domingo, 22 de mayo de 2022

Conversaciones de besugos.

Llamaron a la puerta. En el rellano estaba Badulio con un montón de ramas pequeñas del árbol de la calle, en las manos. - ¿Este ramo es para mi? (pregunté mientras se me alegraban las pajarillas) - Sí. Y la multa por tirar basura a la calle, también.

Así ha empezado la mañana en casa, con una discusión. - ¡No he tirado nada! Es cosa del árbol. - ¿Estás dándole la culpa a un tronco con hojas, de ensuciar la acera? - Seguramente... eso es lo que... quiero decir... Es que hablas tan rápido que tengo que repensar lo que has dicho. - Lo que pasa es que no eres capaz de reconocer tus faltas. - De momento no he tenido ninguna así que no hay bisnieto a la vista.

Los ojos del Municipal empezaron un extraño baile dentro de sus cuencas. - ¿ De qué ... hablamos si puede saberse? - De cosas de mujeres. - ¡¿Por qué?! (la voz le salió chillona) - Porque me has preguntado por mis faltas, a las que no reconozco porque soy como un reloj suizo. La regla me viene cuando toca y... - ¿Cómo hemos pasado de hablar de ramas que ensucian la acera a las faltas de tu... eso? - A las NO FALTAS, querrás decir ¡Si es que me lías!

- ¿YOOOO?  (un lagrimòn como un puño resbaló por su mejilla) ¡Ahora mismo voy a pedir la baja por enfermedad mental! - Al dar media vuelta se le cayeron las ramas al suelo y bajó las escaleras de cuatro en cuatro. No tuve más remedio que salir al balcón a contar a los cuatro vientos que quisieron escucharme, que el Municipal había despreciado un regalo del árbol de la calle.

El árbol se encampanó ante tamaña afrenta y dijo: - ¡¿No quieres arroz?! pues ¡¡¡TOMA, TRES PLATOS!!! -  Y sobre Bedulio cayó una cascada de ramas y hojitas hasta conseguir una pirámide vegetal, sobre la acera, con "momia" y todo.

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