Es caso es que nadie venía a verme a mi.

Cuando la abuela le dijo a Andresito que lo echaba mucho de menos en la cama el hombre se hinchó como un globo aerostático. La testosterona le salía por las orejas y se creía el Macho Alfa de la manada. Incluso le dijo a su mujer: - Vamos a tu antiguo cuarto... - "¿Para qué?" (se extrañó ella) - ¿Para qué va a ser, mujer? Para recordar tiempos pasados...

- ¡Avemariapurísismaaaaaaaa! (como si lo hubiese escuchado, la Cotilla entró en casa a paso de carga y poniéndose delante de la puerta de "su" cuarto gritó: - ¡No pasaréis! - Cosa que bajó unos puntos la euforia de Andresito.

Por su parte, la Momia no quitaba ojo a la lámpara del comedor. Se la veía disgustada porque su amor platónico no aparecía, cosa que no dejaba de extrañarme. Menos mal que la cristalera del balcón me pistó: - ¡Ptsss! Está en el árbol de la calle. 

Efectivamente, más bonito que un San Luis, con un nuevo sudario psicodélico, reluciente de lucecitas que mandaban destellos, que además cantaban diciendo: - ¡Ven y ven y ven...! - a cada movimiento de mi primer abuelito que esperaba a su amor flotando sobre la copa del árbol. Cuando acompañé a mi bisabuelastra al balcón a punto estuvo de irse al Otro Barrio de la emoción que sintió al ver toda aquella puesta en escena que sabía que era para ella.

No puedo contar nada más porque la Prudencia (que aparece cuando menos lo esperas) me aconsejó dejar a la feliz pareja en la más absoluta intimidad.

Tres horas después caí en un coma etílico porque la Envidia Puñetera (¡otra que tal baila!) hizo que bebiera hasta la última gota (ni para Pascualita hubo) de una nueva botella de chinchón... Menos mal que, cuando desperté, el médico más potable de Urgencias tenía sus ojazos morunos sobre mi...


 

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