lunes, 15 de enero de 2024

PASCUALITA Y SUS CELOS.

 - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Nena, un hombre pregunta por ti ¿qué raro, no? - ¿Quién es, Cotilla? - Uno que se habrá equivocado.

Corrí a la puerta y en efecto, en el rellano había un hombre, el más guapo que ha parido madre. Efectivamente, debía haberse equivocado. - Hale pues... (e intenté cerrar la puerta pero, la maravilla pública número uno, puso un pie para impedirlo) - ¿Es usted la Nena? - Sí... - Yo soy Alejandro Magno. - Me lo imaginaba... (Olía a Varón Dandy ¡con lo que me pone a mi ese olor!) - He venido a invitarla a dar un paseo con Bucéfalo... - ¡Vaya! ya me parecía a mi. ¿Por qué no invita a una yegua?

Una risa fresca, cascabelera y pegadiza salió de su garganta: - ¡Dios mio, que arte tiene, señorita! Bucéfalo es mi moto. Vayamos al balcón y la verá.

Le seguí como un corderito. El árbol de la calle gritaba entusiasmado: - ¡Que motarra! ¡Que alguien la arrime al tronco para que me coma ésta delicatessen!

El rolls royce de los abuelitos llegó a toda pastilla conducido por Geooooorge y frenó de golpe colocándose en su aparcamiento favorito: la parada del bus. La abuela salió del coche antes de que le abrieran la puerta y corrió escaleras arriba donde la Cotilla le abrió enseguida y le cuchicheó la gran noticia: - Están en el balcón.

Todos los personajes de casa, puestos ya en antecedentes, no quitaban ojo a la pareja protagonista de éste relato y se relamían solo de pensar que serían testigos de primera mano, de un idilio amoroso... ¡Eran felices!

Sin embargo todo estaba apunto de irse al garete por los celos de Pascualita.

Ni la abuela pudo pararla: Saltó a la cara del pobre Alejandro Magno y se la dejó como un retrato cubista de Picasso... solo que más grande.

 

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