lunes, 23 de noviembre de 2020

Que suerte tienen algunas.

 Menudo vendaval está barriendo la ciudad. Las pocas plantas bajas del barrio están perdiendo tejas y caen convertidas en bombas contra el suelo.

Las ramas del árbol de la calle se balancean como la Momia cuando baila samba con los cubanitos-culito-respingones. Pero la música, bramidos furiosos que ya me dirás tú a santo de qué viene porque, ni el árbol ni yo le hemos hecho nada al puñetero viento. Y no me he callado. Asomada al balcón, cambiando de peinado a velocidad de vértigo, le he gritado cuatro verdades para que vea que no me chupo el dedo... Pero, con tanto escándalo ni yo me oía, salvo: - ¡¡¡... que te zurzan, jodío!!!

Esto fue lo escucho Bedulio, que pasaba bajo mi balcón agarrándose dónde podía, porque en ese momento el viento se tomó un respiro.

¡Huuuuy, lo que me dijo el Municipaaaaal! Lo he deducido por los gestos y lo peor ha sido que me ha dado la risa tonta mientras, por señas, le explicaba que estaba hablando con el viento. En esas estaba cuando volvió a soplar con redoblada furia y ante mis narices se llevó, volando, a mi primer abuelito. - Telepáticamente le escuché gritar: - ¡Prepárate, Momiaaaa, cariñooooooooo, que vengoooooooooooooo.


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