lunes, 2 de noviembre de 2020

Noche familiar.

 Tengo unas ojeras que me llegan a los pies. Soy pura ojera. Cuando me he asomado al acuario Pasualita me ha sacado los dientes y ha saltado hasta la ventana que da al árbol de la calle, asustada de mi aspecto. - ¡Qué soy yo, pardala! - Con el siguiente salto se adentró entre las ramas y allí se quedó.

Tampoco a Pepe el jibarizado le ha gustado mi cara. En cuanto su ojo-catalejo me ha visto ha empezado a gritar: - OOOOOOOOOOOOOOO  y no ha habido forma de que se callara. ¿Tan mal estoy? (pensé) Al abrir la puerta del baño hay que enfrentarse al espejo que está delante. - ¡AAAAAAAAAAAAAAAAH! (grité) 

Sentada en la cocina, apuré tres copitas de chinchón para darme ánimos y volver a mirarme. No estaba horrible sino, lo siguiente. Así no podía salir a la calle. 

Sonó el teléfono. Era la abuela. - "Nena... ¿quién es ese adefesio?" - Soy yo... - "¿No estarás así por la fiesta de El Funeral, verdad?" - Algo de ello hay pero, la verdadera fiesta estaba en mi casa. Por cierto, no os preocupéis por la Momia.  Duerme, tan ricamente, abrazada a su... estooo ... - "¿A qué? ¿A la rana Gustavo?" - Sí. - (no me atreví a decirle que estaba encamada con el espíritu juguetón de mi primer abuelito)

- "Montas una fiesta y no me llamas ¿te parece bonito?" - Es que me pilló de sorpresa. - "¿Quiénes eran los invitados?" - Una retahíla de familiares... - "¿Nuestros?... ¡No me digas! ¿Vinieron a la luz de las velas?" - Sí - "Jajajajajajajajaja ¡No me extraña que estés tan deslucida!  Anda que no les gustaba la jarana a ésta gente. Lo sé por experiencia"

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