jueves, 5 de mayo de 2022

Cambio de look.

Hice feliz a la escoba cogiéndola para barrer toda la casa que, con el cuento de considerar a las bolas de polvo como seres vivos e inteligentes solo porque hablan y razonan, se habían amontonado tantas bajo los muebles que, de haber sido una comercianta como la Cotilla, las hubiese vendido a peso y ganado unos euritos. Pero no sirvo para los negocios así que las barrí, llené el recogedor con ellas y las tiré por el balcón con la intención de rellenar un poco el alcorque del árbol de la calle. 

En ese momento, el árbol canta a pleno pulmón: ¡Madre, que será lo que tiene el negrooooo! - ¿Estás contento por algo en particular? (pregunté) - Sí. Van a cambiarme el look. Solo espero que el estilista de éste año sea un artista de la poda y me deje un aspecto juvenil y desenfadado.

En la acera, los podadores levantaban el puño hacia mi balcón, enfadados porque no todas las bolas de polvo habían caído en el alcorque...-  ¿Acaso les dije yo que se pusieran ahí? Podrían haberlo hecho tres pasos más allá. La gente de hoy en día parece que se levantan con el pie izquierdo. ¡Que mal humor, por favor!

Durante un buen rato escuché el ruido de las sierras mecánicas podando. Cogí a Pascualita cuando, al pasar por el comedor, levantó sus bracitos blancuzcos para que la llevara conmigo y nos asomamos a ver qué tal iba la "transformación" Y vaya, no estaba mal del todo aunque no era muy actual: me recordó al tupé de Elvis Presley.

Cuando, más tarde, se lo dije, se puso más contento que unas Pascuas. - ¡Me parezco al Rey! ¡¡¡SOY EL REY!!! - Y se puso a cantar el Rock de la Cárcel a grito pelado, como si le fuera la vida en ello. 

Era I.N.S.O.P.O.R.T.A.B.L.E. Tanto es así que Pascualita, con los nervios echos cisco, mordió lo que tenía más a mano: mi mano derecha... Ahora me llega al suelo y si la subo a la cabeza me sirve de parasol... Ay, quien no se conforma es porque no quiere.


 

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