viernes, 20 de noviembre de 2020

Nuevos vecinos.

 Los vecinos se quejan del ruído que forman los del 4º piso. Me he quedado de piedra. - Pero si allí no hay nadie. La Cotilla vive en mi casa. - ¡Pues serán okupas. Y no mudos! 

Pascualita, subida en el borde de la pecera, me veía ir arriba y abajo del comedor. De vez en cuando me escupía buchitos de agua envenenada pero mis quiebros son de lo más artísticos y no me da ninguno. Tan absorta estaba en evitarlos que no oí entrar a la Cotilla, por eso, cuando saludó como es costumbre. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! pegué tal salto que di con la cabeza contra mi primer abuelito que estaba subido a la lámpara y lo estampé contra el techo. 

- ¡Jopé, Cotilla! con usted no gano para sustos... ¿Ha visto algún vecino? - No. - ¡Pues a mi siempre me encuentran! - Porque ibas para monja de clausura y te quedaste a la mitad. - Dicen que tiene okupas en su casa. ¡Normal! Se pasa la vida en la mía.

- ¿Okupas? Que raro. Los inquilinos no me ha comentado nada. - ¿Ha alquilado el piso? ¡Pues ya me está dando un tanto por aguantarla, darle de comer y domir! - ¡¿Ves como eres una egoísta?! Sabes que soy una pobre jubilada que no llega a fin de mes y... ¡snif!... - Dicen que hacen mucho ruído. - ¡Pero si son gente culta, agradable, alegre... Con decirte que trabajan en un circo!

 Un toque de clarín cortó el aire y mi primer abuelito se puso más firme que una vela e hizo el salud militar. - ¡¿Qué ha sido eso?! (pregunté alarmada) - La vecina dijo - ¡Van a abrir el toril! - ¿Hay toros? -  ¡Y leones! - ¡La madre que la parió, Cotilla! 

La llamada insistente a la puerta no auguraba nada bueno. - ¡Abra usted! - ¿Encima que voy a pagarte? ¡Lo tienes claro, boba de Coria!

Era la vecina del tercero. Temblaba como hoja en la tormenta. - Vengo... a bus...car a mi ma...rido. - Aquí no está... - ¡Sí! Al toque de cla... rín ha saltado al patio ... de luces ¡Es mompeller! ... ¡¡¡BUUUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!



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