domingo, 8 de noviembre de 2020

49 AÑOS DE CASADA.

El desayuno es un momento muy importante del día, por eso me gusta hacerlo junto con Pepe el jibarizado aunque no coma nada, y Pascualita que, por mucho que se lo he dicho y repetido, es incapáz de estarse quieta. Tiene que saltar dentro de su taza de cola cao como si le fuera la vida en ello. - ¡Un día te sentará mal el poco cola cao que tomas, animal de bellota!            

Mi primer abuelito hace ya un tiempo que también se junta con nosotros y me sale tan barato como Pepe, uno porque no tiene nada dentro de la cabeza, literalmente y el otro porque es un fantasma. 

Y así, reunidos todos los de casa, me gusta contarles cosas como, por ejemplo: - Me ha llamado la abuela para decirme que hoy celebra sus bodas, casi, de oro. - El único que dió señales de vida (es un decir) fue mi primer abuelito. Desvió su atención de la sirena a mi.

- Ella dice que, si junta el tiempo de vuestro matrimonio, más lo que lleva casada con Andresito, hacen 49 años. Y, naturalmente, quiere un regalo. Le he razonado que esas cuentas no se llevan así y me ha llamado ¡tacaña! ¡avariciosa! ¡mala nieta!... ¡Pascualita, para ya, coooooñe!

- ¿Qué puedo hacer, abuelito? - Telepáticamente me llegó su respuesta. - Tu abuela tiene razón porque si yo junto mi matrimonio con ella más el tiempo que llevo de ánima errante ¡también cumplo hoy 49! - ¡No vale. Tu estás muerto! - ¡Exacto "ESTOY" Por lo tanto, cumplo esos años ¡Y QUIERO UN REGALO, TACAÑA!

- ¡Avemariapuerísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿adónde vas tan deprisa, boba de Coria? - ¡A contar los frailes, Cotilla!

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