miércoles, 18 de noviembre de 2020

Nunca llueve a gusto de todos.

 Los abuelitos se han instalado en casa para poder escuchar, a todas horas, las canciones del árbol de la calle. Lo han hecho sin pedirme auxilio familiar ni nada. Por la patilla.

Cuando las baladas son muy románticas, Andresito babea pegadito a su mujer que se deja querer. Y es entonces cuando  mi primer abuelito me hincha la cabeza con sus ataques de celos. Nuestra comunicación telepática evita que nos oigan los demás... a pesar de que, a veces, se me quedan mirando boquiabiertos... - ¿Qué pasa? - "Eso digo yo. ¿Hablas con alguien?" - Aún no me he vuelto majareta, abuela. - "Pues no parece que te falte mucho."

Pascualita tiene un estado ánimo contradictorio: por un lado está feliz de tener cerca a su amiga del alma. La abuela la mima en cuanto tiene ocasión, que es menos de lo que la sirena quisiera porque siempre hay moros en la costa: el abuelito, la Cotilla y el mayordomo inglés.

Cada vez son menos las personas que vienen a escuchar cantar al árbol porque ha logrado que su voz se escuche en todo el barrio aunque con un tono mesurado. También los gorriones han dejado de alborotar. Han llegado a un entente con el cantante imponiendo su horario. El árbol canta Las Mañanitas para despertarlos... a la hora que se despiertan normalmente. Y una nana, Duérmete niño, a la hora en que se van a dormir. Ambas horas son muy tempranas para las personas.

La consecuencia es que, no solo los gorriones y demás aves, se duermen plácidamente, las personas también. A las siete de la tarde ya no hay nadie despierto en el barrio. 

Y han empezado las quejas de los sectores afectados: los comercios de todo tipo. Las personas que trabajan lejos del barrio que, al volver, lo encuentran todo cerrado, en silencio y escuchan los ronquidos apacibles de los durmientes, se sienten solos y abandonados por los suyos.

El resultado y capitaneado por la Cotilla que se encuentra este panorama cuando regresa de sus trapicheos nocturnos, es una protesta, diurna, en la que se pide volver a la normalidad ¡y talar el árbol de la calle! ¿Qué dirá ahora el Alcalde? ... 


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