domingo, 22 de noviembre de 2020

Flotando como el abuelito.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! He llamado a tu abuela para que venga a sacarte de la nube en la que estás metida desde hace unos días. ¡A saber lo que has fumado, boba de Coria!

El rolls royce levantó una oleada de pitos y protestas cuando Geoooorge aparcó, como es costumbre, en la parada del bus por orden de la abuela que es muy suya y se cabreó muchísimo cuando, al ir a sacarse la tarjeta Ciudadana, creyendo ella que los viajes en autobús serían gratis debido a su edad, el empleado del mostrador le dijo que naranjas de la China: - Con lo que declara a Hacienda, le corresponde pagar 0,30 céntimos el viaje.

¡Madre, la que montó! Que si ella había sido una proletaria toda su vida laboral. Que qué tenía que ver que estuviese casada con un millonario. ¡Que a ver si paso detrás del mostrador y vas a saber lo que vale un peine...! Al final la echaron con cajas destempladas. - ¡Mi marido os pondrá firmes! (gritó al personal cuando salía por la puerta donde Andresito, con los colores del arcoíris reflejados en el rostro, se escondía detrás de Geooorge porque, ya se sabe que un mayordomo inglés aguanta, impertérrito, cualquier chaparrón.

Así que la abuela juró que se iban a acordar de ella hasta el día del Juício Final.

Media hora y varias copas de chinchón on the rocks más tarde, las dos amigas seguían intentando saber qué me pasaba, por qué no paraba de suspirar escandalosamente ni de mover las pestañas cual abanico andalúz.

Solo mi primer abuelito estaba al cabo de la calle del mensaje que  había recibido días atrás. Y como los fantasmas no hablan, sobre todo los que son abuelos, disfrutaba de la situación mientras las dos amigas se devanaban los sesos hablando de sexo. - "¿Has conocido a quién te hará a mi bisnieto?" - Yo me limitaba a decir: Frío, frío - mientras un hilillo de baba me caía por la comisura de la boca.

Cuando se fueron, una enfadada por no haber dado en el clavo y la otra pidiéndome: - De eso que has fumado. Y ésta noche en el trapicheo, me forro. - coloqué a Pascualita y a Pepe el jibarizado sobre el frutero de la cocina y leí el mensaje, una vez más, que me mandó Alfons Sart: UN MAESTRO: "Un maravilloso texto de Isabel Jiménez-Bravo, en la línea del mejor surrealismo hispano como el de José Luís Cuerda en Amanece que no es poco. Y otros." ¡Gracias, Alfons!


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